Hondureños nadan hacia honduras

Dos cosas destacan de lo que está ocurriendo en Honduras, en materia electoral: Primero, la ineficiencia de su sistema electoral; y segundo, la miopía de sus élites.

Al ver que ha pasado la noche del domingo, todo el lunes y lo que va del martes, y el Tribunal Supremo Electoral de Honduras no ha podido ofrecer resultados confiables de los comicios; lo que se me ocurre es comparar aquello con el desempeño del sistema electoral chapin. Aquí, las juntas electorales y el Tribunal Supremo Electoral de Guatemala siempre ofrecen un elevadísimo porcentaje de conteos, antes de la media noche del día de las elecciones, y los chapines podemos irnos a la cama con una idea certera de qué es lo que ha ocurrido.

A veces uno da por sentado que las cosas son así; pero pueden no serlo.  Lo cierto es que, desde mediados de los años 80, el desempeño de las juntas electorales y del TSE son ejemplares en materia de cómo es que se hacen los escrutinios, cómo es que se garantizan la transparencia y la fluidez de los datos y cómo es que se respeta la voluntad de los electores.  Es posible que a veces haya tropezones; pero nunca hemos visto nada parecido a lo que están viendo los catrachos.

En cuanto a la miopía de las clases dirigenciales, una vez más está claro que las élites istmeñas están más interesadas en conservar el estado benefactor mercantilista del que se sirven, que en garantizar la cooperación social pacífica en el marco del respeto a los derechos individuales de todos, sin privilegios.  En Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, y ¿Guatemala?, parece evidente que hay más interes en encontrar un modus vivendi para el corto plazo, que en contribuir a que las sociedades (como tales) sean viables en el largo plazo.  Esa miopía elitista, unida a las estrategias gramscianas en los campos de la educación, la cultura, los medios masivos de comunicación, el pensamiento único y el lenguaje están arrastrando a los centroamericanos por un camino de servidumbre y de miseria que va a costar vidas humanas.  Vidas humanas entre los grupos más vulnerables.

Los hondureños han tenido que elegir entre un político manipulador y mañoso, de nombre Juan Orlando Hernández; y un outsider manipulador y mañoso, de nombre Salvador Nasralla.  Nada bueno va a salir de eso; aunque quizás los chapines podamos aprender algo, si es que uno puede aprender de lo que ve que ocurre en la vecindad.

¿Podemos?

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