El cabildeo y el uso del poder

La política es objeto de estudio de la praxeología porque se ocupa del proceso de conformación y regulación de las relaciones de poder en la vida pública del estado.  La praxeología, ¿sabes? es la ciencia que estudia la acción humana (qua acción humana) y la esfera de acción pública es la de relaciones coactivas, en oposición a la esfera de acción privada, que es la de relaciones voluntarias.

Desde que el estado benefactor mercantilista (y otras formas de colectivismo) es el modelo prevaleciente en Occidente y en otras partes del mundo, la práctica de influir en quienes tienen poder (o influencia) es muy importante para prosperar y hasta para sobrevivir.  Desde que unos pueden usar la política para beneficiarse, o beneficiar a otros -incluso a costa de terceros- la práctica de influir en en quienes tienen poder (o influencia) es muy importante.  Desde que quienes tienen la facultad de usar la ley par beneficiarse, o beneficiar a otros -incluso a costa de terceros- la práctica de influir en en quienes tienen poder (o influencia) es muy importante.

El hombre, al actuar, dice Ludwig von Mises, decide entre las diversas posibilidades ofrecidas a su elección.  En la alternativa prefiere una determinada cosa [o estado de cosas] a las demás. Esto es cierto para toda acción humana, en todo campo de la acción humana, incluido el campo de las relaciones de poder.  Mises explica que el hombre, al actuar, aspira a sustituir un estado menos satisfactorio por otro mejor (como cambiar esta política, o a este actor político por otro mejor); La mente presenta al actor situaciones más gratas, que este, mediante la acción pretende alcanzar.  Es siempre el malestar el incentivo qu einduce al individuo a actuar. Pero ni el malestar, ni el representarse un estado de cosas más atractivo bastan por sí solos para impeler al hombre a actuar, añade Mises.  Debe concurrir un tercer requisito: advertir mentalmente la existencia de cierta conducta deliberada capaz de suprimir o, al menos reducir la incomodidad sentida. De ahí la opción de cabildear para tratar de influir en quienes tienen poder y modificar el estado de cosas menos satisfactorias.

En Guatemala y en todo el mundo, ya lo dijo Mark Twain: ni la vida, ni la libertad, ni la propiedad de ningún hombre está a salvo cuando el legislativo está reunido.  De ahí que -en un modelo en el que desde el poder político se pueden dispensar favores, o se puede causar perjuicios, incluso mediante el uso de la legislación- la capacidad de influir en legisladores y en políticos sea importante para prosperar… y hasta para sobrevivir.

Los lobbies, o grupos de cabildeo son grupos con intereses comunes que realizan acciones dirigidas a influir ante políticos y burócratas para promover decisiones favorables a sus intereses y modificar aquellos estados de cosas menos satisfactorias.

Las primeras utilizaciones políticas de este término son del siglo XIX. Ya en 1830 la palabra lobby designaba los pasillos de la Cámara de los Comunes británica donde los grupos de interés y de presión, discutían con los miembros del Parlamento. Durante la Guerra de secesión estadounidense el general Grant, después del incendio de la Casa Blanca se instaló en el bajo lobby de un hotel, que pronto se llenó de cabilderos. En princiipio, la actividad del lobby  es legal, y lleva ante políticos y burócratas las opiniones e intereses de los implicados en las decisiones que implican el uso del poder político.  El cabildeo de los “lobbies” tiene una amplia tradición en Estados Unidos, donde su práctica ha sido entendida como una “colaboración necesaria” entre la sociedad y los poderes públicos para el ejercicio eficaz de la política.  Es decir, para el uso eficaz del poder en cuanto a la eliminación y sustitución de aquellos estados de cosas insatisfactorios.

Recientemente se han hecho esfuerzos para su regulación, lo que debería contribuir a su transparencia y normalización.  Pero el caso es que el problema de fondo -porque es problema- no es la transparencia y la normalización, sino el modelo que admite el uso de la facultad legislativa, la facultad coactiva y la política para beneficio propio, o para perjudicar a otros. Porque ya sabes: el poder tiende a corromper.   La realidad es que todo el que puede, cabildea; pero en La rebelión de Atlas, Hank Rearden tenía un cabilidero en Washington, D.C. (Wesley Mouch) y se rehusaba a usarlo.

De ahí la importancia de una aproximación liberal clásica al problema del cabildeo.El caso es que, para el liberalismo clásico se preocupa principalmlente de la limitacion del poder coactivo de todos los gobiernos, como lo explica Friedrich A. Hayek.   Un gobierno que…juzga cada problema de acuerdo con sus méritos acaba regularmente por tener que observar principios que no son de su elección y por verse llevado a una acción que nunca previó, explica Hayek. Hoy nos es familiar el fenómeno de que gobiernos cuya accion se inició bajo la orgullosa pretensión de una deliberada intervención en todos los asuntos se encuentran acosaos a cada momento por las necesidades creadas por sus acciones anteriores.  Tan pronto como los gobiernos llegaron a considerarse omnipotentes comenzaron los comentarios sobre la necesidad e inevitabilidad de una actuación, de esta clase o de la otra, cuya inconvenciencia los propios gobernantes reconocen.

En resumen, la actividad cabildera es una necesidad cuando quienes tienen el poder pueden intervenir en todos los asuntos -incluso de la esfera de accion privada de las personas-.  De ahi que la discusión de fondo no es si tal, o cual cabildeo es aceptable, o no.  La discusión de fondo es si el ejercicio del poder debe tener límites, o no.  Y yo digo que sí.

La ilustración la tomé de aquí.

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