¿Objetivo? Ver cómo va el puente Chitomax sobre el río Negro; y explorar la carretera que une Cubulco con aquel puente. ¿Por qué? Porque cuando estén listos el puente y la carretera, va a ser más fácil llegar de la ciudad de Guatemala a Uspantán y Chicamán.

Cuatro exploradores saludamos junto al puente Chitomax. Foto por Raúl Contreras.
Entonces…, el sábado 8 de marzo salimos de la capital poco antes de las siete de la mañana con el propósito de desayunar en el restaurante Chuaxán, ubicado a la altura del kilómetro 42.2 de la carretera entre San Juan Sacatepéquez y la aldea Montúfar.
Nos encanta ese lugar porque se come bien y por la atención. En esta visita y en la del año pasado nos atendió Rudy, que este año fue asistido por Carlos. Para mí, el motivo principal para volver a un lugar es la calidad de la comida, seguido de cerca por la calidad de la atención. Y en Chuaxán se lucen con los dos.

Los caminos polvorientos de la patria.
Como panza llena, corazón contento, después de alimentarnos bien, agarramos camino a Pachalum. Cruzamos el río Motagua y ahí nomásito está Mixco Viejo. Lissa, Katarina, Raúl y yo decidimos visitar Chuwa Nim Ab’aj porque Kata no conocía esa fortaleza poqomam y siempre es agradable dar un paseo por ahí. A los visitantes les encanta y hay espacios muy bien dispuestos para pícnic. Es admirable lo bien cuidado y limpio que está ese sitio arqueológico, donde no encontramos mucha gente y fuimos muy bien recibidos por los encargados.

El río Negro es una chulada.
Luego de un paseo breve, continuamos el viaje y volvimos a cruzar el río Motagua. Lo lindo de ese tramo es que, a inmediaciones del puente, crecen árboles hermosos de tamarindos y, cuando es temporada, uno ve a las familias recoger aquellas frutas deliciosas.
Me gusta Pachalum porque es una población próspera con gente muy amable. En esta ocasión no nos detuvimos porque ya habíamos comido, pero siempre es agradable pasar por ahí. Además, ahí termina el asfalto y de ahí en adelante todo es terracería y polvo. Sin saber por qué, entre Pachalum y Cubulco tomamos el camino por Chovén y luego nos enteramos de que ese camino es mejor que el que pasa por Tres Cruces. Te cuento, por si acaso. Según Google Maps, la carretera de Tres Cruces se ve mejor que la de Chovén, pero parece ser que no es así.

El puente peatonal Chitomax.
Cerca del mediodía llegamos a Cubulco y nos dirigimos al Hotel Los Delfines, donde habíamos reservado habitaciones. Luego de tomar posesión de nuestros cuartos, de sacudirnos el polvo y refrescarnos rápidamente, agarramos camino hacia el río Negro en busca del puente Chitomax.
Para no romper las tradiciones, Waze nos mandó para Rabinal y tuvimos que desandar el camino como 30 minutos. Tarde o temprano, en los viajes por carretera que hacemos, Waze nos pierde y… pues… ahora es anécdota.

Nos detuvimos un rato en Chuwa Nim Ab’aj .
Como preguntando se llega a Roma, pobladores nos orientaron y emprendimos el camino hacia el norte en busca del puente. Más polvo y más curvas y más risas. Francamente, yo sentía que no había modo de que llegáramos, pero llegamos. Lo primero que impresiona es la estructura de concreto que, cuando esté terminada, tendrá 272.75 metros de largo; y lo segundo que impresiona es que, paralelo al gran puente, hay uno peatonal chulísimo.
Bajo el sol abrazador cruzamos ese puente peatonal con la intención de subirnos al puente principal e ir a hablar con los ingenieros, nomás por saber más de esa estructura colosal. Pero el calor era tal que, luego de admirar la obra, nos dispusimos a volver a Cubulco.

Es colosal el puente Chitomax.
¿Por qué hicimos ese viaje?
Quienes visitan este espacio con frecuencia sabrán que el año pasado Lissa, Raúl y yo fuimos a pasar el descanso de la Semana Santa al sitio arqueológico El Soch, situado en Chicamán, Quiché.
Según nosotros, por indicaciones de Michelin, uno podía hacer la ruta que hicimos el viernes; pero ahí está que, cuando llegamos a Cubulco, la gente nos informó que, aunque sí existía el camino, el puente no estaba ni cerca de estar concluido. Después del shock, optamos por agarrar camino rumbo a Canillá y de ahí buscar Uspantán para llegar a El Soch. Fue un camino largo, lleno de incertidumbre y de sorpresas, como un puente sin bardas y con pedazos faltantes, que atravesamos como bólidos.

Me impresionaron mucho los collares que llevan muchas mujeres en Cubulco.
Para hacer la historia corta, llegamos a El Soch luego de once horas de camino, cansadísimos pero fascinados. Y nos quedó la curiosidad de cómo era el puente Chitomax, al que nunca llegamos, y la de si ese camino era mejor que ir a Chicamán por Santa Cruz del Quiché y Uspantán.
Conclusión: Chitomax no estará terminado para la Semana Santa y, aunque estuviera terminado, la carretera es demasiado polvorienta y llena de curvas como para ser práctica. Así que no usaremos esa vía este año para ir a El Soch de nuevo.

Muro de la iglesia virreinal de Cubulco.
De vuelta a Cubulco
En Cubulco nos hospedamos en el Hotel Los Delfines por recomendación de mi cuata, Dulce, cuya familia es de allá. ¡Qué buena elección!
Un tanto bullicioso, porque es un centro recreativo, Los Delfines tiene buenas camas, así que al llegar nos dimos sendos baños para sacarnos la polvazón del camino y relax. A las 7:00 p. m. nos juntamos para cenar y ¡qué cenaza!

Achiote en Cubulco.
Lissa, Raúl y yo pedimos unas mojarras galanas y gordas que llegaron perfectamente fritas, sazonadas y emplatadas; y Kata pidió costillas de cerdo que estaban deliciosas. Además, fue muy agradable la forma en que los dueños del hotel y los empleados nos atendieron. Y, una vez más, panza llena, corazón contento. Tras la cena deliciosa y el vino, una buena conversación junto a la piscina y bajo el cielo estrellado para luego ir a dormir como tiernos.
Al día siguiente, Raúl y yo fuimos a comprar pan a la panadería El Trigal, donde las batidas y las conchas son recomendables. Preparé el café y nos juntamos a desayunar con Lissa y Kata. La calidad del desayuno estuvo a la altura de la cena y la sobremesa se extendió más de lo necesario.

¿Alguien sabe cómo se llaman estos frutos y esta palmera?
El retorno a Guate
No importa que la sobremesa se hubiera extendido; total, estos viajes son para aprender y disfrutar, y los debriefings después de las comidas forman parte de la gracia. Luego de hacer un par de diligencias en busca de un carpintero, agarramos rumbo al parque central de Cubulco con dos objetivos: el primero fue pasear por el mercado, que siempre es una actividad estimulante y alegre; y el segundo fue visitar la iglesia, porque el año pasado estaba en reparaciones y es encantadora. Además, era parte de las misiones dominicas que pacificaron las Verapaces y es parte de la historia de Guatemala.
En el mercado, la mejor compra fue la de guacales de Rabinal con sus diseños característicos.
Los trabajos de la iglesia quedaron bien y fueron muy chulas las sonrisas y saludos de la gente en ese lugar. Cubulco no está en la ruta turística de Guatemala y no ha de ser común ver a cuatro visitantes curiosos por ahí. A pesar de ello, en el mercado y en la iglesia abundaron muestras de cordialidad.
Ya cerca del mediodía, volvimos a agarrar camino para volver a Guate y nos echamos a rodar por los caminos polvorientos de la patria rumbo a Chovén, Pachalum, Montúfar, San Juan Sacatepéquez y San Pedro Sacatepéquez. En Pachalum paramos con la esperanza de encontrar abierta la panadería MIreya y tomar sendas coquitas heladas; pero como era domingo la panadería estaba cerrada y tuvimos que refrescarnos por ay.
¡Y por supuesto que pasamos a almorzar al restaurante Chuaxán! Yo pedí un torito acompañado por un plato pequeño de caldo de patas y estaban los dos riquísimos. Kata pidió el pinol tradicional de la región y de verdad estaba delicioso. Lissa y Raúl pidieron caldo de pollo estupendo. En Chuaxán también compramos pan y huevos recién puestos de la gallina que andaba por ahí. Es muy agradable comer y descansar en ese restaurante porque el paso por San Juan y San Pedro para entrar a la ciudad de Guatemala es muy fastidioso.
¡Regresamos sin novedad!… y listos para un buen baño y la cama fresca. Contentos de haber conocido el puente, fascinados con la gente y los paisajes y listos para la próxima aventura. Entre polvo y risas, confirmamos que el camino a Chitomax sigue siendo una aventura para valientes, pero la gente, la comida y los paisajes hacen que cada kilómetro valga la pena. ¡Nos vemos en la próxima ruta!
Hashtags: Desde el primer viaje que hicimos Lissa, Rachel, Raúl y yo a Joyabaj es tradición convertir en hashtags las situaciones absurdas y divertidas por las que pasamos, a modo de chistes internos; y los hashtags de este paseo fueron #Estoespimienta? #Nomeimaginequeestoespaydequeso #Estaacincominutos #Hoyhayboda #Nosotrosfabricamosalgoquenoes #Yocreoquesonfamilia #Cuantocuestanlosbanquitos? #Tienencamasadentro? #Ustedsellamavictor? #Whenyouareoldyoudonthavetimeforthatshit #Nopuedodejardeespecular