La actitud “woke” y las olimpiadas

 

La primera vez que oí de las olimpiadas fue en 1968 cuando se celebraron en México.  Eran el gran tema en el colegio.  Me llamaban la atención los clavados, el decatlón, el salto ecuestre y la gimnasia.  Imagínate lo que era ver aquellas competencias con la calidad de televisión de aquel tiempo.

Foto por Antonio Tajuelo de Tokio, Japón, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons.

Yo, que nunca fui deportivo, me fascinaba por el espíritu de la competencia olímpica -no una para vencer a otros, sino para la superación y el perfeccionamiento de los atletas frente a sí mismos- que es lo que nos explicaban en el colegio.  El juego limpio y la victoria honesta eran los valores que estaban presentes en mi imaginario olímpico desde que yo tenía 7 años de edad.

Aparte de aquello, recuerdo el terrorismo en Münich; las hazañas de Nadia Comăneci en Monteal; el boicót contra Moscú por la invasión soviética de Afganistán; el accidente de Greg Louganis en Seúl y el disco de Monserrat Caballé y Freddy Mercury con ocasión de Barcelona.  A partir de ahí dejé de ponerles atención aunque no dejaba pasar inadvertidos los juegos olímpicos.

En Tokio 2021 lo que me inquieta es el activismo wokeSegún Michael Dahlen, ser woke es ser hipersensible a cualquier supuesta injusticia relacionada con las identidades colectivas. Desde la perspectiva woke, la identidad de una alguien no está determinada por sus convicciones, elecciones y acciones; sino por su raza, género y orientación sexual. Ser woke no significa sólo oponerse al racismo, al sexismo y demás; significa abrazar una ideología particular. Si te opones al racismo y al sexismo, y no abrazas esa ideología, no eres woke, sino que eres parte del problema.

¿Qué daño causa aquella actitud? Como lo advierte mi maestro, Warren Orbaugh, los juegos y los valores olímpicos están siendo atacados mediante la destrucción del razonamiento lógico, destrucción que les impide a sus víctimas razonar eficazmente para identifcar la realidad.  Sin esa habilidad, las personas no podemos desarrollar confianza en nosotros mismos, ni independencia intelectual. Y así, no es difícil concluir que es inutil razonar…y se van por el caño el juego limpio y la victoria honesta.  ¿Qué opinas?

Columna publicada en elPeriódico.

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  1. De acuerdo contigo al 100% Luisfi!!!