24
Nov 16

¿Por qué damos las gracias?…y a quién

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Vengo de la cena del Día de Gracias.  Como todos los años, desde hace unos años, fue una cena íntima con mi familia más inmediata y en casa de mi hermana que hizo el pavo.  Gracias a La Guise por acogernos en su casa.  Gracias los que estuvieron allí para compartir la mesa; no sólo porque la cena estuvo riquísima, sino porque siempre nos reímos un montón (esta vez con aplicaciones de Snapchat) y siempre es maravilloso sentir ese cariño que sólo se siente alrededor de una mesa cuando se juntan tres generaciones.

El pavo y los demás componentes de la cena no aparecieron allí de la nada.  Fueron posibles gracias al ingenio, la empresarialidad y la productividad de miles de personas que no conocemos. Fueron posibles gracias a nuestra productividad y a la de quienes nos facilitan ser productivos. Fueron posibles gracias a quienes los transportaron y a quienes nos lo vendieron.

Gracias a quienes valoran nuestros talentos humildes.  Gracias a los agricultores, transportistas, comerciantes, industriales, científicos, técnicos y demás que hicieron posibles el pavo, los tomates, las papas, los panes, las arvejas, el tocino, los postres y demás.  Gracias a quienes lavaron los platos, los moldes, los cubiertos y demás. Gracias a quienes hicieron el vino y las gaseosas.

Gracias a mi madre que siempre tiene espacio, siempre tiene tiempo, siempre tiene ganas, siempre tiene buenos consejos, siempre tiene amor, siempre tiene sentido del humor, siempre tiene alegría, siempre nos reúne…y ya no da paletazos.    Gracias a todos por mantener la tradición.


12
Nov 16

Arbol Gallo y fiestas de fin de año

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Con la iluminación del Arbol Gallo empiezan las fiestas de fin de año en Guatemala.  Miles de personas se reúnen en los alrededores de la plaza donde es encendido este ícono del fin de año chapín.  En la Avenida de la Reforma y en la Avenida de las Américas las familias llegan desde temprano para encontrar buenos lugares y pasar un sábado alegre.

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Con mi cámara no se aprecia bien el árbol; pero desde mi balcón me disfruto mucho sus luces y sus colores; así como la exhibición de fuegos artificiales que acompaña su inauguración.  El niño que hay en mí se maravilla con todo esto y desde ya empieza a desearles a los lectores de Carpe Diem, que estas fiestas las vivan en paz, con alegría y junto a sus seres queridos. Que 2017 te traiga tu chiva, tu burra negra, tu yegua blanca y tu buena suegra.

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¡Let the games begin!


02
Nov 16

El fiambre platónico

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Una de las características más notables del fiambre -el plato guatemalteco más chapín y majestuoso- es que el fiambre propio es el fiambre platónico; es decir el único y verdadero, el mejor…y todos los demás son ilusiones.  Es que cada familia tiene su propia receta de fiambre aunque las familias compartan recetas.  Es cierto que hay fiambres rojos, rosados, blancos y verdes y es bien cierto que el fiambre de una región es distinto al de otra; pero a partir de eso no hay dos fiambres iguales.

El que hacemos en mi casa pasó de mi tía bisabuela, Elisa a su cuñada mi bisabuela, Adela; y de ella a mi abuela Frances; y de ella a su nuera, mi madre, Nora.  Aunque el que hacemos en casa está enraizado en el que hacía mi madre, el de nuestro es ligeramente más dulce.   Lo suficiente para que se note la diferencia.

Es rico y divertido probar otros fiambres (aunque de verdad no me gustan los fiambres ácidos), pero dudo mucho que haya una sola familia que no valore el suyo más que los otros. En parte, supongo que es porque los sabores del fiambre propio están íntimamente vinculados a la experiencia familiar y a los recuerdos de la infancia de uno.

Según yo hay cuatro claves para un buen fiambre:

-Que esté enraizado en tu historia y en la de tu familia; pero si esto no es posible, por lo menos que:

-Los ingredientes sean de calidad excelente; yo, por ejemplo, sólo uso los embutidos que preparan don Abel, don Virgilio y su equipo en La puerta del sol.

-Haya armonía entre los ingredientes, no es por nada que la definición de belleza sea la de armonía.  Un fiambre desbalanceado entre sus partes, y entre estas y el todo no es un buen fiambre.  Esto se aplica a las carnes, los embutidos, las verduras, los adornos y el caldillo.

-Tengas con quien compartirlo.  El fiambre es más sabroso si lo comes con quienes valoras.

La celebración del día del fiambre es el Día de gracias chapín.  Esto es porque es un plato que no es posible sin trabajo productivo, sin ahorro, sin salud, sin prosperidad y sin talento, y no es maravilloso si no tienes con quién compartirlo, o no tienes quien lo comparta contigo.

Te deseo que tengas muchos, muchos, muchos años más de buen fiambre.

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31
Oct 16

¡Llegaron Halloween y el Día de los muertos!

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Con la llegada del Halloween y el Día de los muertos se inauguran en Guatemala las fiestas del fin de año.  Los tres días entre hoy y el 2 de noviembre son una de las fiestas más importantes del calendario de celebraciones chapinas.

En Guatemala, el Día de todos los santos y el Día de los muertos se fusionan en el asueto del 1 de noviembre cuando las familias se reúnen para comer e intercambiar el célebre Fiambre; y mi hipótesis, sin fundamento científico, es que esta es nuestro Día de gracias.  Estas fiestas son una mezcla encantadora de tradiciones precolombinas, coloniales y celtas.

El 1 de noviembre y en celebración de la vida, las familias recuerdan a los que han fallecido y alrededor de un plato opulento –que incluye carnes, embutidos, vegetales y adornos exuberantes–  celebran que están unidas, que pueden comer aquellas delicias y que ¡hasta pueden compartirlas!

El Fiambre, como el pavo y otras maravillas del Día de Gracias, no es posible sin trabajo productivo, ni cosechas, ni ahorro, ni salud, prosperidad y talento.  El Fiambre que se come en soledad no sabe tan bien como el que se come acompañado por las personas que uno ama, que uno valora, que uno admira, que uno respeta o a las que uno les tiene cariño.

La noche de hoy, la de Halloween, es importante porque es la víspera.  Es la noche en la que se deja curtiendo el Fiambre para comerlo mañana. La noche en la que los ingredientes quedan mezclándose e intercambiando sus sabores y aromas de la forma en la que lo hicieron nuestros padres, nuestros abuelos y los abuelos de nuestros abuelos. Además es una noche lúdica en la que celebramos la vida y nos burlamos de la muerte; así como de las brujas, de la hechicería y de otros productos del misticismo.

No es cierto, por cierto, que la tradición de pedir dulces en la noche de hoy sea ajena a la cultura chapina. Los niños de antaño, durante lo que ahora conocemos como Halloween, iban de casa en casa recitando: Angeles somos/ del cielo venimos/ cabecera pedimos./ Si no nos la dan/ puertas y ventanas lo pagarán. Era la versión criolla del trick, or treat; y si los críos no recibían sus dulces de ayote y de jocotes manchaban puertas y ventanas de los tacaños con cal.

De cualquier manera, una fiesta en la que se celebra la vida y en la que se hace mofa del misticismo; una fiesta en la que se celebran la bonanza y la prosperidad, y una fiesta en la que la familia es el núcleo unificador, es una fiesta que merece ser celebrada.


30
Oct 16

Los huevitos de la gallina

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Uno de los subproductos que más disfruto cuando hacemos el fiambre, en casa, son los huevitos nonatos de la galllina.  Estos son los huevos que vienen dentro de la gallina, sin cáscara, porque están en proceso.  Me gusta comerlos con aceite de oliva, limón y sal.  La mayoría vienen sólo las yemas, pero a veces vienen con clara.  La textura es ligeramente más densa que la un huevo duro normal.


18
Sep 16

Las fiestas del 15 de septiembre

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Como todos los años, me disfruté las fiestas del 15 de septiembre.  Este año, sin embargo, me enfoqué en las del Centro y de la Plaza de la Constitución, en vez de concentrarme en las del Obelisco y las antorchas.  Haz clic en la foto para ver más fotos.

¡Ya sabes que son fan de las antorchas! Pero quería ver la perspectiva de las bandas con más detenimiento…y no me decepcionaron.

El mismo espíritu cándido, jóven, festivo, alegre, y divertido que hay en el Monumento a los Próceres, hay en la Plaza y en las calles y avenidas del Centro.  Sólo cuando uno ha estado allá puede experimentar la importancia de esta fiesta en los chapines, que, a veces, pareciera que no tenemos mucho que celebrar.  Empero, ¡siempre se puede celebrar la vida!, siempre se puede celebrar que estamos aquí y que podemos disfrutar de los buenos momentos.  Especialmente cuando se es jóven y cuando no se es cínico.

Es cierto que las antorchas y las bandas estropean el tráfico; pero, ¿no lo hacen también las procesiones (que duran 50 días) y no lo hace también la carrera 21K? Sospecho que los grandes festivales populares son parte del costo de vivir en una ciudad.  Es como cuando tu vecino tiene una fiesta y no te dejan dormir la marimba: ¿Prohibirías las fiestas? ¿Prohibirías la marimba? Las antorchas y las bandas en nada se parecen a los bloqueos porque estos son actos de violencia para conseguir objetivos políticos, y aquellas son la gente celebrando la vida. Además, si participas en la 21K y en las procesiones, y te quejas por las antorchas y las bandas, ¡Hasta aquí puedo oler tu doble moral!

Lo cierto es que las calles, son bienes públicos (o sea estatales) de acceso público (a diferencia de los bienes públicos (o estatales) de no acceso público -como la Casa Presidencial, o ciertas áreas del aeropuerto-.  Todos los ciudadanos -o más precisemente, todos los tributarios- somos los propietarios de aquellos benes públicos y, especialmente en el caso de los que son de acceso público es natural que haya conflicto en cuanto al uso que deba dárseles en ausencia de unanimidad por parte de los propietarios.  Para evitar la tragedia de los comunes (el fenómeno deque el uso y abuso de un bien limitado lleve a su destrucción) es prudente que una autoridad regule el uso de los bienes en cuestión con el propósito de evitar que el bien que es de todos se deteriore y hasta se destruye.  Esa autoridad puede ser privada, o pública; pero debe ser autoridad.  Estas meditaciones, del cuate Fabricio Terán, pueden ayudarnos a ir resolviendo el tema este de las antorchas, las bandas, las 21K y las procesiones entre otras actividades parecidas. La opción, dice Fabricio, es explicarles a los ciudadanos y a los tributarios que las calles no son de ellos, en realidad, sino del estado y de las municipalidades; y que por lo tanto los ciudadanos y tributarios son sólo usuarios, y no propietarios. A mí, esa opción me da escalofríos.

De paso, en estos tiempos de protectorado suena un poco raro la celebración de la Independencia; pero no está de más recordar que esta tierra es nuestra, que aquí está enterrado nuestro mux y que a pesar de nuestras diferencias, si se trata de comer tamales, o de compartir alegría en las calles, ¡aquí estamos los que nos apuntamos!

Es cierto que las calles quedan inmundas; pero ¿qué otra cosa iba a pasar luego de una fiesta popular y multitudinaria?  No te engañes, eso sí; la plaza y los alrededores no quedaron peor que en Navidad, o en Año Nuevo y -al César, lo que es del César- Tu Muni limpió todo casi inmediatamente.  Uno quisiera que la gente fuera más cuidadosa; pero, ¿por qué es que la gente iba a ser más cuidadosa con las calles y plazas, de lo que es con sus casas, sus barrios, sus ríos y sus bosques?

Así como es conmovedor y emocionante ver en el Obelisco a familias enteras y a grandes y chicos en una fiesta para todos…para todos los que quieran participar en ella y disfrutarla…así se ven en la Plaza y en el Centro.  Por cierto, nunca he visto un incidente violento durante estas fiestas, en los años y años que tengo de participar en ellas.  Cada loco con su tema y así se entiende que es la cosa.  Yo, por ejemplo, me gozo mucho las salvas cuando se sube y se arría la bandera, me gozo la cena en la Sexta Avenida.  Me encanta ver cuando los niños se maravillan por los fuegos artificiales y cuando desde chiquitos participan en los desfiles.  Me gusta ver cuando dos bandas se encuentran en una esquina y tienen que decidir quién pasa primero. Cosas así.

Sólo cuando estás ahí y ves la alegría y el orgullo de los que dedican tiempo, energía y recursos en pasarla bien y celebrar ese día puedes entender la naturaleza de esta fiesta.  Por eso te invito a que, el año entrante, nos acompañes en el Obelisco con las antorchas, o en el Centro con las bandas.


11
Sep 16

¡Es temporada de pasteles de Luna!

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Con la llegada del otoño en el hemisferio norte -y  con el mes de mi cumpleaños- vienen los pasteles de Luna y ayer mi desayuno incluyo una de esas delicias.

Es una costumbre china que, en este temporada y en celebración del Festival Zongquiu o Festival de la Luna, sean elaboradas estas maravillas. Los pasteles de Luna son densos y pesados comparados con los pasteles occidentales tradicionales; y suelen estar decorados con caracteres que aluden a la felicidad, la longevidad y otros buenos deseos, acompañados por imágenes de flores y conejos entre otros.

A mi me gustaron desde la primera vez que los probé, seguramente allá por finales de los años 90, gracias a mis amigos de Taiwán; y desde entonces siempre estoy pendiente de que salgan a la venta a mediados de septiembre. En Guatemala los venden en el restaurante Lai Lai.  Los hay sin huevo y con huevo.  Los primeros no serán ajenos al gusto occidental y de hecho pueden recordar algunos dulces tradicionales chapines hechos con camote; pero los segundos sí son un gusto adquirido que, a quienes nos fascina la comida oriental, nos parece encantador.


18
Ago 16

¡Al fin una lotería como debe de ser!

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Al fin se nos hizo y ayer en la tarde estuvimos en la Feria de Jocotenango, que es la feria de la ciudad de Guatemala.

Aluciné con los churros de la churrería Velvet, que está en la hilera de ventas que queda en medio de la avenida principal de la feria.  Estaban frescos, sabrosos y de buena textura.  Quedé encantado con la lotería que ilustra esta entrada porque, a diferencia de lo que ocurre en otras loterías, en las que quien las canta dice sólo cosas como el sol, la muerte, el negrito, el árbol, el árpa, el alacrán, el mundo o así; el encargado de esta lotería la cantaba como cuándo yo era niño, es decir que decía: El sol cachetes de gringo, La muerte quirina que andando se orina, y así sucesivamente.  ¡Así se canta una lotería!  Me gané tres premios en el tiro al blanco, así que -como debe ser- regresé a casa con premios de la feria. Además de que me reí muchísimo con el bailado de la muñeca sobre la cual había que disparar.

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Mi atracción favorita, sin embargo sucedió cuándo ya había oscurecido e íbamos saliendo de la feria.  Un muchacho, de nombre Antonio Luna, llevó un telescopio y la gente hacía cola para ver la Luna.  Selene estaba hermosa aunque la cubría algo de bruma.  La mayoría de las personas, si no todas (grandes y chicas), nunca había visto la Luna en un telescopio y -a pesar de que el plenilunio no es el mejor momento para verla- era un espectáculo memorable.  La gente estaba maravillada y se les veía en la cara; y era obvio que a Antonio le apasionaba mostrar a nuestro satélite natural.  El le insistía a la gente que viera los cráteres y los bordes de la Luna, los animaba a notar los detalles.  La gente, entre nerviosa y embobada a duras penas alcanzaba a comprender lo maravilloso que es ver la Luna en un telescopio.  Antonio, además, no les cobraba a los curiosos.  La gente le daba lo que bien podía, si quería y si podía.

Me pareció un magnífico ejemplo de cómo es que, cuando a uno le apasiona algo suele desear compartirlo con otros, aunque la única recompensa sea la sonrisa de un niño, o la cara de asombro de una persona mayor.

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¿Cómo me fue en la feria? ¡Me fue re bien! La gocé con amigos muy queridos, y la gocé con garnachas, tacos, elote asado, anillitos, dulce de coco, churros y una chela.


14
Ago 16

El día de la No-Feria

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¿Has oído el dicho ese que dice: Cada quién cuenta de la feria según le fue en ella?  Pues tiene un poco de cierto; un poco, como casi todos los dichos.

Desde hace años tengo la tradición de ir con unos amigos a la Feria de Jocotenango, o Feria de Agosto que es la fiesta de la ciudad de Guatemala. Y siempre la pasamos bien. Con ese animo caímos por ahí el viernes pasado.  Logramos estacionar cerca del lugar, no había mucha gente y al llegar nos encontramos con que la feria no había empezado. El caso es que movieron la fiesta; así que el viernes fue el día de No-Feria y tenemos ese pendiente.


27
Mar 16

Hermosa la cuarta alfombra…y la quinta

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Nooo, no era suficiente hacer una alfombra y el viernes hicimos dos.  Desde 2013 con un grupo de amigos participamos en la chapinísima tradición de elaborar alfombras.   En casa de doña Yoli, en la quinta avenida de la zona 1, nos juntamos para pasar un día alegre, hacer un proyecto en común, comer y beber como vikingos y celebrar la dicha de estar juntos.

Este año elaboramos dos alfombras, una de aserrín de colores para el paso de la procesión de La Recolección y otra de pino y flores para el paso del cortejo de Santo Domingo que pasó a menos de una hora luego de que pasara la primera.

En esta ocasión hubo cuatro generaciones involucradas en el proceso (aunque el pequeño Oliver no hizo más que estampar su pie de un palmo de largo en el aserrín).

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¿Por qué es que practico algunas tradiciones -aunque no esté de acuerdo con la filosofía de muchas de ellas-? Es que me gusta el encuentro entre generaciones; el establecimiento y fortalecimiento de vínculos culturales, históricos, familiares, y amistosos. Este año hubo cuatro nacionalidades involucradas en nuestra alfombra. Las tradiciones nos presentan la oportunidad de enriquecernos cultural y afectivamente. Nos sirven para aprender acerca de costumbres y prácticas que no sólo son inmemoriales (en muchos casos), sino que se han adaptado, o han permanecido prácticamente inmutables.  Esta debe ser la alfombra elaborada por el mayor número de no creyentes por metro cuadrado, en todo el país.

Los lectores descuidados creen que porque uno es individualista debería rechazar las prácticas culturales colectivas.  Empero, no hay nada en el individualismo metodológico que apunte en esa dirección; y ciertamente no hay nada en el individualismo -como principio según el cual los hombres poseen  derechos inalienables que no les pueden ser arrebatados por ningún otro hombre, ni tampoco por cualquier número, grupo o conjunto de hombres- que apunte hacia aquella creencia.

Las tradiciones colectivas son parte de la evolución social y la enriquecen.  Son parte del largo proceso de prueba y error por medio de cual crece y prospera una sociedad.  No sólo de forma, sino también de fondo.  Las tradiciones dan un sentido de pertenencia: a este grupo de amigos, a estas familias, o a esta tribu.

Dicho lo anterior, de verdad les agradezco a mi bisabuela, a mis abuelas, a mis padres, a mis amigos y a todos los que no sólo me enseñaron a disfrutar de las tradiciones y de la alegría de celebrarlas en compañía de quienes uno ama; sino que me permiten ser parte de ellas.  ¡Mi vida es muchos más rica gracias a las experiencias, y a quienes me acompañan en el camino de vivirlas!

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Doña Yoli preparó su tradicional bacalao a la vizcaína, delicioso; acompañado por un arroz impecable, moyetes deliciosos y bien calados, y el encurtido de remolachas, zanahorias, arvejas y ejotes.  Ese es el almuerzo tradicional chapín para ese día.  Así era en la casa de mi bisabuela, en las de mis abuelas, en las de mis padres y así fue ayer en mi casa.

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En su libro, Alfombras de aserrín,  Amelia Lau Carling cuenta que La semana antes del domingo de Pascua…los vecinos crean alfombras de aserrín teñido, de flores y de frutas sobre el camino de muchas procesiones.  Año tras año las hacen con nuevos diseños.  Año tras año las procesiones marchan sobre ellas, destruyendo sus dibujos al pasar.  De niña en Guatemala, mi hogar era el de una familia china que se aferraba a sus costumbres.   Pero la semana santa era una temporada como ninguna otra hasta para una familia china tan tradicional como la nuestra.  Con los vecinos nos juntábamos en las aceras para admirar las alfombras antes de que los cortejos caminaran sobre ellas.  Viendo las procesiones, yo sentía que la historia que narraban ocurría ahí mismo.  Y la belleza de los breves tapices creados con tanto primor se ha quedado grabada en mi corazón.

Elegí este relato porque Amelia expresa muy bien mis propios sentimientos frente a las alfombras; porque la familia de Amelia vivía en la Quinta Avenida de la zona 1, a unas cuadras donde vivía mi tatarabuela, Gilberta y su familia, sobre la misma avenida en la que hicimos la alfombra del viernes; y porque este año –por cuarta vez en mi vida– estuve algo involucrado en la elaboración de una alfombra de aquellas.

Al describir el proceso, Amelia cuenta que Primero puso una capa de aserrín natural y la regó con agua.  En seguida sus ayudantes dibujaron sobre ella las figuras de aserrín coloreado.  Se encaramaban sobre  tablas para alcanzar los lugares que debían adornar sin estropear lo que ya habían hecho.  Con un colador y unos esténciles de cartón, pasaban finas lloviznas de colores.  Cuidadosamente medían los diseños, siguiendo las instrucciones…luego otro ayudante pasaba por toda la alfombra con una regadera muy fina de agua, “pish, pish”, para que el aserrín quedara bien plano.  Ay, que linda era.  ¡Parecía una alfombra de verdad!

Si, es cierto que uno termina cansadísimo; pero es ese cansancio que enorgullece luego de haber hecho algo alegre, algo hermoso, algo que enriquece y algo que te deja lleno de buenos recuerdos y de cariño hasta el punto de que con un buen baño y una buena noche de descanso ya estás listo para hacerlo mejor…el año entrante.

Las dos primeras fotos son por Raúl Contreras, de Así es la vida; y las dos de grupos son por José Eduardo Valdizán.