12
Oct 25

Yaxum B’alam y su aventura épica

 

De la mano de la autora y cuentacuentos Sylvia Valiente, ayer acompañé a Yaxum B’alam en su viaje por distintas ciudades mayas en busca de un regalo para su novia y futura esposa. En Las aventuras de Yaxum B’alam en las tierras mayas, Yaxum visita El Baúl y Kaminaljuyú, para luego dirigirse a Quiriguá y adentrarse en la selva rumbo a Yaxhá, Tikal, San Bartolo y El Mirador. En cada una de estas ciudades, el héroe recibe regalos valiosos para conquistar, con ellos, la mano de su amada.

Mientras contaba las aventuras de Yaxum B´alam, Sylvia Valiente fue amenazada por un guerrero.

Con el apoyo de props y la participación de Pablo Velásquez en los papeles del búho Iki y de un guerrero amenazante, así como con Katarina Gray en la computadora al proyectar las imágenes del cuento, Sylvia nos llevó a niños y adultos por un viaje de descubrimiento emocionante.

Sylvia Valiente conversó con Iki, el buho.

Originalmente, este libro está dirigido a niños, pero la historia atrapa y las ilustraciones de Lila Ramírez son tan chulas y apropiadas que es fácil de disfrutar por personas mayores e incluso por quienes alguito sabemos de los mayas. Nunca había oído a Sylvia relatar las andanzas de Yaxum, y su narrativa me dejó cautivado.

Al concluir el relato, el público recibió dibujos basados en el libro y crayones para darles vida y color. Yo tomé un B’alam (jaguar) y le di vida con colores anaranjado, negro, verde y rojo.

Después de la lectura del cuento, los asistentes coloreamos glifos mayas. Este es mi b´alam.

La actividad tuvo lugar en la célebre antigua Tipografía Sánchez & De Guise, donde se conservan máquinas antiguas y materiales fascinantes. Recuerdo que esa imprenta producía novenas, estampitas, un calendario famoso y otros impresos que forman parte de la historia del siglo XX en Guatemala. Como trabajé en una imprenta, encontré esta visita tres veces más encantadora.

De vuelta a Yaxum B’alam, ¡adivina quién le dio voz a Iki en las actividades del libro y quién es el de la cerbatana en el vídeo de abajo!

La lectura de Las aventuras de Yaxum B’alam en las tierras mayas ocurrió en el marco del 28.º Festival del Centro Histórico. Este evento, lleno de color y cultura, nos recuerda que las historias bien contadas trascienden generaciones y nos conectan con nuestras raíces. ¡Que vivan los cuentos, los mayas y la magia de la narración!


27
Ago 25

FLAAR: Flora, fauna y arqueología

 

Hacía ratos que quería visitar el jardín etnobotánico de la Foundation for Latin American Anthropological Research y, ¡se me hizo! Ahí conocí la  Aristolochia grandiflora o «flor pelícano», la flor más grande de Centroamérica. Chula como es, hiede como mi Stapelia gigantea.

El jardín etnobotánico de FLAAR guarda maravillas.

También aprendí que en Alta Verapaz hay muchas flores comestibles de las que uno no tiene idea. ¿Qué flores comestibles conoces? Yo los lorocos, las de izote, las de pacaya, las de calabaza y ahí se acaba mi lista. ¡Pues hay muchas más!

Descubrí que hay plantas cuyos frutos huelen a cacao y saben a cacao, pero no son cacao. Sabía que las ceibas producen una forma de algodón, pero nunca la había visto; en FLAAR pude tocar esas fibras suaves.

Con mis amigas, Lissa y Carrie, visitamos este espacio fascinante que dirige el arqueólogo Nicholas Helmuth y en el que trabaja un equipo multidisciplinario dedicado a promover la difusión de información sobre la diversidad de especies de flora y fauna nativas, y el patrimonio precolombino en Mesoamérica. Mediante tecnología digital —con fines conservacionistas y educativos— FLAAR comparte información con organizaciones educativas, gubernamentales y privadas, así como con !el público en general.

Nicholas nos mostró y tocó para nosotros la reproducción de una marimba de tortugas que él descubrió…y por supuesto que no aguanté la tentación de hacerla sonar. En 1965, Nicholas se hizo famoso por descubrir la tumba de Jade Jaguar, del siglo IX a. e. c., en Tikal. En aquel tiempo, Nicholas era estudiante de arqueología en la Harvard University.

@luisficarpediem

Una marimba de tortugas y Aristolochia grandiflora, la flor más grande de Mesoamérica en el jardín etno botánico de @FLAAR Mesoamérica #mesoamerica #jardin #arqueologia #etnobotanica #lusgi61

♬ Ave Lira – Marimba Chapinlandia

Para quienes se fascinan por la fauna, la flora y la arqueología, FLAAR es un sitio lleno de información y recursos, incluidas miles de fotografías y material educativo para niños. Este lugar es un tesoro para quienes buscan reconectar con la naturaleza y la historia de Mesoamérica. ¡Una visita que no solo educa, sino que inspira a cuidar nuestro patrimonio natural y cultural


06
Jul 25

Aventura en El Soch, y V

 

Tempus fugit o el tiempo vuela es una frase especialmente cierta cuando uno la está pasando muy bien; y en El Soch nos llegó el martes 15 de abril, día en que finalizó nuestra estancia en aquel sitio arqueológico, rincón perdido de bosques y manantiales, paraíso en el que la generosidad y la cortesía se viven de ese modo tan particular como se vive la vida en el campo.

Amanecer brillante en nuestro último día en El Soch.

Nos levantamos tarde y desayunamos lentamente, como cuando uno no quiere que avance el día. Comimos miel del panal que había sido castrado la noche anterior. Don Julio nos mostró una ficha antigua de la finca San José del Soch y volvimos a la cabaña para empacar.

No quisimos irnos sin pasar a despedirnos de las tías Chita y Tita, así que agarramos camino hacia su casa con la dicha y la novedad de que las encontramos haciendo pan. ¡Aaaaaaah, qué ganas de no irnos y de quedarnos para ayudar a hacer pan… y comerlo después! En las casas tradicionales de Guatemala es tradición preparar pan con ocasión de la Semana Santa. En parte, eso se debe a que, hasta bien entrado el siglo XX, los negocios no abrían durante aquella festividad y era necesario abastecerse antes de que llegaran los días grandes de aquella conmemoración. En parte, porque, ¿a quién no le gusta una buena fiesta? ¿Y cómo puede haber buena fiesta sin elaborar comida por toneladas y, mejor, si es en familia? ¿Y cómo puede haber buena fiesta si la comida no se comparte y se reparte?

Elaboración de pan en El Soch.

Tuvimos, pues, la dicha de llegar a tiempo para ver a las tías y a dos sobrinas de ellas en plena producción de pan. Vimos el horno encendido y las manos maravillosas amasando y trabajando las masas. Vimos las formas caprichosas y personalísimas con las que se elabora aquel alimento primordial. Les dijimos adiós al célebre lorito que escapó del gavilán en 2024, al que apodé El Barón Rojo; y nos despedimos de las oropéndolas que hay en el jardín de las tías. Luego de los abrazos y de las despedidas, bajamos a la cabaña para cargar el carro y emprender el retorno.

El intrépido Barón Rojo.

¿Vas a creer? Cuando llegamos a la casa de don Julio para despedirnos (doña Mimí ya había partido para Uspantán la noche anterior), ahí estaban las tías y la prima Marlin ayudando a desparasitar a la potranca que recién había nacido unos días antes. Un proceso difícil que requirió maña y fuerza.

…y entonces fue cuando le dijimos adiós a la familia, a los ajaw de El Soch, y nos llevamos costales llenos de buenos recuerdos, buenas experiencias y de agradecimiento por la vida y por las buenas personas que se nos cruzan en ella.

Pan y procesión en Santa Cruz del Quiché

Rumbo a Santa Cruz del Quiché, paramos en Chicamán para comprar crema que la prima Marlin nos había recomendado, donde un tío suyo. Y qué bueno que compramos buena cantidad, porque resultó una crema deliciosa.

Ahí van la caja de pan, Raúl y Lissa.

Luego de la compra, agarramos camino rumbo a Santa Cruz, paramos brevemente en Sacapulas para comprar sal negra y algo de alfeñiques y de chancaca. Estos dos últimos son dulces tradicionales guatemaltecos, bastante parecidos a la melcocha.

Llegamos al hotel Casa Antigua El Chalet, hospedaje que nos gusta por cómodo y confiable, porque ahí se come razonablemente bien. Luego de un baño y de una siesta breve, caminamos rumbo a la Panadería Zuly, porque el martes es el día en el que la gente que no hizo pan, o la gente que gusta de ciertos panes específicos, acude a comprar ese alimento. En la costa sur le dicen pan para Judas. Esto ocurre en casi todas las poblaciones del país. Llegamos a la panadería y… ¡Oh, tristeza!… ya no había cazuelejas de mantequilla, ni bizcochos. Sin embargo, pusimos nuestras mejores puppy faces y accedieron a vendernos unas cazuelejas. ¿Cuál fue la lección que aprendimos? Si el año entrante tenemos la dicha de andar por ahí, encargaremos nuestro pan con anticipación, como debe ser.

Ya con nuestra caja de pan bien amarrada, tomamos un tuk tuk que nos llevó al hotel. Ahí, junto a la chimenea, tomamos un par de tequilas, cenamos, hicimos el debriefing del día y Lissa se fue a acostar, en tanto que Raúl y yo nos dispusimos a caminar por la ciudad. No tuvimos que andar mucho cuando nos encontramos una procesión encantadora. Primero, por la forma particular de los capirotes de los cucuruchos y, segundo, porque iba precedida por matracas. Matracas pequeñas y matracas grandes. En la ciudad de Guatemala nunca las he visto en procesiones, pero resulta que, en otros lugares del país, todavía se usan estos instrumentos de madera que emiten sonidos fuertes y francamente desagradables; pero que son muy impresionantes en la noche y en medio de nubes de incienso.

Matracas y capirotes en la noche.

Luego de ver la procesión, caminamos tranquilamente por las calles oscuras y solitarias de Santa Cruz del Quiché y volvimos al hotel para dormir como tiernos.

La mañana en Santa Cruz

El mercado de Santa Cruz del Quiché es enorme y abarca muchas calles; además, es un mercado bien abastecido. En él abundan todos los productos propios de un gran mercado: pescados, carnes, verduras y todo lo que se te pueda ocurrir. Es alegre levantarse temprano, desayunar y salir a explorar.

Arco tradicional y ornamentos en Santa Cruz del Quiché.

Además, el parque central de la ciudad es un hervidero de gentes, compradores, vendedores y devotos que acuden a la catedral para confesarse. Es Miércoles Santo y mundos de gente haciendo cola para prepararse para la conmemoración que se acerca. El atrio de aquel edificio, como el año pasado, está adornado con un arco tradicional y galán. Un grupo de hombres que colaboraban para hacer los adornos propios de la fiesta nos dieron la bienvenida a Santa Cruz y nos acomodamos para que nos lustraran los zapatos en el parque. Además, en la catedral, pasamos a saludar a los mártires amigos de nuestra amiga, Rachel, a quien siempre extrañamos cuando andamos puebleando.

Tempus fugit y al mediodía era hora de emprender el regreso a la ciudad de Guatemala. Volvimos por la ruta de Chiché, el Motagua y Tecpán. Ahí cumplimos con la tradición de comer algo en Katok y, poco antes de las 6:00 p. m., llegamos a nuestras casas. Llegamos con la certeza de haber vivido y compartido momentos extraordinarios, agradecidos por ellos y con ganas de más. Volvimos cargados de recuerdos que nos confirman que la vida, cuando se vive con gratitud y en buena compañía es un viaje que vale cada paso. 

5/5


04
Jul 25

Mayas cosmopolitas

 

La primera vez que fui a Kaminaljuyú fue cuando estaba en Segundo Básico, con el colegio, y recuerdo muy bien que el guía nos metió por los túneles. Incluso pasamos por una tumba en la que vimos un esqueleto aplastado, como de papier mâché. Regresé años después y ya no era posible visitar aquel enterramiento.

Tojín en la nueva excavación de Kaminaljuyú.

Llevé a mis sobrinos cuando eran niños y voy allá de cuando en cuando  con visitantes extranjeros, y me sorprende que haya mucha gente que, o no sabe de su existencia, o no se motiva a ir. Es un paseo muy agradable en medio de la ciudad de Guatemala.

Hace ocho días volví en compañía de la economista Deirdre McCloskey y mi amiga Lissa. ¡Y tuve la dicha de que nos guiara la mismísima Bárbara Arroyo, arqueóloga del proyecto! También nos acompañaron Gloria y Tojín, miembros de su equipo.

Estructura con ventanas en Kaminaljuyú.

Aprendí novedades de El Cerro de los Muertos. Resulta que muchos de los saqueos de tumbas son precolombinos y se pueden atribuir a rebeliones. En algún momento de esa ciudad importante, la élite religiosa dejó de cumplir con su función de hacer que lloviera y fue sustituida por dirigentes más seculares. Recientemente, mucho se ha aprendido del sistema hidráulico de la ciudad, que es fascinante.

En su mejor momento, los habitantes de aquella ciudad maya controlaban rutas comerciales y toda la meseta que actualmente ocupa la capital chapina; además, la ciudad era importante por el comercio de obsidiana.

Piscina para el espejo de agua en La Palangana.

Los habitantes de Kaminaljuyú tenían una conexión fuerte con los de Teotihuacán, y era una ciudad cosmopolita. Estructuras arquitectónicas de talud/tablero (propias de Teotihuacán) fueron construidas alrededor del año 400 e. c., y para doscientos años después debe haber habido un cambio político de tales dimensiones que aquel estilo arquitectónico fue cubierto. Los teotihuacanos «conquistaron» parte de la costa sur de Guatemala, porque querían cacao; en Kaminaljuyú, la relación era más comercial y a nivel de élites.

El viernes pasado visitamos una nueva estructura, que está siendo excavada y pronto estará disponible para el público. Ahí, uno de los arqueólogos estaba limpiando tres esqueletos de perros o coyotes, que recientemente había descubierto junto a navajas de obsidiana y pezuñas.

En esta nueva excavación hay un edificio con «ventanas», algo que es único en la arquitectura maya. Hay estructuras similares en Tajín, pero allá son del Clásico Tardío, mientras que las de Kaminaljuyú son del Clásico Temprano. Todavía falta excavar más para entender cuál era la función de estas estructuras.

En el sitio hay un espacio conocido como La Palangana. Nunca me ha llamado la atención, pero en esta ocasión nos ofreció una sorpresa. Durante el apogeo de la ciudad, ahí había un espejo de agua y se puede ver claramente la «piscina». Debe haber sido magnífico ese espacio en aquella gran ciudad habitada por gentes de varias ciudades mayas.

Me encanta que en aquel sitio arqueológico todavía se encuentren novedades y se responda a preguntas sobre los mayas; y me encanta que se abran nuevos espacios para que los guatemaltecos puedan visitar el área y entender mejor la historia de sus habitantes y la de la meseta que ocuparon desde 1200 a. e. c. hasta después del 900 e. c.

Yours Truly, Lissa, Deirdre McCloskey y Bárbara Arroyo en Kaminaljuyú.

Kaminaljuyú no es solo un montón de montículos; es un testimonio vivo de nuestra historia, un lugar donde el pasado susurra actos y hechos que aún nos sorprenden. ¡Visítalo y déjate maravillar por la complejidad de los mayas en el corazón de la capital!

Columna publicada en República.


19
Jun 25

Aventura en El Soch, IV

Es lunes y la mañana (que empezó tarde) nos invitó a caminar un poco antes de ir a desayunar; pero a caminar con una taza de café con leche en mano, por supuesto. Durante el paseo vimos varios cortes de pacayas, ya que es temporada de cosecha de pacayas allá en El Soch; y también entramos a una parte del sitio arqueológico que no habíamos visitado antes.

Amanecer frente a los chorros, en El Soch, es una dicha.

Poseídos por ese espíritu de relajamiento, nos cautivaron una bromelia hermosa y un grupo de mariposas pequeñas de colores amarillo y negro.

Bromelia en El Soch.

Durante la sobremesa, don Julio nos contó cómo su abuelo había llegado a aquellas tierras y había encontrado a la gente viviendo de forma miserable en covachas de caña de maíz cubiertas por güisquiles, y contó cómo les había enseñado a sembrar 10 cuerdas de milpa alrededor de ranchos mejor construidos. Luego, su abuelo sembró 4 caballerías de café y así fue prosperando la región.

Mariposas junto a la quebrada, en El Soch.

Junto a su casa y al trapiche, don Julio tiene una pequeña laguna donde cultiva mojarras. Peces que alimenta con hierba Santa María y con caschamotes, entre otras delicadezas. En la ciudad de Guatemala no son muy conocidos los caschamotes, que son unos tubérculos parientes de las malangas. Yo digo que son taros y son los que se usan para hacer poi en Hawaii; y una bebida deliciosa, también llamada taro, que en Guate he probado con boba tea y en helado. Antes vendían taro en Paíz, pero hace años que no lo veo. 

En fin, la cosa es que las mojarras comen rico. El año pasado, don Julio nos ofreció mojarras para almorzar, o cenar; pero como llevamos comida, no se dio la oportunidad. Sin embargo, este año reservamos el almuerzo del lunes para probar las mojarras y acompañamos a don Julio a pescarlas. Procuramos no estorbar y la pesca fue buena.

El camino hacia El Amay es de piedras.

Con aquellos pescados —bien galanes— doña Nohemí preparó un caldo y almorzamos cada uno un buen plato de caldo y un pescado gordo. ¡Qué carne deliciosa! ¡Qué manjares! No solo porque doña Nohemí los preparó riquísimos, sino porque la carne en sí era magnífica. Obvio que la alimentación de los peces se notaba en la calidad de su carne.

El vino se lució con el almuerzo y nos mandó a la cama a hacer la siesta.

Es temporada de cosechar pacayas en El Soch.

La siesta fue brevísima porque el plan era subir hacia El Amay, en dirección a la Zona Reina para, desde esa cumbre, gozar de las vistas, del valle y del día brillante. Ese cerro forma parte de la sierra de Chamá y se sube por un camino de piedras. El nombre viene del vocablo pocomchí Aj’may, que es un tipo de bambú de la región. El camino conduce a La Parroquía, en la Zona Reina, a donde no teníamos intención de llegar porque queda bien lejos.

Vista desde El Amay.

Lissa, Raúl y yo subimos y subimos hasta donde pudimos llegar en una hora de camino y, ciertamente, valió la pena. ¡Qué paisajes! Y la vegetación y el terreno muy diferentes a los del valle. Mucha piedra, mucho viento frío y aire puro. Poco tráfico, una que otra moto y uno que otro pick-up o autobús pequeño que iba y venía. Fue un paseo bien rico; y cuando calculábamos que nos quedaba poco más de una hora de luz —y el viento se hizo más helado— agarramos camino de vuelta.

En San José El Soch dispusimos recorrer algunas calles para explorar la población y después nos dirigimos a la cabaña para esperar que se pusiera el sol. Luego de un tequila y quesos a la luz de las veladoras, nos encaminamos a la casa para cenar.

La miel se extrae de la colmena silvestre.

En compañía agradabilísima de la familia de don Julio y de doña Nohemí, la cena fue una aventura porque don Julio y los muchachos castraron una colmena silvestre que había crecido peligrosamente junto al sitio arqueológico. Las abejas nos rondaban mientras cenábamos y picaron a uno de los nietos de don Julio. Comimos miel directamente de pedazos de panal y a Raúl lo picó una abeja en el labio. De cena comimos un estofado con jerez que habíamos preparado en casa y, de postre, hubo moyetes de Tres Generaciones, mismos que dos nietas de don Julio habían estado bañando en miel ligeramente aderezada con ron Zacapa. Fue una cena familiar encantadora, animada por la presencia de las abejas.

Cenamos rodeados de abejas.

En apicultura, castrar significa retirar los panales para extraer la miel. Aunque en este caso también significó deshacerse de la colmena. Este fue un procedimiento necesario porque las abejas pueden ser muy peligrosas para los visitantes y para los habitantes de la finca.

Ya entrada la noche, agarramos camino para la cabaña entre risas y bromas por las picaduras de las abejas. Y ni te imaginas… las florifundias hicieron lo suyo. En El Soch, cada instante es una invitación a vivir el presente, a saborear lo simple y a conectar con la tierra y su gente. ¡Eso es carpe diem en su máxima expresión!

@luisficarpediem

Es lunes y la mañana (que empezó tarde) nos invitó a caminar un poco antes de ir a desayunar; pero a caminar con una taza de café con leche en mano, por supuesto. Durante el paseo vimos varios cortes de pacayas, ya que es temporada de cosecha de pacayas allá en El Soch; y también entramos a una parte del sitio arqueológico que no habíamos visitado antes #elsoch #quiche #chapinesenusa #turismo #arqueologia #luisfi61 #pesca

♬ Chuchitos Calientes – Marimba Teclas Chapinas

4/5


05
Jun 25

Jaguar-Stitch: ¡un guiño maya!

El de la foto es un jaguar; pero dime si no se parece a Stitch, de Lilo & Stitch. Cuando atiendo visitantes en el Museo Popol Vuh, una de las bromas que me gusta hacer es decir que este personaje es el de la película.

Jaguar en el Museo Popol Vuh. Se parece a Stitch, ¿si, o no?

No he visto la peli, pero el tema principal me pareció encantador y vi que cuenta la historia de un rey que le devolvió el hula a la gente luego de que los misioneros lo prohibieran. A man of my own heart, ciertamanente.

Debido a que se crió en Hawaii, mi abuela Frances bailaba hula, y la recuerdo muy bien bailando Lovely Hula Hands y Hukilau Song. Esta última también la bailaba mi mamá, y era muy hermoso verlas a las dos. La última vez que mi mamá bailó fue hace 11 años, en un Año Nuevo en Amatitlán, acompañada por mi sobrino, Alejandro, con el ukulele.

Nora baila la Hukilau Song y El Ale toca el ukulele.

De vuelta al jaguar, es parte de la tapadera de un inciensario, es del Período Clásico y… mira la casualidad, proviene del fondo de aquel lago.

@luisficarpediem

El de la foto es un jaguar; pero dime si no se parece a Stitch, de Lilo & Stitch. Cuando atiendo visitantes en el Museo Popol Vuh, una de las bromas que me gusta hacer es decir que este personaje es el de la película #stitch #liloandstitch #jaguar #maya #museopopolvuh #luisfi61 #humor #pelicula

♬ He Mele No Lilo Dance – Ser Justine TV 👨🏻‍🏫

¡Un jaguar que parece Stitch, un baile que une generaciones y un lago que guarda historias: la cultura siempre nos sorprende!


01
Jun 25

Aventura en El Soch, III

 

Amanece húmedo y oscuro nuestro tercer día en El Soch. ¡Pero no importa porque va a ser un día animado, alegre y sorpresivo!

Amanece frío y nublado en El Soch.

¿Ya sabes, verdad? El Soch es un sitio arqueológico maya, del Clásico Temprano, ubicado en Chicamán, Quiché. Por su localización geográfica, era una ciudad estratégica para el control territorial. Este es nuestro segundo día en aquel sitio hermoso, en compañía de personas generosas y fascinantes. Es la segunda vez que Lissa, Raúl y yo vamos a pasar allá la primera parte de las fiestas del solsticio de primavera, y es el domingo 13 de abril del 2025.

La mañana comienza fría con café y un desayuno riquísimo, y medio de prisa porque, para la hora en que nos asomamos para comer, ya don Julio ha desayunado y se dedica a labores propias de la finca. Doña Nohemí se apresta a ir al mercado en San José El Soch, porque hoy es el día en que su familia llega a almorzar y es fiesta en la casa.

La ceiba característica de San José El Soch.

También hay fiesta en el pueblo, no sólo porque es día de mercado, sino porque en la plaza hay Baile del Venado, lo cual es un lujo para nosotros. La marimba se ubica frente a la iglesia y el baile se desarrolla a un costado de la ceiba característica de aquella población. El Baile del Venado escenifica un enfrentamiento entre cazadores y animales, principalmente un venado.

Yours Truly y el Baile del Venado en San José El Soch.

Durante la representación, porque es un baile-drama, varios pobladores nos fueron explicando quién era quién. Nos presentaron a El Viejo, que es un cazador anciano y experto; y a su esposa, La Chabelita, que es la esposa de El Viejo. Nos presentaron a El Venado, que es el personaje principal; a los cazadores; a los perros que rastrean al venado; a los jaguares, que representan los peligros de la selva; y a los micos, cuya agilidad y movimientos juguetones los convierten en personajes cómicos que, a la vez, ayudan a El Viejo. Cada personaje tiene su son particular. Los trajes, nos contaron, estaban casi nuevos y eran de la morería de don Miguel Buchán, en Chichicastenango. ¡Aaaaaaaaaaa, cómo extrañamos a nuestra amiga Rachel -compañera de aventuras- que sabe mucho de estos temas!

Fin del Baile del Venado en San José El Soch.

Los diálogos son muy difíciles de seguir por la distancia y por las máscaras, pero en un momento escuchamos que uno de los danzantes principales se refirió a «los que nos visitan» y, como Lissa, Raúl y yo éramos los únicos fuereños en el lugar, supusimos que éramos nosotros y agradecimos el gesto. Además, los perros y los micos, que son representados por niños, no perdían oportunidad de ladrarnos y de provocarnos de forma juguetona. Un grupo de chicos se acercó para mostrarnos sus dinosaurios de plástico con los que juegan.

@luisficarpediem

Baile/drama del venado en San José el Soch. La música no es de esta danza, sino del Paabanc #elsoch #quiche #chicaman #baile #danza #venado #chapinesenusa #tradicion #moreria #luisfi61

♬ La Danza de los Venados – Cover – Banda del Maestro Luciano Jimenez

Lissa y Raúl caminan desde la casa hasta el pueblo y de regreso por el camino precioso, cruzando una quebrada; en cambio, yo… si ya me conoces… sabes que bajo y subo en el pick-up. Tan lento como puedo y con las ventanas abiertas para disfrutar del paisaje, los sonidos, los aromas y los colores.

De vuelta a la casa, hijos y nietos de don Julio y doña Nohemí ya se hallaban congregados, y doña Mimí y sus nueras ya estaban preparando el guiso de pollo tradicional que se sirve en ese día. Los tres fuereños aprovechamos para ir a descansar a la cabaña y, cuando intuimos que era hora de volver para almorzar, regresamos a la casa. En ese camino nos encontramos con una pequeña culebra, a la que no resistí la tentación de tomarle una foto.

Culebrita en la selva.

El almuerzo es delicioso y las sobremesas son encantadoras. Don Julio contó que, cuando era joven, llevaba vacas de El Palmar a Salamá. ¿Te acuerdas que, salvando las distancias, pienso que don Julio se parece a John Dutton de Yellowstone por su amor a la tierra y al legado que protege? Pues eso. Don Julio contó que, para pasar el Río Negro, a las vacas se les amarran las colas para que no las levanten y no se les meta el agua por donde ya te imaginas.

Varios nos reímos porque, la verdad sea dicha, yo no creí que se les metiera el agua a las vacas y me imaginé a los vaqueros amarrando colas (nunca había visto eso en películas de vaqueros). Pero resulta que sí se les amarran las colas por tres motivos: para evitar que las vacas se enreden y se asusten, para que no se pongan muy nerviosas y para controlarlas mejor, y para evitar lesiones. Sabiendo eso, resulta obvio que los vaqueros adaptan sus prácticas al conocimiento del terreno y a las necesidades del ganado. Así que, desde aquí, le ofrezco disculpas a don Julio por haberme reído de su historia.

Luego del almuerzo, lo único que cabe es hacer siesta con la ayuda del paseo de la mañana, el almuerzo delicioso y las florifundias.

Ya repuestos, Silvana (nuera de don Julio y doña Nohemí) pasó por nosotros a la cabaña porque la tía Norma y la prima Marlin nos habían invitado a cenar en su casa. ¡Ala gran!, qué experiencia tan chula.

Lissa en la casa de la tía Norma y la prima Marlin.

Más allá de la cabaña, a unos 200 o 300 metros, está la entrada para la casa de las tías Chita y Tita; y a unos 200 metros más adelante está la entrada para la casa de la tía Norma y la prima Marlin. Entramos por una milpa preciosa y empezamos a subir el cerro; subimos otros 200 metros por la selva. Y llegamos a una casita encantadora, junto a un corral de gallinas y chompipes, rodeada de flores. Desde allá, desde cualquier esquina o corredor de la casa, se ven los árboles hermosos y la enormidad del valle.

Mientras estaba lista la comida, paseamos por los alrededores y disfrutamos del atardecer en medio de la selva, pero bien alto en la montaña.

Chirmol de coche, fue el plato estelar.

Para la cena, la tía Norma y la prima Marlin se lucieron con un plato tradicional: el chirmol de coche. Una exquisitez de carne de cerdo dorada y aderezada con un chirmol de miltomates y cebollas preparado con la grasa del chancho. No exagero si digo que hubiera querido lamer el plato y traer conmigo un trozo de aquella maravilla. Lissa, Raúl y yo llevamos ensalada de bolovique y unos queiquitos de banano con miel.

Por supuesto, las conversaciones siempre son muy enriquecedoras acerca de la vida en el campo y sus retos. Nos contaron que en los alrededores hay coches de monte y que, si a uno lo acorralan, es muy peligroso. Nos contaron que, en una ocasión, don Julio rescató a su hijo, Julito, de una emboscada de jabalíes. También nos contaron que en los alrededores hay coyotes, y Marlin nos mostró una grabación de aullidos de coyotes en la noche. Nos contó que los coyotes les temen a las personas y que, si uno se encuentra con esos animalitos, lo mejor es dar un aplauso fuerte y gritarles: ¡Chucho!. Y que así se van. Todo eso estuvo muy divertido e informativo, todo fue risas y bromas, hasta que nos dimos cuenta de que volveríamos bien entrada la noche, cruzando el cerro y la milpa.

@luisficarpediem

Amanece húmedo y oscuro nuestro tercer día en El Soch. ¡Pero no importa porque va a ser un día animado, alegre y sorpresivo! #elsoch #quiche #aventura #turismo #selva #sitioarqueologico #amigos #alegria

♬ sonido original – Luis Figueroa

Muy contentos por la experiencia y por el cariño que recibimos en aquella casita, y extasiados por el chirmol de coche, volvimos a la cabaña y dormimos como lirones, como se duerme en El Soch. Y así se vive allá, un lugar donde la historia maya, la generosidad de la gente y las maravillas de la naturaleza se entrelazan para regalar días inolvidables.

3/4


11
May 25

Aventura en El Soch, II

Amanecimos con una sorpresa agradable: una yegua y su potranca de tres días de nacida junto al porche de nuestra cabaña. Luego de una noche reparadora, con una buena taza de café, las flores en el jardín y el sonido de los chorros frente a la cabaña, los animalitos le añadieron alegría a la mañana del sábado, 12 de abril del 2025 en El Soch.

Yegua y potranca junto a nuestra cabaña en El Soch.

Uno amanece entre chorros y flores.

Camino a la casa para desayunar, nos encontramos con don Santana, el responsable de reparar el puente que cruza la quebrada, y le pusimos cara a aquella obra.

Dos muchachos y don Santana, arriba; y el puente que cruza la quebrada, abajo.

Luego de los huevos, frijoles y panqueques —en compañía de doña Nohemí y don Julio—, es fácil que la sobremesa se alargue. Total… ahí se disfruta de los sonidos y los aromas del entorno. Además, nos encontramos con doña Chepa, la señora que llegó a ayudar el año pasado. Parte de la gracia de la visita a aquel lugar es el reencuentro, que se pondrá mejor al anochecer.

Otra novedad de este año fue que había un cascanueces especial para abrir las macadamias que se producen allá; de modo que ahora no tuvimos que usar piedras para gozar de aquellas nueces que son bocatto di cardinale

Cascanueces para macadamias.

Como corresponde, cerca del mediodía pasamos a saludar a los ahaw de El Soch, porque uno de los monumentos principales, así como uno de los campos de juego de pelota, está junto a la casa. Guiados por don Julio, procedimos a escalar y a internarnos en la selva.

Estructura principal del grupo A en El Soch.

El sitio arqueológico El Soch, por si no sabes, es una ciudad maya, del Clásico Temprano, ubicada en Chicamán, Quiché.  Por su posicionamiento fue una ciudad estratégica para el control territorial. 

Caminar por la selva y disfrutar de sus sonidos, aromas, colores, sabores y texturas siempre es agradable.

El sendero es un paseo muy agradable porque tiene variedad de encantos y no es particularmente demandante. Uno pasa por estructuras de la ciudad antigua, por cedros de 400 años de edad, por manantiales de agua milenaria y de las profundidades de la tierra, y por variedad de hongos y flores. Siempre escuchando las historias y aventuras de don Julio. Siempre haciéndonos y haciéndole preguntas. Siempre maravillándonos por la naturaleza y por los cuidados que le da  don Julio. ¿Recuerdas que el año pasado dije que él -salvando las distancias- me evoca a John Dutton (de Yellowstone) por su amor a la tierra y al legado que guarda?

Este es mi manantial favorito porque sale de entre un árbol. Me encanta beber el agua de ahí.

Al volver a la casa, luego de haber tomado un baño sabroso, caminamos hacia la cabaña para descansar, las florifundias hicieron lo suyo y nos preparamos para la noche.

Luisfi en la selva de El Soch.

Otra sorpresa para ese día fue que las tías Chita y Tita nos invitaron a cenar. El año pasado las visitamos por la tarde y la pasamos tan bien que, de verdad, nos dio mucho gusto aceptar su generosidad de nuevo. Así que, justo cuando se puso el sol, agarramos camino hacia su casa encantadora, ubicada en medio de un jardín y con vistas al valle por donde sale la luna a nuestros pies.

Al anochecer caminamos a la casa de las tías Chita y Tita.

La Luna sale abajo, en el gran cañon que vigilaban los ahaw de El Soch.

Allí nos esperaban la alegría y el cariño de esas damas extraordinarias que personifican la hospitalidad y las virtudes de quienes saben trabajar el campo. Lissa, Raúl y yo subimos acompañados por doña Nohemí, don Julio y Julio hijo. A Lissa algo la picó en el pie durante el paseo por la selva, de modo que, rápida y efectivamente, fue atendida por las tías. Y, para entonces, ya el poyo estaba echando punta con la cena que nos habían preparado: frijoles parados, huevos revueltos, tortillas y chirmol de tomates de árbol, frutos que allá llaman tomates extranjeros. Ese chirmol es una delicia y eleva a la décima potencia lo rico de una cena como aquella. Y… ¿sabes qué? También hubo picado de hierba santa María, una hierba que en consistencia recuerda al apio, pero que tiene un sabor anisado muy agradable. El año pasado no la probamos, pero ahora fue un descubrimiento maravilloso.

Comer la cena que preparan las tías Chita y Tita, en su compañía tiene muchos niveles de cautivador.

Además, llevábamos lasaña que venía de la casa de Lissa, de modo que dijo la tía Chita, comimos comida del campo, y añadió la tía Tita, y comida de la ciudad.

Como si eso no fuera suficiente, durante la sobremesa nos reímos mucho a costa de historias sobre la vida en el campo y sus vicisitudes, y sobre anécdotas familiares. Bromas que hemos hecho nuestras gracias a esa capacidad que tiene la familia para integrarnos a los visitantes. Gracious es la palabra con la que —el año pasado— describí la actitud con la que uno se siente acogido en medio de la selva, a la luz de las estrellas y de la luna, y al calor del poyo en aquella casa de cuento.

@luisficarpediem

Que rico es volver a dinde uno es feliz. El Soch. #elsoch #arqueologia #selva #chicaman #chapinesenusa #turismo #alegria #exploracion

♬ sonido original – Luis Figueroa

Cuando el frío y la humedad se acentuaron fue el momento de iniciar el retorno a la cabaña, así que bajamos contentos y agradecidos por un día memorable y por la dicha de una velada entrañable.

¿Sobra decir que el frío y las florifundias sacaron su tarea? Pues dormimos como tiernos. Eso sí, yo no me quité los calcetines y me puse un henley para protegerme mejor del frío bien envuerlto en la sleeping bag.

@luisficarpediem

Cenamos rico con cariño, buenas historias y la mejor compañía #elsoch #chapinesenusa #luisfi61 #campo #alimentos #cocina #alegria

♬ El Carretero – Buena Vista Social Club

En El Soch, cada instante es un regalo que combina naturaleza, hospitalidad y recuerdos entrañables. ¡Gozar de eso, así, sin duda es carpe diem en su máxima expresión!

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04
May 25

Aventura en El Soch, I

 

Has oído el dicho que dice nunca las segundas partes fueron buenas. Este refrán se usa para advertir que una continuación de una obra, una relación o una situación nunca es tan buena como la original. En el cine, se usa para expresar descontento con las secuelas, por ejemplo. Pero ya sabes, muchísimos refranes se contradicen entre sí. Como el que dice que el pájaro madrugador se come al gusano y el que dice que no por mucho madrugar amanece más temprano. Pues bien… el refrán que reza: la segunda es la vencida, contradice al que da inicio a estas meditaciones sobre la segunda Semana Santa en el sitio arqueológico El Soch.

Los chorros, los manantiales y la selva nos esperan en El Soch.

Los que siguieron esta andanza el año pasado entenderán por qué la experiencia del 2024 sería difícil de superar, sobre todo si gustas del turismo cultural, de aventura y de acampar. ¿Qué te parece? Un sitio arqueológico maya casi virgen; la selva en la frontera con la Zona Reina, en Chicamán, Quiché; una cabaña sin energía eléctrica y sin agua corriente; cedros de 400 años de edad, manantiales preciosos de agua incomparable, cataratas y pájaros diversos. Y a eso… como si fuera poco… añádele la compañía de personas generosas, cariñosas y extraordinarias, con vidas de película.

Por eso fue que, habiendo tantos lugares que conocer en Guatemala, este año decidimos volver a El Soch suponiendo que nunca las segundas partes fueron buenas, solo para confirmar que las segundas partes pueden superar a las primeras porque la diferencia la hacen las personas y, si las personas son encantadoras, las experiencias también. 

En fin… te cuento.

El viernes 11 de abril, Raúl y yo salimos de casa a las 6:00 a. m. para recoger a Lissa y agarrar camino por la carretera Panamericana rumbo a Tecpán. A lo largo de esa ruta, uno nota la falta total de mantenimiento en los arriates invadidos por malezas y con las bardas retorcidas. The Three Amigos on another road trip!

Maleza y bardas inservibles se ven a lo largo de la carretera Panamericana.

De acuerdo con la tradición, desayunamos rico en Kape Paulino’s y pasamos a El Pedregal, en Xetzac, para comprar hogazas de pan integral. De ahí continuamos en busca del puente Chimaché sobre el río Motagua en dirección a Quiché. A pesar de que la ruta no está hecha para tráfico pesado y de que hay bastante, esa vía ahorra por lo menos una hora de camino comparada con la antigua carretera que pasa por Chichicastenango y Santa Cruz del Quiché.

El trafico pesado es dos veces desagradable en carreteras que no están hechas para eso.

Parte de la gracia en esa carretera son las MacMansions que abundan a diestra y siniestra. Algunas terminadas y otras en suspenso o abandonadas. Ese tipo de construcciones contrastan mucho con las encantadoras y vernáculas casas de adobes y tejas, con patio en el centro, que todavía se construyen en Quiché. Desde que empezamos a visitar ese departamento con frecuencia, notamos que las bellas casas tradicionales todavía se construyen donde no prevalece la arquitectura de remesas.

Parte de la gracia, en los road trips es la variedad de macmansions.

Si leíste la crónica del año pasado, recordarás que el viaje nos llevó casi 12 horas porque tuvimos que desviarnos; pero este año íbamos con buen tiempo, así que comíamos sin prisas y tranquilos. En una población, antes de Uspantán, encontramos un grupo de personas que limpiaban la carretera; en otra población, we were mooned by a guy in a bicycle. Almorzamos en el restaurante Don Alejo en Uspantán y ahí tomamos la carretera para la Zona Reina. En La Lagunilla vimos un rezado muy chulo en su sencillez. Un rezado no es más que un tipo de procesión, digamos que menos solemne, pequeña y generalmente con carácter festivo. El que vimos en La Lagunilla era de un Nazareno y por eso no era festivo.

We were mooned.

Rezado tradicional de Semana Santa, en La Lagunilla, Quiché. Haz clic en la foto para ver el Tik Tok.

Llegamos a Chicamán y de ahí empezamos a bajar hacia San José El Soch, la población donde nos recibe una ceiba preciosa antes de que subamos rumbo al sitio arqueológico y hacia la finca El Recuerdo, donde pasaríamos los próximos cuatro días.

El camino al sitio arqueológico El Soch es de terracería pero precioso.

Una ceiba nos da la bienvenida a San José el Soch.

Llegamos con la luz del día y fuimos recibidos por doña Nohemí y don Julio con alegría y cariño, mismos que son correspondidos con creces. Descargamos en su casa la comida y el equipo que se necesita ahí, para luego dirigirnos a la cabaña donde nos alojamos, que queda a unos 150 o 200 metros de la casa. Sin energía eléctrica y sin agua corriente, la cabaña es rústica, pero… muy importante… tiene buenas camas y no hay bichos.

Nuestra querida cabaña frente al río y los chorros de agua fresca.

Luego de desempacar y acomodar el equipo, tomamos un descanso; y, una vez repuestos, nos dirigimos a donde doña Nohemí y don Julio para ponernos al corriente después de 12 meses. Entre la cabaña y la casa hay un río pequeño y un puente que estaba en reparación. A la pequeña casa principal se le está añadiendo un segundo piso —con una vista espectacular de la selva—; también se le está agregando un baño. En esa casa está el poyo donde doña Nohemí hace maravillas y el porche con comedor donde ocurren muchas conversaciones fascinantes. Se nos unió Julio, hijo, y comimos deliciosos frijoles parados, acompañados por huevos revueltos. En la mejor compañía, rodeados por los sonidos de la selva y con la luz tenue de lámparas de batería, nos entregamos al encanto de El Soch. Con una diferencia notable con respecto al año pasado. En 2024, el clima fue principalmente cálido y húmedo, como en la selva. Pero este año había frío… el frío que hay en las montañas húmedas…

@luisficarpediem

Viaje a El Soch #luisfi61 #quiche #elsoch #chicaman #uspantan #sitioarqueologico #selva #carretera #alegria

♬ sonido original – Jesús Manuel – Jesús Manuel

Luego de la cena y de ponernos al día, cruzamos el río (por el puente en reparación) acompañados por don Julio. Tras despedirnos y hacer dos o tres bromas, Lissa, Raúl y yo subimos al porche de la cabaña para abrir la puerta y entrar. Esa puerta, por cierto, se cierra y no teníamos llave. Para evitar que se cerrara del todo, puse un cartón, y Lissa puso una cuerda con la que se podría abrir en caso de que la puerta se cerrara.

Pero llegamos, y el cartón estaba en el suelo;  y al primer intento no se pudo abrir la puerta. Y pues… como don Julio se había ido un par de minutos antes, lo que se me ocurrió fue gritar, en medio de la noche y de la selva: ¡Don Julio! A los dos segundos, Lissa y Raúl lograron abrir. Entonces grité: ¡No pasa nada, buenas noches! En menos de un minuto, apareció Julio, hijo, alarmado porque nos había oído gritar. Así que, apenados (y yo bein azareado), le contamos lo que había pasado.

La vida a la luz de veladoras en El Soch. En la cabaña dormimos como tiernos.

Concluido ese asunto, dormimos delicioso… bien envueltos en las sleeping bags e incluso tuve que dormir con calcetines, cosa que no suele agradarme. En la madrugada, tuve que cubrirme la cabeza porque el frío era intenso. Con todo y todo, en El Soch se duerme como tierno porque, claro, el viaje había sido largo; pero también porque allá abundan las florifundias y, aunque este año no había tantas como en 2024, su efecto se dejó sentir, ya que fue poner las cabezas en las almohadas y caer en brazos de Morfeo… en 3, 2, 1. Ni siquiera me desperté a orinar, por fortuna, dado el frío.

Así fue el primer día en aquella experiencia. En El Soch, las personas y la naturaleza se unen para que la visita sea inolvidable, demostrando que las segundas partes, cuando las vives con la mente y el corazón activos no son decepcionantes. ¿Que experiencias inolvidables nos esperan?

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19
Abr 25

Sabores de El Soch: ¡Felicidad!

 

El descubrimiento de un nuevo plato hace más por la felicidad de la humanidad que el descubrimiento de una nueva estrella, dijo el célebre Jean Anthelme Brillat-Savarin, que fue jurista, político y crítico gastronómico en tiempos de la Revolución Francesa. Tiempos fascinantes para ser crítico gastronómico, por cierto.

De él son otras dos frases que me gustan mucho: Dime lo que comes y te diré quién eres; y Si el hombre se contentase únicamente con agua, nunca hubiera podido decirse que uno de los privilegios humanos es beber sin tener sed. Las tres frases vienen al caso en esta temporada de conmemoraciones a la chapina y de celebración del equinoccio de primavera, porque esta semana tuvimos la dicha de visitar el sitio arqueológico El Soch (en Chicamán, Quiché), donde, de la mano de personas generosas y encantadoras —gracious es la palabra en inglés—, descubrimos nuevos platos, comimos como se debe comer y bebimos la mejor agua. ¿Y cómo se debe comer? Pues despacio, con alegría, y combinando sabores, aromas, texturas y colores en la mejor compañía posible.

Las fotos no le hacen justicia a la comida; pero se entiende. Frijoles parados y huevos revueltos, chirmol de tomates de árbol y. huevos revueltos, ensalada de Santa María, chirmol de coche, pacaya, mojarras y panal con miel.

¿Por dónde empiezo? ¿Conoces la hierba Santa María? No es la manzanilla, sino que tiene tallos que recuerdan al apio y un aroma y sabor anisado; pero tampoco es hinojo. Allá nos la prepararon picada, como prepararías una ensalada, y se usa para acompañar pescado, por ejemplo. Las mojarras que se comen en el sitio arqueológico son alimentadas con Santa María, con hojas de malanga y de caschamote, de modo que tienen un sabor delicado y delicioso, además de que hacen un caldo exquisito.

El año pasado lo probamos, pero este año lo apreciamos con mayor conocimiento: el tomate de árbol (Solanum betaceum), que allá en Quiché conocen como tomate extranjero. Haz de cuenta que ves una granadilla, pero con el interior muy parecido al tomate ciruelo que ya conoces. En El Soch lo comimos en chirmol picante; y en casa tenemos porque un amigo nos trajo de San Marcos. El año pasado estaba escaso en el mercado de Quiché, pero este año había abundancia de ese fruto delicioso. Es tan rico cenar tortillas, huevos y frijoles parados acompañados por chirmol de tomate de árbol entre anécdotas, risas y los sonidos propios de la selva.

Hablando de frutos, y para refrescar la sed, bebimos refresco de naranjilla (Solanum quitoense), un fruto cuyo jugo recuerda a las naranjas que conocemos, pero que tiene un toque con mucho carácter. Ahora que escribo estas líneas, noto que tanto el tomate de árbol como la naranjilla son del género Solanum y son originarias de los Andes y la Amazonía. No es extraño, entonces, que se den muy bien en áreas como la frontera de la legendaria Zona Reina, donde se encuentra aquel sitio arqueológico que, desde el periodo clásico temprano, tuvo una ubicación estratégica para el control territorial en las tierras altas del norte.

¡Brillat-Savarin tenía tanta, tanta razón! ¿Cuál fue la joya de la corona durante nuestra experiencia culinaria de este año en el equinoccio de primavera? Aparte del caldo y la mojarra ya mencionados, el chirmol de coche. También preparado por manos amorosas, entendí que la carne de cerdo se fríe y cuece en su propia manteca, que se va apartando. En esa manteca se fríen cebollas y miltomates majados hasta formar una salsa o chirmol con la que se cubre y suaviza la carne.

 ¿Qué te digo? Cenamos chirmol de coche acompañado por agua de manantial, esa agua que tiene una densidad ligera y casi imperceptiblemente mayor a la que estamos acostumbrados en los centros urbanos, y que, además, tiene un lejano toque mineral que no solo alivia la sed, sino que da alegría.

Por estas experiencias, quedamos profundamente agradecidos con don Julio y doña Mimi, con las tías Chita, Tita y Norma, y con la prima Marlin. Quedamos agradecidos con la vida, porque somos lo que comemos. Y así, entre sabores y risas, celebramos la vida en El Soch, donde cada bocado es un canto a la felicidad y a la conexión con nuestra tierra.

Columna publicada en República.

Actualización: olvidé mecionar que, en la tierra de las pacayas comimos pacayas asadas y descubrimos que se come el palmito de pacaya; también comimos miel recién extraída de un panal de abejas.