19
Oct 21

Árbol de persimones, que alegría

 

Este año todavía no he comido persimones; pero, ¡Sorpresa!, ayer me encontré con un árbol de esas deliciosas frutas y es la primera vez que veo uno.

Los persimones siempre me recuerdan a mi abuela, Frances, en mi adolescencia.  En aquel tiempo no eran comunes, ni conocidos, y ella compartía conmigo los suyos que le llevaba su comadre, Queta, cosechados del jardín de su suegro don Manuel, en Panajachel.  La Abui, como le decíamos a mi abuela los comía crudos disfrutando de su dulzura y de su textura peculiar; o preparaba un pudding que sacaba lágrimas de emoción de lo delicioso que era. Freddy, que es primo de mi papá, me contó una vez que los primeros árboles de persimones que vinieron a Guatemala los trajo mi bisabuelo Federico y uno de esos arbolitos estaba en la casa de mi tía abuela, Olga, la mamá de Freddy.

Los persimones (junto con los chicos) son unas de mis frutas favoritas no sólo por su sabor, sino por sus color y textura. Esta es una caricia y, ¿sabes?, su pulpa tiene dos texturas distintas.


02
Oct 21

Pay de ruibarbo, recuerdos y rescate

 

Solemnemente declaro que en casa somos los dioses vivientes del pay de ruibarbo que, cuando yo era niño, no estaba en mi lista de favoritos; pero ahora lo hemos rescatado y ¡Ya!, ya está en mi lista de preferidos.

De cuando en cuando mi abuela, Frances, hacia rhubarb pie con esa maestría que tenía para los pays.  Quizás porque era algo ácido y porque su color no es atractivo nunca estuvo entre mis preferidos, yo me lo comía porque era sabroso, pero nunca se me hubiera ocurrido pedirlo.  A Nora, mi madre, no le gustaba, tampoco, de modo que ella no lo incorporó a su menú de pays; y voy a decir que tenía unos 38 años de no comerlo.  Pero andaba con antojo y desde hace ratos quería hacerlo.

Esta semana, Raúl llegó con un manojo de ruibarbos frescos y aromáticos, de modo que, anoche, Nora y yo hicimos el pay; pero primero, no hallamos la receta de La Abui y Nora no se acordaba exactamente de cómo se hacía el pay; segundo, busqué rectas en Google y las que encontré no se parecían a la de La Abui; tercero, Nora sugirió que exploráramos el Joy of Cooking y siendo que nos dio la impresión de que esa receta era la que usaba La Abui, pues Raúl sugirió que la interpretáramos.   Cambiamos ligeramente algunas proporciones (que hicimos a ojo de buen cubero) y salió delicioso el pay.  Justo de ácido y de dulce, justo de consistencia, justo de sabor y aroma.

La nota chistosa es que cuando yo era niño era…¿cómo se dice?…algo bravo…rascado; y no recuerdo si mi abuelita Juanita, o mi bisabuela, Mami, me daban polvo de ruibarbo; remedo que suelen tomar las personas enojonas.  Y ahora que publiqué mi desayuno en Facebook, don Manuel Figueroa, propietario de una farmacia en Jalapa, comentó: Esa si no me la sabía, el ruibarbo lo vendo en la Farmacia FAS para los de carácter bravo, espero no sea al caso. Pues vea, don Manuel, todavía me enojo cuando me incomodan, ja ja ja, pero no fue por eso que hicimos el pay en casa.

¡Estoy contento porque hemos rescatado el pay de ruibarbo para el menú de la casa!


16
May 20

¡Tarde de Lucia di Lammermoor!

En casa, hoy le dedicamos la tarde a Lucía di Lammermoor cortesía de The Metropolitan Opera y fue la versión de 1982, con Joan Sutherland y Alfredo Kraus.  Lucía es mi opera favorita desde que era niño y fui introducido a ese mundo encantador por mi abuela, Frances.

Siempre me han gustado mucho el dueto de Lucia y Edgardo en su despedida; la bienvenida de Arturo al castillo de Enrico; el sexteto clásico y magnífico, y el enfrentamiento entre Edgardo y los Ashton. Pero hoy vi Lucia di Lammermoor con otros ojos.

El enfrentamiento de Edgardo y los Ashton; y la intervencion del cura Raimondo.

El segundo acto, se centra en el engaño y en el sacrificio, Lucia es conminada por su hermano a sacrificarse por él; el cura la extorsiona con que si no se sacrifica por su hermano, su madre se retorcerá en su tumba; y la chica es forzada a casarse sólo para terminar en la locura.

Creo que es buen material para discutir la inmoralidad del sacrificio.

La nostalgia me llevó a tomar Tales from the operas, el libro de historias de operas que era de mi abuela y que antes había pertenecido a Edith Vinter (un día les cuento quién era Mrs. Vinter).  Ese libro contiene las historias de muchisimas operas y es de principios del siglo XX.  Mi abuela me lo daba a leer antes de que escucharamos una opera y luego de que ella me daba un resumen ejecutivo de la historia y me señalaba los highlights.

El libro de operas, de mi abuela.

Luego, la nostalgia me llevó a buscar el libreto de Lucia di Lammermoor con el que escuché por primera vez aquella opera, en los discos de vinil de mi abuela.  Y en él estan marcadas con lápiz mis escenas y arias favoritas. En aquel tiempo, los años 70 sólo podíamos oir Lucia, Tosca, Madama Butterfly y otras en los discos, durante tardes lluviosas y no había posibilidad de verlas (como no fuera viajando).

Libreto de Lucia di Lammermoor.

Lucia di Lammermoor, por cierto, fue la primera opera que vi, en VHS, en la televisión de mi casa a finales de los años 80. Madama Buterfly fue mi primera opera en vivo, y Lucia di Lammermoor, la segunda.

Joan Sutherland durante el aria de la locura.

Fue una dicha pasar la tarde con Lucia y entre buenos recuerdos.


26
Mar 20

El hombre y el bosque, y otras fábulas

Que sabroso fue encontrarme con fábulas de Esopo en un día que fue emocionalmente intenso para mí. Estos relatos y sus moralejas son cándidos y ricos en sabiduría, y yo tenía añales de no leer varios, uno tras otro, ¿cuántos añales? No se…quizás desde los años 80.

Mi abuela, Frances, y el volumen 17 de Harvard Classics.

Te comparto El hombre y el bosque:

Un hombre entró en un bosque un día con un hacha en la mano y rogó a todos los árboles que le dieran una pequeña rama que deseaba para un propósito particular. Los árboles eran bondadosos y le dieron una de sus ramas. ¿Qué hizo el hombre sino fijarlo en la cabeza del hacha, y pronto se puso a trabajar cortando árbol tras árbol? Entonces los árboles vieron lo tontos que habían sido al darle a su enemigo los medios para destruirse a sí mismos.

Esta me parece muy atinada porque me recordó a aquellos que están dispuestos a sacrificar la libertad a cambio de algo se seguridad; me recordó a los empresarios que promueven impuestos y privilegios; a los sindicalistas que se entregan al socialismo; a los periodistas que celebran dictaduras; a los curas que apoyan guerrilleros; y así.  Gentes que les dan a sus enemigos los medios para destruirse a sí mismos.

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


14
Nov 19

“Arbenz, una biografía”; por Carlos Sabino

Jacobo Arbenz fue atrapado en una marea ideológica y política que nunca llegó a controlar; y fue usado por los comunistas cuando les servía, lo desecharon y humillaron cuando les convenía y ahora que lo necesitan lo ensalzan y lo usan. Minutos más, minutos menos esa fue una de las conclusiones expuestas por el historiador, Carlos Sabino, cuando presentó su libro más reciente: Árbenz, una biografía.  Tuve a honra comentar el libro, junto al historiador Johann Melchor, la noche de aquella presentación.

El libro está a la venta en las principales librerías y si haces clic en la foto te lleva a UFM Ediciones por si quieres comprarlo en línea.

La biografía me conmovió porque Carlos no sólo presenta datos, sino que sabe relatar historias y comparte perspectivas que nos permiten conocer mejor a aquel hombre reservado que levanta pasiones por aquí.  Poco antes de aquella presentación, leí que alguien escribió en Facebook: Yo no creo nada, ¡Que viva Árbenz! y pensé que ojalá que pudiéramos superar ese tipo de actitudes no sólo con respecto del coronel; sino con respecto de otros personajes de la historia chapina.

Sentados Johann Melchor y Carlos Sabino; Luis Figueroa en el podio, durante la presentación de “Árbenz, una Biografía”, por Carlos Sabino. La foto es por Raúl Contreras.

Árbenz, una biografía es valioso porque el conocimiento de la historia le da sentido al presente y ayuda a entender qué somos y qué está pasando. Si bien la historia no se repite, ni se pueden hacer leyes generales a partir de ella, ni tiene un sentido trascendente –como cree la gente en la calle– su conocimiento sí puede ayudarnos a no repetir errores.

Más íntimamente, su lectura me llevó a mi infancia, al momento en el que mi tía abuela, La Mamita, me contó cómo es que Árbenz había sido expuesto en paños menores en el aeropuerto; al momento en que mi padre nos contó a mi hermano, y a mí, cómo es que F.J. Arana fue asesinado en el puente La Gloria, mientras que Árbenz observaba; y al momento en el que, en al auto de mi abuela, Frances, sonaba la canción que dice: María Cristina me quiere gobernar y mi abuela me contó que esa canción se la cantaban a Árbenz.

Invitación a la presentación que fue el 6 de noviembre pasado.

Carlos Sabino explicó que no escribió un libro contra Árbenz; y es cierto; pero su pluma talentosa nos acerca bastante a aquel hombre atormentado, cosa que es más arriesgada que vitorear, o no, el naipe que los comunistas quitan y ponen sobre la mesa a su antojo.

Columna publicada en elPeriódico.


17
Ene 19

¡El caldo de huevos 2019!

En casa (desde tiempos de mi abuela, Frances) es tradición -luego del Día de Gracias, o de la Nochebuena cuando en la cena reina el pavo- que aprovechemos hasta lo último del ave.  La carne que queda adherida a los huesos es separada y convertida en ensalada de pavo, que a mí me gusta mucho comer en sandwichs.   Pero lo mejor de todo es el caldo de huevos que se hace con los huesos del pavo, con lo que sobró de relleno y con lo que quedó del gravy.  El sábado pasado comimos el caldo de huevos en casa, con familia y un amigo.

Aquellos tres ingredientes se cuecen y luego se cuelan.  Y ese caldo se sazona con crema de tomate (en sobre, o en lata); y se sumerge en ese caldo un ramo generoso de apazote.  Cuando el caldo toma el sabor del apazote, esta hierba es retirada.

Los huevos se cuecen en el caldo, en cada una de las porciones individuales, y los platos se sirven con crema, queso parmesano y chile (si te gusta el picante).

Este caldo de huevos es uno de mis platos favoritos en todo el universo mundo; y me gusta esperar todo el año para tomarme dos, o tres platos, acompañado por pan de horno de leña y un buen vino, o una buena cerveza.  Me gusta destacar que, para llegar al momento en el que uno se toma un plato de esta delicia -que es receta de mi bisabuela, Adela– antes se tuvo que preparar el relleno del pavo y hornear el ave con toda su sazón y complejidad; y por eso es que este caldo de huevos es superior a cualquiera otro que hayas probado.

Ah, y con respecto a la ensalada de pavo, mi favorita se prepara con cebolla y apio picados, mayonesa, un toque de salsa worcestershire y se sirve en pan de cebolla con una rodaja de cheddar ahumado. La receta de la ensalada es de mi madre, pero la del sandwich es algo que yo comía en la Food Coop de la University of Maryland en College Park.


06
Oct 16

Al fin comí persimones

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¡Desde hace varias semanas hay montones de persimones en los mercados!; pero hasta esta semana pude comer los míos. Me encanta disfrutarlos bien, bien maduros y suculentos.  Me gozo su color, su dulzura y su textura, tan distinta a las de otras frutas. Me encanta comerlos bien fíos, aunque al tiempo también son sabrosos.

Los persimones siempre me recuerdan a mi abuela, Frances, en mi adolescencia.  En aquel tiempo no eran comunes, ni conocidos, y ella compartía conmigo los suyos que le llevaba su comadre, Queta, cosechados del jardín de su suegro don Manuel, en Panajachel.  La Abui, como le decíamos a mi abuela los comía crudos disfrutando de su dulzura y de su textura peculiar; o preparaba un pudding que sacaba lágrimas de emoción de lo delicioso que era.


15
May 16

Pay de limón, spaghetti a la boloñesa y una peli

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El pay de limón es uno de mis favoritos; y ahora que hay limones amarillos en el supermercado decidí hacerlo con esos que son otra liga.  Es un clásico del repertorio de los pays que hace mi mamá y de los que hacía mi abuela, Frances.

Este era un mi pendiente porque hace como siete años hice uno y el relleno no cuajó bien. Este me salió casi perfecto y lo único que tengo que mejorarle es la capa de turrón que en vez de sólo dorada, se endureció.   Esto es porque le puse mucha azúcar y el horno no estaba tan caliente como para dorarlo rápido.  El próximo saldrá perfecto.

El pay de limón se me antojó, no sólo porque vi los limones amarillos sino porque vi la película Toast.  Ear Peli que te recomiendo está en Netflix; es un viaje nostálgico y culinario a la Inglaterra de los años 60 y en ella el pay de limón y el spaghetti a la boloñesa tienen papeles importantes.  De modo que, hace unos días también preparé aquel spaghetti que siempre disfruto con alegría.  Al dente, acompañado con queso parmesano reggiano, aguacates, panes con ajo y cerveza, ¿cómo no van a ser fuente de dicha?

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20
Oct 15

¡Feliz día de Back to the Future!

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En 1985 yo tenía 24 años de edad y el 21 de octubre de 2015 se veía lejos en el futuro. Hoy se celebra el Back to the Future Day, de modo que todo lo que ocurra en la película Back to the Future, a partir de hoy, será cosa del pasado. Además, hoy cumpliría 100 años de edad mi abuela, Frances.

¿Cuál es mi cita favorita de la película? Oh, honey, he’s teasing you. Nobody has two television sets.  Imagínate…en 1955, el otro año clave en el pasado, era impensable que una familia de clase media en el país más rico de la Tierra tuviera dos televisiones. ¿Quién se imaginaría, en, 1955, o en 1985 que llevaríamos teléfono en el bolsillo y que el mismo aparato sería cámara de fotos, cámara de vídeo, grabadora de voz, GPS, agenda y docenas de otros recursos? Si ya habías nacido y en aquellos años te hubieran hablado de la Internet y los motores de búsqueda, ¿qué habrías imaginado?  Todo aquello es posible gracias a la ciencia y a la tecnología, y es posible gracias a la razón.

Del soundtrack de la peli hay dos canciones que me gustan mucho: The Power of Love; y Mr. Sandman.


30
Mar 15

Pan francés con hojas de remolachas

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Si te gustan las hierbas como las espinacas, las acelgas y las puntas de güisquil, seguramente te vas a fascinar con la tortilla de hojas de remolacha; que es uno de los platos más deliciosos -y desconocidos- en casa de mis padres. A mí me encanta como sea y una de mis formas favoritas de comerla es en sandwich, en pan francés con aceite de oliva y mayonesa.  También es rica con salsa de tomate, o con chirmol. Este año, en vez de ponerle mayonesa, le pusimos queso fresco y ¡Por supuesto que también salió deliciosa! Para más alegría, la tortilla de la foto es de remolachas del día de mercado, Bejo.

Entre nosotros, los chapines, no se valora este bocatto di cardinale.  En los mercados de todo el país, las hojas de la remolacha se desperdician y se pudren, o se usan para alimentar animalitos.  Mi abuela, Frances,  contaba que, en Inglaterra, durante la II Guerra Mundial, la gente las comía porque ni modo. Pero aquí, la gente no las aprecia.

La tortilla de hojas de remolacha se prepara exactamente como prepararías una tortilla de acelgas, o de espinacas.