Catón y el aprendiz de hechicero: dos historias

Primera historia: Entre algunos de mis cuates, el tribuno romano Catón el joven es admirado por probo, determinado y escrupuloso (y yo comparto la admiración por esas virtudes).  Catón colaboró con uno de mis héroes, que es Cicerón, contra la conspiración de Catilina. Catón y Cicerón erradicaron el peligro de aquella conspiración y los participantes fueron sentenciados a muerte.  Durante aquellos eventos, Catón y Julio César se enemistaron.

Pasado el tiempo, Catón y su partido acusaron a Julio César de hacer la guerra de forma ilícita en la Galia, y querían hacerlo volver a Roma, incluso llegaron a proponer que César fuera entregado a los germanos. Más tarde Catón se unió a Pompeyo, el enemigo de César.  Catón y su partido declararon a César como enemigo de la república y le exigieron que licenciara a sus tropas.

Julio César demandó que el senado lo nombrara proconsul, para quitarse de encima el acoso de Catón y su partido; pero el senado le negó el nombramiento. Catón y su partido declararon a César como enemigo de la república y le exigieron que licenciara a sus tropas. Acorralado, César cruzó el río Rubicón con su hueste, y ahí -para hacer corta la historia- terminó de quebrarse la república romana.

Algunos, entre mis cuates amigos sostienen que si Catón no hubiera acorralado a César, otra sería la historia; y no por un ánimo pusilánime de apaciguamiento, sino por entendimiento político/praxeológico. Y pienso que quizás podamos aprender algo de esta historia si queremos una reforma política y desmantelar el sistema de arbitrariedad, privilegios y clientelismo.

Segunda historia: ¿Recuerdas Fantasía?  Mickey es fámulo de un hechicero capaz de hacer conjuros impresionantes.  En ausencia del nigromante, Mickey  decide usar la magia para conseguir que una escoba lo sustituya en la tarea agotadora de acarrear agua.  En sueños Mickey organiza un show de luces y en su entusiasmo de aprendiz de hechicero domina las aguas y las tempestades. Mickey despierta para darse cuenta de su escoba mágica está inundando el lugar y que no puede detenerla. Con un hacha destruye aquella escoba, sólo para que de las astillas surjan más escobas que no cesan de acarrear agua y de empeorar la situación.  Mickey no puede contra las miles de escobas y termina en un remolino incontrolable.

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De aquello me acordé cuando leí, de Joseph Schumpeter, que la Historia es un récord de efectos, la mayoría de los cuales nadie tenía la intención de producir. Mickey quería resolver un problema, pero las consecuencias no intencionadas de su experiencia como aprendiz de hechicero empeoraron las cosas; y lo relacioné con lo que está pasando en Guatemala.

Durante décadas –y yo creo que por irresponsabilidad ciudadana– los chapines criaron un sistema corrupto y plagado de privilegios que hace dos años que está haciendo agua  Ahora, y a última hora, hay  gente que quiere que todo se arregle para ayer.  ¡Todos queremos acabar con la corrupción y la impunidad!; pero como Mickey, no han faltado los que están dispuestos a hacer cualquier cosa, sin tomar en consideración las consecuencias no intencionadas.

La ilustración de Catón el joven es por Jean-Baptiste Roman & François Rude (M.Romero Schmidkte), CC-BY-SA-3.0, via Wikimedia Commons

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