Excursión a Joyabaj V, el retorno

¡Llegó el día que uno no quiere que llegue!  Es hora de dejar Joyabaj, pero no sin ganas de volver…¡y con qué ganas nos hubiéramos quedado a celebrar La octava.

La octava, según nos contaron es la fiesta que cierra el ciclo de la feria de Joyabaj.  Ocurre quince días después del 15 de agosto y es otro fiestón.  En esa ocasión es que son quemados los toritos impresionantes que había en la plaza durante los días 14 y 15 de agosto.

Quebrada honda y sus piedras características. Haz clic en la foto para ver más fotos.

Luego de desayunar, cargar el equipaje y pasar carga de la batería de un carro, a la del otro nos separamos.  Lissa, Rachel y Andrew (que no quiso arriesgarse a volver con Raúl y yo para no pasar 11 horas en la carretera, ja ja ja) se quedaron en Joyabaj para tratar de comprar una máscara que habían visto el día anterior.  Raúl y yo agarramos camino rumbo a Pachalúm, con la intención de pasar por Mixco Viejo y San Juan Sacatepequez para volver a la ciudad de Guatemala.

En el camino encontramos dos cosas particularmente agradables: El río Quebrada honda que es como de tarjeta postal. Sus pequeñas caídas de agua, su sinuosidad, sus piedras características y flores hermosas, nos llamaron la atención inmediatamente así que nos detuvimos un rato para disfrutar del lugar y del momento, así como para encaramarnos en las piedras y tomar fotos.  Poco antes, pasamos por otro lugar que vale la pena mencionar.  Un paraje en el que había letreros que decían: No tires basura, te estamos viendo.  Me pareció buena idea que la gente cuide esos paisajes hermosos y que cuide su entorno.  Me pareció una lástima que no hubiera ese cuidado, por ejemplo, en otro lugar encantador como los altares de cuarzo, por ejemplo.

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De cualquier manera, el retorno resultaba muy agradable; incluso cuando llegamos al imponente río Motagua donde el tramo carretero está en construcción y hay que desviarse.  No tuvimos que esperar mucho y fue una experiencia.  Ahí vimos un árbol hermoso de tamarindos y como nos gusta mucho el refresco de esa fruta uno no puede resistir la tentación de admirarlo y fotografiarlo. Recordamos que en Choacorral también habíamos visto tamarindales.

Disgresión para hablar de tamarindo y gin

Eso me recordó una historia de mi adolescencia.  Cuando estaba en Segundo de bachillerato, mi colegio, el Liceo Minerva estaba ubicado en la Primera avenida y 3a. calle de la zona 9 y la parada de la camioneta 2, que me  llevaba de ahí a Ciudad Nueva, en la zona 2 estaba sobre la Avenida de la Reforma y 3a. calle.  Mi amigo, Ricardo, que vivía en la 8a. avenida y 15 calle de la zona 1 tomaba esa misma camioneta y ambos caminabamos juntos hacia la parada.

En el camino fumábamos sendos cigarrillos mientras conversabamos y un día se nos ocurrió que, siendo que mi padre y su padre tenían buenos bares en casa, podríamos probar distintos licores cada día.  La idea era que cada día uno de nosotros trajera algo distinto (en un pequeño frasco de no más de un jigger) y así probaríamos nuevos licores mientras fumábamos un cigarrillo y caminábamos a esperar la camioneta. Y francamente fue muy educativo el experimento que duró varias semanas.

La cosa es que un día yo llevé ginebra; que no es agradable tomar sola.  Ricardo me preguntó que qué refresco había llevado al colegio y si me había sobrado.  Ese día yo había llevado refresco de tamarindo y si, había sobrado.  Le añadimos la ginebra al refresco y ¡Voilá! Riquísimo. Así que te recomiendo que, en días de calor y si te gustan la ginebra y el refresco de tamarindo, pruebes esta bebida bien helada.

Fin de la disgrasión y de vuelta a la carretera

De vuelta a la carretera llegamos a Pachalum y cómo no detenernos e ir a pasear al mercado.  Eso hicimos y compramos una bolsa de pinol del lugar.  La señora que nos lo vendió nos sugirió hacer pollo y mezclar el pinol con caldo y un sofrito de tomates y cebollas.  Días después hicimos el platillo recomendado y de verdad es algo muy sabroso.  En Pachalum también compramos frijoles blancos.  Ya hacía meses que, en casa, teníamos antojo de hacer frijoles blancos con espinazo, plato que también preparamos y a mí me hizo viajar en el tiempo.

Luego de dejar Pachalum pasamos por Mixco Viejo o Chuwa nim abaj.   No nos detuvimos porque el cansancio ya estaba pasando su factura; y luego me arrepentí de no haber pasado ni siquiera un momento.  De ahí llegamos a San Juan Sacatepequez y a San Pedro Sacatepequez donde uno se encuentra con ese tráfico fastidioso de las poblaciones y con obstáculos que te hacen perder tiempo.

Con todo y todo llegamos sanos y salvos a la ciudad de Guatemala, bajo la lluvia y felices y contentos.  No sólo por todo lo que conocimos y aprendimos en Joyabaj y sus inmediaciones, con las fiestas y la gente encantadora con la que nos encontramos.  Sino luego de cinco días entre amigos queridos en un road trip enriquecedor, memorable y algo alucinante.

 

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