¿Cuánta paciencia más vamos a tener, los chapines? ¿Qué se necesita para que nos indignemos, de verdad? El viernes pasado fueron acuchillados un médico, su esposa y tres hijos. La matanza ocurrió en horas de la mañana, posiblemente mientras desayunaban. Durante el fin de semana, casi no se habló de otra cosa en Guatemala. Recién ha ocurrido una matanza entre narcos, en Huehuetentango. Y entre los muertos, hubo inocentes que fueron agarrados entre los tiros. ¿Y qué tal si no sólo narcos hubieran estado inolucrados? ¿Qué tal si hubiera habido agentes de la autoridad protegonizando el tiroteo?
Aquello ha ocurrido y todavía los chapines no nos hemos recuperado (¿o sí?) de las decapitaciones en el centro penal conocido como Pavoncito. ¿Quién recuerda los asesinatos en la Carretera a El Salvador, de los cuales se hablaba y se hablaba durante semanas enteras? ¿Ha leído, usted, acerca de los asesinatos de camioneteros? Así podemos seguir y seguir porque las páginas de los diarios chapines están cundidas de actos de criminalidad contra docenas y docenas de individuos y familias que nunca van a llamar la atención porque ya nos hicimos a la idea de que la delincuenica impune comparte nuestros tiempo y espacio.
Y en ese ambiente hay dos puntos de vista que a mí me llaman la atención. El primero es el del presidente socialdemócrata que les pide a las víctimas, a las víctimas potenciales, a los electores y a los tributarios que tengan paciencia. Y la otra es la de quienes creen que las noticias no deberían reflejar la espantosa realidad de la delincuencia incontenible. Entre ellos están los críticos de Noti7, de Nuestro Diario y de Al Día.
Creo que esta posición es equivocada. Creo que los chapines no debemos cerrar los ojos ante la delincuencia, y creo que es un desatino lo de la paciencia.
¡Al contrario!, mientras que la retórica de la administración se enreda en consignas y en slogans; y mientras que se gastan recursos cuantiosos en corrupción, en mala administración y en programas que atienden las demandas de los grupos de interés, ¿cuántos recursos políticos, humanos y dinerarios se destinan a lo más importante? ¿Cuánto se invierte en seguridad y justicia?
¡Lo que hace falta, aquí, es que se cumpla con la ley! No hacen falta más leyes específicas y casuísticas. ¿De qué sirven las nuevas leyes, si no se cumple con las que ya hay? Y en el caso de la delincuencia incontrolada, ¿cuándo fue que olvidamos que más importante que las penas elevadas, es la certeza de la aplicación de la ley y de las penas que ya hay?
Si los delincuentes no son perseguidos, capturados, procesados y encerrados, ¿de qué sirve que se prohiba fumar en espacios públicos, o que se les impida a los ciudadanos y tributarios honrados portar armas para defenderse? Si los asesinatos, las extorsiones, los secuestros y los robos siguen impunes, ¿de qué sirve que se inviertan recursos en propaganda turística, o en subsidiar cineastas?
¡¿Cuánta paciencia van a tener los chapines?! ¿Cuántos muertos más vamos a aguantar? ¿Cuantos-muertos-más?