La dirigencia magisterial guatemalteca da grima. Da desazón saber que la niñez y la juventud chapinas están en manos de maestros de tan baja calaña, ¡y tan mucos!, que son capaces de usar la pancarta que fue expuesta por El Periódico el jueves pasado.
Para hacer la historia corta, la Asamblea Nacional del Magisterio organizó una marcha, el miércoles, y en ella, aparte de cometer el abuso de obstaculizar el tráfico, utilizó una enorme pancarta en la figura de una ministra semidesnuda era acariciada por un hombre de traje y con las orejas grandes. Rosa Palacios, una dirigente de los ¿maestros?, salvó la situación cuando se acercó a los que la portaban y les hizo ver la falta de respeto en la que estaban incurriendo y la forma en que denigraban no sólo a la funcionaria, sino a las mujeres en general.
Algo tiene que estar muy mal para que aquellos que tienen a su cargo la formación del “futuro de la patria”, incurran en bajezas tan indignas. Y que conste que no soy un mojigato, ni estoy contra la desnudez. Sin embargo, una cosa es Juan Domínguez, y otra no me fastidies.
Lo que a mi me impresiona mas es que estos maestros contrastan mucho con los que tuve. Yo no me imagino a doña Tere, a doña Rebeca, a Miss Lila, a miss Helma, a Mrs. Benitez, o a doña Olga apoyando las choleradas de la ANM. No me imagino a Mr. Scully, a Chaulón, o a Mr. Hoffius estando de acuerdo con aquellas patanadas. Ni el Vampiro, ni el León Parado, ni Pablo Mármol (los apodos de algunos de mis profes) se hubieran sentido cómodos junto a sus colegas de la manifestación del miércoles.Estos maestros no sólo eran transmisores de conocimientos. Eran mentores, eran modelos a seguir. Eran formadores y eran generosos en su entrega magisterial.
En cambio, los de la ANM son otra cosa.A lgo tiene que estar muy mal; porque pensándolo bien, la bajeza irrespetuosa y ordinaria ha corroído espantosamente a la dirigencia popular chapina. Vea usted, por ejemplo, el caso de las pintas que fueron hechas con ocasión de la visita del presidente George W. Bush.Grupos de manifestantes mucos, pagados o no por un narcotraficante, como se dice por ahí, ensuciaron paredes y monumentos. Estropearon propiedad pública y privada. Con sus playeras rojas y sus efigies del Che Guevara, acudieron a la violencia y a usar lanzallamas hechos en casa. En la tele, vi a una señora especialmente desagradable cuando agitaba sus chiches aguadas frente a las cámaras, en la única escena que debe haberle causado miedo al visitante (en el remoto caso de que la hubiera visto).
Algo tiene que estar muy mal. Vea usted a los estudiantes huelgueros de Xela, que extorsionan y cometen actos de vandalismo contra los vecinos de Quetzaltenango. La Cámara de Comercio de la ciudad altense estima que los ¿estudiantes? reciben unos Q2 millones y medio como resultado de sus actividades destructivas. “Las pintas continuarán mientras los comerciantes se nieguen a contribuir económicamente con las actividades huelgueras del Cunoc. Los que no paguen, ya saben qué les va a pasar”, dijo uno de los mucos encapuchados.
Los vándalos aseguran que donan aquel dinero a organizaciones de beneficencia como la Cruz Roja, aseveración que invita a esta entidad a aclarar si es cierto, o no, que recibe fondos que tienen su origen en las actividades citadas arriba.
Lo más ordinario de entre nosotros medra entre los maestros que forman a la niñez guatemalteca y entre los futuros profesionales que ¿sacarán adelante al país? Demasiados maestros han dejado de ser generosos formadores, para convertirse en activistas rabiosos y en patanes ordinarios. El abogado al que usted le confía su vida y sus bienes, o el arquitecto al que usted le encargue la construcción de su casa, podría ser un extorsionador y un vándalo.En esas condiciones, los chapines nos vemos en la necesidad de revisar nuestras premisas. ¿Es aquello lo que queremos?
Publicada en Prensa Libre el sábado 17 de marzo de 2007