El texto que sigue a este párrafo es de mi amiga, Mireya. No lo vas a ver en los medios de comunicación masivos. A los familiares de las verdaderas víctimas del asalto a la embajada de España (y a sus familias) no los vas a ver en las portadas de los diarios, ni en las tomas del juicio que seleccionan los noticiarios. Ellos son invisibles. ¿Habrá justicia para ellos? Los causantes y organizadores de lo que ocurrió en aquella legación, el 31 de enero de 1980, ¿serán procesados y recibirán las penas que merecen?
Mi hermano, Adolfo Molina Sierra, fue testigo ocular y familiar de una de las víctimas de la Embajada de España, el Doctor Adolfo Molina Orantes, quien fue tomado como rehén y sacrificado por los ocupantes el 31 de enero de 1980. El Embajador Máximo Cajal permitió la invasión a su Embajada y se mantuvo su apoyo todo el tiempo a los ocupantes, pero cuando no pudo mantener el control de la situación, ya que los líderes radicales decidieron que nadie saliera vivo, él se dio a la fuga.
Al entrar a la sala B del piso 15, nunca imaginamos enfrentarnos a nuevas miradas de odio y rechazo. El grupo de Fundación Menchú y de no sé cuántas ONGs , que viven de sacar dinero de estos casos, nos vieron como enemigos. Me quise sentar en una silla vacía y me dijo una señorita que la silla estaba ocupada, que buscara otro sitio. Yo pensé: –“Aquí están todos los que deberían estar presos y el odio debería ser mío”.-
Se colocó al testigo en un escritorio al medio de la sala, los fiscales a la izquierda , el acusado y su abogado a la derecha y los jueces al frente. Un público de unas treinta personas ocupaba los asientos a su espalda. Entre las personas del público estaba como la principal querellante Rigoberta Menchú.
Los familiares que acompañamos a mi hermano, no pudimos mantenernos fríos, todos nos conmovimos y volvimos a revivir el infierno. Han pasado 34 años y cada año, estas mismas personas, han hecho un circo con los medios, han ganado dinero con nuestra tragedia y han jugado con la justicia. Cada año, se dio mucho dinero a través del Premio Nobel, las ONGes , el gobierno y la Iglesia Católica a todos los grupos indígenas que provocaron la masacre.
La verdad nunca se había dicho. La justicia nunca se llevó a cabo. Los rehenes fueron olvidados y nunca han tenido la oportunidad de ser defendidos ante un juicio. Hace 34 años se ingresó nuestro juicio ante los tribunales y NUNCA fue posible que se llevara a cabo. El Embajador Máximo Cajal y López , era señalado como responsable principal de los hechos ocurridos en la Embajada de España, por haber violado los acuerdos de Viena. El Embajador Cajal NUNCA SE PRESENTO A DECLARAR ante el Tribunal de Guatemala. El Gobierno de la República, el Organismo Judicial, el Ministerios de Relaciones Exteriores, el Ministerio Público, de Guatemala NUNCA NOS APOYARON, por el contrario, GUATEMALA DECLARÓ SU CULPABILIDAD ANTE EL GOBIERNO DE ESPAÑA E INDEMNIZÓ con cifras millonarias a sus funcionarios, porque Álvaro Arzú y Eduardo Stein decidieron que era lo más conveniente. NUNCA nos ayudaron a extraditar al embajador y poder esclarecer este juicio. Hemos sentido la frustración año tras año, ya que los medios vuelven a darle la publicidad a los grupos oportunistas que sacan dinero sobre lo sucedido en la Embajada de España en 1980. Sin embargo no quieren oír al único testigo que quiere decir la verdad y sin ningún interés monetario. Porque cuando se dice la verdad, hace responsable a todos los que verdaderamente queremos a Guatemala y nos ganamos el pan honradamente.
De lo que pude tomar nota mientras estuve presente en el juicio hice este resumen:
La primera pregunta que hicieron los fiscales a mi hermano fue la más difícil de contestar, ya que concretizar la vida de alguien que fue demasiado diverso y verdaderamente extraordinario, además de que significaba tanto para nosotros lo puso en un verdadero aprieto.
¿Quién era Adolfo Molina Orantes?
Mi padre fue un abogado guatemalteco, un destacado jurista internacional, antropólogo e historiador, ex Ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala en dos ocasiones, pero sobre todo un hombre que amaba su país, su diversidad y su riqueza cultural, luchó por la justicia, por la legalidad, por la integración, contra el terrorismo y por mantener la paz. Sus principales contribuciones fueron su defensa de los intereses de Guatemala ante la Corte Internacional de Justicia en la Haya, en el famoso juicio Nottebohnn, después de la II Guerra Mundial, donde le ahorró al país el pago de $400, millores de dólares por el cual era demandado.[i] También defendió a Guatemala en la ODECA cuando se dio el problema de tala de árboles en Petén. Fue llamado como miembro dela Corte Permanente de Arbitraje, distinción honorífica para él y para el país. Miembro y presidente del Comité Jurídico Internacional y de la Comisión Permanente de Guatemala en la ONU sobre Belice. Miembro del Congreso de Juristas Centroamericanos. Miembro y Presidente del Colegio de Abogados . Fue catedrático y decano de la Facultad de Derecho y Humanidades de la Universidad San Carlos de Guatemala. En su práctica privada, fue abogado y notario, incluso en comunidades del interior del país como en el municipio de Comalapa, Departamento de Chimaltenango. Como humanista, su contribución fue en el Seminario de Integración Social Guatemalteco y en el Instituto Indigenista Nacional. Fue Miembro y Presidente de la Academia de Geografía e Historia, miembro y presidente del Instituto de Cultura Hispánica y del Congreso Hispano Luso Americano. Fundador y Primer presidente del Instituto Nacional de Antropología e Historia y primer director del Museo Nacional de Antropología. La Universidad de Pennsylvania le otorgó un Doctorado en Leyes Honoris Causa por su contribución a la protección del patrimonio arqueológico y cultural de la nación Guatemalteca.
Mi padre era una persona íntegra y de profundo heroísmo, trabajó por presentar a su país en las más altas esferas del mundo internacional , con el afán incansable de hacerlo cada vez más justo y menos confrontativo. Por sus altos valores y por su excelencia, su legado de buenos ejemplos creemos que merece ser recordado.
¿Cómo Se enteró de lo que sucedía en la Embajada de España?
Adolfo Molina Orantes llegó con su chofer a la Embajada de España, a las 11:00 am a una reunión con el Embajador Cajal, el Licenciado Eduardo Cáceres Lehnhoff y el Licenciado Mario Aguirre Godoy. El licenciado Mario Aguirre Godoy había sugerido pedir la colaboración del Embajador español para el próximo Congreso Iberoamericano de Derecho Procesal, a llevarse a cabo en Guatemala. A las 11:30 am, el chofer de mi padre observó que la Embajada de España era invadida por un grupo sospechoso de manifestantes con pancartas y mochilas. Después ingresar, el personal de la Embajada cerró las puertas. Inmediatamente, el chofer de mi padre, llamó por teléfono a mi casa y nos informó a todos. Me dirijí personalmente a la Embajada para averiguar lo que sucedía, mientras mi madre, Emilia de Molina, llamaba al Ministro de Gobernación Donaldo Alvarez Ruiz, para pedirle ayuda, ya que conocía a mi padre, creyó que podía auxiliar en algo. Contestó la primera llamada prometiendo que iba a hacer todo lo posible. Cuando se le volvió a llamar no volvió a responder.
¿Cómo encontró la situación cuando usted se presentó?
Al llegar a eso de las 12:00 horas a la Embajada, la policía ya se encontraba en la calle rodeando la Embajada. Sobre los balcones de la Embajada habían unas mantas que decían EGP y CUC. Habían muchas personas particulares observando lo que sucedía. El Embajador tenía un megáfono en la mano con el que pedía la colaboración de la policía para mantener el control de la situación. Mi padre que había sido tomado como rehén, fue forzado a pedir por el megáfono, que la policía se retirara para evitar cualquier desgracia. Los ocupantes se encontraban por toda la casa. Había un personaje que identifico como el conserje de la Embajada que dejaba entrar y salir a las personas, dejó entrar a la prensa y al hijo de una de las víctimas que quería intercambiarse por su madre, pero no lo dejaron. También vi la ambulancia de la Cruz Roja aparcado al lado de la Embajada con la Sra Odette Arzú de Canibel rondando por allí. Cada vez llegaban más policías y judiciales y algunos se empezaron a subir al techo por las paredes. Mario Aguirre Godoy logró salirse de la Embajada y fue escoltado a su casa.
¿Cómo fue que entró la policía?
A eso de las 14:00 empezó el movimiento más intenso de la policía, dijeron que iban a entrar. Adolfo Molina Sierra, su hijo, le pidió al jefe de la Policía Nacional que esperara diez minutos más, que iría a llamar otra vez por teléfono al Ministro de Gobernación Donaldo Alvarez Ruiz. Cuando regresó, la policía ya había ingresado al primer piso de la Embajada. Los ocupantes se atrincheraron en el segundo piso, en el despacho del Embajador y cerraron la puerta y las ventanas. No se oía nada. La policía subió al segundo piso. Se oyeron dos disparos que salieron por las ventanas del despacho hacia la calle. Tras de eso, se escuchó desde dentro un sonido bofo, como cuando se enciende una estufa de gas, como cuando a la gasolina se le prende fuego, entonces salió el humo negro del despacho hacia la calle y empezaron los disparos y los gritos. Adolfo hijo, corrió, agarró la manguera del jardín y se trepó al balcón, quería apagar el fuego, ayudar a su padre, ayudar a todos. Había mucho humo, poco fuego pero los alaridos eran interminables. Una indígena puso su cara y sus manos en los barrotes y allí murió, enfrente de él, sin poder hacer nada por ella. El fuego vino de adentro, del despacho del Embajador, pero él se salvó. El Embajador Cajal salió vivo, todos los demás murieron. Los rehenes fueron sacrificados por los guerrilleros más radicales que juraron que nadie saldría vivo ayudados por el Embajador Cajal.
[i] Ver Wikeipedia pág Adolfo Molina Orantes