Recuerdos de la Tía Adelita

Mi anécdota favorita, sobre mi tía Adelita es la siguiente: Ella y mi abuela, Frances, discutían con alguna frecuencia.  Y mi abuela siempre creía tener la razón, en el supuesto de que Adelita siempre estaba equivocada;  y por eso, la tía Adelita apodó a mi abuela Mrs. Right. (Adelita being Mrs. Wrong).

Un día cualquiera llegó una turista con algo que Adelita no podía resolver, así que le dijo: Please, go ask Mrs. Right.  Y la viajera se dirigió a donde estaba mi abuela, a quien le preguntó: Are you Mrs. Wright?; pregunta y guasa que dejó a mi abuela sin palabras y algo mosqueada por el ingenio de su hermana.

Mira tu como son las cosas.  Adelita murió el 18 de mayo de 2011; y Frances falleció el 18 de mayo de 2007.

Adelita fue una emprendedora que trabajó con tesón y al frente de su Hotel Cacique Inn hasta que sus ojos no pudieron seguirle el paso.  Ella tenía la pasión de la hotelería y sabía compartirla con otros.  Sabía cómo hacer que otros se sintieran bienvenidos y apreciados.

Fue madre y abuela cariñosa y generosa.  Daba cuando tenía, y daba cuando no tenía.  Y daba con cariño.

Yo pasé muchísimas temporadas inolvidables, en Panajachel, gracias a aquella generosidad suya, y gracias a aquel cariño suyo.   Muchas tardes y noches las pasamos paseando, platicando, escuchando música, o viendo televisión.  Mi papá y mi mamá la querían mucho, y estoy seguro de que siempre le agradecieron mucho el cariño que me daba.

La tía Adelita daba buenos consejos como el de siempre guardar algo for a rainy day.  Y tenía algunos dichos que a mí me causaban gracia: Santo rogado, santo cagado, era uno de ellos; y el otro era He smells like a house on fire.

¡Aaaaah, como se veía elegante con sus huipiles!  Yo siempre la recuerdo usando hermosísimos huipiles que sabía lucir muy bien.

Era muy difícil para la comida; pero una de las veces que más me la disfruté, fue una ocasión en la que –parados junto a la olla y la estufa– comimos jaibas hasta que teníamos los dedos bien lastimados.  Se gozaba, muchísimo, los palitos de queso que le enviaba a veces.

El primer recuerdo que tengo, de ella, es de cuando a la edad de 6 años pasé mis primeras vacaciones solo, allá en Panajachel.  No nos dejaba solos a los niños; pero su presencia no era opresora, ni nada parecido.  ¿Y la última vez que la ví? Hace unas semanas, cuando ya se veía malita, pero aún pudimos platicar.  Aún pudo tomar mi mano y aún pude sentir su cariño.

Heredera de la tradición hotelera de mi bisabuela, Adela, la tía Adelita fue un pilar importante para su familia y para su comunidad, el Panajachel en el que vivió, en el que trabajó, y en el que pasó sus últimos días.

En mi vida, la tía Adelita deja la huella de su sentido del humor, muchas alegrías y sólo buenos recuerdos.

La foto es de mi tía Adelita y mi abuela, Frances, ca. 1940.

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2 comments

  1. Ella tenía la pasión de la hotelería y sabía compartirla con otros. Sabía cómo hacer que otros se sintieran bienvenidos y apreciados.

    Veo que mi querido amigo lo trae en la sangre… gracias Luisfi!

  2. Pablo Estrada

    que lindos recuerdos Luis! Ya se te adelantó tu tía Adelita entonces, aunque el cariño y los recuerdos permanecen!