02
Jun 17

Orquídeas y propósito

La próxima semana habrá una exposición de orquídeas y pensé que es momento oportuno para meditar sobre la importancia de ser agradecido y tener propósito.

Gracias a María Antonia, Carlos y Roberto Lizama durante casi diez años de mi vida fui orquideólogo.  En 1979 el colegio nos llevó a la exposición nacional y me impresionaron tanto aquellas flores complejas y altamente evolucionadas, que decidí no volver a clases. Me capeé del colegio y me quedé con el pretexto de ayudar a vender la rifa y ahí me regalé.

De la mano de orquidéologos generosos como los Lizama, Beto y María Eugenia de Behar, Karl Robert y Hetti de Jacobs, Christa de Bickford, Carmen de Herman, Eduardo Tschen, Otto Tinschert, Bernd Kupferschmied, Juan Francisco y Ana María de Maldonado; así como con los Meng, los Dix y los Palmieri aprendí mucho de aquellas plantas maravillosas. En una época en la que necesitaba ser parte de algo significativo y en la que necesitaba encontrar propósito.

En una época en la que leía El lobo estepario y cosas parecidas, y la búsqueda de un propósito era muy importante para no perderme. El propósito es el fin primordial que nos sirve de referencia para establecer la importancia que le asignamos a otras cosas y nos permite priorizar metas. El propósito, explica, Ayn Rand, está íntimamente relacionado con la racionalidad y la autoestima. En mi adolescencia, el estudio de las orquídeas (su biología, estética, relación con la humanidad y más) me permitió encontrar una actividad promotora de la vida (de mi vida) y me ayudó a distinguir la felicidad, de otros sentimientos parecidos. Todo ello en compañía de personas extraordinarias a quienes les agradezco haberme acogido y enseñado.

Mis padres me construyeron un invernadero. En la Asociación Guatemalteca de Orquideología fui juez en varias exhibiciones y fui vocal en la directiva. ¡Mis orquídeas ganaron premios! No olvido las excursiones que hacíamos en los bosques de Cobán y la Costa Sur. Cuento todo esto porque nunca es tarde para ser agradecido y porque a veces no le damos suficiente importancia al valor del propósito, sobre todo cuando somos jóvenes.

En la foto se ven algunos listones que obtuvieron mis orquídeas.

Columna publicada en elPeriódico.


14
Nov 16

Winston Churchill y el arte

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Uno de mis capítulos favoritos en la serie The Crown, de Netflix, es el capítulo 9; uno de cuyos temas principales es el del célebre retrato de Winston Churchill por el pintor modernista Graham Sutherland.

Cuando Churchill posa para el artista, sucede un diálogo sobre la  naturaleza del arte que me pareció fascinante y quiero compartir.  La esposa de Sutherland observa el trabajo de su marido y Churchil le pregunta: ¿Qué le parece, señora Sutherland? A lo que ella responde: Muestra la verdad.

Con el argumento de que él conoce su cara mejor que Sutherland, Churchill pide ver cómo va la obra y Sutherland le dice que no y arguye que en general las personas no tienen una percepción real de sí mismas y que debemos hacer la vista gorda con muchas cosas para seguir con nuestras vidas.

El Primer Ministro responde: Y usted cree que su deber es sacar todo eso a relucir. Ciertamente, dice Sutherland, lo bueno y lo malo.  A lo que Churchil responde: Concéntrese en lo bueno y todo saldrá bien.  No me está pintado sólo a mi, está pintando al Primer Ministro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y todo lo que representa ese alto cargo.

El pasatiempo de Churchill era la pintura; y recuerdo que en casa de mi abuela, Frances, había un libro sobre ese tema, escrito por el Sir Winston.  En la serie, luego de una sucesión de escenas que muestran tanto a Churchill como a Sutherland tratando de entender al artista que hay en uno y el otro, sucede una continuación del diálogo anterior.

Churchill pregunta: ¿Me gustará? y Sutherland responde: Supongo que eso es mucho pedir; pero me consuela saber que su propia obra es honesta y reveladora.  Y Churchill agradece el cumplido.  Luego ocurre un diálogo encantador sobre el estanque de peces de Chartwell, la casa de los Churchill que el Primer Ministro ha pintado más de 20 veces y seguirá pintando después.  Churchill argumenta que el estanque le presenta retos que lo eluden; y Sutherland pregunta si no es que Churchill se elude a sí mismo y que por eso es que el estanque es más revelador que un autorretrato.

Según Sutherland, el arte es revelador de forma no intencional y que eso ocurre con las pinturas del estanque y Churchill.  No te contaré detalles para no estropear tu experiencia con la serie; pero sigamos.  Churchill se refiere luego a un cuadro de Sutherland llamado Pastoral en el que hay árboles nudosos y colores muy oscuros. Churchill dice que hay algo malévolo en ese cuadro y pregunta: ¿De dónde viene eso? A lo que Sutherland responde: Fue una época muy oscura; y una vez más no voy a dar detalles; pero es una escena muy conmovedora entre ambos.  Escena que deja una impronta profunda en el resultado del retrato.

Minutos antes, en la serie, cuando Sutherland y Churchill se conoce, el Primer Ministro le pregunta al retratista si va a halagarlo, o a mostrar al realidad.  ¿Va a pintarme como un querubín, o como a un “bulldog”?, pregunta Churchill.  A lo que Sutherland responde: Supongo que hay un gran número de Mr. Churchills, comentario que confirma la señora Churchill.  Quizás podría rogarle que no se esmere en ser demasiado fiel a la realidad, dice el Primer Ministro.  Y Sutherland, contesta: ¿Por qué? Así se muestra la verdad.  Y Churchill responde: ¡No!, para eso ya existen las cámaras.  La pintura es el arte superior.  Yo pinto un poco, ¿sabe? Y nunca dejo que la realidad interfiera con la verdad si no lo deseo. Si veo un paisaje que me gusta y desearía que no hubiera una fábrica en el fondo, quito la fábrica.

Sutherland hace una observación monumental, la de que la verdad corresponde a la realidad.  Lo que me lleva a recordar el principio objetivista que nos enseña que la existencia expresa que algo es, con independencia de nuestros deseos, o nuestros caprichos como observadores; y que ser, es ser algo específico, con una naturaleza específica, con una identidad específica.  Esto se resume en que la existencia existe; empero, la facultad de percibir lo que existe lleva el nombre de consciencia.  Eso sí, la consciencia es un medio para conocer y entender la realidad, no un medio para crearla.

El diálogo entre Sutherland y Churchill, con el auxilio de la señora Churchill, nos recuerda que podemos conocer las cosas (o a las personas) porque son lo que son y el medio para conocer la realidad es nuestra mente racional.

Con respecto al arte, parece evidente que Sutherland quiere un retrato realista o imitativo de la realidad (de ahí la alusión de Churchill a la cámara fotográfica); uno que muestre al Primer Ministro como es (de ahí la alusión a la edad).  Pero Churchill, desea uno romántico, uno basado en la idea de que el arte es una re-creación selectiva de la realidad; una imagen de la realidad, pero con exclusion de lo inatingente (de ahí su alusión a la fábrica y su referencia a los valores que representa el cargo de Primer Ministro del Reino Unido).

No te voy a contar en qué termina el asunto y no puse una imagen del retrato para no incurrir en un destripe del capítulo; pero si te dejo con la idea objetivista de que el arte es una re-creación selectiva de la realidad, basada en los juicios de valor del autor o en su sentido de la vida (el arte es revelador).  Cuando nos identificamos con una obra de arte, con lo que nos identificamos con el sentido de la vida de su autor, cuando una obra de arte nos habla, lo que nos dice es: Así es la vida como la veo.

¿Ves por qué es que me encantó este capítulo de The Crown?


20
Oct 16

¿Por qué defender el ultra-individualismo?

egoismo

¿Por qué es que uno debería defender el ultra-individualismo? ¿Por qué es que uno no debería tener pena en decir que el colectivismo apesta? Quien haya leído la columna de Raúl de la Horra titulada La biblia del individualismo, seguramente tendrá ganas de saber más sobre estos asuntos. Y se preguntará que por qué es que al columnista le incomoda el ultra-individualismo y por qué es que defender al héroe-individuo contra el colectivismo le parece algo estrambótico, estrafalario, o extravagante.

Partamos, por favor, de que es un error suponer (como suponen muchos) que el individualismo en el contexto que nos atañe se refiere al individuo aislado, o al individuo que se aísla (al modo de Robinson Crusoe, o de Simón el estilita).

El individualismo es el fundamento ético del Objetivismo, del liberalismo y hasta del libertarianismo e incluso en el neoliberalismo: Ayn Rand explica que El individualismo sostiene que el hombre posee derechos inalienables que no le pueden ser arrebatados por ningún otro hombre, ni tampoco por cualquier número, grupo o conjunto de hombres. Por lo tanto, cada hombre existe por su propio derecho y para sí mismo, no para el grupoEl colectivismo sostiene que el hombre no tiene derechos; que su trabajo, su cuerpo y su personalidad pertenecen al grupo; que el grupo puede hacer con él lo que le plazca, en la forma que quiera, por cualquier motivo que el grupo haya decidido que es su propio bien. Por consiguiente, cada hombre existe sólo con el permiso del grupo y en beneficio del grupo. ¿Ves por qué hiede el colectivismo? El Nacional-socialismo, el Socialismo real, el apartheid, el holocausto, la esclavitud (todas ellas aventuras fallidas que marcaron con sangre y dolor la historia humana) fueron posibles porque prevaleció la idea colectivista de que los intereses generales tienen prioridad sobre los derechos individuales.  Entendido esto, ¿por qué no debería heder el colectivismo? ¿Por qué no debería heder el estatismo cuando la legislación y el poder coactivo de los políticos y funcionarios sirven para que los intereses colectivos prevalezcan sobre la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de felicidad de los individuos?

Ayn Rand explica: Un sistema social es un conjunto de leyes [un tipo de vínculo] que los hombres observan con el objeto de hacer posible la convivencia. Dicho código debe tener un principio básico, un punto de partida, de lo contrario no puede ser elaborado. El punto de partida es la pregunta: ¿El poder de la sociedad es limitado o ilimitado? El individualismo responde: el poder de la sociedad está limitado por los derechos individuales del hombre. La sociedad sólo puede crear leyes que no violen estos derechos. El colectivismo responde: el poder de la sociedad es ilimitado. La sociedad puede crear las leyes que desee e imponérselas a cualquiera en la forma que quiera.

Desde aquella perspectiva el individualismo sostiene que tú, como individuo (y todos los individuos sin distinción de etnia, sexo y otras características), tienes derechos que nadie te debe quitar y menos cuando vives en sociedad; es decir, menos cuando te relacionas con otros para cooperar, intercambiar y prosperar pacíficamente.  El individualismo, ¿ves?, es el sistema ético que destierra el uso de la coacción y las amenazas, de las relaciones entre personas.

En su columna del sábado pasado, De la Horra insiste en que Howard Roark es un personaje frío y egocéntrico sin capacidad de empatía, con rasgos de sociópata y machista…bla, bla, bla; y la razón por la que voy a insistir en que es bueno leer El manantial antes de hacer comentarios como aquel es que -hasta para el lector más despistado- es evidente que toda la novela Roark se la pasa ayudando a Peter Keating, sacándole las castañas del fuego y haciéndolo quedar bien. Roark se enamora de Dominique Francon –como sólo puede enamorarse alguien que entiende el valor de amor romántico– y no es un personaje frío sin capacidad de empatía: Roark tiene muchos y buenos amigos, amigos en el sentido aristotélico y no en el sentido feisbuquiano. Howard Roark no desprecia la cooperación y la solidaridad; al contrario, vive, trabaja y florece en sociedad de acuerdo con un código moral en el cual las relaciones son voluntarias, pacíficas, de intercambio, precisamente de cooperación; y no de fuerza.

Es cierto que en la Universidad Francisco Marroquín valoramos las ideas objetivistas como no se valoran en ninguna otra universidad de Guatemala, o de Centroamérica, o de América Latina; pero también valoramos la Ilustración escocesa (hay una Plaza Adam Smith); la escolástica de Salamanca (hay un edificio de estacionamientos dedicado a Covarrubias, De Mariana y Azpilcueta); la escuela austríaca (la biblioteca lleva el nombre de Ludwig von Mises, hay un auditórium con el nombre de Friedrich A. Hayek, y un salón que lleva el nombre de Carl Menger); hay un auditórium Milton Friedman y una terraza Rose Friedman; hay un pasaje Catón el joven; todo ello como en ninguna otra universidad.  Y la lista puede seguir y seguir. ¡Toda la tradición individualista de Occidente es celebrada en la UFM!; pero De la Horra no les cuenta todo esto a sus lectores.

De la Horra no ve motivos para cuestionar y hasta luchar contra las intervenciones paternales del estado; quizás porque es un error comparar al estado con las familias.  En una familia sana los jefes de la familia no toman recursos de unos hijos -por la fuerza- para dárselos a otros; cosa que sí ocurre en el estado, donde los gobernantes tratan a los mandantes como si fueran súbditos y tributarios; y no sólo toman recursos de unos para dárselos a otros, sino que se quedan ellos con una buena porción de aquellos recursos. ¿Me vas a decir que no es moralmente legítimo luchar contra el “el estado benefactor”, que es como se le llama a aquel estado de cosas?

De la Horra trata de escandalizar a sus lectores cuando les habla de un mundo donde el egoísmo es la virtud máxima y el altruismo la peor inmoralidad.  Y el lector agarrado así, en frio y sin contexto, se horroriza.  Pero, ¿qué es el egoísmo? Es la ética que sostiene que el actor siempre debe ser el beneficiario de sus acciones y que el hombre tiene que actuar en favor de su propio interés “racional”. Pero su derecho a actuar así deriva de su naturaleza de ser humano y de la función de los valores morales en la vida humana; en consecuencia, es aplicable únicamente en el contexto de un código de valores morales racional, demostrado y validado de manera objetiva, que defina y determine sus auténticos intereses personales.  No es un permiso para “hacer lo que se le antoje”, y n es aplicable a la imagen del altruismo de un bruto “egoísta”, ni a cualquier hombre motivado por emociones, sentimientos, urgencias, deseos o caprichos irracionales.  Así lo explica Rand y así se explica por qué es que el individualismo y el egoísmo van de la mano.  Y tú, que te preocupas por tus intereses personales y por los de las personas que valoras, entiendes el valor del egoísmo.

Entonces, ¿qué es el altruismo? No se vale confundir el altruismo con la filantropía, la caridad, bondad, o con la benevolencia. En el contexto objetivista, la palabra altruismo se refiere a una idea de Augusto Comte para describir la ética cuyo principio básico es que las personas no tienen derecho a existir por sí mismas, que el servicio a otros es la única justificación de su existencia y que el autosacrificio es su más elevado deber moral, su más elevada virtud y su más elevado valor.   Dice Rand: El altruismo declara que toda acción realizada en beneficio de los demás es buena y toda acción realizada en beneficio propio es mala.  Así resulta que el “beneficiario” de una acción es el único criterio de comparación del valor moral de esta, y mientras el beneficiario sea cualquiera, salvo uno mismo, todo está permitido. Tú, que te preocupas por tus intereses personales y por los de las personas que valoras, entiendes la inmoralidad del altruismo.  No la inmoralidad de la filantropía, la caridad, la bondad, o la benevolencia, sino la del altruismo. ¿Verdad?  El nacionalsocialismo, en el que el individuo existía en función de la raza superior; el socialismo en el que el individuo existe en función de la clase superior; el racismo, en el que el individuo existe en función de la raza superior, todas esas son expresiones del altruismo…ah, y del colectivismo.

En su columna de la semana pasada De la Horra afirma que en un mundo egoísta (en uno donde tú te preocupas por tus intereses personales y no sacrificas a nadie, ni te sacrificas), no existirían los derechos positivos y en esto tiene razón.  ¡Mucha razón!  Esto es porque los mal llamados derechos positivos, por ejemplo mi supuesto derecho al trabajo, implican que tú, o alguien más debe ser forzado a darme empleo. Implican que yo puedo sacrificarte, y sacrificar tu libertad y tu propiedad para que me des trabajo.  Implican que tu no puedes ocuparte de tus intereses personales (como el de racionalizar tus recursos para velar por tu familia) y que tienes que sacrificarlos para que yo pueda satisfacer mis intereses personales.  ¿Ves? Implican que tienes que contribuir a mi empleo, o darme trabajo por la fuerza.  ¿Ves? Los llamados derechos positivos en realidad son necesidades económicas que se solucionan mediante acciones económicas; pero cuando se las trata de convertir en derechos, su ejercicio implica la violación descarada de los derechos individuales.  No hay tales derechos a la vida, la libertad, la propiedad y la búsqueda de la felicidad, si otros tienen la facultad de violarlos cada vez que tengan una necesidad.

El Objetivismo no es angelical, y en eso también tiene razón De la Horra. ¡Mucha razón!  El Objetivismo es una filosofía para vivir la vida en la tierra, para prosperar y buscar la felicidad en sociedad, sin coacción arbitraria.  Por eso inquieta tanta alusión del columnista a cosas angelicales, a biblias, catecismos y religiones.  ¡Que obsesión! ¿Será posible que el famoso Raúl de la Horra no sepa distinguir entre religión y filosofía?  La religión, explica Rand, es creencia ciega, creencia que no se apoya, o que es contraria a los hechos de la realidad y a las conclusiones de la razón.  Creer sin ver es una virtud religiosa. La fe es una virtud religiosa. La filosofía, en cambio, no se basa en explicaciones místicas, ni se basa en la fe.  La filosofía demanda racionalidad para identificar la realidad, integrarla y prosperar en ella.

La cuestión es: ¿vas a hacer esa búsqueda con autenticidad, o no? ¿Vas a actuar como individuo pensante, o vas a actuar en rebaño? El sistema social en el que vives, ¿te va a facilitar aquella búsqueda, o te la va a impedir?

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Por cierto y si te interesan estos temas, Warren Orbaugh publicó dos columnas al respecto:

La ilustración la tomé de Facebook.


14
Oct 16

Para una vida con autenticidad

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Dada la complejidad y profundidad del Objetivismo, uno querría (o a mí me gustaría) que cuando algunos columnistas abordaran ese tema, lo hicieran de primera mano, en vez de aproximarse a él de oídas, a tientas, y quizás sin prejuicios.

Hace unos días, Raúl de la Horra trató de hacer creer a sus lectores que en la obra de Ayn Rand existe una dicotomía tensa entre el individuo y la sociedad; empero, siendo que desde una perspectiva objetivista la sociedad es el tipo de vínculo que nos facilita cooperar, intercambiar y prosperar, ¿qué dicotomía cabría allí?  De la Horra engaña a sus lectores cuando afirma que en la Universidad Francisco Marroquín, la novela El manantial es una biblia que todos los estudiantes deben leer.  Uno sabe que esta afirmación no es de primera mano y no es inocente porque aquello es mentira. ¡Sólo los estudiantes de arquitectura leen esa obra!  No sólo porque el protagonista es un arquitecto, sino porque aborda la necesidad humana de vivir uno su vida con autenticidad y hacer de esta algo extraordinario, como lo explica Warren Orbaugh, el profesor que comparte aquella obra con sus estudiantes, [autor de Objetivismo, la filosofía benevolente].

¿Es aquella una idea estrambótica, como afirma el columnista? ¿Qué sugiere de la Horra?  ¿No deberíamos vivir la vida con autenticidad, ni hacer de vidas algo extraordinario?  Lector, ¿preferirías vivir una vida falsa y hacer de ella algo insignificante? ¿Qué clase de maestro no quisiera que sus estudiantes vivieran vidas auténticas y magníficas? Cuando leas El manantial, por favor cuéntame si preferirías ser Howard Roark, o Peter Keating.

¿Qué otras ideas nos comparte Roark?  El hombre no puede sobrevivir, salvo mediante su propia mente…todo lo que tenemos procede de un solo atributo del hombre: la función de su mente razonadora. No se trata de elegir entre autosacrificio y dominación, sino entre dependencia e independencia. La mente que razona no puede trabajar bajo ninguna forma de coerción. El hombre que vive para ser siervo de otros es el esclavo.  Si la esclavitud física es repulsiva, ¿cuánto más repulsivo es el servilismo del espíritu? Esas ideas, ¿te parecen estrambóticas?

Columna publicada en elPeriódico.


22
Jul 16

Foro objetivista en Guatemala

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Si estás convencido de que las ideas importan; de que la realidad es, independientemente de tus caprichos y tus necesidades; de que tu felicidad no depende de las circunstancias, sino de tu capacidad para vivir a la altura de tus valores elegidos racionalmente; y/o de que los derechos son principios morales y que nadie (sin importar su número, ni la intensidad de su necesidad) tiene derecho a hacer esclavos a otros, seguramente querrás participar en el Foro Objetivista 2016.

Si no estás convencido de algunas de aquellas ideas; pero no las dejaste pasar sin echarles una pensada y no fuiste indiferente a ellas, apuesto a que disfrutarías tu participación en el Foro.  ¡Hay pocas cosas tan estimulantes como un ambiente retador para las ideas!

El programa está disponible aquí; y yo seré el maestro de ceremonias.

Registro en línea aquí.

El Foro Objetivista es una actividad para profundizar en los principios de la filosofía objetivista de Ayn Rand y para compartir con expertos sobre el tema. El foro se celebrará el lunes 8 y martes 9 de agosto de 2016 en la Universidad Francisco Marroquín, organizado por el Centro de Estudio del Capitalismo.

Si eres estudiante en general, con carné, puedes participar de forma gratuita; pero el Foro tendrá un costo de $100 para el resto de participantes. Más información en capitalismo@ufm.edu y en el teléfono (+502) 2413-3317.

El Foro Objetivista reunirá a estudiosos y admiradores de las novelas y de la filosofía de Ayn Rand, para que se conozcan, establezcan relaciones, disfruten la compañía de gente que comparte sus valores y profundicen en la filosofía objetivista. Temas y conferencistas: Psicología de la autoestima, Juan Ignacio Ardón; Derechos individuales, Donald González; Periodismo objetivo, Marta Yolanda Díaz-Durán; Moral del lucro, María Dolores Arias; Desigualdad, Conrado Ducas; El objetivismo contrastado con otras filosofías en “El Manantial”, Warren  Orbaugh; Rational self-interest as a moral basis of benevolence y The nature of heroism, por Andrew Bernstein (del Ayn Rand Institute);  y En defensa filosófica del individualismo, Ricardo  Rojas y En defensa del egoísmo noble, Eduardo Marty (ambos de Argentina).

¿Qué tal dos días alejado del totalitarismo, del colectivismo y del misticismo?


13
Jul 16

Se juntaron el hambre y las ganas de comer

Imagen de previsualización de YouTube

Escucha el podcast aquí.

En mi espacio de Facebook publiqué mi columna de la semana pasada titulada: Celebremos la sonda Juno; y en esa publicación los lectores Alejandro Flores y Oscar Gabriel Pineda dejaron comentarios que vale la pena explorar.  La ideas principales de mi columna fueron: la celebración de las virtudes de la racionalidad y de la productividad; la premisa del universo benevolente y la idea de que las ideas son importantes. Dicho lo anterior la realidad importa y la tecnología, la ciencia y la filosofía están íntimamente relacionadas. También la idea de que la grandeza del ser humano y sus logros no son menos que objetos de celebración. No somos dust in the wind.  El hombre es esa criatura magnífica cuyos científicos son héroes y que, en libertad y en colaboración, puede llegar a Júpiter, curar ciertos tipos de cáncer y descifrar el genoma humano. Es mucho más que esas criaturas miserables que ponen bombas en aeropuertos, dinamitan monumentos de la antigüedad, secuestran niñas para venderlas, o renuncian a usar su mente.  Por eso celebro a Juno.

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Flores dijo: Es una lástima que esto se haya hecho con fondos del Estado, en verdad que pone en problemas los fundamentos filosóficos del objetivismo.

El comentario de Flores está relacionado con el hecho de que escribí aquella columna en el marco de la Objectivist Summer Conference 2016 y de que la premisa del universo benevolente y virtudes como la racionalidad y la productividad son propias de la filosofía objetivista. Flores tiene mucha razón cuando identifica que el objetivismo no apoya que el estado (léase el gobierno y por lo tanto los políticos y funcionarios) financie proyectos como la aventura espacial.  De hecho, para el objetivismo el único propósito del gobierno es proteger los derechos de las personas, lo que significa protegerlas de la violencia física.  Dicho lo anterior, ¿te diste cuenta de que mi columna no es una celebración de la Nasa, ni del hecho de que un gobierno haya financiado Juno con dinero ajeno tomado por la fuerza (es decir impuestos)?

¿De qué se trató mi columna? De celebrar la tecnología, la ciencia y la filosofía que hacen posible que los seres humanos puedan curar ciertos tipos de cáncer, descifrar el genoma humano y llegar a Júpiter.  ¿De qué no se trata mi columna? De celebrar que los gobiernos usen dinero ajeno tomado por la fuerza para curar ciertos tipos de cáncer, descifrar el genoma humano y llegar a Júpiter.  La cura de ciertos tipos de cáncer es algo bueno (porque salva vidas y elimina el sufrimiento), eso es lo principal. ¿Deberíamos dejar de celebrarlo porque el gobierno estuvo involucrado? Honradamente creo que no. Yo hubiera preferido que aquel descubrimiento fuera hecho sin involucrar la fuerza; pero ¿debería lo accesorio invalidar lo principal? No.  Hubiera preferido que la sonda Juno fuera un proyecto de SpaceX, como el Falcon 9 y Dragón (que celebré en su oportunidad), pero no lo fue.  Me hace feliz que ciertos tipos de cáncer puedan ser curados y que el desciframiento del genoma humano ofrezca esperanza a muchas personas que sufren; y me alegra que Juno haya llegado a Júpiter.  Creo que es legítimo que nos alegremos por cosas buenas y que las celebremos…aunque, de forma accesoria, el gobierno haya estado involucrado.  Así es como son las cosas en este mundo en el que los colectivistas nos arrastran a vivir.  A ese sometimiento, ¿deberíamos añadir la imposibilidad de celebrar lo bueno, porque es bueno? No.

Oscar Gabriel Pineda escribió: A Hayek le hubiera dado un derrame leyendo tanta ingenuidad cientificista y ese culto cuasi-religioso a la razón.

El comentario de Pineda se refiere a Friedrich A. Hayek, ganador de un Premio Nobel en Economía que advirtió contra en cientificismo y advirtió contra el abuso de la razón.

El cientificismo es la práctica de aplicar la ciencia en exceso, o donde no cabe.  Implica una crítica al positivismo lógico que limita el método científico a lo empírico y verificable.

Resulta muy curioso que a Pineda le preocupe que a Hayek le vaya a dar un derrame cuando se discuten ideas, o cuando se busca la verdad de las cosas (porque Hayek ya está muerto). ¿No debería ser más importante explorar ideas filosóficas, científicas y tecnológicas con libertad y honestidad intelectual, que mejor no meneallo para no incomodar a un filósofo difunto, por gigante que sea? Una de las razones más perturbadoras para no cuestionar las ideas de un filósofo (aunque uno lo respete mucho) sería tener hacia él un culto cuasi-religioso que nos impidiera cuestionar sus ideas, o discutirlas, o ponerlas a prueba.

Pero para poner en perspectiva las cosas, Hayek no se opone a la ciencia; se opone a la idea de que el método de las ciencias naturales pueda ser usado en el campo de las ciencias sociales.  Para hacer la historia corta, esto es porque en las ciencias naturales los objetos, o fenómenos de estudio pueden ser medidos y pesados, tienen los mismos comportamientos cuando están en iguales circunstancias, y son ajenos al observador. Por otro lado, en las ciencias sociales los objetos o fenómenos de estudio no pueden ser medidos, ni pesados, pueden tener comportamientos distintos cuando están en iguales circunstancias, y el observador no siempre es ajeno a los fenómenos que estudia.  Por ejemplo, en la ciudad de Guatemala el agua siempre hierve a 98 grados centígrados poco más o menos (como me explicó el lector Aníbal Mejía Cárdenas) y tu no eres parte del agua que observas hervir; pero en la ciudad de Guatemala cada cabeza es un mundo y cada votante emite sufragio de acuerdo con sus valoraciones propias (que cambian) en momentos y tiempos específicos, y tu eres votante y miembro de la sociedad que estudias.

Dejando a un lado si Hayek tiene razón en esto, o no,  ¿en qué parte de mi artículo escribí acerca de aplicar el método científico (que de manera muy, muy sucinta puede describirse como observar, verificar y explicar) a fenómenos sociales? Mi artículo parece clarísimo en que vale la pena celebrar que actualmente se puedan curar ciertos tipos de cáncer, que haya sido descifrado el genoma humano y que Juno haya llegado a Júpiter.  Todos aquellos fenómenos son del campo de las ciencias naturales, no de las ciencias sociales.  Aún si compartiéramos las ideas de Hayek (aún sin hacer de él, o de ellas un objeto de culto cuasi-religioso), ¿Cómo se curan ciertos cánceres sin usar el método científico? ¿Mediante la intuición, con aceite de serpiente, poniendo memes en Facebook? ¿Cómo se llega a Juno sin usar el método científico? Usándo el ojímetro, a ojo de buen cubero, con fé?

Es cierto que en su obra, Hayek advierte contra el abuso de la razón.  Nos dice, por ejemplo, que hay una diferencia entre la idea de libertad desde la perspectiva evolucionista, empirista y británica; y la idea de libertad constructivista, racionalista y francesa.  Nos dice que las teorías racionalistas de la planificación se basaron necesariamente en presumir la existencia de cierta propensión del individuo para la acción racional, así como al a natural inteligencia y bondad de dicho individuo.  La teoría evolucionista demostró como ciertos arreglos institucionales inducirían al hombre a usar su inteligencia encaminándola hacia las mejores consecuencias y cómo las instituciones podrían concebirse de tal manera forma que los individuos nocivos hicieran el menor daño posible.  Puesto de otra forma, las teorías racionalistas suponen, por ejemplo, que como los seres humanos podemos curar ciertos tipos de cáncer, descifrar el genoma humano y enviar una sonda a Júpiter haciendo uso de la razón, también podemos planificar la sociedad, la economía haciendo uso aquella herramienta. Hayek -sabiamante- nos advierte contra esa arrogancia fatal.

La razón es una herramienta de conocimiento. Es la facultad que identifica e integra el material provisto por los sentidos humanos. Como es una herramienta o facultad tenemos que elegir usarla; no es una función automática y en cada momento de nuestras vidas somos libres de pensar, o de evadir la realidad. La razón es nuestro único medio para comprender la realidad y adquirir conocimientos.  Los místicos creen que la revelación, por ejemplo, puede ser un medio para comprender la realidad y adquirir conocimientos; y por eso creen que antes del diluvio universal una pareja de pingüinos caminó desde la Antártida hasta las arenas del Oriente Medio para subirse a un arca.  Empero, el rechazo a la razón significa que los hombres deben actuar con independencia y/o en contradicción con los hechos de la realidad.

Pineda dice que aquello es cientificismo; pero, ojalá nos explicara qué es mejor que la razón y el método científico para curar ciertos tipos de cáncer, descifrar el genoma humano, o enviar una sonda a Júpiter.

Ayn Rand explica: Los sentidos, los conceptos, la lógica: estos son los elementos de la facultad racional del hombre -su principio, su forma, su método. En esencia, la frase sigue a la razón significa: apoya tus conocimientos en la observación; forma conceptos de acuerdo a las relaciones reales (medibles) entre concretos [no abstractos]; usa conceptos de acuerdo a las reglas de la lógica (con la ley de identidad). Como cada uno de aquellos elementos se basa en los hechos de la realidad, las conclusiones alcanzadas por un proceso de la razón son objetivos.

Celebramos la sonda Juno, pues, es un llamado a celebrar lo bueno porque es bueno; un llamado a celebrar que tenemos esa herramienta magnífica llamada razón, que nos sirve para entender la realidad y hacer uso de ella para curar cánceres, aliviar sufrimientos, y llegar a Júpiter (entre otras miles y miles de cosas buenas más). Gracias a Alejandro Flores y a Oscar Pineda por darme la oportunidad de abundar en estas celebraciones.

Hubo otra participación, la de Alejandro Letona que dijo: Veo un enfoque “infantilista” en el artículo y equiparar a todos en lo bueno tampoco es realista. Definitivamente lo bueno es poco.

No se si lo bueno es poco, o no (y te invito a ver estas imágenes); pero  como explicó Rand, entre quienes partimos de la premisa del universo benévolo hay una convicción fundamental que algunas personas nunca adquieren, algunos la sostienen sólo en su juventud, y algunos mantienen hasta el final de sus días: la convicción de que las ideas son importantes. El que las ideas son importantes significa que el conocimiento es importante, que la verdad es importante, que la mente de uno es importante. Su consecuencia es la inhabilidad para creer en el poder del mal o en el triunfo del mal. No importa cuanta corrupción observe uno en segundo plano,  uno es incapaz de aceptarla como algo normal, permanente, o metafísicamente correcta. Uno siente que “esta injusticia (terror, falsedad, frustración, dolor, o angustia ) es la excepción en la vida, no la regla”.  Uno tiene la seguridad de que en algún lugar de la tierra, incluso si no es cerca de uno, ni está al alcence de uno, la vida humana es posible para los seres humanos, y la justicia es importante. Aunque a veces el mal pase demasiado cerca y ocasione angustia.

Es divertido que a Letona le haya parecido infantilista mi columna, ¿quizás porque usé una caricatura? (¡que de verdad inspiró mi curiosidad infantil!).  Es divertido porque mi idea  de los científicos  tiene mucho que ver con lo heroico en el sentido de que un héroe tiene fines apropiados para el hombre y, por tanto es un pensador. En primer lugar debe sostener valores racionales, y para ello debe ser un pensador, como escribió mi cuate Andrew Bernstein en The Philosophical Foundations of  Heroism.  Andy, por cierto, vendrá a Guatemala en agosto próximo. Quizás Letona ¿no comparte la idea (que no puse en mi columna) de que los científicos por su capacidad de ser inmensamente curiosos  y por su capacidad de maravillarse tienen mucho de niños?

¿Celebramos, o no, lo que representa Juno?


07
Jul 16

Cine, felicidad y la guerra de las ideas

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En el último día de sesiones de la Objectivist Summer Conference 2016, mis tres conferencias favoritas fueron: Cinema as Art; It´s Not Just Enterteinment: How to Analyze Judge and Discuss Movies, por Michael Paxton; la segunda parte de Being Selfish, being Happy, por Tara Smith; y la conferencia filal titulada What Can We Do? por Yaron Brook.

Michael Paxton presentó un útil y práctico sistema para analizar y discutir películas que abarcó desde la formulación del tema hasta los arios elementos cinematográficos que integran una película.  Una guía conceptual y práctica para los amantes de la forma más compleja de arte ya que usa e integra otras formas de arte con el propósito de contar una historia.  En la sesión explicó el papel del director, del cinematógrafo, del guionista, el editor y otros roles clave.  Ciertamente fue una ayuda para aquellos que queremos mejorar nuestra capacidad de discutir películas objetivamente y con la terminología apropiada.

Puedes ver la lista en la ilustración de esta entrada.

También mostró como identificar el tema de una película por medio de preguntas: ¿Quién, o quienes son los personajes principales? ¿Cómo, o donde empiezan? ¿Qué clase de personas son? ¿Que camino han andado? ¿Cómo cambian, o qué aprenden?

Objetivista y feliz

En la segunda parte de su conferencia, iniciada ayer, Tara recordó que la razón es el medio que el hombre tiene para sobrevivir y el medio que el hombre tiene para ser feliz. Recordó que la receta para la felicidad se halla fundamentalmente en la ética, en una moral racional y en una filosofía que nos guía para florecer, que nos permita vivir de forma virtuosa consistentemente; no se puede transferir.  Aunque entre personas podemos afectarnos unos a otros y no somos inmunes a las acciones de otros, no podemos hacer felices a otros; ya que el núcleo de la felicidad es en función de cómo vivimos nuestras vidas; y no en lo que nos pasa en ella.

Habló de la virtud de la productividad y recordó que el trabajo con propósito, el trabajo productivo, es el medio que tenemos para proveer nuestras necesidades materiales y espirituales.

Habló de la perfección, que debemos entender en el contexto de la realidad, de modo que la perfección es posible cuando no se persigue en circunstancias irreales.

La felicidad, dijo, es un proceso, no es estática, reside en hacer el bien de una manera que sirva a la vida.  Pero, claro, no a la vida como existencia, sino a la vida plena, a la vida de uno, a la vida en la que es posible florecer virtuosamente.

¿Qúé podemos hacer?

En su artículo titulado What Can We Do? Ayn Rand abordó el tema de qué puede hacer un individuo para tener efecto en el cambio cultural de carácter filosófico.  En esta conferencia Yaron Brook abordó magistralmente aquel tema enel conexto del Movimiento Objetivista 2.0.

Con la maestría que sólo él puede hacerlo, Yaron Brook llamó la atención sobre el hecho de que nos hallamos en una guerra de las ideas en la que lo que está en riesgo es nuestra libertar, nuestra propiedad y nuestra vida. Al preguntar por qué deberíamos luchar en esa guerra resumió: porque lo que está en juego es nuestra vida y nuestros valores.

Recordó que el mundo no es determinista y que lo único que determina el mundo son las decisioines de las personas que vivimos en él.  Recordó que -al mismo tiempo que ocurren cosas horribles en el mundo- están ocurriendo cosas maravillosas también. Soy optimista, dijo, porque veo lo que están haciendo algunas personas y veo que podemos cambiar las cosas. Este es un mundo de ideas y de filosofía y lo que causa los cambios son las ideas.  En ese contexto, a la pregunta de cómo cambiar el rumbo del mundo y la civilización respondió: Learn, o sea profundizar el conocimiento del objetivismo como filosofía; Live, o sea vivir esa filosofía al máximo; Speak, o sea participar activamente en la guerra de las ideas; y Support, o apoyando con los medios que estén al alcance de uno a quienes están en la primera línea de aquella guerra.


07
Jul 16

Cuentos cortos, egoismo y felicidad, y la cultura

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Tres fueron mis conferencias favoritas de ayer durante la Objectivist Conference 2016: Finding Fuel in Short Fiction: Giving Full Conscious Value to the Writer´s Choice, por Shoshana Milgram; Being Selfish, Being Happy, por Tara Smith (que es una de mis expositoras favoritas); y Objectivism Indispensable Value to Understanting -and Changing- the Culture, que fue un panel en el que participaron Don Watkins, Steve Simpson (que acaba de editar un libro que te recomiendo: Defending Free Speech) y Elan Journo, autor de Winning the Unwinnable War, libro que he recomendado en ocasiones anteriores.

El objetivismo es radical no sólo en sus ideas morales y políticas sino, especialmente, en cómo guía el pensamiento.  Ofrece un marco intelectual poderoso para conceptualizar y tener impacto en temas culturales y políticos.  Los presentadores, autores de los libros mencionados arriba, ofrecieron perspectivas objetivistas con respecto a temas como la desigualdad, la libertad de expresion y la política internacional.

Combustible espiritual

La mañana, sin embargo, empezó con la parte de literatura del curso Spiritual Fuel: Appreciating Various Forms of Art.  Para el curso leímos el cuento The Last Sixty Minutes, por la ganadora del Premio Pulitzer Susan Glaspell.  Un cuento inequívocamente romántico, por una autora que en su momento defendió El manantial contra la censura.

En esta obra y luego de reflexionar sobre su vida y su carrera, un hombre decide cambiar el curso de aquella. Te recomiendo que la leas y te preguntes si puede inspirarte y por qué.

Durante la conferencia, Shoshana nos recordó que dado que tenemos la facultad volitiva, las elecciones que hacemos son importantes y son la clave para el arte romántico; y comentó que el hecho de que las puedan cambiar el curso de sus vidas, incluso al final de las mismas, da pie para una grandes historias.

Objetivista y feliz

La idea de que una persona pudiera ser egoísta es tan ajena a nuestra cultura, que las personas luchan para entender qué querrá decir Ayn Rand con aquello. En esta primera parte de su conferencia, Tara Smith, explicó las características cruciales del egoísmo racional, qué no es egoísmo racional, y para qué sirve aquel.  Empezó a explorar laforma en la que el egóismo de las personas es su único medio para conseguir la felicidad sostenible.  Hoy continuará con este asunto.

El principio del egoísmo es la razón, su objetivo es el florecimiento y la pregunta clave es: ¿Qué significa para ti?  Explicó que la vida es un proceso autogenerativo y auto sostenible y que para florecer, para alcanzar la felicidad debemos actuar y promover nuestros intereses propios.

Tara explicó que el egoísmo no es transparente porque no siempre sabemos como promover nuestro propio interés; el egoísmo no es subjetivo porque no todo lo que pensamos que es en nuestro propio interés lo es en realidad; no es materialista porque, aunque tiene componentes materiales, lo cierto es que las personas también tenemos una dimensión espiritual, entendiendo espiritual como atingente a la mente, necesidades como orgullo, relaciones, o arte, por ejemplo; el egoísmo no es automático, hay que pensarlo; y tampoco es hedonista porque el placer no es un estándar; sin embargo, el egoísmo no es anti-placer, no por ver el árbol debemos perder de vista el bosque (digo yo); el egoísmo es notablemente apasionado porque la vida está en la mente; el egoísmo no es depredador ya que abusar de otros no resulta en nuestro propio mejor interés, el egoísmo no sanciona el sacrificio de otros.

Tara aconsejó que para construir un yo, para uno mismo, hay que ponerle atención a las cosas que a uno le gustan y pensar acerca de ellas, pensar por que es que le gustan a uno y cuando eso está entendido hay que perseguirlas y disfrutarlas.

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05
Jul 16

La música, y cómo ser objetivo acerca del objetivismo

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¿Y si empiezas tu día de clases con una sobre música?  Ayer empezó el curso de dos días titulado Listening to Music: An Ear Training Approach, por Thomas Shoebotham. Este curso -en la Objectivist Summer Conference 2016–  parte de la premisa de que la música es algo que apasiona a muchas personas; y, sin embargo, muchos encontramos que es difícil describir lo que sentimos por la música.  Thomas presentó muchos ejemplos de música grabada y tocada en vivo (con cello y un piano electrónico) para ayudarnos a apreciar mejor cómo se integran los materiales musicales y nos mostró estratégias para profundizar en el entendimiento de esta forma de arte que es algo elusiva.

Thomas sugirió que cuando escuchemos música por placer y para entenderla, no lo hagamos mientras hacemos otras cosas, esto es para enfocarnos.

Nos proveyó con vocabulario básico como tono, que es una propiedad del sonido, una frecuencia que os permite distinguir la música del ruido porque aquella es estable; el ritmo que es el lapso que dura el sonido; el beat (¿pulso?) que es la pulsación regular. Nos recordó que el ritmo y le pulso no son lo mismo y que suelen ser confundidos. Aprendimos qué es la métrica, el patron de pulsos fuertes y pulsos débiles; el tempo rubato que es una distorción deliberada del pulso o el ritmo con propósitos expresivos; la melodía, que es la unión de ton y ritmo; y los motifs que son pequeñas células musicales o ladrillos con lo que se construyen piezas más grandes.

Con esos y más herramientas, el curso -que duró dos sesiones en lunes y martes- nos dió posibilidades de apreciar mejor la música.  Thomas recomendó: sean pacientes consigo mismos, aprendan a cantar, o a bailar para poner la música en sus cuerpos.

La objetividad acerca del objetivismo:

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La filosofía es una disciplina demandate que requiere rigor intelectual y honestidad escrupulosa, advirtió Gregory Salmieri.  Toma años de pensamiento disciplinado entender y evaluar sus principios e incorporarlos a la vida de uno [díganmelo a mí, digo yo]. Ese trabajo continúa a lo largo de la vida de uno en tanto uno usa la filosofía para mantener integrado un creciente corpus de conocimiento (checando premisas cuando es necesario).  Recordó que ser objetivista quiere decir respetar los hechos y hacerse responsable de los conceptos, conclusiones y valores propios de uno; aún si uno no ha originado aquellas ideas uno mismo, uno si puede responsabilizarse de elegirlos conscientemente.

Salmeri habló sobre cómo ser objetivo acerca del objetivismo, incluyendo la necesidad de estar concientes acerca de qué principios filosóficos sabemos que son verdaderos y cómo sabemos que son verdaderos, así como que preguntas nos quedan por contestar.  Nuestras ideas y valores deben estar en contacto con la realidad.  Puso atención especial en los errores comunes en los que caemos cuando nos entusiasmamos con la filosofía e hizo énfasis en la necesidad de que los miembros del movimiento objetivista respeten las necesidades congnitivas de otros miembros, así como sus contextos de conocimiento.

Lamentó que, en nuestra cultura, normalmente no veamos mucho interés en la búsqueda de la verdad, y que la gente prefiera pertenecer, más que buscar la verdad.

Explicó que le objetivismo es filosofía porque tiene que ver con los temas fundamentales con referencia a la forma en que dirijimos nuestras vidas; es un movimiento filosófico porque la objetividad es necesaria; es un sistema filosófico porque está integrado y no es sólo una colección de citas filosóficas; y es una filosofía, porque hay otras; y es la filosofía de Ayn Rand basada en los trabajos de esa filósofa; es una filosofía radical porque reta 2000 años de dradiciones que están son fundamentalmente mal  y son las causas por las que estamos en crisis moral.

Recomendó diferenciar entre la filosofía de Ayn Rand y sus preferencias personales,;sus ideas en otros campos que no son filosofía; sus juicios sobre tendencias; personas y eventos históricos, o contemporáneos.


04
Jul 16

La escultura, y objetivismo y libertarianismo

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En la Objectivist Conference 2016 mis conferencias favoritas de ayer fueron:

  1. The Value of the Visual Arts: How to Appreciate Sculpture and Still Life Painting, por la escultora Sandra Shaw y la pintora Linda Mann.  ¡Las naturalezas muertas, de Mann son bellísimas y excelentes!
  2. Objectivism and Libertarianism, por Yaron Brook y Onkar Ghate.

La escultura dramatiza la figura humana en forma tridimensional y apela a nuestra habilidad de ver las cosas y tocarlas; y como sucede en todo tipo de arte lo que buscamos en ella afecta lo que obtenemos de ella.  Shaw mostró The Column of Live por M. Hoffman y explicó como es que esa obra de arte nos muestra un mundo en el que eso es posible, la figura de dos seres humanos completamente expuestos en un mundo benevolente donde la serenidad, el amor, las relaciones y lo pacífico son posibles.

Shaw mostró The Painters´s Honeymooon por F. Leighton y Eva Buttler With a Dove, por A. Munro que recrean un mundo en el que la gentileza es posible.  También mostró The Sluggard, de F. Leighton que ilustra esta entrada.  La ideas de un universo benevolente se capta por medio de todas aquellas obras.

Entre las artes visuales, la escultura tiene la ventaja de que pone los objetos en nuestra dimensión, de la misma forma en que observamos la realidad y de la misma forma en la que los objetos están presentes en nuestro mundo.  Nos ofrece la experiencia de la realidad y de la grandeza del potencial humano (como en el David, de Miguel Angel). El hecho de que la escultura atienda a nuestras facultade de ver y tocar enfatiza su relación con la realidad.  Nuestra capacidad de percibir la existencia de las cosas depende de la vista y del tacto; y sin ellos nuestra capacidad de experimentar la presencia de entes estaría severamente limitada.

El foco principal de la escultura son las personas, los seres humanos; y su valor central es que nos ofrece una vista fundamental de los seres humanos y de su potencial.  Nos muestra que los seres humanos somos capaces de alcanzar logros, de ser felices y de ser inspiradores.

Shaw sugirió que las preguntas principales que debes hacerte cuando ves una escultura son: ¿Qué clase de ser es este? ¿Está floreciendo, o es inspirador? ¿Qué clase de vida vive? ¿En qué clase de mundo vive? La suya, ¿presenta una figura ideal? Cuando veas una escultura se explícito contigo mismo con respecto a qué quieres de ella.  Se muy egoísta cuando veas una escultura.

De las pinturas de Linda Mann voy a decir que me dejaron fascinado.  Yo nunca les había puesto atención a las naturalezas muertes.  En mi escala de mi muy humilde apreciación del arte estaban un escalón abajo de los paisajes, y estos estaban un escalón abajo de las pinturas que involucraban personas y acciones.  Ahora he aprendido el valor de las naturalezas muertas.

Estas nos recuerdan que el universo es inteligible y ordenado.  Nos hablan de perspectiva y de lo importante que es enfocarse y en la importancia, no de los detalles de la realidad, sino de los detalles escogidos por el artista.

De las pinturas que mostró Mann me impresionaron muchísimo una de una vasija griega y un broche, una de un florero de cristal y una tetera japonesa de hierro, y otra de una urna griega preciosa.  Las tres pinturas que -sin duda alguna- le hablan a nuestros sentidos de vida y hacen concretos nuestros valores abstractos.

Objetivismo y libertarianismo:

Yaaron Brook y Onkar Ghate cuestionaron que ideas como derecha e izquierda, o liberalismo y conservadurismo sean apropiadas para etiquetar al objetivismo; principalmente porque el objetivismo es una filosofía y no una ideología política.

Observaron que hay muchas coincidencias entre Ayn Rand y Ludwig von Mises; pero que se aproximan al capitalismo de laissez-faire (cuyo objetivo fundamental es proteger los derechos individuales, que son la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de la libertad) desde dos perspectivas muy diferentes.

Yaron y Onkar hicieron énfasis en la importancia de sancionar lo bueno; y no sancionar lo malo.