Esta vez estoy con Sandra Evita Torres en el sentido de que creo que el voto nulo es una opción válida. No es antinacional, como cree Oscar Vian.
Si un ciudadano no va a votar, el mensaje que envía es equívoco ya que podría ser porque está enfermo, o porque está de viaje. Pero si alguien se toma la molestia de acudir a las urnas y anular su papeleta, esa es una forma de expresión. Sí es cierto que es una expresión que no tiene efectos legales; pero debería tenerlos, porque sí tiene consecuencias sociales. La república sería más sana si los políticos tomaran en cuenta que el sistema no goza de la confianza de muchos electores.
Ahora bien, ¿cómo van a recibir, los políticos, el mensaje alto y claro de que el sistema ya no goza de la confianza de los tributarios que lo sostienen? El voto nulo debería de ser como el botón de Dislike. Por eso el voto nulo debería hacerse mediante el uso de la palabra Nulo. Para que sea inequívoco.
En una república sana, los electores y tributarios no deberían sentirse moralmente obligados a elegir sólo entre lo que hay. Es una negación de la libertad, y del sistema republicano, que los electores y tributarios no puedan sentirse cómodos con lo que les indique su conciencia. El voto pensado debe incluir la posibilidad de negarse a legitimar regímenes de los cuales el elector y el tributario no están dispuestos a hacerse responsables.
En una sociedad con instituciones débiles, no es conveniente que una Administración llegue al poder sintiéndose como que ha recibido un cheque en blanco. Es bueno que quien llegue al poder sepa que hay un grupo significativo de electores y tributarios que creen que sería bueno reformar el sistema. Es bueno que recuerde que su mandato está limitado, no sólo por los derechos individuales y por la ley, sino porque la mayoría que lo llevó al poder es muy, pero muy relativa; y que el sistema que lo sostiene es frágil. Y si la democracia es acerca de la voluntad de la mayoría, ¿qué tal si la voluntad de la mayoría es que sea reformado el sistema? ¡Bingo!
Yo voto nulo para el Parlamento Centroamericano; puede que vote nulo en la papeleta presidencial (y puede que no); pero meditaré muy bien a quiénes elegiré para el Congreso. En una república sana el poder debería estar dividido. Por eso es que el voto pensado debería ser un voto cruzado. Sobre todo porque si se quiere hacer cambios profundos en un sistema –que no goza de la confianza de muchos– la elección de diputados debe ser muy bien meditada y no debe reforzar la concentración del poder. ¿Por qué crees que a los políticos no les gustan ni el Dislike, ni el voto cruzado?