Para mí, Totonicapán es sinónimo de pinabetes y de panaderías maravillosas. Toto no era sinónimo de luto. Hasta el jueves pasado. Urge una investigación científica, técnica y objetiva que aclare qué es lo que ocurrió en el kilómetro 170 y quiénes fueron los responsables de aquellos acontecimientos dolorosos. Dicha investigación sin embargo va a ser cuesta arriba. Para comenzar, la escena de los sucesos –como ocurrió en el caso Gerardi– no fue tratada responsablemente. Rigoberta Menchú, por ejemplo, se paseó por el lugar (que debería haber estado aislado) y anduvo por ahí, de forma antitécnica, supuestamente recogiendo cascabillos. Si ha visto CSI, debería saber que eso es muy inapropiado en una escena en la que ha habido muertos y heridos. ¿Dónde estaba el MP para evitar que Menchú contaminara el lugar.
Una investigación confiable va a ser difícil porque es un tema politizado. Hay organizaciones influyentes y poco escrupulosas que están comprometidas con hacer la revolución desde los movimientos sociales. Es la gente que organiza bloqueos e invasiones, entre otras acciones igualmente delictivas. Es la gente que acarrea a la mara y que se beneficia con los muertos y heridos de Toto; y con los Mario Alioto y los Abner Abdiel que pudieran darse por ahí.
La investigación científica, técnica y objetiva es importante para saber la verdad; y para ello los embajadores de países amigos deberían hacer chitón. Es una hipocresía que digan que el Ejército debe mantenerse al margen de este tipo de asuntos, cuando la Constitución lo faculta para ello; y mientras que sabemos que cuando Merkel visitó Grecia, para protegerla a ella y a su embajada (contra los manifestantes) había unidades antiterroristas y ¡francotiradores en los tejados!
Lo cierto es que, en casos así, fuerzas debidamente entrenadas y equipadas deberían actuar rápidamente; y coincido con que es una imprudencia mandarlos a esos lugares a pararse ahí, a hacer nada, y a elevar el nivel de tensión.
Las manifestaciones no deben ser criminalizadas; pero donde hay coacción, amenazas, robo, hurto e incendio agravados, e instigación a delinquir, hay delitos. Y donde hay delitos no hay ejercicio de derechos, sino actos delincuenciales. Para algunos, ¡la lucha sigue!…tristemente.
Esta columna fue publicada en El Periódico.