29
Jul 20

¿Y si hubiera vacuna contra el covid-19?

La búsqueda de una vacuna contra el covid-19 avanza a una velocidad sin precedentes en el marco de una competencia planetaria; y hay 25 candidatos a vacuna evaluados en pruebas clínicas en humanos (sólo eran 11 a mediados de junio). ¿Me pondría la vacuna, si la hubiere?

La vaccine Dominique Vivant Denon, dominio público, via Wikimedia commmons.

La mayoría de estas pruebas se encuentra en la fase 1 que es la de evaluar su seguridad, y otras en fase 2, en la que que ya se explora su eficacia. Sólo cuatro candidatos a vacuna están en la la fase 3, en la cual la eficacia se mide a gran escala. La empresa estadounidense Moderna comenzó el lunes 27 de julio del 2020 esta fase, durante la cual se testearán a 30,000 voluntarios, dice el reportaje que leí y la historia de las posibles vacunas contra el covid-19 es como para una novela de John Le Carré, Frederik Forsyth, o Ian Fleming.

¿Me pondría la vacuna si la hubiere?

Así de entrada, ciertamente que no me pondría la vacuna china por la misma razón que no compraría maquinaria china, ni un automóvil chino. Tampoco me inocularía con el producto ruso, entre otras razones porque el régimen de Putin es una amenaza grave para la democracia y los valores occidentales y no pondría en manos de ese régimen mi salud. Es que no confío en la data de los rusos. También leí que los cubanos ofrecen una posible vacuna; pero ¿quién confiaría en una vacuna cubana?

¿Me la pondría, o no me la pondría?

Quedan las vacunas del mundo libre; y no estoy seguro de que me sentiría cómodo con una en la que estuviera involucrado Anthony Fauci, director del NIAD, en los Estados Unidos.  Quizás, quizás consideraría una vacuna británica y más una alemana, tal vez porque cuando uno piensa en una plancha Rowenta, o en un beamer, supone que va a ser algo bueno.  Posiblemente preferiría una vacuna desarrollada por una farmacéutica privada, y no por un laboratorio estatal. No me sentiría incómodo con la de Pfizer, ni con la de Jonhson & Johnson.

Todo aquello, claro, en el contexto de escuchar la opinión confiable de mi médico.

En este caso, sin embargo, lo que no me genera confianza es la prisa.  En todo caso preferiría desarrollar antígenos de forma natural y no vacunarme.  Pero, ¿y si por algún requerimiento me tuviera que vacunar? Digamos…para viajar…pues ahí está el detalle y ahí es dónde escucharía el consejo de mi médico en busca de una vacuna que no modificara mi ADN y que ofreciera ciertas garantías (ni china, ni rusa, ni cubana). A lo mejor me arriesgaría y esperaría unos meses antes de considerar la inyección…a ver cómo resulta en quienes se atrevan a usarla.

Sé que la medicina genética y la modificación del ADN son el futuro para acabar con ciertas enfermedades terribles; pero…en medio de una pandemia, en medio de una carrera de poder, no estoy seguro de querer meterme en eso.

Dicho lo anterior, más por paz mental que por otra cosa celebro que haya la posibilidad de una vacuna.  Normalmente me da una gripe de esas que lo mandan a uno a la cama, por lo menos una vez al año; y de cuando en cuando me pongo la vacuna correspondiente.  Igual creo que no me hace efecto, o sólo un poquito.  Eso sí, no sólo no soy antivacunas, sino que suelo confiar en ellas y me he puesto las que he necesitado: las de cajón cuando uno es niño, contra el tétanos, contra la tifoidea, contra las hepatitis, y así.  Coincido, también, con la idea de que vacunarse no es sólo un acto de protección individual, sino uno de responsabilidad, así que ya veremos.  Igual, celebro que haya posibilidad de vacuna, o más bien, vacunas.

Lo que seguramente no debe ocurrir es que la vacunación sea forzada, y mucho menos si es una vacuna específica elegida por políticos y burócratas.


27
Jul 20

Es el tiempo para la responsabilidad

Luego de cuatro meses de asfixiar las posibilidades de ganarse la vida, de los guatemaltecos; y luego de cuatro meses encierros, prohibiciones y otros experimentos la vida empieza a retornar y es el tiempo para la responsabilidad y la prudencia.

La hora dorada en la ciudad de Guatemala.

Durante los cuatro meses pasados mucha riqueza fue destruida y aunque nunca va a ser repuesta, estoy seguro de que muchos chapines van a hacer todo lo posible por volver a empezar como empezaron luego del terremoto devastador de 1976 y como han empezado luego de otras desgracias.  Todo es que no los estorben.

Eso sí, dado que hay mucho que desconocemos sobre el SARS-coV-2 y el covid-19 y dada la desinformación abundante con respecto al virus y a la enfermedad que ocasiona, la vuelta a la vida normal debe ser con responsabilidad y prudencia.

Está claro que las autoridades en el poder no nos han devuelto la libertad, sino que han ampliado los permisos y de forma discriminatoria; y no vaya a ser que nos acostumbremos a vivir por permiso, en vez de vivir por derecho.  Aún así, aplica la idea hayekiana de que la libertad no sólo significa que el individuo tiene la oportunidad y responsabilidad de la elección, sino también tiene que soportar las consecuencias de sus acciones y recibir alabanzas, o censuras por ellas. La libertad y la responsabilidad son inseparables. Y aplica también el concepto objetivista de prudencia o sensatez, que tiene sus raíces en Aristóteles para quien es la virtud de delibera y juzgar correctamente sobre lo que es bueno y ventajoso para uno mismo, en lo que conduce a la buena vida.

No es el momento para desmanes como el de ir a quemar la municipalidad, organizar fiestas, o irse a zampar a apretazones y multitudes.  Pero tampoco es el momento para descuidar los detalles pequeños, de cortesía, o de sentido común como lavarse las manos con frecuencia y usar mascarilla en público.  Es el momento para actuar con responsabilidad y prudencia.

Porque estamos viviendo un fenómeno sin precedentes en la memoria de muchísima gente, seguramente va a haber actos irresponsables e imprudentes; y porque la naturaleza en realidad no es nuestra amiga (que no es lo mismo que decir que el universo no es benevolente) lo más seguro es que luego de este periodo de permisos laxos haya un repunte de contagios y de muertos.  Y eso va a despertar la ansiedad de los que tienen miedo y la  codicia de quienes medran en la quiebra, la pobreza y la falta de libertad. Y entonces será el momento para actuar con racionalidad y evitar el cortoplacismo.

Va ha haber muchas frustraciones porque las medidas supuestamente sanitarias que son condiciones y requisitos para empezar de nuevo ciertas actividades no sólo no son financieramente propicias, sino que son prácticamente imposibles.  Tomando en cuenta que no hay tal cosa como one size fits all, ¿cuál es el aforo mínimo necesario para que valga la pena operar un comedor, o una camioneta? Si antes del covid-19 había colas largas para abordar buses urbanos y extraurbanos, ¿de cuánto van a ser ahora las colas en metros y en tiempo? ¿Cuál es el máximo para que valga la pena?

Es tiempo para ser flexibles, creativos y emprendedores.

Hay que rechazar, sin embargo, el concepto de nueva normalidad porque tiene una carga colectivista, ingenieril, racionalista y constructivista demasiado pesada y tóxica.  No falta quienes quieren diseñar y legislar una nueva realidad de acuerdo con sus fiebres, sin tomar en cuenta las valoraciones personales de los individuos, las configuraciones particulares de los mercados y de los grupos humanos, ni el debido respeto a los proyectos de vida de las personas.  Condiciones para las cuales es preciso que los derechos individuales prevalezcan sobre los intereses colectivos, y no al revés, como ocurre en la actualidad, especialmente en el contexto del estado de calamidad, del toque de queda y de las restricciones.

Volveremos a la normalidad cada quien a su ritmo y cada quien en la medida de sus posibilidades y la normalidad será lo que sea normal, siempre y cuando no haya quienes quieran forzarla a su gusto y conveniencia.  Pero para ello hay que hacer a un lado la ansiedad anticipatoria, la estigmatización y el miedo irracional que nada tienen que ver con la responsabilidad y la prudencia.

En fin, l´haim.


18
Jul 20

Las condiciones de los presos

Las condiciones en las que viven los presos es un tema que revienta de cuando en cuando, pero que siempre diferimos.  Cuando empezó el tema de la pandemia, en Guatemala, fue uno de mis primeros pensamientos: ¿Qué va a ser de los reos? Y ahora me impresioné con las imágenes de un preso -con síntomas de covid-19- siendo arrastrado por guardias penitenciarios.

La foto es de elPeriódico.

Impresiona más el hecho de que los familiares del reo no reciben información acerca de su pariente enfermo que fue trasladado…arrastrado…al hospital estatal San Juan de Dios. Las autoridades penitenciarias dicen que el reo está estable y que no tenía covid-19; pero una hermana afirma que todos los días vengo a averiguar sobre el reo, por el hecho que está preso no nos dicen qué pasa con él, nos dijeron que murió. Hemos ido a información y me dijeron que no tiene coronavirus, pero que está delicado, no nos dicen más. La situación es confusa; pero lo cierto es que ha de ser muy angustiante para las familias la situación de sus parientes privados de libertad…sean delincuentes, o no.

Por cierto que los encargados del sistema penitenciario recién informaron que subió a 15 el número de privados de libertad fallecidos por coronavirus. Los datos corresponden a dos semanas después del último reporte, cuando se registraron 11.

Es preciso no olvidar que el sistema penitenciario es una de las cuatro columnas que sostienen el sistema de seguridad/justicia, juntamente con la policía, los tribunales y la fiscalía; y sin embargo, las prisiones son lugares de tristeza, miedo, tensión y degradación humana que merecen muchísima más atención de la que les prestamos.

Las penas de prisión son consecuencias jurídicas de actos delictivos; pero no por ello deben ser inhumanas; ni siquiera para criminales convictos, ya no digamos para delincuentes culpables de delitos que sólo lo son porque están tipificados como tales, sin ser crímenes, o delicta mala in se. ¡Y menos para los que están presos injustamente!

Sé que ahora hay muchas cosas en qué pensar; pero este es un tema importante.  En 2014, en el marco de un coloquio titulado The Constitutional Political Economy of Statelessness, leí un ensayo de David Skarbek que tiene por título Governance and Prison Gangs. Ese ensayo, que se convirtió en libro y es una lectura que recomiendo a cualquiera que se involucre en la urgente tarea de reformar el sistema penitenciario. Toda reforma penitenciaria que pueda ser exitosa, no debe ignorar los descubrimientos de Skarbek sobre cómo se comportan los seres humanos en prisión.


17
Jul 20

Unos en yate y otros nadando

Me vino uno de esos memes que dan que pensar: En él hay la imagen de un anciano, de esos con la piel curtida por el sol y que usa una mascarilla raída. El texto dice: No, no estamos en el mismo barco, estamos en el mismo mar, unos en yate, otros en lancha, otros en salvavidas y otros nadando con todas sus fuerzas.

El meme lo tomé de Facebook.

¿Quiénes van en yates?  Los mejores yates son de los que viven del presupuesto del estado, mismo que se financia con dinero ajeno tomado por la fuerza y con endeudamiento, que luego también se paga con impuestos. A ellos nunca les falta su cheque a fin de mes; y muchos de ellos gozan de canonjías y los hay de todos tamaños.

Van en yates los delincuentes y los corruptos cuyas naves han sido conseguidas al amparo directo del estatismo, o porque quienes ejercen del poder se hacen de la vista gorda con respecto a sus actividades criminales.

Alguien dirá que los ricos van en yates; y es cierto que muchas de sus naves parecen inhundibles, como el Titanic; pero a menos que hayan obtenido sus fortunas como describo en el segundo, o tercer párrafo, muchos creadores, emprendedores y productores están luchando por mantener a flote sus naves (grandes, o pequeñas) y en sus embarcaciones tienen que luchar contra las bromas o gusanos de la madera, sembrados ahí por las políticas destruccionistas de políticos, burócratas y sus clientelas.

¿Quiénes van en lanchas? Muchísimos guatemaltecos que tienen trabajo, y no saben si lo van a perder mañana; que tienen sueldo, pero que se vio reducido; que están vendiendo, pero que su futuro es particularmente incierto y precario.

¿Y los de salvavidas y nadando? Los que se quedaron sin trabajo. Esos a los que, desde el poder, les gritaron que no tiene derecho a trabajar, ni a ganarse la vida.  Son los que no pueden vender sus cosechas, los que no pueden abrir el negocio que fundaron con sus ahorros e ilusiones.  Es el hombre del meme, que hasta hace cuatro meses era productivo e independiente, y ahora está humillado y desesperado.

¿Quiénes más van nadando? Los que tienen familiares enfermos y han visto sus ingresos mermados, por orden superior.

Columna publicada en elPeriódico.


19
Jun 20

¿Estamos desperdiciando la vida?

Date una vuelta por la Sexta avenida y vas a ver el impresionante montón de gente pidiendo ayuda.  Y si eso por sí mismo no te conmueve, velos a los ojos y ve en ellos la angustia y la desesperación.  La mayoría de ellos son personas que no tendrían que estar ahí, de no ser porque –desde el poder y por razones políticas– se les ha prohibido trabajar y ser productivos.

Sexta avenida de la zona 1, en la ciudad de Guatemala.

Ese es el caso de las señoras que, apostadas a inmediaciones del Instituto Belén, dicen ser maestras y tienen todo el aspecto de ser docentes; pero están paradas ahí, suplicando ayuda porque –desde el poder y por razones políticas– los pipoldermos* han decidido que no tienen derecho a ganarse la vida.

¿Qué me dices de los taxistas, o de los conductores de Uber que acudieron a esa actividad porque no tuvieron otra opción luego de que las empresas en que trabajaban se vieran forzadas a cerrar actividades? ¿Has notado la cantidad de camiones de mudanzas que están vaciando oficinas en la ciudad de Guatemala? ¿Cómo será en otras ciudades del país, o en las poblaciones donde la miseria siempre golpea más duro?

Date una vuelta por el Mercado central y vas a ver que casi no hay actividad comercial. Verás que entre los que tienen sus negocios ahí, los que no fueron forzados a cerrar, prevalece la tristeza y el desasosiego porque no están vendiendo, o están malbaratando su mercadería.

No es por los burócratas y asesores que reciben cheques puntualmente, ni por los oenegeros y los que están ilusionados con encender la revolución, ni por los ricos que hay que abrir la economía.  ¡Es por la gente que tiene que humillarse para pedir caridad, por la gente que tieneque implorar que le aguanten los cobros de las mensualidades y los que ya toparon la tarjeta!

¿Y lo peor? Es que cuando despertemos veremos que el virus sigue aquí; sin que se haya aplanado la curva, sin que se les haya pagado a los médicos y personal salubrista, y sin que se les haya dotado de equipo; esquivando caprichos y experimentos políticos. Habiendo desperdiciado la vida.

*Pícaros políticos que por el momento detentan el poder.

Columna publicada en elPeriódico.


05
Jun 20

Suicidios y encierro

Ya sea como efecto directo del desempleo, o de la pobreza potencial producida por el cierre económico, lo cierto es que en los Estados Unidos de América ha habido un aumento de suicidios e intentos de suicidio, advierte Jeffrey A. Tucker del American Institute of Economic Research.

¿Alguien lleva la cuenta en Guatemala? ¿A alguien le importa?

La foto la tomé del AIER.

Sabemos que antes del encierro forzado, en poblaciones como Nahualá, Nebaj, San Carlos Sija y otras, ya era preocupante la cantidad y frecuencia de suicidios de niños.  Luego de casi tres meses de cierre económico y de encierro forzado, ¿qué sabemos ahora con respecto a niños y adultos en esas y otras poblaciones, con respecto al suicidio?

Claro que el suicidio no es monocausal y no ocurre al margen del contexto de quien acude a él para dejar de sufrir; pero también es cierto que el desempleo y la pobreza potencial (entre otras circunstancias relacionadas con el cierre económico y con el encierro forzado) pueden ser identificadas como causas eficientes (pensando en términos aristotélicos). Es decir, que pueden ser identificadas como disparadores, estímulos, o causas motrices del acto suicida.  Tal es el caso del abuso o maltrato, del deseo de dejar de ser una carga o molestia, y de la soledad y el abandono, por mencionar unos.

¿Qué necesita un suicida potencial para alejarse de aquella posibilidad y ayudarse? En principio validación, empatía y redes de apoyo, elementos que son difíciles de conseguir en poblaciones modestas, con tejidos sociales débiles y en las que abundan las creencias irracionales y la descalificación. Ahí, sin embargo, hay oportunidad para el emprendimiento social y para el liderazgo responsable.  No sólo como el teléfono de prevención contra el suicidio, que es el 5392-5953 y presta un servicio valioso; sino con programas y materiales diseñados cuidadosa y específicamente.

Si ha de haber soluciones, yo no me sentaría a esperarlas desde la política. Este es un llamado al liderazgo local y a emprendedores sociales para que actúen como tales.

Columna publicada en elPeriódico.


28
May 20

No quebremos Guate

Con la consigna de #NoQuebremosGuate una caravana contra el encierro forzado recorrió las calles de la ciudad de Guatemala entre el Monumento a los próceres de la Independencia y la Plaza de la Constitución.

¿Por qué participé?

1. Porque estoy convencido de que la función del buen gobierno es proteger los derechos individuales de todos por igual; y no administrar las vidas de las personas en función de intereses políticos, por muy buena apariencia que tengan esos intereses. Cuando los políticos y burócratas empiezan a violar las esferas de acción privada de las personas, para imponer criterios, es el momento de salir en defensa de la libertad.

2. Porque cada día de encierro que pasa destruye más y más capacidad productiva que costará muchísimo reponer.  De esa capacidad productiva dependen miles y miles de familias guatemaltecas para trabajar, pagar el colegio de los niños, la mensualidad del carro, el alquiler de la casa, el mercado y el supermercado, la salud, y tantas otras necesidades que a muchos, quizás demasiados, no les cuesta.  Aquella destrucción de capacidades afecta más a los más pobres, a los que no tienen ahorros, a los que viven en un cuarto,o dos y a los que viven al dia; y no puede empezar a ser recuperada si no le les permite a las personas trabajar y producir.

3. Porque si bien es cierto que el Sars-Cov-2 y la Covid-19 son amenazas; también es cierto que cada día las conocemos mejor y que, eventualmente pasarán, como pasaron la influenza española y la pandemia de 1958.  En ninguna de esas ocasiones se encerró a la gente y se le prohibió trabajar.  Las pandemias pasaron, y no hubo daños irreparables a las capacidades productivas de las personas. No puedo quedarme tranquilo, en casa, cuando miles de personas han llegado al borde de la desesparación y hay hambre fabricado.

4. Tampoco puedo ser indiferente al pensar en las miles de familias que viven hacinadas y ahora encerradas; en los niños y las mujeres que sufren de abusos, ahora encerradas y empobrecidas; o en los campesinos (por mencionar una actividad económica) que han visto como se pierden sus cosechas y sus esperanzas de elevar su calidad de vida.

5. Porque aunque vendrán tiempos de aprendizaje y de adaptación, como consecuencia de todo lo que ignoramos acerca del virus chino y de la enfermedad que causa, también es cierto que las personas no pueden enfrentar la incertidumbre si a la incertidumbre natural se le añaden los golpes de timón, las arbitrariedades y los caprichos desde el poder.

6. Porque aquí y en Timboctú, la centralización de decisiones limita la búsqueda de soluciones, crea cuellos de botella y es caldo de cultivo para la corrupción.  Y porque mientras más tiempo duran el encierro y las prohibiciones, más se agravan los males que trae.

7. Porque cada vez que veo un niño (y claro que las valoraciones son personales), pienso que no me hubiera gustado crecer en una sociedad tipo rebaño, en la que el miedo y la dependencia fueran las actitudes prevalecientes; y en la que se viviera por permiso, en vez de por derecho; y en la que los intereses colectivos prevalecieran sobre los derechos individuales.

Dicho lo anterior, celebró que haya ido un gentío a la caravana; una estimación calculó que había por lo menos tres kilómetros de vehículos, muchas veces en doble fila.  ¿Por qué en vehículo? Para guardar la distancia, que es una medida razonable. ¿Quén querría un 8-M como el que organizaron en España?

Por un momento el acceso a la Plaza de la Constitución estuvo bloqueado (y creo que esa fue una decisión inmadura e innecesaria); pero cuando llegué a ese espacio el paso estaba expedito.  Al final de la Avenida de la Reforma (norte) el acceso a la zona 4 estaba bloqueado por policías (otra decisión absurda), así que agarramos hacia el Estadio Mateo Flores y de ahí enfilamos hacia la Séptima avenida para reencontrar a la caravana cuando entraba al Centro Cívico.

Ojalá todos aprendamos de esta experiencia, para bien.  En paz.  Con respeto. Con el ánimo de detener la destrucción y chambear como chambeamos los chapines.


16
May 20

Al oído del Presidente, por Marcos Ibargüen

Estas líneas que escribió el abogado Marcos Ibargüen, al oído del presidente Alejandro Giammattei son de lo mejor que he leido en estos días; por eso se las comparto:

En estos tiempos del coronavirus, me ha resultado imposible evitar volcarme a la pluma (o teclado, mejor dicho) para escribir lo que pienso.  Tal vez hoy con un poco más de molestia, pero con esperanza de que lo que diga se escuche donde tenga que oírse aunque cause molestias.   Aquí va:

Aún hay tiempo para enmendar.

Haz clic en la imagen par ver el artículo en elPeriódico.

Con el incremento de casos de estos últimos días y el carácter autoritario que ha ido mostrando, aconsejado por el miedo y la falsa creencia de que está únicamente en sus manos salvar al pueblo, anoche, 14 de mayo de 2020, a la hora acostumbrada, 7 p.m., el presidente Giammattei dio rienda suelta a su verborrea ininteligible y  derramó nuevas disposiciones gubernamentales intencionadas a milagrosamente contener un virus, pero destinadas a causar más hambre, rabia y aglomeraciones.

Señor Presidente, todos entendemos su formación médica y deseo de  priorizar la salud y la vida. Pero es tiempo de informarle que su mensaje de ayer delataba entre líneas la arrogancia de aquel que piensa que sabe más que los demás. Que es más inteligente que nosotros. Ignoró por completo al problema del trabajador que se sentía afortunado de aún poder trabajar, para poder siquiera cobrar el cheque de su quincena. No consideró que la gente no se preparó y asumió que todos a pie o sobre caballos o burros iríamos a una tienda de barrio dentro de un horario restringido reabasteciéndonos como por arte de magia y sin pisto y sin causar aglomeraciones ni molestias.

Con las medidas de anoche que le ganarán fama, pero no de la buena, el lunes 18, a partir de las 5 a.m., veremos cómo el pueblo al que quiere contener (y esto si lo logra mantener encerrado a la fuerza porque visualizo infinidad de personas más necesitadas violando por extrema necesidad sus medidas) muchos ciudadanos no tendrán más remedio que aglomerarse para poder cubrir sus necesidades básicas. No se olvide que comer también es salud y que la gran mayoría de guatemaltecos trabajamos para comer.

Regreso a su arrogancia. Entiendo que consultó con epidemiólogos y que comparten el miedo de los duros efectos de esta trágica pandemia.  Quiero seguir creyendo también que en el fondo mantiene un interés genuino por el bienestar de  todos los guatemaltecos. Pero no pretenda ordenarnos a abrir, cerrar, despachar o llegar milagrosamente al puesto de trabajo si no entiende de economía. Sí, la arrogancia de pensar que la economía se dirige y que el pueblo es un borrego que siempre hace  caso. Desde arriba las cosas se ven distintas. Se distorsionan por el ego y los interlocutores interesados que mantiene a su alrededor y que le trasladarán la información con parcialidad e imprecisión. Esto le pasa a todos los gobernantes.

Le sugiero oír a la gente de a pie estos días, que seremos millones por decreto, y no dar órdenes sin pensar los tremendos incentivos perversos que por su arrogancia mostrada van a generar. Sí, los médicos saben de su oficio y lo deben cumplir. Su misión es salvar vidas. Pero los verdaderos estadistas (ojo no digo políticos ni gobernantes) muestran su sabiduría al reconocer con humildad la naturaleza humana y aceptar que no siempre lo que se decreta o impone logra el resultado deseado.   No pretenda cambiar la naturaleza humana de un plumazo porque una tras otra, verá cómo este pueblo “desobediente e ignorante” le llevará la contra.

Suficiente daño y miedo tenemos con esta enfermedad. No lo agrave con sus disposiciones que están destinadas a causar tremenda molestia, a desgastar aún más su gobierno recién inaugurado y a lograr inspirarnos a quienes usualmente no lo hacíamos, a expresar con voz cada vez más recia que se deje aconsejar también por el sentido común, que la naturaleza humana no se cambia por decreto y que hay cosas que están en nuestras manos y otras que no lo están. Mejor enfóquese en atender la tremenda crisis hospitalaria que tenemos, acérquese a esos médicos que son nuestra primera línea de batalla con la enfermedad y provéalos de los insumos necesarios. Asegúrese de que los millardos de quetzales para atender esta crisis que tiene a su disposición lleguen a quien los necesite de verdad, pues también aquí le falta entendimiento de naturaleza humana en el Estado y pareciera que no solo no llega a quien debe sino que habrá mucha gente aprovechada.

Los guatemaltecos somos amantes de nuestra libertad. En los más de dos meses que llevamos con restricciones a nuestras libertades hemos sido tolerantes. Pero todo tiene un límite. Es cierto, hemos visto cómo en otros países los gobernantes se aprovechan del miedo para mantener zozobra y control. Para restringir libertades ganadas con el esfuerzo y derramamiento de sangre (sí, vidas) de varios siglos de muchos héroes que nos anteceden. Quiero creer que sus intenciones siguen siendo buenas. Por favor, cambie de enfoque y no se deje llevar por las medidas de moda de otros gobernantes. No somos del primer mundo. Aquí la mayoría de la gente vive al día. Vaya usted a un cajero automático en el interior a pie. ¿En donde? Sí, esta enfermedad es terrible no solo por su virulencia y rápida propagación sino por el miedo que causa y que ciega la razón.

Aprenda de las historias de éxito en otros países que han sabido manejar mejor el delicado balance entre restricciones sanitarias y libertades de locomoción y de industria y trabajo. Aproveche los recursos financieros extraordinarios con que usted (como ningún otro gobernante que tenga memoria) cuenta para dar genuino alivio a la población más afectada.

La restricción de nuestras libertades jamás debe tomarse a la ligera –ni siquiera dentro de esta pandemia–. De nuevo le ruego volcar la vista hacia El Salvador. Vea a su Presidente. Observe bien lo que está haciendo y diciendo y asegúrese de aprender mucho de lo que NO se debe hacer.

Errar es de humanos y rectificar oportunamente es de sabios. Aún hay tiempo.

Artículo también publicado en el Centro de Estudios Económico-Sociales.


15
May 20

Un ¡Hasta aquí! a los excesos

Cuando yo veía películas distópicas, de esas como Gattaca y otras que muestran estados totalitarios como Black Mirror, siempre me preguntaba que cómo es que las sociedades llegaban a eso.  ¿Es que nadie se daba cuenta del deterioro? me cuestionaba. Es cierto que V for Vendetta es bastante ilustrativa; pero uno…o yo, por lo menos, no la vi como una forma de receta para los estatistas, colectivistas y totalitarios.

Haz clic en la ilustración para ver una escena de V for Vendetta.

Imagen de previsualización de YouTube

Pues así como es la vida, me ha tocado atestiguar el proceso; y ojalá me toque ver cómo se revierte esa tragedia, de forma pacífica y antes de que cause más daños y destruya más vidas humanas.

Primero surge un enemigo invisible y omnipresente, pero también puede ser muy material y visible como ocurrió con el 11-S.  Luego se va construyendo el miedo por medio de los medios de comunicación masivos.  ¡Miedo al virus, o miedo a usar aviones!  En este año vimos imágenes perturbadoras de gente asfixiándose y de cadáveres abandonados en las calles.  Y cifras, cifras y cifras de contagiados, historias de viejitos abandonados, y el miedo fue sustituido por el pánico.  V lo dice en V for Vendetta: Sé por qué lo hicisteis, sé que teníais miedo ¿Y quién no? Guerras, terror, enfermedades. Había una plaga de problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común. El temor pudo con vosotros y, presas del pánico, acudisteis al actual líder, Adam Sandler. Os prometió orden, os prometió paz. Y todo cuanto os pidió a cambio fue vuestra silenciosa y obediente sumisión.

Y poco antes de aquel párrafo, V observa que ahora, tienes censores y sistemas de vigilancia que os coartan para que os conforméis y os convirtáis en sumisos. ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Quién es el culpable?

Una vez sembrado el miedo y convertido en pánico la mesa estaba servida: vinieron las primeras limitaciones a la libertad individual para satisfacer las necesidades colectivas. Así tuvimos la primera temporada de encierro forzoso a la que muchos respondieron con el agradecimiento y la sumisión esperadas; y luego vino la segunda temporada en un tira y afloja para medir reacciones y conseguir el pretexto para la tercera temporada que comentó el viernes. La pérdida de libertad va ocurriendo poco a poco, en el síndrome de la rana hervida. ¿Cuánto aguantarán sin acabar con la libertad de expresión?

El costo en vidas humanas, para satisfacer la necesidad de seguridad y de orden que había entre muchos ya no cuenta.  Cuentan los contagiados de los cuales se nos da un informe a diario y en la televisión (by the book); y las que no cuentan son las cifras -que han de ser pavorosas- de gente que se ha quedado sin trabajo y sin ingresos; de gente que ha tenido que cerrar sus negocios y despedir trabajadores; de gente que ha tenido que dejar su casa, o su cuarto por no poder pagarlos; de gente cuyas mercancías, o cosechas se pudrirán en la intemperie.  El costo de la gente que se está sumiendo en la desesperación y quizás llegue hasta la depresión, cuando no a decisiones fatales. Todo por disposiciones presidenciales que sirven a quienes están a salvo en sus casas, con el cheque depositado y pueden darse el lujo de no producir valor, para vivir.

¿Ya leíste las disposiciones del jueves en la noche publicadas el viernes? Son escalofriantes y dignas de une peli distópica, o dignas del régimen de Pekín. Por ejemplo, lee la Undécima disposición de Alejandro Giammattei que autoriza a su administración a separar pacientes, de sus familias y tercerlos, hasta que se considere que se han recuperado.  ¿Te imaginas? ¿Te imaginas a un niño contagiado y separado de sus padres?  ¿Te imaginas que las autoridades dispongan que estás contagiado y te aislen completamente? Cosas así tienen que ser inconstitucionales con ley de orden público, o sin ella. Imagínate que han prohibido que te trates, si estás contagiado, como no sea en hospitales, o instalaciones del gobierno.  ¡A cargo del gobierno, como los presos, o las niñas del hogar de protección!  En hospitales e instalaciones donde no se les paga a los médicos y encargados, y donde ni siqueira el personal sanitario tiene el equipo necesario para protegerse. Cosas así tienen que ser inconstitucionales porque violan la dignidad de las personas.

Lee el documento para ver hasta donde estamos viviendo por permiso, y no por derecho.

¿Por qué llegamos aquí? Por miedo.  Por miedo y porque nos han entrenado para creer que nada malo debe ocurrir; y para creer que los responsables de que nada malo ocurra son los políticos y burócratas y que, si algo malo ocurriera, son los políticos y burócratas los llamados a hacer algo.  Y francamente, ¿qué es lo que mejor saben hacer los que ejercen el poder? Prohibir. ¡Así que ya lo tienes! Vivimos por permiso; y lo peor es que algunos creen que eso es vivir.

A este estado de cosas hay que ponerle un ¡Hasta aquí!; pero el pollo del arroz con pollo será: Que tiene que ser cuanto antes, y sin causar un caos de tal naturaleza que permita pescar en río revuelto. La responsabilidad de detener los daños y evitar daños mayores, pues, es de Alejandro Giammattei como jefe de estado y jefe de gobierno. ¿La va a aprovechar, o lo va a ganar su carácter volado?


08
May 20

¿Es posible la madurez?

Los gobiernos nunca son liberales por inclinación, dice Ludwig von Mises en Gobierno Omnipotente, una obra muy recomendable en estos tiempos.

“Otras personas no son tu propiedad”

Es humano que los hombres que manejan el aparato de compulsión y coerción exageren su poder de funcionamiento y aspiren a someter todas las esferas de la vida humana a su inmediata influencia. El estatismo es la enfermedad profesional de los gobernantes, los guerreros y los burócratas, añade el filósofo y economista en ese libro que tiene su origen en un ensayo publicado poco después de que el nacionalsocialismo tomara el poder en Alemania, con el atinado título de En nombre del estado: los peligros del colectivismo.

Mises advierte que los gobiernos no se hacen liberales, sino cuando a ello les fuerzan los ciudadanos.  Sí, y sólo si, añado, los ciudadanos valoran la libertad, rechazan la servidumbre, y no han renunciado a la idea pivotal de que las demás personas no son tu propiedad y que, en consecuencia, tu no eres propiedad de otros.

¿Por qué es que Gobierno omnipotente es atingente en pleno encierro en el contexto del SARS-Cov2 o Virus chino? Porque, quién dice: debería haber una ley sobre este asunto, quiere decir: la fuerza armada del gobierno debería obligar a la gente a hacer lo que no quiere hacer.  Quien dice: esta ley debería ser puesta en vigor, quiere decir: la policía debería obligar a la gente a cumplir la ley, explica Mises. ¿Dime si no has visto gente forzada a no trabajar y a no desplazarse por disposiciones legislativas? ¿Dime si no has visto a las fuerzas de compulsión obligando a la gente a cumplir la voluntad de quienes tienen el poder y de quienes influyen en él?

En el contexto actual, a los individuos nos corresponde actuar con prudencia; con el ánimo de mantenernos a salvo, no dañar a otros y ¡Vivir la vida! Tales niveles de madurez y de racionalidad son imposibles si renunciamos a la madurez y a la racionalidad, y si nos contagiamos de la enfermedad del estatismo.  Mal que, por cierto, está matando a quien sabe cuantos miles de personas de hambre, de desesperación y de incertidumbre.

Columna publicada en Elperiódico.