29
Sep 17

Tenemos estos pendientes

Luego de una eventualidad negativa que afectara mi vida, o las vidas de la familia sin causar daños mayores, mi tía abuela, La Mamita, solía decir: Todo pasó, sin que pasara nada y es, precisamente, lo que no debería ocurrir en Guatemala.

¿Qué debería pasar?

Es importante un diálogo cuya misión sea entender el fenómeno político que atravesamos; así como encontrar los temas mínimos en los que podemos estar de acuerdo tirios y troyanos (y todo lo que hay en medio).  Estos acuerdos deben estar encima de ambiciones y necedades.  No estoy seguro de quién debería convocarlo, ni de cuál sería la metodología, pero sería genial si no fuera de carácter corporativista, como suele ocurrir.

Es importante una ley electoral que: 1. Nos devuelva, a los mandantes, el control como tales; 2. Fortalezca el TSE, qua supremo e independiente; 3. Facilite la fundación de partidos políticos que sean intermediarios entre los mandantes y los mandatarios y plataformas ideológicas y programáticas. 4. Les quite a los partidos el monopolio de la presentación de candidatos a diputados. 5. Establezca distritos electorales pequeños.; y 6. Permita la elección de diputados uninominal, o por listas abiertas. Un sistema político que huya, como de la peste, de: el bipartidismo, o tripartidismo artificial, de las cuotas colectivistas y del financiamiento estatal para los partidos.

No es menos importante la reforma del sistema de justicia.  Una que nos permita conseguir una administración de justicia pronta y cumplida, y que fortalezca el estado de derecho y la institucionalidad (o tal vez que los funde). Una abordada desde una perspectiva cívica y que nos permita luchar contra la injusticia, la corrupción y la politización. El CEES tiene una, que te invito a conocer en goo.gl/5pbww8

No debe quedarse atrás la necesidad de desarmar el sistema mercantilista, patrimonialista, multiplicador de privilegios y fabricante de miseria que es caldo de cultivo de la corrupción e impunidad.  Eso implica reconocer que estos son consecuencias -a veces intencionadas, pero muchas veces no intencionadas- de ideas concretas sobre cuál es la naturaleza del ejercicio del poder público.

Tengo confianza en los chapines, ¿y tú?

Columna publicada en elPeriódico; y la ilustración la tomé de Facebook.


13
Sep 17

Catón y el aprendiz de hechicero: dos historias

Primera historia: Entre algunos de mis cuates, el tribuno romano Catón el joven es admirado por probo, determinado y escrupuloso (y yo comparto la admiración por esas virtudes).  Catón colaboró con uno de mis héroes, que es Cicerón, contra la conspiración de Catilina. Catón y Cicerón erradicaron el peligro de aquella conspiración y los participantes fueron sentenciados a muerte.  Durante aquellos eventos, Catón y Julio César se enemistaron.

Pasado el tiempo, Catón y su partido acusaron a Julio César de hacer la guerra de forma ilícita en la Galia, y querían hacerlo volver a Roma, incluso llegaron a proponer que César fuera entregado a los germanos. Más tarde Catón se unió a Pompeyo, el enemigo de César.  Catón y su partido declararon a César como enemigo de la república y le exigieron que licenciara a sus tropas.

Julio César demandó que el senado lo nombrara proconsul, para quitarse de encima el acoso de Catón y su partido; pero el senado le negó el nombramiento. Catón y su partido declararon a César como enemigo de la república y le exigieron que licenciara a sus tropas. Acorralado, César cruzó el río Rubicón con su hueste, y ahí -para hacer corta la historia- terminó de quebrarse la república romana.

Algunos, entre mis cuates amigos sostienen que si Catón no hubiera acorralado a César, otra sería la historia; y no por un ánimo pusilánime de apaciguamiento, sino por entendimiento político/praxeológico. Y pienso que quizás podamos aprender algo de esta historia si queremos una reforma política y desmantelar el sistema de arbitrariedad, privilegios y clientelismo.

Segunda historia: ¿Recuerdas Fantasía?  Mickey es fámulo de un hechicero capaz de hacer conjuros impresionantes.  En ausencia del nigromante, Mickey  decide usar la magia para conseguir que una escoba lo sustituya en la tarea agotadora de acarrear agua.  En sueños Mickey organiza un show de luces y en su entusiasmo de aprendiz de hechicero domina las aguas y las tempestades. Mickey despierta para darse cuenta de su escoba mágica está inundando el lugar y que no puede detenerla. Con un hacha destruye aquella escoba, sólo para que de las astillas surjan más escobas que no cesan de acarrear agua y de empeorar la situación.  Mickey no puede contra las miles de escobas y termina en un remolino incontrolable.

Imagen de previsualización de YouTube

De aquello me acordé cuando leí, de Joseph Schumpeter, que la Historia es un récord de efectos, la mayoría de los cuales nadie tenía la intención de producir. Mickey quería resolver un problema, pero las consecuencias no intencionadas de su experiencia como aprendiz de hechicero empeoraron las cosas; y lo relacioné con lo que está pasando en Guatemala.

Durante décadas –y yo creo que por irresponsabilidad ciudadana– los chapines criaron un sistema corrupto y plagado de privilegios que hace dos años que está haciendo agua  Ahora, y a última hora, hay  gente que quiere que todo se arregle para ayer.  ¡Todos queremos acabar con la corrupción y la impunidad!; pero como Mickey, no han faltado los que están dispuestos a hacer cualquier cosa, sin tomar en consideración las consecuencias no intencionadas.

La ilustración de Catón el joven es por Jean-Baptiste Roman & François Rude (M.Romero Schmidkte), CC-BY-SA-3.0, via Wikimedia Commons


12
Sep 17

Jalisco y las “organizaciones campesinas”

¿Ya sabes lo que se dice de Jalisco, verdad? Que Jalisco nunca pierde y cuando pierde arrebata. Lo dicen quienes quieren mostrarte valientes y terribles, y pretenden infundir miedo.

De eso me acordé cuando leí que miembros de varias organizaciones campesinas están bloqueando vías en la ciudad de Guatemala y se dirigen al Congreso de la República para presionar con el objetivo de que le sea retirada la inmunidad a Jimmy Morales.

Esta operación ocurre un día después de que aquel organo rechazara retirarle el antejuicio al Presidente tal y como lo había solicitado el Ministerio Público y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala.  El propósito de corto plazo de aquella solicitud es investigar al Mandatario por el supuesto delito de financiamiento electoral ilegal (del cual la comisión pesquisidora del Congreso no encontró evidencias); pero el propósito a mediano plazo es remover a Morales, de la Presidencia y sustituirlo por Jafeth Cabrera (el Vicepresidente); para luego remover a este e imponer un Presidente electo a dedo y al margen de la voluntad popular expresada en comicios. Un Presidente cuyas acciones hagan germinar la semilla de un proyecto socialista.

El plan falló ayer porque se impuso el buen juicio en el Congreso donde privó el criterio de que el Tribunal de antejuicio deberá declarar sin lugar la solicitud, aunque haya plena comprobación de que le funcionario es culpable del delito (que no la hubo), si su procesamiento pudiera causar al estado un daño mayor que el causado al agraviado por el delito.

En el espíritu de Jalisco, parece que los grupos que quieren remover a Morales y hacerse con la Presidencia van a acudir a lo que mejor saben hacer: el bloqueo, la plaza y la barricada.  Sin descontar que, en el Congreso, van a tratar de revivir el proceso cada vez que puedan, con la esperanza de que luego de las cansadas y bajo amenazas de inestabilidad y actos de violencia, se haga su voluntad (y la de sus patrocinadores).

Para mucha de la dirigencia popular en este estado de cosas, los procedimientos democráticos -como los comicios y la actividad parlamentaria- son valores y no se cansan de defender la democracia frente al concepto de república, por ejemplo; y esto es porque la democracia es el gobierno de la mayoría o de los que dicen representar a la mayoría. Pero para aquella dirigencia, los procedimientos democráticos sólo tienen utilidad y valor mientras que aquellos procedimientos sirven a sus intereses específicos (como remover al Presidente y poner uno de su gusto). Una vez que los procedimientos no responden a sus expectativas (porque se advierte el peligro que implican), el plan B es jacobino: El bloqueo, la plaza y la barricada. Es soreliano, en el sentido de que, desde su perspectiva, la violencia (los bloqueos, por ejemplo) puede ser moralmente buena (si no es cruel) y a partir de la idea de que -tarde, o temprano- los procedimientos democráticos no hacen más que animar al proletariado a participar en instituciones burquesas, como el parlamento, que son fuentes de desmoralización, corrupción y minado de la solidaridad de clase.

Jalisco siente que perdió ayer; y va a intentar arrebatar.  Lo que ocurrió ayer no debe ser visto con triunfalismo por parte de la Presidencia -y no debería ser aprovechado para profundizar el clima de conflicto por parte de la dirigencia popular y sus patrocinadores-; sin embargo, debe ser aprovechado para resolver el tema de Iván Velásquez y la CICIG.  Por eso, este es un muy buen momento para recordar el consejo de Ayn Rand: En todo conflicto entre dos hombres (o grupos) que comparten los mismos principios básicos, gana el más consistente. En toda colaboración entre dos hombres (o grupos) que se apoyan en diferentes principios básicos, el más maligno, o irracional es el que gana. Cuando los principios básicos opuestos están abierta y claramente definidos, eso obra en ventaja del lado racional; y cuando no están claramente definidos, sino que están ocultos, o difusos eso obra en ventaja del lado irracional.

La foto es de RepúblicaGt


11
Sep 17

¿Quiénes están en el infierno?

Si el informe que presenta la comisión pesquisidora del Congreso va en el tono de que no se evidencia que Jimmy Morales haya tenido participación directa en el financiamiento ilícito del partido oficial; pero que igual recomienda que el Congreso discuta su antejuicio y le retire la imunidad, ese gallo/gallina es material para el infierno, de Dante Alighieri, en La divina comedia.

Ante las puertas del infierno, entre otros, se encuentran -entre lamentos de dolor y de ira- las gentes que vivieron sin gloria, ni infamia, mezcladas con los ángeles que no se rebelaron contra el dios cristiano; pero no por lealtad, sino para evitar las consecuencias de tomar partido en la lucha entre el bien y el mal. El cielo los rechaza porque no hicieron algo bueno y el infierno los rechaza porque no hicieron algo malo. Su tormento es que nadie se acuerda de ellos, no tienen esperanza de morir y no tienen nada que hacer en sus pobres vidas, desdeñados tanto de la justicia como de la compasión.

Mientras tanto, se cuentan con los dedos de las manos los miembros de los grupitos que presionan para remover al Presidente, sustituirlo por el Vicepresidente, para luego remover a este e imponer nuevos Mandatario y Vicemandatario de su gusto y a dedo -sin pasar por comicios-; a pesar de su irrelevancia y de su falta de representatividad, sus semillas germinan y avanzan en sus propósitos porque cuentan con el apoyo de los procónsules en las zonas 10 y 14.  Todo en detrimento del sistema republicano y del orden constitucional.

Este es momento para recordar las palabras del jurista Francisco Fonseca Penedo, exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia:  Es preciso llegar a la conclusión de que el Tribunal de Antejuicio deberá declarar sin lugar la solicitud, aunque haya plena comprobación de que le funcionario es culpable del delito, si su procesamiento pudiera causar al estado un daño mayor que el causado al agraviado por el delito…y en este caso no hay plena comprobación de que el Presidente estuviera involucrado en las irregularidades y financiamiento ilícito en el que hubiera ocurrido el partido que lo postuló en las elecciones pasadas.  Lo dijo el Presidente de la Pesquisidora : No hay evidencias.

Más, aún,  la Pesquisidora estaba consciente, de que el orígen del proceso es de naturaleza política.

Dicho lo anterior, esta es una manifestación de la semana pasada:

Y esta es la manifestación de ayer:

Estos grupitos ahora tienen la prudencia de esconder las banderas rojas y las efgies del Che Guevara; pero siguen siendo tan pocos. Tan…nada.

¿Por qué, entonces, es que los diputados ceden ante sus presiones?  Las que hay ahora no son las manifestaciones representativas y masivas de 2015. ¿Qué fuerzas formidables intimidaron a los diputados? ¿Siguiera se necesitaron fuerzas formidables?

Ilustración  por Gustave Doré (1832 – 1883) [Dominio público], via Wikimedia Commons.


05
Sep 17

El antejuicio, por Francisco Fonseca Penedo

En El derecho de antejuicio, un librito escrito por el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, Francisco Fonseca Penedo, y profesor mío de Derecho Penal, parte de una premisa: Como principio general, todo aquel a quien se impute un delito está obligado a responder en juicio criminal, y correlativamente toda persona tiene el derecho de pedir el juzgamiento de todo aquel a quien considere culpable de un delito.  Y luego explica: El derecho de antejuicio es una restricción al principio general de la responsabilidad y de la acusación y puede definirse así: “Privilegio que la ley concede a ciertos funcionarios [y a no funcionarios, como candidatos a puestos de elección popular] para que no puedan ser enjuiciados criminalmente sin que antes una autoridad, distinta del juez competente para conocer la asusación, declare que ha lugar a formación de causa”.

El antejuicio, pues, es una evaluación de carácter político acerca de la pertinancia, o no, de someter a juicio a un funcionario, o a un candidato.  El fundamento lógico del antejuicio, dice Fonseca Penedo, es político y no jurídico; el antejuicio no prejuzga sobre el fondo de la acusación.  El Tribunal de Antejuicio deberá declarar que no ha lugara formación de causa cuando así lo demanden los altos intereses del estado.

De allí que sólo gocen de antejuicio las personas a las que la ley les concede ese privilegio de manera expresa; es un derecho irrenunciable porque se trata de una institución de orden públilco.

El jurista explica que no es suficiente decir que le propósito del antejuicio es proteger a los funcionarios contra el riesgo de denuncias falsas, o de acusaciones, porque igual protección merece cualquier persona y, en todo caso, el juez que conozca de una denuncia, o querella, quienquiera que sea el acusado está obligado a rechazarla si apareciere como falsa, o infundada.  ¿Cuál es la razón de que, en el caso de ciertos funcionarios, sean otros órganos del estado los que practiquen las diligencias previas a la declaración de haber lugar, o no a formación de causa y no los jueces ordinarios?

No se trata de que el funcionario, por el solo hecho de serlo, deba ser juzgado, por lo menos inicialmente, por funcionarios de mayor categoría, ni que goce de una inmunidad especial que le permita cometer impunemente ciertos delitos, dice el jurista que, luego enfatiza: esa discriminación sería ianceptable.

La razón, dice Fonseca Penedo, es una protección de las funciones que le han sido encomendadas al funcionario acusado.  El fundamento lógico de la institución del antejuicio no es jurídico, sino político.  Las diligencias previas a la declaratoria de haber lugar, o no a formación de causa no tiene por objeto saber si el funcionario cometió el delito, porque esa función estaría concomendda al juez ordinario y por medio de los procedimientos ordinarios.

En El derecho de antejuicio, Francisco Fonseca Penedo explica que sabido que existió el hecho que es constitutivo de delito y que es imputable al funcionario acusado, será preciso hacer una valoración comparativa entre la gravedad del delito por una parte y la gravedad que causaría al orden institucional la remoción del funcionario, apartándolo de su cargo para ser sometido al proceso criminal.  Esta valoración, señala, no debe hacerse pensando en la persona individual del funcionario, sino en la importancia de las funciones que le han sido encomendadas.

Es preciso llegar a la concluisión de que el Tribunal de Antejuicio deberá declarar sin lugar la solicitud, aunque haya plena comprobación de que le funcionario es culpable del delito, si su procesamiento pudiera causar al estado un daño mayor que el causado al agraviado por el delito.

Ah, y algo no menos importante: al cesar el funcionario en el desempeño de su cargo deja de gozar del derecho de antejuicio y su responsabilidad podrá deducirse en todo tiempo, mientras no haya prescrito.  La prescripción empieza a correr cuando el responsable hubiere cesado en el ejercicio del cargo durante el cual incurrió en responsabilidad.

Finalmente, Fonseca Penedo aclara: ignoro si la tesis aquí sustentada esté aceptada por la doctrina, o sí, aquí por el contrario, resulte inaceptable.  Sin embargo, parece robustecida por  el hecho de que la competencia para conocer de los antejuicios contra la mayoría de los funcionarios de mayor categoría, corresponda al Congreso de la República que no es un órgano jurisdiccional, sino eminentemente político.

Ilustración por Marcello Bacciarelli [Dominio público], via Wikimedia Commons.


29
Ago 17

Guatemala, ¿un país podrido?

Francis Fukuyama tiene una opinión sobre Guatemala y tuiteó lo siguiente: Un país podrido: el presidente guatemalteco intenta expulsar al jefe de la ONU contra la corrupción; y no faltó quien celebrara la ocurrencia del científico político. Empero, el juicio del autor de Trust y de The End of History and the Last Man es apresurado e injusto con los guatemaltecos.

La afirmación supone que, por sí mismo, el intento de expulsar a un burócrata de la Organización de las Naciones Unidas es algo malo; hasta el punto de que el hecho de que un Jefe de estado -en ejercicio de sus facultades constitucionales- intente la expulsión, ese acto hace que el país esté podrido. La afirmación supone, también, que la ONU -y sus agentes- son tan ajenos a la corrupción, que cualquiera que rechaza su participación -incluso a nivel de un jefe de misión- está podrido.

No comparto la perspectiva de Fukuyama por dos razones:

Primera: seguramente es cierto que Guatemala es un largo amanecer que no termina de ser día; para usar una frase del escritor Francisco Pérez de Antón. Es cierto que en Guatemala la corrupción y la impunidad son elevadas; pero también lo es que muchos guatemaltecos luchamos contra esas lacras. ¡Todos los días! Es cierto que no todos coincidimos en la identificación de las causas y no todos coincidimos en los remedios. Por ejemplo, unos entendemos que el estatismo y la posibilidad de arbitrariedades son caldos de cultivo para la corrupución; en tanto que otros creen que la corrupción es consecuencia de falta de controles y de una naturaleza humana perversa, para citar dos ejemplos. Estos asuntos son complejos y cabe en ellos diferencias de opiniones mientras se dilucida el asunto. Voy a atreverme a decir que la mayoría de chapines somos ajenos a la corrupción y a la impunidad; y que a lo sumo, la peor imputación que puede hacérsele al mantante guatemalteco promedio es que no se involucra como tal y prefiere abdicar a su condición de mandante. Con todo y todo, con la excepción de las mafias y de los grupos políticos que apoyan tiranías, la mayoría de guatematecos queremos vivir en paz y prosperar en un marco de respeto a los derechos individuales de todos por igual; sin privilegios.  Guatemala no es un país podrido; pero estamos pasando un proceso muy difícil y enmarañado. Guatemala, eso sí, tiene un sistema político lleno de incentivos perversos, que atrae a lo peor entre nosotros hacia el ejercicio del poder. Guatemala, eso sí, tiene un sistema económico mercantilista que es fabricante de miseria.  Guatemala, eso sí, tiene un sistema jurídico que no siempre sirve a la justicia.  Sin embargo, desde el punto de vista ético, voy a atreverme a decir que la mayoría de guatemaltecos repudiamos aquellos vicios y queremos salir de aquel estado de cosas.  Sólo que diferimos en cómo. ¿Hay gente podrida en Guatemala? Sí; pero Guatemala no es un país podrido.  En Guatemala hay miles y miles de personas honradas, productivas, creativas, que nada tienen que ver con la podredumbre.

Segunda: es un mito eso de que las burocrácias -nacionales, e internacionales- son, por sí mismas, moralmente superiores a otros actores en la sociedad.  La teoría del Análisis de la decisiones públicas utiliza las herramientas de las ciencias económicas para interpretar lo que ocurre en el terreno político. En lugar de sugerir lo que debería ser, ese enfoque hace un diagnóstico desapasionado, con base en una cuidadosa observación de las acciones de los distintos actores políticos.  Aquella teoría ha demostrado que, en su actuar, los políticos y los burócratas no son menos ajenos a sus propios intereses, que cualquiera otro actor en la sociedad.  Y menos en un contexto de poder.  Es un error suponer que, por sí misma, una misión de la Organización de las Naciones Unidas, o un jefe de misión, son incuestionables, o inexpulsables.

Hay abundante evidencia de que la ONU -y otras agencias internacionales- son sujetos de corrupción y de que, por lo tanto, sus burócratas y las agencias mismas deben ser tratadas exactamente con los mismos estándares que se trata a cualquier organización con poder que opera con dinero ajeno que no ha tenido que ganarse y con niveles muy laxos y difusos de responsabilidad.

Al lector acucioso le dejo unas sugerencias:

El juicio de Fukuyama es apresurado e injusto con los guatematltecos; y su aprovechamiento es desafortundado.


28
Ago 17

¿Guardaron las banderas?

Las banderas y mantas de Comité de Desarrollo Campesino, el Comité de Unidad Campesino y el partido Winaq -tan evidentes en las operaciones de la semana pasada- han desaparecido de los operativos del sábado y de hoy. La foto de abajo es de la manifestación del sábado.

Los colectivos que roban energía eléctrica, organizan bloqueos y tienen sus raíces en la exguerrilla han bajado su perfil, ¿con la esperanza de que la contaminación ideológica no sea evidente? Los colectivos que roban energía eléctrica, organizan bloqueos y tienen sus raíces en la exguerrilla han bajado su perfil, ¿con la esperanza de que la contaminación ideológica no sea evidente? La foto de abajo es de un bloqueo en Totonicapán.

En cambio, la semana pasada -y sin darse cuenta del colorón ideológico que le daban a lo que está ocurriendo- los colectivos se dejaron ver con todos sus colores.  Abajo, manta de la Codeca.

Abajo, banderas del CUC

Abajo, bandera de Winaq

El humo y los espejos distraen. ¿Rescatamos el ideal republicano, o nos entregamos al frenesí de botar y poner presidentes desde la plaza y desde las barricadas? Los chapines, ¿asumimos la responsabilidad del futuro de nuestro país, o nos entregamos a la voluntad de la burocrácia internacional?

La crisis que se vive en Guatemala es de orden político; y los actores políticos están tomando posiciones incluso en la Corte de Constitucionalidad.  Se engañan quienes no se dan cuenta de que el enfrentamiento (peligrosamente personalizado) entre Iván Velásquez y Jimmy Morales es una batalla en la que tienen importancia las ideas sobre los límites del poder, sobre la naturaleza de las instituciones, sobre el rol de la ley y de la legislación, sobre quién la igualdad de todos ante la ley y sobre la naturaleza de los derechos individuales.

¿Actuamos racional y objetivamente, o no? ¿Actuamos en función del largo plazo, o nos limitamos al corto plazo? ¿Asumimos nuestra responsabilidad de mandantes, o abdicamos a ella?

La pelota está en la cancha de la Corte de Constitucionalidad.  Los magistrados tienen que decidir si van a otorgar un amparo definitivo, en una materia que no es sujeta de amparo, o si respetan la ley. Los magistrados tienen que decidir si van a fallar conforme a derecho, o si va a fallar para favorecer intereses políticos.  Los magistrados tienen que decidir si va a animarse a pasar sobre una decisión presidencial y si está dispuesta a asumir las consecuencias de hacerlo.

Si bien es cierto que la Constitución dice que no hay ámbito que no esté sujeto a amparo, también es cierto que  el amparo es instituido con el fin de proteger a las personas contra las amenazas de violaciones a sus derechos o para restaurar el imperio de los mismos cuando la violación hubiere ocurrido; y que  el amparo procederá siempre que los actos, resoluciones, disposiciones o leyes de autoridad lleven implícitos una amenaza, restricción o violación a los derechos que la Constitución y las leyes garantizan.  Nada tiene que ver con derechos el ejercicio de las funciones de un comisionado que se halla invitado en el país y que -de acuerdo con la Convención de Viena- puede ser removido por una decisión ejecutiva, del Ejecutivo.

De paso…pero muy importante: si la Corte de Constitucionalidad se constituyera en el árbitro último de las decisiones ejecutivas del Jefe del gobierno y Jefe de estado, ¿de qué serviría tener un Jefe del gobierno y Jefe de estado?  Si la Corte de Constitucionalidad usurpara las funciones del Jefe del Ejecutivo, está claro que se excedería en sus facultades de una forma inaceptable.

Aún si tal aberración tuviera éxito político temporal, generaría un fenómeno no menos indeseable: El gobierno de los jueces; es decir un sistema de revisión judicial verdaderamente sin restricciones, que no pudiera ser limitado ni siquiera por medio de una enmienda constitucional.  El gobierno de los jueces no debe ser confundido con el control jurisdiccional que es, este último, un componente del estado de derecho. Gracias al cuate Chingui, por llamar mi atención sobre este tema .

Por lo pronto, la fiscal general ha llamado al diálogo, lo que apunta a que hay una oportunidad para que no haya consecuencias graves en este enfrentamiento.  Este es el momento apropiado para recordar el consejo de Ayn Rand: En todo conflicto entre dos hombres (o grupos) que comparten los mismos principios básicos, gana el más consistente. En toda colaboración entre dos hombres (o grupos) que se apoyan en diferentes principios básicos, el más maligno, o irracional es el que gana. Cuando los principios básicos opuestos están abierta y claramente definidos, eso obra en ventaja del lado racional; y cuando no están claramente definidos, sino que están ocultos, o difusos eso obra en ventaja del lado irracional.

Las fotos son de elPeriódico y de Luciano Gil.


28
Jul 17

¿Qué clase de reforma electoral?

Una reforma electoral que sea electorera, es decir, una que refuerce el carácter clientelar y de rosca que tienen los partidos políticos, en Guatemala, le causaría un daño profundo y mortal no sólo al sistema electoral, sino al sistema republicano.

Escucha el podcast aquí.

Por eso es bueno que, en el Congreso, la propuesta de elevar el financiamiento coercitivo por parte de los tributarios a los partidos políticos fuera rechazada. Por eso es bueno que el alza en el techo de los gastos de campaña fuera desestimada.

Ya sabes, en Guatemala, los partidos políticos no son esos intermediarios entre mandantes y mandatarios, ni esas plataformas ideológicas y programáticas que describen los libros de texto. Aquí, lo que tenemos son maquinarias electoreras que, alrededor de un candidato y su rosca de amigos y patrocinadores, son vehículos para llegar al poder, o influir en él en beneficio de intereses particulares. Por eso es que los partidos tienen dueños con nombre y todo: Ahí está el partido de Sandra Torres y está el de Alvaro Arzú. Estaban el de Baldizón, el de Ríos Montt, el de Pérez y así podemos seguir.

¿Qué clase de reformas sí son urgentes e importantes? Las que refuercen y fortalezcan el rol de los mandantes. También las que refuercen y fortalezcan el sistema republicano.

¿Por ejemplo? La conformación de distritos electorales pequeños; y la posibilidad de que cualquier ciudadano pueda inscribirse como candidato, sin necesidad del apoyo de partido político, o comité cívico alguno. Los efectos (entre otros) de esas reformas serian el de acabar con el monopolio de los partidos y el de crear el incentivo para que estos no se alejen de los mandantes, si quieren conseguir sus votos. También haría más baratas y más cortas las campañas. ¿Otro ejemplo? El fortalecimiento del Tribunal Supremo Electoral, en su carácter de supremo e independiente para que sea confiable y digno de respeto.

Sin una reforma política sustancial, las otras reformas pendientes están en manos de los intereses de siempre.

Columna publicada en elPeriódico.


26
Jun 17

El cabildeo y el uso del poder

La política es objeto de estudio de la praxeología porque se ocupa del proceso de conformación y regulación de las relaciones de poder en la vida pública del estado.  La praxeología, ¿sabes? es la ciencia que estudia la acción humana (qua acción humana) y la esfera de acción pública es la de relaciones coactivas, en oposición a la esfera de acción privada, que es la de relaciones voluntarias.

Desde que el estado benefactor mercantilista (y otras formas de colectivismo) es el modelo prevaleciente en Occidente y en otras partes del mundo, la práctica de influir en quienes tienen poder (o influencia) es muy importante para prosperar y hasta para sobrevivir.  Desde que unos pueden usar la política para beneficiarse, o beneficiar a otros -incluso a costa de terceros- la práctica de influir en en quienes tienen poder (o influencia) es muy importante.  Desde que quienes tienen la facultad de usar la ley par beneficiarse, o beneficiar a otros -incluso a costa de terceros- la práctica de influir en en quienes tienen poder (o influencia) es muy importante.

El hombre, al actuar, dice Ludwig von Mises, decide entre las diversas posibilidades ofrecidas a su elección.  En la alternativa prefiere una determinada cosa [o estado de cosas] a las demás. Esto es cierto para toda acción humana, en todo campo de la acción humana, incluido el campo de las relaciones de poder.  Mises explica que el hombre, al actuar, aspira a sustituir un estado menos satisfactorio por otro mejor (como cambiar esta política, o a este actor político por otro mejor); La mente presenta al actor situaciones más gratas, que este, mediante la acción pretende alcanzar.  Es siempre el malestar el incentivo qu einduce al individuo a actuar. Pero ni el malestar, ni el representarse un estado de cosas más atractivo bastan por sí solos para impeler al hombre a actuar, añade Mises.  Debe concurrir un tercer requisito: advertir mentalmente la existencia de cierta conducta deliberada capaz de suprimir o, al menos reducir la incomodidad sentida. De ahí la opción de cabildear para tratar de influir en quienes tienen poder y modificar el estado de cosas menos satisfactorias.

En Guatemala y en todo el mundo, ya lo dijo Mark Twain: ni la vida, ni la libertad, ni la propiedad de ningún hombre está a salvo cuando el legislativo está reunido.  De ahí que -en un modelo en el que desde el poder político se pueden dispensar favores, o se puede causar perjuicios, incluso mediante el uso de la legislación- la capacidad de influir en legisladores y en políticos sea importante para prosperar… y hasta para sobrevivir.

Los lobbies, o grupos de cabildeo son grupos con intereses comunes que realizan acciones dirigidas a influir ante políticos y burócratas para promover decisiones favorables a sus intereses y modificar aquellos estados de cosas menos satisfactorias.

Las primeras utilizaciones políticas de este término son del siglo XIX. Ya en 1830 la palabra lobby designaba los pasillos de la Cámara de los Comunes británica donde los grupos de interés y de presión, discutían con los miembros del Parlamento. Durante la Guerra de secesión estadounidense el general Grant, después del incendio de la Casa Blanca se instaló en el bajo lobby de un hotel, que pronto se llenó de cabilderos. En princiipio, la actividad del lobby  es legal, y lleva ante políticos y burócratas las opiniones e intereses de los implicados en las decisiones que implican el uso del poder político.  El cabildeo de los “lobbies” tiene una amplia tradición en Estados Unidos, donde su práctica ha sido entendida como una “colaboración necesaria” entre la sociedad y los poderes públicos para el ejercicio eficaz de la política.  Es decir, para el uso eficaz del poder en cuanto a la eliminación y sustitución de aquellos estados de cosas insatisfactorios.

Recientemente se han hecho esfuerzos para su regulación, lo que debería contribuir a su transparencia y normalización.  Pero el caso es que el problema de fondo -porque es problema- no es la transparencia y la normalización, sino el modelo que admite el uso de la facultad legislativa, la facultad coactiva y la política para beneficio propio, o para perjudicar a otros. Porque ya sabes: el poder tiende a corromper.   La realidad es que todo el que puede, cabildea; pero en La rebelión de Atlas, Hank Rearden tenía un cabilidero en Washington, D.C. (Wesley Mouch) y se rehusaba a usarlo.

De ahí la importancia de una aproximación liberal clásica al problema del cabildeo.El caso es que, para el liberalismo clásico se preocupa principalmlente de la limitacion del poder coactivo de todos los gobiernos, como lo explica Friedrich A. Hayek.   Un gobierno que…juzga cada problema de acuerdo con sus méritos acaba regularmente por tener que observar principios que no son de su elección y por verse llevado a una acción que nunca previó, explica Hayek. Hoy nos es familiar el fenómeno de que gobiernos cuya accion se inició bajo la orgullosa pretensión de una deliberada intervención en todos los asuntos se encuentran acosaos a cada momento por las necesidades creadas por sus acciones anteriores.  Tan pronto como los gobiernos llegaron a considerarse omnipotentes comenzaron los comentarios sobre la necesidad e inevitabilidad de una actuación, de esta clase o de la otra, cuya inconvenciencia los propios gobernantes reconocen.

En resumen, la actividad cabildera es una necesidad cuando quienes tienen el poder pueden intervenir en todos los asuntos -incluso de la esfera de accion privada de las personas-.  De ahi que la discusión de fondo no es si tal, o cual cabildeo es aceptable, o no.  La discusión de fondo es si el ejercicio del poder debe tener límites, o no.  Y yo digo que sí.

La ilustración la tomé de aquí.


23
Jun 17

Cisma sangriento

Todo cristiano intelectualmente inquieto debería leer Cisma sangriento, por Francisco Pérez de Antón. ¿Por qué? Para explorar si su fe es honesta, o si es consecuencia del miedo. Con esta obra, el autor vuelve a hacer lo que hizo con El gato en la sacristía: Sacude el campanario para ver si allí hay murciélagos.

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En Cisma, el autor y con pluma genial nos lleva por las pavorosas guerras de religión, las masacres, crímenes y hambrunas que –luego de que Lutero clavara sus tesis en Wittemberg- costaron cerca de 13 millones de muertos. Cadáveres que la historia oficial (católica y protestante) hace todo lo posible por no traer a cuento. En parte por sacralizar la carnicería y en parte para no permitir que la verdad arruine una buena historia.

En el Cisma, los teólogos salen mal parados. Dice el autor: Un teólogo es alguien que se enfrenta a otro teólogo por cuestiones sobre las cuales ninguno de los dos está seguro, pero por las que ambos serían capaces de matarse. Cada uno proclama que la salvación del hombre sólo puede ser explicada por medio de una teología: la suya. Y nos recuerda que tanto en el siglo XVI, como en el XXI; tanto en el cristianismo como en el islamismo, la clerecía sólo es tolerante cuando no tiene poder para ser intolerante. De ahí el interés religioso en la política. Zuinglio escribió que el estado ha de ser cristiano; Pío nono dijo que la tesis de que el estado deba ser separado de la iglesia es falsa y un error pernicioso…y Bergoglio ha dicho que la iglesia debe meterse en política.

Pérez de Antón expone detalles clave para entender por qué es que aquellas teologías son enemigas de la libertad intelectual de las personas: Lutero decía que la razón es el mayor enemigo de la fe; Calvino consideraba al humano poco más que estiércol vacuno; y Roma veía en los valores del humanismo una amenaza a su hegemonía.

Se me acaba el espacio y no quiero que se queden en el tintero dos ideas: Creo que Cisma (o su autor, claro) es injusto con los tribunales de fuero especial, de 1982/83 en Guatemala; y creo que es injusto con Juan de Mariana. Dicho aquello, de verdad te recomiendo este librazo.

Columna publicada en elPeriódico.