13
Ene 11

El peligroso legado de la irresponsabilidad y de la ambición

Casi 5 de cada 10 guatemaltecos, principalmente jóvenes y con poca educación, son proclives a apoyar un golpe de estado.  Es el legado de la irresponsabilidad de las administraciones de Los Colom, Oscar Berger, Alfonso Portillo, Alvaro Arzú, Ramiro De León, Jorge Serrano y Vinicio Cerezo, administraciones que en lugar de construir un estado de derecho y fundar una república sobre instituciones lo que hicieron fue perpetuar el sistema de privilegios, fomentar el mercantilismo cuando no el socialismo, y cultivar el ambiente de impunidad que permite el desorden y la delincuencia.

Los jóvenes y los que no tiene mayor educación creen, pues, que por la fuerza se puede resolver lo que ellos creen que no resuelve el derecho.  Creen que la dictadura es mejor que la república.  Por eso, creo yo, es que se inclinan por apoyar un estado de facto, en vez de comprometerse a defender el estado de derecho y la república.  Como los han engañado haciéndolos creer que la democracia y el mercantilismo, pueden propiciar la convivencia pacífica y la prosperidad, están dispuestos a darle la espalda al sistema republicano y al estado de derecho culpando a estos por los fracasos de aquellos.

Los políticos colectivistas, mercantilistas y socialistas que han administrado el presupuesto del estado desde 1986 han cocinado el caldo de cultivo en el que crecen el miedo a la libertad y la dictadura.  ¡Ese es el legado de la irresponsabilidad y de la ambición!


26
Nov 10

¿Qué no es, y qué sí es el Individualismo?

Anda, por ahí, la creencia errónea de que el Individualismo es una práctica que se basa en el aislamiento del individuo frente a la sociedad, o frente a los grupos sociales.  Anda, por ahí, la creencia equivocada de que el Individualismo recomienda perseguir los objetivos propios sin tomar en cuenta los derechos ajenos, o los fines ajenos.  Anda por ahí la creencia falsa de que el Individualismo debilita a las personas; porque las acciones colectivas son más eficientes y poderosas.

Sin embargo, el Individualismo no riñe con la vida en sociedad; no ignora los derechos de terceros, ni sus fines; ni excluye las acciones en grupo.  Sólo un análisis superficial hace posible aquellas apreciaciones sobre el Individualismo.

Propiamente dicho, el Individualismo tiene dos perspectivas que quiero destacar en esta entrada.  Por un lado el Individualismo sostiene que las personas individuales (de ahí el nombre) tenemos derechos inalienables que no nos pueden ser arrebatados por ninguna otra persona, ni por cualquier grupo, o conjunto de personas.  Por lo tanto, cada persona existe por su propio derecho y para sí mismo, no para el grupo.  Los individuos, pues, no somos ni piezas de una máquina, ni peldaños de una escalera, ni herramientas para ser usados.  Por esas razones, y de acuerdo con el individualismo, el poder de la sociedad debe estar limitado por los derechos individuales de las personas; y quienes ejercen el poder en la sociedad sólo pueden crear leyes que no violen aquellos derechos individuales.  En un sistema individualista, todas las personas son iguales ante la ley, en todas las oportunidades; y cada uno tiene los mismos derechos ya sea que se encuentre sólo, o que lo acompañe un millón de personas más.

¿Es posible no estar de acuerdo con estos principios si lo que se quiere es una sociedad sana, basada en relaciones pacíficas y voluntarias?

Para entender mejor el Individualismo en esta perspectiva, vale la pena compararlo con lo que se le opone, que es el Colectivismo.  Este sostiene que las personas no tienen derechos; y que su cuerpo, su personalidad y su trabajo le pertenecen al grupo, comunidad, colectivo, o sociedad.  Por eso es que el grupo, comunidad, colectivo, o sociedad pueden hacer con él lo que le plazca, en la forma que quiera y por cualquier motivo que el grupo haya decidido que es su propio bien.  En esas condiciones, cada persona existe sólo con el permiso del grupo y en beneficio del grupo.  Por esas razones, y de acuerdo con el Colectivismo, el poder de la sociedad (que es el colectivo supremo) es ilimitado y la sociedad puede crear las normas que desee e imponérselas a cualquier persona en la forma que quiera. En un sistema colectivista, las personas tiene que agruparse unas con otras para obtener privilegios.  Y los que pertenezcan a los grupos más grandes, más bulliciosos, o más violentos son los que tienden a obtener más y mejores privilegios.

¿Es posible tener una sociedad sana, basada en relaciones pacíficas y voluntarias, en aquellas condiciones? Yo digo que no.

La otra perspectiva desde la que hay que entender el Individualismo, y que quiero comentar aquí, es la del Individualismo metodológico como el método de las ciencias sociales que sostiene que todos los fenómenos sociales son explicables a partir de las acciones individuales de los seres humanos individuales (de ahí su nombre).   El Individualismo metodológico descarta la creencia de que los grupos, comunidades, colectivos y sociedades sean organismos que pueden tomar decisiones y actuar propiamente dicho.  Una forma de ponerlo es que así como el grupo, la comunidad, el colectivo, o la sociedad no tienen un estómago como para decir apropiadamente que el grupo se comió X cantidad de hamburguesas el año pasado; tampoco se puede decir apropiadamente que el grupo haya decidido, o haya actuado, porque el grupo no tiene cerebro, ni mente para tomar decisiones, o para actuar.  Las personas individuales que forman el grupo son las que comen hamburguesas, y son las que deciden y actúan.  El Individualismo metodológico descarta la creencia de que la clase social, la étnia, la nacionalidad, el sexo, u otros elementos sean determinantes en las decisiones individuales que toman las personas individuales, para actuar individualmente, o en coordinación con otros.

El Individualismo metodológico no sólo no descarta que un, o unos individuos actúen en coordinación con otros individuos. Sino que sirve para entender la naturaleza de estas formas de cooperación, desde la cooperación entre dos personas individuales, hasta la cooperación social pasando por formas menos complejas de asociación como empresas, tribus, comunidades y otras formas de organización.  Entiende que integramos la sociedad, precisamente para perseguir y alcanzar mejor nuestros fines individuales.

En el contexto político -y por eso es que el Individualismo incomoda mucho a los que les gusta el poder- Raimondo Cubeddu cita a Friedrich A. Hayek y explica que “la característica esencial del verdadero Individualismo” consiste en que es ante todo “una teoría de la sociedad, un intento de comprender las fuerzas que determinan la vida social del hombre y, sólo en un segundo momento, un conjunto de máximas política derivadas de esta concepción de la sociedad”.  De lo que resulta claramente que la política no es la ciencia arquitectónica de la asociación civil, y ni siquiera un conjunto de máximas que deben calar en la sociedad a fin de transformarla en la perspectiva de los valores éticos, políticos, o económicos que se considera racional, o justo alcanzar; sino la consecuencia de una teoría general de la acción humana.


12
Jun 08

No hay tal factura petrolera

Hoy se nos informa que “de enero a marzo de este año, la factura petrolera del país ascendió a US$748.5 millones, un incremento de US$289 millones (62.9 por ciento) respecto a igual periodo del año 2007”; sin embargo, no es cierto que tal factura petrolera exista.

Lo que sí existen son millones de facturas que usted y yo, y cada uno de los millones de personas que compramos gasolina recibimos a cambio del pago que individualmente hacemos por el combustible que consumimos.

La creencia de que existe una factura petrolera nacional es un engaño peligroso que puede hacerles creer a las personas que su responsabilidad en la administración de sus propios recursos -en cuanto a consumo de combustible- es una responsabiliad colectiva. Y puede llevar a al falsa creencia de que es necesario hacer algo para reducir la supuesta factura común.

Lo que ocurre, en realidad, es que usted y yo decidimos cómo nos las arreglamos para pagar la gasolina que podemos pagar. Ya no salimos de la ciudad cada fin de semana, ya planificamos mejor nuestros recorridos para aprovecharlos al máximo, ya le pedimos a alguien que pase por nosotros o pasamos nosotros por alguien y, en fin, cada quién ahorra de acuerdo con sus posibilidades y con sus necesidades.

Lo que no debe ocurrir es que se colectivize la responabilidad individual del consumo de gasolina. Basados en ese desatino, los ticos están por cometer un error.


01
Abr 08

Ampliacion de privilegios en Cuba

Recientemente leemos que el régimen de Cuba está aflojando los controles y las prohibiciones que pesan sobre su poblacion. Hace poco, la dictadura le permitió a la gente tener teléfonos móviles; y hoy leemos que Raúl Castro le ha autorizado a los cubanos a alojarse en los hoteles de la isla. No fue hasta hace muy poco que a los cubanos se les dio permiso para tener hornos de microondas, DVD players, y otros aparatos domésticos.

A esto es lo que Friedrich A. Hayek se refiere cuando dice que la libertad es una; y que cuando en una sociedad se permite la coacción arbitraria, entonces no hay libertad. El efecto de la coacción arbitraria es que hace que quienes están sometidos a ella tomen decisiones de acuerdo con los intereses y las demandas de quienes los coaccionan, y no de acuerdo con sus intereses y sus necesidades propias.

Sólo una sociedad en la que la coacción arbitraria ha sido eliminada es una sociedad de personas libres, propiamente dicha. Cuando lo que hay son libertades, estas en realidad son privilegios, permisos, autorizaciones especiales y particulares.

Si en una sociedad ha sido eliminada la coacción arbitraria, y por lo tanto hay libertad, ¿qué necesidad hay de habalr de libertades específicas? Ninguna, a menos que haya unas y que no haya otras, o que las haya para ciertos grupos, y no para otros, como ocurría en Cuba, donde extranjeros y pipoldermos sí tenían acceso a teléfonos, hoteles y hornos de microondas por la gracia del régimen totalitario.

Es bueno que se amplíen los permisos y las autorizaciones especiales en Cuba; poco a poco estas pequeñas grietas harán colapsar al régimen que, para salir de la pobreza no se está volviendo más y más socialista, sino que aprovecha más y más del capitalismo. Irónico, ¿o no?


31
Mar 08

Pavlik, y los soplones

Pavlik Morózov, c. 1932, fue un joven soviético glorificado por la propaganda de la Unión Soviética por haber denunciado a su padre.

A los 13 años de edad, Pavlik acusó a su padre de alta traición ante las autoridades soviéticas; y luego fue asesinado por su familia. Las suya era una historia que ilustraba la moralidad soviética: oponerse al Estado es egoísta y el estado es más importante que la familia.

Su historia fue objeto de lecturas obligatorias para los niños, canciones, obras de teatro, poemas sinfónicos, ópera y biografías. Hubo escuelas y grupos juveniles bautizados con su nombre La historia, como parábola de la moralidad colectivista y totalitaria pudo ser una fabricación, pero aparentemente Pavlik si existió.

La historia de Pavlik viene a cuento porque el domingo, en un diario chapín, leí la queja de un sujeto que acusa a los propietarios de restaurantes de una playa guatemalteca de evadir impuestos y de no extender factura.

Como los tributos son dinero ajeno tomado por la fuerza por el Estado, para financiar actividades que los propietarios del dinero no financiarían voluntariamente, ¿tienen, los tributarios, derecho resistirse a la expoliación? Y quienes denuncian esa resistencia, ¿actúan como Pavlik rendidos ante el colectivismo y el estatismo? Un padre de familia, ¿debería renunciar a darles ciertas comodidades a sus hijos, en favor de entregar sus recursos a quienes usan la fuerza de la ley para financiar sus intereses?
¿Quién es el pura lata, el que protege el fruto de su trabajo; o el soplón que lo denuncia por eso?

La foto la tomé de The Moscow Times.