Pasó lo que tenía que pasar…el Registro Nacional de Personas se mostró incapaz de cumplir con la tarea que le había sido asignada y miles de chapines dejaron las cosas para última hora. Y la Corte de Constitucionalidad dejó sin efecto la fecha límite para la vigencia de la Cédula de Vecindad. El Documento Personal de Identificación tendrá que esperar. Y la SNAFU sigue incólume.
Para el DPI y en el Renap todo empezó mal desde que los datos de las personas fueron irresponsablemten trasladados de forma descuidada. Ese pecado original ocasionó contratiempos y disgustos innecesarios que entramparon todo el proceso y le dieron una mala reputación a aquella dependencia. A ello súmensele los conflictor internos, la presunta corrupción y los rumores de manipulación política.
A quienes hicieron sus trámites en tiempo, pero tuvieron problemas causados por terceros (como falta de certificaciones de partidas de nacimientos por quema o destrucción de los archivos originales), el Renap y otras autoridades les pusieron trabas y complicaciones extremas para resolver su situación.
A todo aquéllo agréguesele la tradición chapina de dejarlo todo para último momento. De no hacer las cosas como debe ser. Miles de personas -incluso gente que uno supone que debería ser más chispuda- dejaron el trámite para cuando ya no quedara de otra. Y claro, eso puso presión adicional sobre una burocracia que ya había demostrado su inutilidad, aún en tiempos normales.
Pero…¿cómo iba a ser distinto? Cuando la burocracia chapina tenía el monopolio de las telecomunicaciones no había teléfonos. Cuando tenía el control de la generación de energía eléctrica, abundaban los apagones y no había luz. La burocracia chapina que controla la salud y la educación, cobra sus salarios pero no hay medicinas en los hospitales, ni libros en las escuelas. ¿Por qué iba a ser distinto el Renap? Y si los chapines son dejados para todo…¿por qué no iban a ser dejados para obtener su documento de identificación.
En fin. Con su resolución la Corte de Constitucionalidad les alivió la presión y la responsabilidad a los políticos y a la burocracia que controlan el Renap; les quitó un peso de encima a los que dejaron el trámite para última hora. Conservó la tradición de hacer las cosas mal y no tener que enfrentar las consecuencias. O tal vez me equivoco.

