Domenico Dolce y Stefano Gabanna dijeron: Nosotros, pareja gay, decimos no a las adopciones gay. Basta hijos de la química y úteros en alquiler. Los hijos deben tener un padre y una madre. Los tirios cantaron Gloria y los troyanos lanzaron un boycott. Ahora hay una discusión acerca de la tolerancia, de la libertad de expresión y de otros temas relacionados.
Sostengo que todos tenemos derecho a opinar lo que querramos en libertad; y que la libertad no debe tener límites. ¿Cómo iba a ser de otra forma? Y dicho lo anterior hay que ponerle contexto a las declaraciones de Dolce & Gabanna: Vivimos en una sociedad en la que el poder (la política) tiene una enorme influencia en la vida de las personas. El poder se alimenta de la opinión pública; y no toda opinión pública tiene los mismos peso y valor. La mía y la tuya no se comparan con el peso formidable que tienen las personas que transitan por alfombras rojas. La opinión pública de las celebridades puede inclinar la balanza en favor (o en perjuicio) de una u otra política pública (policy) que a su vez inclina la balanza de la política (del poder) en favor (o en perjuicio) de uno u otro grupo de interés que quiera usar el poder para influir, o controlar las vidas de otros. Entre nosotros es el poder el que define qué es una familia, y qué no, y a partir de ahí, el poder define quienes gozan de los privilegios propios de las familias, y quienes no.
De ahí que las opiniónes de las celebridades sean animadas, requeridas y difundidas por los grupos de interés a los que favorecen. Es un hecho la importancia que tiene la cultura pop en el mundo de las ideas y en el del poder; artistas como Mariah Carey, Jennifer López, Julio Iglesias, Hillary Swank, Nelly Furtado y Beyoncé –entre otros– les han cantado a tiranos y han aceptado sus millones de dólares. Madona apoya el matrimonio igualitario; y Dolce & Gabanna se oponen a la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Es parte natural del juego del poder en sociedades en las que los políticos puede decidir quienes pueden hacer qué, y quienes no. En este contexto, como dice mi cuate Juan Pablo, no es lo mismo decir Opino que, que arremeter con un No a esto, o con un Basta de aquello.
Las celebridades que participan en aquel juego de poder deben estar dispuestas a aceptar las consecuencias propias del juego de poder. Cuando se trata del poder de influir en políticas y en la política, no se trata sólo de estar de acuerdo, o disentir como se está de acuerdo, o se disiente en el mundo de las ideas. El poder es la fuerza y el poder controla las vidas de las personas. Las opiniones de las celebridades, por el efecto que tienen en la opinión pública, no son políticamente neutras. Luego no es intolerancia, ni es fuera de lugar una reacción política frente a una acción política, siempre que aquella sea pacífica.
La imagen la tomé de Facebook.