10
Abr 11

Quizás es tiempo de repensar en ProReforma

Ahora que leo que la nueva Corte de Constitucionalidad está anuente a cambios a la Constitución, pienso que es una buena oportunidad para repensar ProReforma.

¿Qué tal una reforma que elimine todos los privilegios, incluso los que están más históricamente enraizados en nuesta sociedad?

¿Qué tal una reforma que apunte a la fundación de una república de verdad?

¿Qué tal una reforma que limite el poder de los políticos que por el momento detentan el poder?

¿Qué tal ProReforma?

¿Qué tal si rechazamos cualquier intento por preservar los privilegios, por ampliar la discrecionalidad de los políticos y de sus funcionarios, y por prostituir al sistema republicano?

¿Qué tal si repensamos en ProReforma?


10
Nov 10

La solución es el sistema, no las personas

Dígame si no le da en qué pensar: Los aspirantes a Contralor General de la Nación promedian 18 de 70 puntos posibles y ninguno llega a 30 sobre 70.  Ahorita no tengo a la mano los datos; pero en el caso del Fiscal General, la situación es parecida. ¿Qué hacemos?

Cándido, mientras bebe su capuccino y con ironía, sugiere que importemos funcionarios; así como se hacía en el siglo XIX.  Pero claro, luego uno mira cómo se comportan los funcionarios en otras partes del mundo y no dan ganas.  Y uno mira lo que nos manda la ONU, y da rabia. Es que no es cuestión de nacionalidades…y ni siquiera de personas.

Lo que necesitamos, le digo al buen Cándido, es cambiar el sistema.  A uno que impida la arbitrariedad, a uno que impida los privilegios y a uno que reduzca al mínimo el uso de la fuerza en las relaciones sociales.  Uno a prueba de candidatos de a 18 puntos, y uno a prueba de los que se pasan de listos.  Uno en el cual no sea tan imporante si el ejecutivo a cargo tiene 18, 30, o 70 puntos.

Mientras sigamos pensando que tenemos que encontrar al funcionario, o al candidato perfecto, para obtener al líder perfecto, estaremos actuando como ovejas a la espera del pastor perfecto.  Quizás deberíamos buscar la respuesta en otro lado.   A mí me gustaría un sistema como el de ProReforma; y definitivamente no me gustaría uno que dependa de la violencia.  ¿Y a usted?


17
Ago 10

Meditaciones sobre Pavón y el uso de la fuerza

George Washington escribió que el gobierno no es la razón, ni es la elocuencia; es la fuerza. Como el fuego es un sirviente peligroso, y un amo temible. Tenemos gobierno y lo dotamos con un formidable monopolio del uso de la fuerza para defendernos de los delincuentes; pero por esa naturaleza ígnea a la que hizo referencia Washington, es que aquel monopolio formidable y aquella fuerza, deben estar sometidos al imperio de la ley. ¿Y la ley? Son aquellas normas generales y abstractas cuyo propósito es proteger nuestros derechos individuales no sólo de los delincuentes, sino de aquellos que controlan aquel monopolio formidable del uso de la fuerza.


A esto se refieren los artículos constitucionales que dicen que el ejercicio del poder está sujeto a las limitaciones señaladas por la Constitución y la ley; y que los funcionarios son depositarios de la autoridad, responsables legalmente por su conducta oficial y sujetos a la ley, jamás superiores a ella. La ley, pues, no sólo está hecha contra los malos, sino contra los que se dicen buenos; ¡y hasta para frenar a los buenos!

Mucha gente cree que los problemas de Guatemala se resolverían si los buenos tomaran el control y acabaran con los malos. Como en la peli Las pandillas de Nueva York, no falta quién crea que los problemas de Guatemala se acabarían si los buenos cañonearan a los malos y de ahí salen las hipótesis que creen que la solución está en la limpieza social. El problema, claro, es que si al monopolio formidable del uso de la fuerza lo dejamos sin la obligación ineludible de someterse a la ley, aquel monopolio formidable del uso de la fuerza sirve a los intereses de quienes lo controlan y puede ser dirigido contra cualquiera que se interponga entre ellos y sus objetivos.

En septiembre de 2006 mucha gente vitoreó a los funcionarios que tomaron la decisión y ejecutaron las acciones que culminaron con lo que se conoce como La toma de la Granja Penal de Rehabilitación Pavón, porque había evidencia de que las mafias tenían el control de aquellas instalaciones penitenciarias. La Prensa, la comunidad internacional y el clamor popular querían la toma; y la administración de Oscar Berger y Eduardo Stein actuó en consecuencia. Y los protagonistas directos de la toma se convirtieron en los héroes de muchas familias que le dijeron a quienes quisieran oírlos: ¡Al fin alguien está haciendo algo!

Sin embargo, sic transit gloria mundi; porque el amor de la plebe es flor de un día. Como lo son el amor de la Prensa y el de la comunidad internacional. Para la opinión pública y para quienes la hacen, los héroes de ayer, pueden ser los villanos de hoy. Yo nunca votaría por Alejandro Giammattei, por ejemplo y se que Carlos Vielmann es de carácter volado; pero por más defectos que tengan, la verdad no creo que sean los asesinos que ahora se les quiere hacer parecer.

¿Y cuál es el resultado de estas meditaciones? Uno que no debería sorpendernos: que una república sana no puede irse formando sobre las virtudes de los hombres (y menos sobre los caprichos de la gente). Una república sana sólo es posible si se funda sobre leyes. Leyes iguales para todos. Leyes que protejan los derechos de todos. Leyes que impidan los privilegios. Las leyes son la clave, no los hombres.

Ya lo dijo Javier Bardem: Cuando las cosas salen mal todos cerramos los ojos y esperamos que haya alguien más fuerte y sabio y más capaz que nosotros que nos ayude. Yo creo que esa es la solución equivocada, y por eso es que apoyo a ProReforma.

La caricatura es por Fo y fue publicada en Prensa Libre el 18 de agosto de 2010 y hace alusión a los problemas en la universidad estatal.

14
Jul 10

¿Efe miente?

Un cable de la agencia Efe informó sobre supuestas declaraciones de Carlos Castresana, titular de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, en el sentido de que que Guatemala tiene un statu quo” endémico de corrupción, con 10 familias que son dueñas del país desde el tiempo de la colonia, y esa situación perdurará en el futuro, aunque ahora ha irrumpido un nuevo jugador: el narcotráfico. Según la agencia española de noticias, el Jefe de la Cicig también dijo que el país es un Estado en el que nadie cree, creado por unas élites criollas que nunca quisieron justicia. Además, se quejó por la falta de compromiso de los partidos políticos con su causa, vinculando su salida a “una campaña negra” impulsada por las mafias. Dicha información, que ayer mismo se publicó en las ediciones digitales de varios diarios, fue desmentida por la tarde por medio de un comunicado de la CICIG, en el cual se niegan dichas declaraciones.

Pues…puede ser que Efe mienta, o que su reportero no haya entendido lo que en realidad dijo Castresana; pero lo cierto es que, en mi experiencia de periodista, aprendí que muchos funcionarios y con demasiada frecuencia, dicen imprudencias y disparates que no quisieran ver publicados. Y entonces, alegan que no los dijeron, o que fueron malinterpretados por los reportaros. Por eso yo siempre usaba grabadora, aparato que me sacó de apuros en un par de ocasiones.

Por otro lado, ¿que es lo que, supuestamente, dijo Castresana? ¿Que Guatemala tiene un statu quo endémico de corrupción? Como dice mi amigo, Raúl: ¡Selena ha muerto! ¡Cantinflas está grave! Mi abuala, Frances, diría: So what else is news?

¿Dijo Castresana que son 10 familias que se sienten dueñas del país? A mí eso siempre me da algo de risa porque en ciertos círculos no se ponen de acuerdo en si aquellas familias son 12, o 14. ¡Y ahora el Jefe de la Cicig dice que son sólo 10. Lo que nunca he oído es que alguien que use este argumento enumere a las 14, 12, o ahora 10 familias esas. Su Castresana dió aquellas declaraciones, ¿está desinformado? ¿Por qué le faltaron entre 2 y 4 familias? ¿De veras ya son sólo 10?

La mera verdad, yo si creo que hay ciertas élites que se creen dueñas del país; pero honradamente también creo que es injusto decir que los buenos, entre ellos, nunca han querido justicia. Lo que creo es que nunca se han tomado el tiempo para explorar qué exactamente quiere decir justicia, no lo han hecho para explorar cuáles son los principios sobre los cuales fundamentan sus vidas y sus acciones en la esfera de la cosa pública. Creo que, cuanto mucho, han preferido irse por la vía del pragmatismo y del posmodernismo. Creo que ahora están shockeados porque, efectivamente, ese nuevo actor que es el narcotráfico, tiene una billetera más grande que la de ellos. Creo que se creyeron muy salsas y que creyeron que el problema no era el sistema, sino las personas.

Adicionalmente, esa consigna de las familias que desde la colonia controlan el país no es cierta porque cualquiera que conozca un poco de Historia de Guatemala sabe que las familias que eran económica y políticamente dominantes durante la época colonial, empiezan a dejar de serlo durante la primera época republicana; y nuevos grupos dirigenciales se constituyen con la Revolución de 1871 para ser, estos, sustituidos a mediados del siglo XX. Y ya lo dijo Ayn Rand, mi filósofa favorita: Las clases altas son el pasado de la nación, y la clase media es su futuro.

Finalmente, las declaraciones que se le atribuyen a Castresana muestran amargura porque no hubo compromiso con su causa. Pero, ¿y qué esperaba el autor de las declaraciones? En Guatemala no hay tal cosa como partidos políticos porque lo que hay con maquinas electoreras diseñadas para llegar al poder. La mafia, o las mafias y la Administración (porque no gobierno), no se de distinguen claramente unas de otra. Y en general, como decía el periodista Alvaro Contreras: En Guatemala no se puede levantar la frazada, porque uno no sabe a quién le va a dar frío. Adicionalmente, ¿de verdad alguien esperaba entusiasmo para recibir a un procónsul? ¿De verdad alguien esperaba entusiasmo por la abdicación de la Administración a sus obligaciones en materia de seguridad y justicia?

Esta polémida, entre Efe y Castresana me lleva a pensar, otra vez, que estoy en lo correcto cuando apoyo ProReforma.


23
Jun 10

¿Estado fallido, u oportunidad a la vista?

¡Cómo les gusta a los progres la idea de estado fallido! Ahora que se conoció que Guatemala está a la baja en el índice de estados fallidos (menos fallido que Bolivia y Nicaragua; pero más que El Salvador y Honduras), no faltará quienes estén haciendo planes para hacer abdicar al país, para declararlo interdicto, y para proclamarlo incapaz. Algunos dirán que es la oportunidad esperada para llenar al país de comisionados, relatores, procónsules, y otros xamanes de Nueva York, de Ginebra, o de Bruselas. Cada uno de ellos, claro, apareado con su contraparte chapina, extraída de la comunidad oenegera.


Yo digo que es oportunidad para otra cosa. Digo que es oportunidad para asumir nuestra responsabilidad ciudadana, para actuar como adultos y para entender que estamos escribiendo las páginas de los libros de Historia que serán leídos dentro de 50, o 500 años.

Es tiempo para preguntarse: ¿Por qué fracasan la mayoría de los gobernantes, a pesar de que puedan tener la mejor voluntad y buenas intenciones? ¿Hay formas de organizar el estado diferentes de las que tenemos? ¿Es posible hacer de manera democrática los cambios de fondo que necesitamos? ¿Qué tal si eliminamos todos los privilegios, sin excepción? ¿Qué tal si eliminamos la facultad de legislar con nombre y apellido? ¿Qué tal si en vez del estado de legalidad que tenemos, probamos con un estado de derecho? ¿Qué tal si probamos vivir por derecho y no por permiso? ¿Qué tal si evitamos que los intereses particulares prevalezcan sobre los derechos individuales? ¿Qué tal si en vez de un estado obeso, lento y lobotomizado, tratamos de establecer uno magro, ágil y eficaz?

Yo digo que no hay mejor momento, que ahora, para ProReforma.

08
Jun 10

"Guatemala no ha cumplido su parte"

Carlos Castresana dijo ayer que, para la Organización de las Naciones Unidas, Guatemala no ha cumplido su parte. Puesta así, la frase es algo vacía porque, ¿qué es Guatemala? ¿Quién es Guatemala? Más bien…¿quienes dicen representar a Guatemala? Yo creo que la mentalidad colectivista mueve a decir Guatemala, donde se debió haber dicho los guatemaltecos. Y puesta así, la frase no deja de tener razón: muchísimos guatemaltecos no han cumplido su parte.

El concepto de una Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, y el de un supercomisionado con poderes de procónsul es muy cómoda para algunos grupos de chapines. Por un lado están aquellos que no quieren mojarse los pantalones y que prefieren dejar en manos de la comunidad internacional la solución de nuestros problemas. Por otro están aquellos que ven en la Cicig una oportunidad más para ganar -quedito y desde el poder- lo que no pudieron ganar durante la guerra de 36 años. Por otro lado están los resignados, los abúlicos y perplejos. Tres de aquellos grupos, sólo para dar tres ejemplos.
Hay, sin embargo, más de 73,000 guatemaltecos que apoyan ProReforma. 73,000 que no están esperando a que vengan a barrernos la casa; 73,000 que no están minando la institucionalidad que hay; 73,000 que no están sentados soñando con que esto también pasará. ¡Hay miles de patojos participando en Jóvenes por Guatemala, en Un techo para mi país, en el Movimiento Cívico Nacional, en Un joven +, en Rotarac y en muchas otras iniciativas ciudadanas!
Claro que ProReforma, por ejemplo, no es del gusto de todos; y claro que ProReforma no es perfecto, como les gusta decir a algunos críticos; pero, ¿quién tiene una mejor propuestas? ¡¿Quién tiene una propuesta?! ¿Quién se atreve a poner una norma que prohíba expresamente todos los privilegios? ¿Quién se atreve a dividir la facultad legislativa, de la facultad normativa?
En cierto sentido, es verdad que Guatemala no ha cumplido su parte; pero sólo es porque hay guatemaltecos que no actúan como ciudadanos.
Más interesante resulta, el asunto, si tomamos en cuenta lo que nos advierte el lector Luis Godoy: Me parece que no es exactamente lo que dice Castresana, ya que escuchando la grabación dice: “para las autoridades de los tres poderes del estado es necesario recordar que…las autoridades de Guatemala no están cumpliendo”. Minuto 4:45 del Tercer vídeo de la página de la Cicig. Si así es como es la cosa…ciertamente que es un grupo bien identificado de chapines el que no está cumpliendo. Y qué casualidad…es el grupo que tiene el poder.

17
May 10

Guatemala en manos de la comunidad internacional

¡Coño!, hay que verlo para creerlo. Carlos Castresana, el jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, ya le planteó a la comunidad internacional la supuesta necesidad de una serie de reformas constitucionales específicas; y según él hay que hacer la reforma ya, pero ¡ya! Y cuando uno lee esta frase, casi escucha los dedos tronando, del Señor Procónsul. Parece que estuviera diciendo: ¡Se me cuadran, pero ya!

Vamos a ver qué pasa porque cuando la idea de hacer una reforma constitucional integral vino desde lo interno de la sociedad guatemalteca, promovida por más de 70 mil ciudadanos que respaldaron ProReforma, el establishment se consolidó graníticamente para ningunearla y obstaculizarala. A ver qué hace ahora, el establishment con la propuesta de Castresana y su comunidad internacional.
La parte más coyona del establishment temió apoyar a ProReforma porque no era perfecta y porque le podía abrir la puerta a una reforma constitucional que reviviera las inquietudes del intento de reforma de finales del siglo pasado, que sirviera a los intereses de Los Colom, y que orientara al país más hacia el colectivismo; pues bien…aquí se las está ofreciendo Castresana y la quiere ¡para ya! Sólo que ahora, ProReforma está en el congelador y como no era perfecta, Castresana, Los Colom y la comunidad internacional casi que tienen la mesa servida.
Paralelamente la parte progre del establishment, que aprende de sus yerros, a ver si comete los errores que cometió durante el intento de reforma del siglo pasado. Se que invirtieron mucho tiempo en entender qué pasó, y seguramente enmendarán sus equivocaciones. Pero esta vez…con la asesoría de la Cicig, y quizás con la asesoría de expertos chavistas.
Y el tiempo dirá si tengo razón. A los guatemaltecos nos volvió a dejar el tren; pero este ha regresado para pasarnos encima.
Esta entrada fue publicada en el diario Siglo Veintiuno.

11
Mar 10

Tres críticas contra ProReforma

Me llamaron la atención tres críticas al proyecto de reforma constitucional, ProReforma, que me gustaría comentar. Son de Hugo Us, Samuel Pérez, y Martín Rodríguez.

Hugo Us asegura que el proyecto se contradice porque los que apoyan ProReforma         despotrican contra la democracia porque argumentan que este sistema no ha funcionado… y puede fomentar la tiranía de la mayoría …; y luego, en su desesperación, piden que la iniciativa sea sometida, sin más trámite, a consulta popular o que bastan las 5,000 firmas que lo avalan para que eso sea así.

 
Lo primero que llama la atención es que Us cita a defensores del proyecto; pero no tiene la bonhomía de mencionarlos. Usted dirá que eso es una sutileza, pero yo creo que es como tirar la piedra, y esconder la mano.
 
Luego, ¿ya se dió cuena Us de que lo de las 5,000 firmas en realidad son 70,000? Digo, porque si bien es cierto que él y otros como él tratan de desacreditar intelectualmente a los firmantes, acusándolos de sólo responder a la propaganda, lo cierto es que fueron 70,000 y aunque algunos de ellos no sepan leer, ni tengan los grados académicos que tiene Us, yo no me atrevería a ningunearlos así nomás. ¿Cuál es el propósito de pintarse como paladín de la democracia y luego desconfiar de la gente?
 
Adicionalmente, lo de las firmas no es algo desesperado de última hora. Es parte fundamental del plan, ¡desde el mero principio!; y es en respuesta a una novedad constitucional que debería empoderar a los ciudadanos. Es cierto que se usa publicidad para promover ProReforma; pero ¿no es eso normal en cualquier proceso de persuasión pública? Además, ¿me va a decir, el lector que apoyó ProReforma, que usted necesitaba de una valla para entender que el sistema está podrido y que hay que reformarlo? ¿Me va a decir, el lector, que necesitaba de vallas para comprender que los principios de ProReforma son mejores que los principios prevalecientes, o que los que no sostienen las reformas inexistentes que nunca proponen algunos críticos de ProReforma?
 
Yo entiendo las quejas contra la democracia qua sistema de gobierno en el que se hace lo que la mayoría quiere; empero, ¿quién en sus cinco sentidos despotricaría de la democracia como un medio pacífico para tomar decisiones y elegir autoridades, o como herramienta para garantizar la libertad, o como instrumento para la formación cívica? Es más, los proponentes de ProReforma son tan, tan, tan, tan democráticos que piden que el proyecto sea sometido a una consulta popular. ¿Que puede ser más democrático que eso? ¡Que la gente diga si sí, o si no! Esto es, opuesto a que lo decida un grupo de élite política, que es lo que está ocurriendo ahora, precisamente, gracias a gente como Us; porque, como escribió Ludwig von Mises, la democracia garantiza un gobierno acorde con los deseos de la mayoría; lo que, en cambio no puede impedir es que la propia mayoría sea víctima de ideas erróneas y que, consecuentemente, adopte medidas equivocadas.
 
Por eso es que la discusión de ProReforma es muy importante. Forma parte de aquel proceso de formación cívica al que me referí arriba. Ya sabemos que la Constitución facilita que los ciudadanos propongan reformas a la Carta Magna; pero ya sabemos, también, que el establishment hará todo lo posible porque eso no se haga realidad. ProReforma reta las ideas prevalecientes y las pone a discusión. ¿Por qué no apoyar un artículo constitucional que prohiba expresamente los privilegios? ¿Por qué no romper paradigmas y establecer un sistema legislativo que separe al cuerpo que hace leyes como normas generales y abstractas, del cuerpo legislativo que hace reglamentos y normativas específicas y concretas? ¿Por qué?
 
Esto me lleva a la segunda crítica que vale la pena comentar. Esta es la de Samuel Pérez en la que reconoce que los sistemas bicamerales en otros países tienen problemas de corrupción y de privilegios; pero hace parecer como si el sistema de ProReforma fuera igual a otros sistemas bicamerales en los que hay una Cámara Alta y una Cámara Baja, y en los que una y otra se fiscalizan y balancean mutuamente. Si Pérez leyera ProReforma, descubriría que esta no es la relación que hay entre el Senado y la Cámara de Diputados. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué si confundir deliberadamente lo que no puede ser comparado porque es de naturaleza distinta? ¿Por qué no hacer la diferencia que hace ProReforma?
 
Pérez se pregunta que cómo es que se va a garantizar que los senadores sean representantes de los diferentes departamentos de Guatemala, como los senadores gringos son representantes de sus estados. ¡Como si eso fuera importante! En los EUA se supone que los senadores iban a defender los intereses de sus estados, frente a la Federación; lo cual, aquí, no tendría sentido alguno porque aquí no hay estados. ¡Guatemala es un sólo estado! Yo no puedo creer que estos detalles se le escapen a alguien como Pérez. Los senadores chapines no representarían a departamentos, sino a los electores. Yo estoy seguro de que si la gente que va a cumplir 50 años de edad en Quetzaltenango, en Alta Verapaz, en Escuintla o en Zacapa, para poner unos ejemplos, va a tener la oportunidad de elegir senadores una sóla vez en su vida, seguramente van a aprovechar la ocasión y van a tratar de elegir senadores. ¿Por qué no? Los distritos electorales, sólo servirían para propósitos administrativos, pero los senadores representarían a sus electores, no a esas abstracciones que son los distritos. Yo no puedo creer que cosas así se le escapen a Pérez.
 
El columnista tiene razón, eso sí, cuando dice que los cambios no implican mejoras. Ningún sistema puede ofrecer tal garantía; pero, como escribió el buen Mises si la mayoría de la nación sostiene ideas equivocadas y prefiere candidatos indignos; y yo añado que si también prefiere conservar el sistema que no está funcionando, no hay más solución que hacer lo posible por cambiar su mentalidad, exponiendo principios más razonables. Y para eso es ProReforma, para tratar de persuadir a la mayoría de la nación de que hay mejores principios que aquellos sobre los cuales está el sistema que nos tiene acorralados en la inseguridad y en la miseria. ¿Por qué no probamos otros principios? ProReforma existe porque unos preferimos buscar las mejoras mediante la persuasión, en contraste, por ejemplo, con aquellos que las buscan mediante la coerción.
 
La última crítica que voy a comentar hoy es la de Martín Rodríguez. Martín está tranquilo porque ProReforma podría quedar para después; y, en consecuencia, el sistema actual continuará incólume. El establishment está a salvo frente a la supuestamente excluyente propuesta de que ProReforma sea sometido a la consideración de ¡todos! los ciudadanos. Sinceramente, a mí la lógica de Martín siempre me deja confundido. El politólogo, Martín, invita a los proponentes de ProReforma a que organicemos un partido político; ¡como si esa fuera la única forma admisible para participar cívicamente en la persecusión de un mejor país! La política partidista es una buena forma de hacerlo; pero hay que ser algo miope como para creer que sea la única.
 
El mismísimo periodismo de opinión, actividad en la que él se luce cada vez que puede, es una forma de influir en las ideas prevalecientes; y es, conforme a esas ideas prevalecientes, que responden los políticos. Por eso es que las ideas de Us, Pérez y Rodríguez merecen ser comentadas. Es gracias a ellas que prevalece el establishment.

25
Feb 10

ProReforma y el Hayek de Alvaro Velásquez

Alvaro Velásquez, en su columna de hoy sobre ProReforma, asegura que para Friedrich A. Hayek el enemigo a vencer es la democracia en tanto soberanía popular…

La discusión de las ideas de Hayek es atingente porque en la obra de aquel filósofo y economista austriaco, y particularmente en The Constitution of Liberty y en Law, Legislation and Liberty se hallan las raíces filosóficas y teóricas de ProReforma. ¿Debería ser novedad que ProReforma, como otras ideas que se discuten en la actualidad, esté parada sobre hombros de titanes?
Friedrich A. Hayek, a pesar de lo que asegure Velásquez, no era un enemigo de la democracia. Y, ¿cómo sabemos esto? Pues leyendo lo que decía Hayek: El liberalismo es una doctrina sobre lo que debiera ser la ley; la democracia, una doctrina sobre la manera de determinar lo que será la ley. El liberalismo considera conveniente que tan sólo sea ley aquello que acepta la mayoría, pero no cree en la necesaria bondad de todo lo por ella sancionado. Acepta la regla de la mayoría como un método de decisión, pero no como una autoridad en orden a lo que la decisión debiera ser. Para el demócrata doctrinario, el hecho de que la mayoría quiera algo es razón suficiente para considerarlo bueno, pues, en su opinión, la voluntad de la mayoría determina no sólo lo que es ley, sino lo que es buena ley. Hayek, pues, es crítico de los demócratas doctrinarios quizás al estilo de aquellos que creen que la democracia es un sistema egorreductor; al cual o nos ajustamos todos, o no nos hundimos todos.
Para no fiarse de lo que dice Velásquez que dice Hayek, o de lo que digo yo que dice Hayek, ¿qué más dice Hayek sobre la democracia? Si la democracia es un medio antes que un fin, sus límites deben determinarse a la luz de los propósitos a que queremos que sirva. Existen tres argumentos principales que justifican la democracia. Cada uno de ellos puede considerarse como definitivo. Luego, Hayek considera que es un medio y que es un medio útil; y propone tres argumentos que la justifican y enfatiza en que son definitivos.
¿Cuáles son esos tres argumentos? Veamos qué dice el mismísimo Hayek:
1. Siempre que se estime conveniente la primacía de una opinión entre varias en conflicto -concurriendo la circunstancia de que habría de imponerse, por la fuerza- resulta menos dañoso que apelar a la violencia el determinar cuál de aquellas opiniones goza del apoyo más fuerte utilizando al efecto el procedimiento de contar los que están en pro y los que están en contra. La democracia es el único método de cambio pacífico descubierto hasta ahora por el hombre. Hayek, se entiende, no es enemigo de la democracia; porque sabe que es un instrumento utilísimo y valiosísimo para que haya paz.
2. La democracia constituye importante salvaguardia para la libertad individual…la democracia no es todavía la libertad; y el argumento hayekiano aduce tan sólo que la democracia probablemente engendra más libertad que otras formas de gobierno. Hayek explica que este argumento es históricamente muy importante y trascendente. ¿Cómo va a ser, Hayek, enemigo de la democracia, si considera que esta es una importante salvaguardia para la libertad? Hayek sabe que puesto que, de hecho, el poder coactivo debe ejercerse siempre por unos pocos [los políticos y sus funcionarios], habrá menos probabilidades de abuso si el poder en cuestión, conferido a los pocos [por los electores], es siempre revocable por los que se han sometido a él. Hayek sabe y explica por qué es importantísima la soberanía popular.
3. El tercer argumento de Hayek para justificar la democracia, es el que él considera que es el más poderoso de los tres: alude a la ilustración que las instituciones democráticas proporcionan a las gentes de la mecánica de los negocios públicos. Hayek cita a Alexis de Tocqueville y explica que la democracia es el único método efectivo de educar a la mayoría; y añade que la democracia, por encima de todo, es un proceso de formación de opinión. Su ventaja principal no radica en el método de seleccionar a los que gobiernan, sino en que, al participar activamente en una gran parte de la población en la formación de opinión, se amplía el número de personas capacitadas entre las cuales elegir.
Y Hayek abunda: Cabe admitir que la democracia no designa para las funciones públicas a los más sabios y mejor informados, como igualmente que en un momento dado la decisión de un gobierno formado por la élite pudiera ser más beneficioso para la comunidad; sin embargo, esto no se opone a que todavía concedamos a la democracia la preferencia.
¡Hayek prefiere la democracia!, y ofrece tres buenas razones para preferirla como un instrumento muy valioso. ¿De dónde saca Velásquez que Hayek es enemigo de la democracia? Lo que no recomienda , claro, es que la democracia sea algo con lo que haya que hundirse; porque, si así fuera, ¿qué clase de instrumento para garantizar la paz, la libertad y la dignidad humana iba a ser ese tipo de democracia dogmática?
Las citas de Hayek son de El gobierno mayoritario, capítulo VII de Los fundamentos de la libertad o The Constitution of Liberty.

23
Feb 10

Carlos Fajardo y sus inquietudes sobre ProReforma

En el contexto de mis artículos sobre ProReforma, el lector, Carlos Fajardo pregunta que, cuando hablo sobre privilegios, concretamente, ¿a qué me refiero? Pues bien, un privilegio es una prerrogativa, o una exención que tiene su origen en una ley particular (o ley privada y de ahí su etimología). Por su naturaleza, los privilegios no son para todos en general, sino para unos en particular. Los privilegios son discriminatorios y excluyentes porque le les dan a unos, y no a otros. Se oponen, pues, a la igualdad de todos ante la ley. Donde hay privilegios no hay igualdad de todos ante la ley y, por lo tanto no hay estado de derecho. Lo que hay es estado de arbitrariedad. Por eso es que los privilegios son repugnantes.

Fajardo señala que así como suena, los niños, embarazadas y en general la gente pobre y no tan pobre que usa los servicios públicos basados en los impuestos de todos, son un sector privilegiado. Y Fajardo tiene razón. Todos aquellos que usan, o usamos servicios por los cuales aparentemente no pagamos; pero que están a nuestra disposición porque otros han sido forzados a pagar por ellos, podríamos parecer privilegiados. Empero, esos servicios están ahí para ser usados y son parte de las reglas del juego y de las condiciones dadas. Sería absurdo rehusar su uso. Lo malo no es jugar de acuerdo con las reglas del juego dadas; lo malo es pedir los privilegios, perpetuar el sistema de privilegios, y no hacer nada para acabar con esas desigualdades.

Lo cierto es que todos pagamos impuestos. ¡Todos! Unos pagan más y otros pagan menos. Unos pagan directamente y otros…los más pobres, pagan con falta de oportunidades. El dinero que los que pagan más no invierten en más fábricas, más comercios, más fincas, y más empresas, porque tienen que entregárselo a los políticos para que luego lo redistribuyan, es el dinero que sirve para satisfacer las demandas de los grupos de interés que viven del presupuesto del estado y ahí se diluye en corrupción, mala administración y desperdicio. Los más pobres pagan impuestos de la forma más cruel, porque lo hacen en términos de subempleo, y de desempleo.

Un profesor al que respeto mucho escribió una vez que el amor por la libertad es el amor por los otros; y esa frase se me viene a la mente cuando pienso en el tema que Fajardo trajo a este espacio. Actualmente, como los políticos tratan con los niños, las embarazadas y los pobres es que los hacen hacer cola, los hacinan, los humillan, los someten a privaciones en hospitales sin medicinas, en escuelas sin escritorios, o en sistemas de seguro social que sólo sirven para el enriquecimiento ilícito de quienes los administran. Y, por si eso fuera poco, los someten a la dependencia no sólo perpetuando el sistema de miseria y de falta de oportunidades, sino que acostumbrándolos a recibir lo que ha sido tomado de otros por la fuerza.

En un sistema de libertad, la mejor política social es un buen empleo. En un sistema de libertad, la idea es que las personas puedan pagarse el médico, la previsión social, el colegio, la casa y todos lo demás con el salario que reciben, o con las ganancias que obtengan. Que no tengan que depender de caprichos políticos, ni de la expoliación, ni conformarse con pitanzas. Pero para eso es inevitablemente necesario que en la sociedad haya ahorro y formación suficiente de capital. Para eso es necesario que abunden más las ofertas de trabajo, que los trabajadores en busca de empleo. Para eso es necesario que el dinero de las personas no sea desperdiciado por políticos y funcionarios venales e ineptos.

Y, ¿qué pasa con los más, más pobres y vulnerables? Pues en una sociedad próspera, es más fácil y más posible que abunde la benevolencia. Los individuos ricos, en las sociedades más ricas del planeta, son los que más contribuyen a todo tipo de obras de benevolencia no sólo en sus propios países, sino que alrededor del globo. Mientras más riqueza tiene la gente (aún entre la clase media más modesta), más tiene para compartir con otros. Y si esas obras de benevolencia no están en las manos de los políticos y burócratas que constantemente criticamos por sinvergüenzas e incapaces, pues tienen más posibilidades de beneficiar, de verdad, a aquellos que más las necesitan. ¿Quién que puede no tiene una obra de benevolencia favorita?

No estoy de acuerdo con que tengamos que aceptar inevitablemente eso de que los diversos grupos intenten promulgar leyes que los beneficien, como dice Fajardo. Creo que esa resignación es parte de la raíz del mal y que hay que acabar con ella cuanto antes. Todos los males que nos trae ese fatalismo no se componen multiplicando los privilegios, ni perpetuando la competencia por beneficios particulares a costa de los demás. Opino que –aunque no lo hagan ni en Inglaterra, ni en los Estados Unidos de América– lo hagamos nosotros. ¡Acabemos con los privilegios y con la exclusión que generan! Probemos con un sistema que favorezca la creación de riqueza (que es lo contrario a la pobreza). Confiémosle a la benevolencia y a la voluntariedad, lo que ahora hacemos por la fuerza y de forma arbitraria.

Fajardo cree que sólo los ricos podrán ser electos para el senado porque cree que sólo ellos podrán tener la publicidad necesaria para conseguir votos; pero si eso fuera cierto, también lo sería en cualquier sistema que dependiera de contribuciones voluntarias para las elecciones. La experiencia, sin embargo, nos dice que los que tienen poder económico les reparten dinero a todos; y si continúa el sistema de privilegios, lo que ocurre es que le reparten más a aquellos que les pueden garantizar sus privilegios, si es que sus fortunas dependen de aquellos Lo que sería interesante, don Carlos, es que nos contara cuál es la opción frente a las donaciones voluntarias, sin recurrir al uso de la fuerza para extraer fondos de los tributarios y redistribuirlos entre los políticos. Esto es porque creo que deberíamos desterrar el uso de la fuerza en todas nuestras relaciones sociales, y especialmente en las relaciones políticas.

Fajardo habla de los que tienen poder económico y de los ancianos de la misma forma en que los economistas clásicos se planteaban aquello de que por qué es que valen más los diamantes que los panes. No hay tal cosa como los que tienen poder económico, ni los ancianos, como no hay tal cosa como los diamantes y los panes. Hay estos ricos o este rico y estos ancianos o este anciano; de la misma forma en que hay estos diamantes y estos panes, aquí y ahora. Si se colectivizan este tipo de planteamientos –y no se reconocen las diferencias y las preferencias individuales, espaciales y temporales de los individuos– es como tratar de pintar La Gioconda con brocha gorda. De verdad no creo que alguien serio diga que las personas mayores tengan más valor que las de menor edad, ni que los ancianos no se equivoquen. ¿Qué de bueno puede salir de criticar a ProReforma usando estas generalizaciones inútiles, y de criticarla por lo que no dice? El supuesto en el que se basa esa propuesta es el de que las personas mayores de 50 años –si son bien escogidas, como uno escogería si sólo va a tener una oportunidad de hacerlo en la vida– van a tener más experiencia que las personas más jóvenes, y van a tener más ejecutorias de vida demostradas. ¿O no?

Finalmente voy a decepcionar grueso a Fajardo –que ha militado en las Fuerzas Armadas Rebeldes y en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca–porque resulta que aunque no soy randiano, Ayn Rand sí es una de mis filósofas favoritas y tengo un respeto profundo por la ética objetivista. Y lo que definitivamente no soy, ni por asomo, es neoliberal. Más bien soy liberal clásico o libertario. Para ilustrar el asunto se los pongo así: Los neoliberales favorecen los tratados de libre comercio, en tanto que los de mi persuasión preferimos la apertura unilateral de fronteras y la eliminación de aranceles; los neoliberales recomiendan el flat tax, mientras que los míos recomiendan el poll tax; los neoliberales apoyaron la dolarización, en tanto que los liberales y libertarios nos decantamos por la libre elección de monedas y por el oro; los neoliberales privatizaron monopolios, mientras que nosotros optamos por liberar mercados y por permitir que la gente pudiera elegir; los neoliberales siguen las recomendaciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, en tanto que los otros preferimos que cierren esas dos organizaciones.

¿Por qué? Porque el liberal clásico o libertario tiene como principios el respeto de los derechos individuales de todos, y la igualdad de todos ante la ley. No por cuestiones utilitaristas, sino por razones éticas.

Si a los chapines se nos niega la oportunidad de cambiar el sistema y de acabar con los privilegios, una vez más nos dejará el tren.