“¡Andá a freír niguas en sartén de palo!”, decía, mi tía abuela, La Mamita, cuando uno se la estaba tratando de cuentear. La anécdota viene al caso por un correo electrónico que recibí de mi amiga B, sobre la supuesta destrucción de glaciares en Chile.
No voy a dar el nombre de B para no quemarla, porque cayó de inocente y porque la quiero mucho, pero es bueno estar alerta para no hacer el oso que hizo ella.
Para hacer la historia corta, el mensaje cuenta que por dos ríos, alimentados por dos glaciares, en el valle de San Félix, de Chile, corre el agua más pura. Advierte, el mensaje, que debajo de aquellas formaciones han sido hallados grandísimos depósitos de oro y plata, y que para llegar a ellos será necesario destruir los glaciares, ¡algo nunca visto en la historia del mundo!
Para estas alturas, la veta ecohistérica de la mayoría de personas que leen el mensaje está a flor de piel; y, para no dejar las cosas a medias, los autores del correo lanzan lo que para ellos es una de las peores infamias: afirman que George Bush padre es miembro de la empresa minera que destruirá los glaciares. Ecohisteria y sentimientos antiyanquis hacen del correo un éxito seguro. Pero para no dejar nada al azar, sus autores le añaden un toque étnico, así que, según el mensaje, los campesinos de la zona se oponen al proyecto. ¿Qué puede salir mal?
Antes de llegar a ese punto, comparto con ustedes que el mensaje que me llegó venía firmado por entusiastas de México, Suecia, Nicaragua, Honduras, Brasil, Colombia, República Dominicana, Argentina, Italia, España y Puerto Rico; además de dos chapinas y de una multitud de ticos. El e-mail dice que para detener la atrocidad citada, es necesaria la ayuda internacional.
Ahora volvamos a lo que salió mal: varios amigos de B respondieron el mensaje para advertirle que toda esa historia es una fabricación malintencionada. Por ejemplo: 95 por ciento de los metales preciosos no está debajo de los glaciares, y la empresa explotadora se ha comprometido a proteger el 5 por ciento que sí lo está.
El área en la que se encuentra el proyecto cuenta con 50 glaciares diferentes y los dos que están cerca del proyecto sólo aportan 0.3 por ciento de las potenciales fuentes de agua.
El desempleo en esa área es tan alto que la empresa recibió más de 50 mil solicitudes de trabajo; la gente, en realidad, apoya el proyecto, y según una carta enviada por presidentes democráticamente electos, de asociaciones comunitarias: “Estamos cansados de escuchar a nuestros compatriotas que no tienen conocimiento de nuestra realidad, y sobre todo, de extranjeros que hablan de nuestros problemas. Estamos cansados de ver cómo la Iglesia es usada para difundir sus mentiras”.
Para consuelo de los antiyanquis, Bush sí tuvo relación con la empresa, pero sólo fue consejero honorario, a mediados de la década de 1990, y nunca fue director, ni ejecutivo de la misma.
Los ecohistéricos son tan cuenteros que La Mamita los mandaría a freír niguas en sartén de palo varias veces al día. En 1914, la Oficina de Minas de los EE. UU. predijo que el petróleo duraría 10 años. En 1939, el Departamento del Interior informó que quedaban 13 años de producción petrolera en los EE. UU. En la década de 1970, Lester Brown, de Worldwatch Institute, vaticinó que el crecimiento de la población excedería la producción de alimentos. Y, en 1968, Paul Erlich advirtió que el hambre reduciría la población de Estados Unidos a 22 millones para 1999. Y ahí anda Al Gore neceando con el Protocolo de Kioto y con su visión antropocéntrica del calentamiento global.
Uno de los cuates de B escribió que antes de incluir su nombre y datos en este asunto, decidió informarse bien al respecto. Y creo que ese es el mejor consejo para estos casos de propaganda ecohistérica. Saben qué, muchá, con eso de los glaciares, el petróleo, el calentamiento y los alimentos, ¡váyanse ustedes a freír niguas en sartén de palo!
Publicada en el diario Prensa Libre el sábado 8 de febrero de 2008