Mientras que desde el Ministerio de Indoctrinación… perdón, de Educación, se gastan millones de quetzales tomados de los tributarios para fomentar idiomas que no sirven para hacer negocios en Nueva York, Ginebra ni Tokio, ni siquiera en Guatemala, miles de jóvenes guatemaltecos no consiguen trabajos porque no hablan inglés. Aquel problema lo entiende la gente, pero no lo entienden los políticos, y menos los activistas.
Tal vez en el año 2000 andaba yo en Quiché y Sololá para hacer un reportaje sobre educación bilingüe (en español e idiomas mayenses), cuando en un salón municipal lleno de mujeres, y con el funcionario de la USAID al que yo acompañaba, se escuchó la siguiente idea disruptiva y para nada sorprendente: Muy bonito y todo el bilingüismo español/mayense; pero que lo que verdaderamente necesitaban era un bilingüismo español/inglés…para hacer negocios.
Allá por 2011, conversé con un ejecutivo de call centers y me enteré de que esa industria tenía la idea de que la Administración chapina —por medio de sus instancias de promoción de inversiones— les había ofrecido el oro y el moro, en el sentido de que en Guatemala encontrarían suficiente talento para sus operaciones; pero que en la realidad no lo había. Y percibí que esa industria se sentía engañada.
Si el propósito del sistema educativo es formar a gente capaz de ganarse la vida honrada y dignamente, hay ciertos talentos y conocimientos que se deben tener. Y si no se adquieren durante los años de formación, las personas están condenadas al desempleo, a la marginalidad y a la dependencia. ¿Qué se enseña en el sistema estatizado de educación, obediencia o espíritu de exploración? ¿Qué se enseña, independencia o dependencia? ¿Qué se enseña, un idioma que hablan 50,000 personas o uno que hablan millones y millones?
El hecho es que los jóvenes guatemaltecos se enfrentan a mercados laborales competitivos sin la capacidad de llenar los perfiles, porque en los planteles educativos no sólo no aprenden habilidades valoradas en aquellos mercados, sino que tampoco aprenden un idioma útil (además del poco español que manejan). En las pruebas más recientes de graduandos, resulta que el 69% en realidad no sabe leer (porque no es capaz de entender las lecturas) y el 86% tiene bajo rendimiento en matemáticas.
Esto no es novedad, por supuesto, y no puede atribuirse sólo a que muchos de los graduandos de 2024 pasaron sus estudios de noche durante los encierros forzados de 2020 y 2021. Desde hace añales, la educación estatal es un fraude para los más pobres, porque los más pobres son los más vulnerables a caer en ese embeleco. Por darte un ejemplo, en 2013 comenté que el 91.8% de los graduandos evaluados tuvo malos resultados en matemáticas y el 73.7% tuvo malos resultados en lectura.
Eso sí… el sindicato de maestros estatales está negociando un pacto colectivo millonario (a costa de los tributarios) y en secreto absoluto (para que no te enteres tú… que eres el tributario).
La ideologización y estatización de la educación es una de las políticas más empobrecedoras que enfrentamos los chapines; y es especialmente criminal porque mina la capacidad de los más jóvenes para ser independientes y desarrollar el orgullo y la autoestima necesarios para florecer en sus vidas. Ahora que la Administración de turno está de amores con la embajada, talvez haya oportunidad para reconsiderar el valor del idioma inglés en la formación de los jovenes.
Columna publicada en República.