Fredy Kofman, editor de La rebelión de Atlas, en español, cuenta que cuando un niño derrama su Coca-Cola y uno le pregunta ¿qué pasó?, el niño generalmente contesta que la gaseosa, “se cayó”. En esa misma línea pregunta: “¿Por qué contestas el teléfono?” y la gente generalmente responde: “Porque suena”. A la pregunta de “¿Por qué te detienes en el semáforo?”, la gente generalmente contesta: “Porque está en rojo”. Si le preguntas a un niño qué pasó con el juguete roto que tiene en sus manos, su respuesta generalmente será: “Se rompió”.
Kofman explica que en el mundo hay dos tipos de personas: las ovejas que no asumen las consecuencias de sus actos y que le echan la culpa de los que les pasa a otras personas, o a las circunstancias; y los tigres, que son protagonistas de sus propias vidas y asumen las consecuencias de sus decisiones y de sus actos.
Cuando le preguntas a una oveja que por qué es que viene mojada, la oveja responde: “Porque llovió”. Cuando le preguntas a un tigre que por qué es que viene mojado, el tigre resonde: “Porque olvidé el paraguas”. Los tigres reconocen que botaron la gaseosa, contestan el teléfono porque les interesa recibir la llamada, admiten que rompieron el juguete y paran en el semáforo porque saben que así es más seguro. Las ovejas y los niños actúan de forma diferente.
De eso me acordé hoy cuando leí las declaraciones de Marco Vinicio Cerezo, que en la página 6 de Siglo Veintiuno asegura que la Democracia Cristiana desapareció porque “estabamos compitiendo contra un sistema poderoso de campañas millonarias. Tuvimos recursos limitados”. De igual cosa me acuerdo cuando leo que Rigoberta Menchú le atribuye su fracaso a “las condiciones en que se dieron estas elecciones”, o sus allegados se lo atribuyen al recismo, al machismo, a la falta de recursos, o al colonialismo.
La Coca-Cola se cayó. Nada se dice de falta de liderazgo, ni de los discursos vacíos. Nada se dice de la falta de organización, ni de la irrelevancia de los planteamientos electorales, o del agotamiento de las consignas. El juguete se rompió.