En su columna titulada Libertarios esclavos, Samuel Pérez Attías se echó una pirotécnia increíble para decir mucho y decir nada contra los libertarios.
Pérez Attías engaña a sus lectores cuando acusa a los libertarios de no leer a Marx, Chomsky, Galeano y otros. Y mi pregunta es: ¿los engaña a propósito, o por desconocimiento? Si los engaña a propósito la verdad es que qué mala taza. Creo que los lectores merecen más respeto. En cambio, si los engaña por desconocimiento, eso es otro par de zapatos. Quizás el columnista no sabe que muchos libertarios hemos estado leyendo a Carlos Marx, Marta Harnecker, Leszek Kolakowski, Fredrick Engels, Pierre-Joseph Proudhon, y Henri de Saint-Simon, entre otros como parte de un seminario sobre socialismo, desde hace ratales. Yo no se de otros libertarios, porque cada individuo tiene su historia particular; pero cuando yo estudiaba ciencias políticas en la Universidad Rafael Landívar tuve mis dosis espesas de Marx, Lenin y Engels; así como de Harnecker, Gramsci, Stavenhagen y Galeano. No he leído a Klein, ni me dan ganas; pero tampoco he leído a otro montón de gente.
El columnista señala y acusa. Por ejemplo, dice que el libertario sigue las doctrinas de Rand sin cuestionar las falencias que también tiene; pero como pinta con brocha gorda (gordísima) y juzga desde sus prejuicios (porque sospecho que nunca ha estado en una mesa en la que discuten libertarios y objetivistas, ¿o sí?) no puede saber (o no quiere enterarse) de que libertarios y objetivistas sostienen intensas discusiones en las que cuestionan perspectivas y principios éticos, jurídicos, económicos y epistemológicos que muchas veces son enfrentados. El libertarianismo es una postura política y el Objetivismo es una filosofía que pueden, o no tener puntos en común.
¿Sabés que me gustaría, Samuel? Que les detallaras a tus lectores algunas de aquellas falencias. Como supongo que has leído suficiente de Rand, ese detalle no debería ser sacado de Google, sino de esas lecturas tuyas. ¿Nos harías la caridad? Eso sería mejor que el simple acto de acusar y señalar. Cuéntales, por favor, y sin sólo señalar, ¿en qué enredo ha caído, qué libertario, al definir la libertad? No subestimes a tus lectores.
Samuel se queja de que los libertarios usan adjetivos; pero ¿él sería incapaz de eso? ¡No, que va! Desde su torre de observación él si puede permitirse hacerlo. ¿No me crees? ¿Nadie haría algo tan simplón? No te creas: Pérez Attías acusa a los libertarios de fundamentalistas. ¿Eso es un adjetivo, o no? Cuando Pérez Attías acusa a los libertarios de ser doctrineros y de ser esclavos de un pensamiento único no sólo está usando etiquetas o adjetivos (que según él no deberían ser usados), sino que lo hace sin fundamentos. Sin fundamentos porque aparentemente no ha hecho el ejercicio intelectual de diferenciar entre objetivistas, anarco-capitalistas y libertarios, y no puede ver las diferencias entre los austriacos, los de Virginia y los de Chicago. Parece ser que para él todo es sabor de vainilla.
Frente a sus ojos no pasa que cuando un libertario dice que tal, o cual pensador, o tal o cual grupo de interés es estatista, por decir un ejemplo, es porque el aludido sostiene que el estado y sólo el estado debería proveer energía eléctrica, por ejemplo. Y porque el aludido ha expresado que el hecho de que en en los países escandinavos, en Quebec, en Francia y en otros lugares la energía eléctrica es estatal, otros deberían seguir ese camino. La creencia de que los políticos y sus funcionarios deben controlar lo que se enseña en las escuelas es estatista, no por un capricho libertario (que incomode a Samuel), sino porque supone que el estado tiene un papel protagonista en la educación. ¿Viste?
Eso sí, él sí puede crear un hombre de paja para tratar de apalear a los libertarios. El sí puede acusarlos de doctrineros y puede hacer uso de palabras como fundamentalismo y libertarianismo. Pero para él y en su mundo, ¡porque él lo dice!, eso no es ni etiquetar, ni hacer uso de los ismos.
Hay que verlo para creerlo, ¿o no?