24
Ago 24

Estela de avión y nostalgia

Cuando volteé a ver por mi balcón, lo que me llamó la atención fue la estela casi vertical que manaba de una aeronave; y me acordé de los lanzamientos de las misiones Apolo que veía en casa cuando era niño. El hecho de que el trazo pareciera vertical y que fuera rapidísimo me llamó más la atención; así que saqué mis binoculares y vi que se trataba de un avión. A ratos, la aeronave se ponía en tal posición que el sol se reflejaba muy bien en dirección a mi balcón y brillaba notablemente.

¿Ves que la estela da la apariencia de ser vertical?

Conforme el avión fue avanzando, el rastro refractario se fue haciendo más vertical y la condensación se fue volviendo más difusa.

Conforme al avión avanzaba, la estela se iba haciendo más difusa.

El fenómeno se vio muy chulo en el cielo y me acordé de los lanzamientos Apolo. A partir del Apolo 11, a mi hermano y a mí nos gustaba ver los lanzamientos desde el Cabo Kennedy, y mis papás nos permitían no ir en el bus del colegio para ver los lanzamientos (por la tele) y luego mi papá nos llevaba un poco tarde al colegio. Es una de las razones por las que admiro a Luis y a Nora. Es que entendían el valor de las experiencias extraordinarias frente a las rutinarias; sabían que nuestro interés por la exploración del espacio (que me duró hasta bien entrados los años 70) era más valioso que llegar a tiempo para el timbre de las 8:00 a. m.

El fiasco del Atlantis

Lo de arriba me recordó que el 8 de julio del 2011 yo andaba en Fort Lauderdale en el mero día que sería lanzado el transbordador espacial Atlantis, el último de su género y el último de una era.  Así que con mis amigas Marta Yolanda y Adelaida bajamos a la playa y nos sentamos con vista hacia el Cabo Cañaveral…pero estaba nublado y no vimos el transbordador, ni su estela de condensación.

El cielo nublado en Fort Lauderdale el 9 de julio del 2011.

Así que nos quedamos con la gana. 


21
Ago 24

El rescate de la abeja

 

Encontré una abeja debilitada y empolvada en mi cuarto; y ¡Por supuesto que iba a tratar de rescatarla! Quienes visitan este espacio saben que son de mis animalitos favoritos. 

Al principio la abeja desconfiaba.

Corría la cocina para diluir miel en agua y con una cuchara ofrecérsela a la abeja.  Le acerqué el líquido y luego de superar la desconfianza natural empezó a beber con su probóscide. Libó un rato y decidí sacarla a la ventana para que se fuera.

Pero no se fue…y ahí se quedó. Entonces le derramé un poco del líquido dulce en el ladrillo por si necesitaba beber más.  Y no vi que bebiera.  Pero tampoco se iba. Y cayó la noche.

La abeja se paseaba por la cuchara.

Al día siguiente la abeja segúia en la ventana, así que decidimos moverla al balcón y depositarla en la hierbabuena donde estaría más protegida y después del desayuno, cuando la fuimos a ver, ya no estaba. Suponemos que se repuso y se fue.  

Desde que en la Primaria estudié a las abejas, las colmenas y la miel -en la clase de Ciencias naturales, agropecuaria y salud y seguridad, con Miss Estercita- valoro mucho el fruto del trabajo de aquellos animalitos.  Pero ya antes, desde la Preprimaria cuando mi abuelo Jorge volteaba la botella de miel y subía la burbuja y él decía que era el paracaidista, la miel llamaba mi atención y despertaba mi imaginación, y se me antojaba.

Se aproximó al líquido dulce.

Soy fan de las abejas

Cuando era niño, mi tía abuela, la Mamita hacía turrón a mano y cuando le ponía miel caliente a las claras de huevo para preparar aquel postre tradicional, a la cocina llegaba multitud de abejas que revoloteaban en el lugar; y a mí me fascinaba ese espectáculo.

Una vez, cuando tenía unos 14 años estaba viendo un documental de abejas en casa de mis padres y me entró un deseo irresistible de comer miel.  Fui a la despensa y me llevé la sorpresa de que no había miel de abejas.  Había de maple y de caña en el refrigerador, ¡Pero no había miel de abejas!  Lo que se me ocurrió fue dirigirme a la casa vecina de una amiga de mi abuela, y pedir que me regalaran miel.  ¡Así me quité el antojo!…y decidí que nunca debe faltar aquel producto en mi casa.

Le costó separarse de la cuchara.

Gracias a mi amigo, Bobby, cuyo padre tenía colmenas en Amatitlán, una vez –ca. 1979- participé en el proceso de sacar las colmenas, ponerlas en la extractora centrífuga y extraer el producto precioso y dulce elaborado por las abejas.  Me gocé lamer y chupar trocitos de colmena.

¿Cuándo fue la última vez que me picó una abeja? Creo que fue cuando estaba en Quinto año de primaria, minutos más, minutos menos, y fue en la finca Florencia durante un día de campo con mi familia, durante la temporada en la que mi papá corría en moto. Creo recordar que mi abuela me puso tabaco en la picadura, luego de sacar el shute de la abeja que me picó.

Después de haber bebido se paseaba como Pedro por su casa.

En otro orden de ideas, las abejas eran el símbolo personal de Napoleón I, emperador de los franceses.  Las abejas son símbolos muy antiguos relacionadas con la dinastía merovingia, símbolos del trabajo y de la inmortalidad.


11
Ago 24

¡Anacates! Todo el orbe cante

 

¡Todo el orbe cante! ¡Ya hay anacates en la ciudad de Guatemala! Los trajeron más atrasados que el año pasado y no son los mejores; pero ya hay.

Por supuesto que tengo que ir al Mercado Central a donde mi dealer de anacates; pero -el sábado- por la emoción y el antojo compré unos en la calle. La ventaja de los del mercado es que están mejor seleccionados y frescos y que, por lo tanto, no se desperdicia tanto.  Es que a mí me gusta poner sólo los que están firmes y no tienen gusanos.   

Los comimos sobre fetuccini y la salsa fue la tradicional de las casas de mi abuela, Frances, y de mis padres: Limpias bien los anacates y los que son grandes los cortas de forma transversal.  En mantequilla abundante cristalizas cebolla picada fino. Añades los anacates, sal, pimienta generosa y perejil picado. A fuego muy lento dejas que se cuezan los hongos .  Luego añades un poco de agua con maicena para que la salsa agarre consistencia (aguas que no se recuezan porque deben estar al dente). Antes de servir sazonas la salsa con un chorro de fino al gusto. Ayer los comimos acompañados con buen pan de semillas y con vinho verde

Esas delicias de la tierra chapina

Los anacates -en cualquiera de sus formas de preparación- son uno de mis platos guatemaltecos favoritos. En casa los disfrutamos mucho con salsa de perejil y jerez, con frijoles colorados, en pizza, con crema y sobre linguini, o spaguetti.  Una vez en pulique y fueron deliciosos.  Desde niño, en la casa de mis padres y de mi abuela, Frances, los gozaba mucho.  En aquel tiempo no eran tan abundantes como ahora y siempre fueron bocatto di cardinale.

La época de oro de los anacates en casa de mis padres y de mi abuela fue en los años 90 cuando una señora de San Juan Sacatepéquez los traía en pequeñas y encantadoras cestas de hojas.  Fresquísimos a más no poder.

Estos hongos no sólo destacan por su sabor particular y delicado; sino por su consistencia que ofrece algo de resistencia a la mordida.  Su color anaranjado es muy atractivo y sus formas son variadas.

Es tradicional que, en mi casa, el segundo semestre del año no empieza hasta que los anacates llegan frescos a la cocina…y  la mesa…y hasta que comienzan las clases.


11
Jul 24

Una máquina embosadora

 

La de la foto es una máquina embosadora y servía para registrar los consumos con tarjetas de crédito, en las boletas de papel especial en triplicado.  El original era para el establecimiento que cobraba y dos copias iban una para el cliente y otra para el emisor de la tarjeta.

Máquina embosadora, la foto la tomé durante un road trip a Samayac en 2011.

Como mi papá fue el primer gerente general de Credomantic de Guatemala, a mediados de los años 70 vi muchísimas de esas. De hecho, mi papá nos pagaba unos centavos a mi hermano y a mí para que repartieramos esas máquinas y tarjetas de crédito en la zona 1. En esos días también compaginábamos y engrapábamos las listas negras que contenían los números de tarjetas que no deberían ser aceptadaas por los establecimientos afiliados, y también repartíamos esas listas. 

La oficina de Credomatic quedaba en el Edificio de Novatex, en la quinta avenida y novena calle A; y de ahí salíamos mi hermano y yo a buscar direcciones y hacer las entregas en las inmediaciones. Íbamos a pie, por supuesto y recorríamos calles y avenidas con nuestraos encargos, muy responsablemente. 

En aquel tiempo no había la inmundicia que hoy se puede encontrar en la zona 1; y uno, como niño, aprendía mucho sobre sentido común, y being street smart, haciendo esos mandados. También conocía uno muchos negocios y gente.

Esas máquinas (a las que también llaman troqueladoras), que requerían que los números de las tarjetas y los nombres de los tarjetahabientes estuvieran en relieve, dejaron de ser relevantes cuando aparecieron los POS y con las compras en línea. 

Recuerdo que, la última vez que usé una como establecimiento afiliado, fue en mi restaurante Luna Llena, en La Antigua, ca. 1993.


06
Jun 24

Guatemala en el tiempo

 

Guatemala en el tiempo fue el nombre de esta actividad que nos dio la oportunidad de explorar la historia de Guatemala por medio del cine. Es el tipo de actividades culturales que nos encantan en el club de la nostalgia.

Inauguración del Palacio Nacional y la Banda Sinfónica Marcial. 

Este viaje en el tiempo fue presentado por la Cinemateca Universitaria Enrique Torres -que dirige Walter Figueroa- y presentó imágenes memorables de eventos históricos como la inauguración del Palacio Nacional, el retorno de Mateo Flores luego de su triunfo en la maratón de Boston, la coronación de dos imágenes religiosas, tomas varias de Quetzaltenango, tomas del Ferrocarril de los Altos, y más.

En la actividad participaron la Banda Sinfónica Marcial, y el coro y la marimba de conciertos de la USAC; y también un grupo de actores que presentó estampas.  Entre ellos destacó Carlos Zeceña que fue el hilo conductor de las historias que vimos y escuchamos.

Palcos e iluminación de la sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Angel Asturias.

Como las imágenes no tienen banda sonora, funciona re bien eso de empatar imágenes de cine con música en vivo.  Además la banda, la marimba y el coro se lucieron en sus interpretaciones que llenaron la gran sala y emocionaron al público.

Esta presentación ocurrió en el marco del Festival de Junio que ofrece una variedad de espectáculos cine, teatro, música de todos los tiempos y más. Éramos poquísimos en la sala Efraín Recinos del Teatro Nacional y es una lástima porque este tipo de espectáculos familiares podrían ser mejor aprovechados. 

Por otro lado me dio gusto ver que el Centro Cultural Miguel Angel Asturias pasó por un proceso de restauración y cuidados que ya hacía mucho que le hacía falta.  A esos espacios les tengo mucho cariño porque a finales de los 70 asistí a sus dos inauguraciones y era una lástima verlo deteriorado. También me llamó la atención el sentido del humor y lo agradables que fueron el personal del teatro.


29
May 24

Al rescate de recuerdos

 

Las de la foto son lo que queda de las películas de mi abuelo, Luis.  Faltan tres, que yo sepa, pero es posible que hubiera unas pocas más.  

A mi abuelo paterno le gustaba la fotografía y tenía una cámara de cine de 8 mm. Con ella captaba eventos familiares que son recuerdos valiosos. Por ejemplo: la boda de mis padres, y otras bodas familiares; algún viaje, o excursión; alguna fiesta y la primera vez que mi madre llegó a la casa de mis abuelos paternos. Hay unas de yours truly con sólo semanas de vida. 

Hace poco temí que las pelis se perdieran para siempre a manos de vándalos. Antes de esto las rescaté de una bodega parcialmente inundada.  No todas las que hay en la mesa son rescatables y la mayoría son sólo parcialmente rescatables.  Ahora están en manos de profesionales y de verdad espero que se salve la mayor cantidad posible.

La última vez que las vi completas y  en buen estado fue ca. 1982 mientras me recuperaba de una hepatitis que cogí por comer shucos.  Cuando era niño mi abuela, Frances, a veces exhibía algunas en la sala de su casa y aquello siempre era motivo de alegría entre grandes y chicos. 

Si tienes fotos, o películas viejas en tu casa -especialmente si son de valor familiar, o histórico- haz lo posible por protegerlas.  Si no te interesan, obséquialas a quien las valore.  Es una lástima que mucho de este material se pierda para siempre.

Ya antes había escrito algo de ellas y en la foto se ve que eran más.


20
May 24

La guía telefónica

En la prehistoria, toda casa que tuviera por lo menos una línea telefónica de la empresa estatal de telecomunicaciones (Luego de pagar Q4000 a 1Q por 1$ y esperar cuatro años para que le asignaran la línea), tenía por lo menos una guía telefónica.

Las primeras que recuerdo -cuando era niño- no eran muy gruesas, luego crecieron cuando se les añadieron las páginas amarillas y luego crecieron más cuando se acabó el monopolio estatal de la telefonía y el de las telecomunicaciones.

…y luego desaparecieron las guías…o por lo menos dejaron de tener importancia…¿todavía existen?  

Durante el apogeo de aquella herramienta yo esperaba su llegada con emoción para ver qué familiares, o amigos estaban en ella. Sólo la llegada de mi Almanaque Mundial, superaba a al de la guía.

En muchas ocasiones me sorprendí leyendo la guía telefónica, del mismo modo en que leía diccionarios.  Recuerdo muy bien cuando le pregunté a mi padre por qué se escribían los nombres así como López, María de y me explicó que si se escribiera de López, María, todo empezaría con la palabra de y me explicó el orden alfabético.

El fin de semana le dije adiós a la última que teníamos en casa, que fue de 2009.  Y..¿vas a creer? Sentí un poco de nostalgia.


23
Abr 24

En el Día del libro

Hoy se celebra el Día del libro; y se conmemoran los fallecimientos de Miguel de Cervantes, William Shakespeare, y  Garcilaso de la Vega (con algunos ajustes convenientes debido a las diferencias entre los calendarios juliano y gregoriano).  En ese contexto te cuento una anécdota de mis años formativos relacionada con libros.

Creo que fue en Tercero Básico que empecé a hacer una lista de los libros que había leído.  Se la mostré a uno de mis amigos y él le comentó a uno de mis profesores: Luis Figueroa hizo una lista de los libros que ha leído, ¿cuántos ha leído usted? Y el profesor le contestó: No se, porque yo no soy presuntuoso como para hacer una lista así.

¡Ouch!, eso fue un gancho izquierdo a mi autoestima adolescente e interrumpí el listado.

Primera página de aquella tristemente célebre lista de libros.

En algún momento y vaya uno a saber por qué retomé el listado, tratando de recordar qué libros había leído.  Sin embargo, la observación de mi profesor me asaltó y suspendí la lista.  Todavía, a la fecha, me cuesta mucho contar qué libro estoy leyendo,  Ni siquiera para Carpe Diem puedo hacerlo con comodidad.

Pero como hoy quería escribir algo diferente para la celebración, busqué la lista y la encontré en una caja que se ha salvado de mudanzas y de mis arranques de Hoy voy a deshacerme de cosas.

De la lista me llama la atención su variedad.  También me llama la atención el hecho de que algunos libros los recuerdo perfectamente, con detalles, mientras que otros -por más que trato- no logro recordar; ni su trama, ni su aspecto, ni nada.  De algunos recuerdo perfectamente en qué contexto emocional me encontraba, o en que circunstancias me hallaba. Algunos me dejaron mucho y otros fueron una pérdida de tiempo.

Mi abuela, Frances, que era una gran lectora, siempre me decía que todo libro debe ser terminado de leer; pero nunca me convencí de eso. Puedo, perfectamente, abandonar un libro que me aburre, o que no llena mis expectativas.  Todos los de la lista los terminé, incluso los que al final consideré como irrelevantes. 

Como en otras ocasiones, en esta celebración aprovecho para homenajear a las personas que más tuvieron que ver con mi gusto por la lectura:  Mi padre, cuya figura sentada al atardecer en la sala de la casa, con un libro en una mano (y un trago en la otra), me inspiró para imitarlo; Mi abuela, Frences, y mi tía Baby, que me obsequiaron muchísimos libros, y me introdujeron al mundo de Ayn Rand y al de las novelas históricas; y a Conchita y a Joe Castellanos, que me regalaron Corazón, de Edmundo de Amicis, que fue mi primer libro propio.


18
Abr 24

Del Sol al plato, via El Soch

Hace casi 5,000 millones de años se inició una cadena de energía que terminó en la miel de panela que endulzó mis waffles con tocino. Parte de aquella cadena fascinante son el talento y las manos que cultivaron la caña, la pasaron por el trapiche, convirtieron el jugo en panela o rapadura, y la panela en jarabe.   ¿Así, o más fascinante?

Desayuno con waffles y tocino y jarabe de panela, de El Soch.

Del Sol y de sus erupciones de plasma viene la energía que se traduce en miel de panela, tocino,  waffles, jugo de naranja, café y leche.  El Sol y la vida están conectados íntimamente.

Panela, de El Soch.

Parece cosa de nerdos, pero hace años, mi amiga Carmen, me obsequió una mermelada de moras que había preparado y me dijo: Cuando la comas, cierra los ojos y piensa que es como comer rayos de Sol. ¡Y, pues, sí!  Ese mismo efecto me lo transmite la miel siempre; y el fin de semana pasado me lo transmitió el jarabe de panela.  El de El Soch y la finca El Recuerdo- específicamente- porque conocí la tierra en la que se cultivan las cañas, cargué cañas relacionadas con las que hicieron posible el jarabe sobre mis waffles, conocí y estreché las manos de quienes hicieron posible aquel cultivo y todo el proceso de producción de la panela.  Y vi como Raúl convertía la panela en jarabe.

Panela a punto de convertirse en jarabe para los waffles.

En El Soch comimos melcocha preparada por las manos de doña Nohemí, don Julio nos obsequió cañas y ambos nos regalaron un trozo de panela.  De la melchocha todavía tenemos un pedacito en casa; con las cañas terminamos rápidamente y pude compartir unos pedazos con mis compañeros en la oficina.  Y el jarabe de panela nos lo hemos gozado mucho. Además, la caña siempre me recuerda De la caña se hace el guaro, una canción infaltable en las fiestas de la casa de mis padres. 

Caña de azúcar en nuestra cabaña en el Soch. Foto por Raúl Contreras.

Caña de azúcar lista para comer en casa.

En casa hacemos los waffles en la waflera marca Universal, de ca. 1924 que era propiedad de mi bisabuela, Adela.  Es un placer, por sí mismo prepararlos en ese aparato porque es una antigüedad y me conecta en la historia con mi familia. Además, ha sobrevivido a más de 90 años de mudanzas y calamidades. Y tiene un detalle encantador, además de su diseño: los cuadritos de los waffles son pequeños; no grandes, como los de las wafleras de ahora. Y eso, aunque no lo parezca, tiene su encanto.

La waflera de Mami.

En casa, los waffles los hacemos con la receta de mi bisabuela, Adela, receta a la que le añadimos un poco más de Crisco, por consejo de nuestros amigos, Grete y Rodrigo, con muy buenos resultados.

El tocino es importante porque provee el balance salado necesario para que los waffles endulzados no sean empalagosos.  En casa usamos el tocino con pimienta, de Astoria.

Melcocha de doña Nohemí.

¿Y finalmente? Café del mejor, que en esta ocasión fue producido por nuestra cuata, Tona y leche de la finca Carmona.


26
Feb 24

Recuerdos y hamburguesas, viaje nostálgico por la Sexta Avenida

 

Hay muchos recuerdos en esta foto: El Tejano, Almacén Barón, zapatería Adoc en la Sexta avenida de la zona 1, en la ciudad de Guatemala.

La foto es de Cultura Histórica Guatemalteca.

El Tejano preparaba y servía las mejores hamburguesas de todo el universo mundo en aquel entonces. Para comenzar la carne era deliciosa y asada al carbón. Luego te servían la hamburguesa abierta, con la carne y el queso de un lado y los vegetales en el otro, de modo que los vegetales no perdían su frescura cuando mordías el pan.  

En la vitrina de El Tejano había una foto del célebre jefe apache, Gerónimo

La última vez que comí ahí fue en 1976, después del terremoto de ese año, cuando mi papá era el gerente general de Credomatic y las oficinas quedaban en el Edifico Novatex, en la Quinta avenida. 

Se atisba El Tejano a mano izquierda, inmediatamente después del Almacén Barón.

En el almacén Barón, en la segunda mitad de los años 70, compraba mis slips marca Adams que eran modernos, audaces y francamente chulos.  Fue un paso importante porque dejé de usar los yfronts tradicionales que me compraban mis padres.

El inmueble, donde ahora está la Plaza Vivar, era un hermoso ejemplo de la arquitectura d la ciudad de Guatemala posterior a los terremotos de 1917 y 18.

A mano derecha, en la foto, esta Adoc que fue la tienda donde yo compraba zapatos hasta ca. 1976.  Luego me pasé a una marca Ultra, que creo que todavía existe en la Novena calle y Octava avenida, creo. Poco después empecé a comprar una marca que  no recuerdo, pero la zapatería quedaba sobre la Sexta avenida, frente al parque Enrique Gómez Carrillo.