11
May 25

Aventura en El Soch, II

Amanecimos con una sorpresa agradable: una yegua y su potranca de tres días de nacida junto al porche de nuestra cabaña. Luego de una noche reparadora, con una buena taza de café, las flores en el jardín y el sonido de los chorros frente a la cabaña, los animalitos le añadieron alegría a la mañana del sábado, 12 de abril del 2025 en El Soch.

Yegua y potranca junto a nuestra cabaña en El Soch.

Uno amanece entre chorros y flores.

Camino a la casa para desayunar, nos encontramos con don Santana, el responsable de reparar el puente que cruza la quebrada, y le pusimos cara a aquella obra.

Dos muchachos y don Santana, arriba; y el puente que cruza la quebrada, abajo.

Luego de los huevos, frijoles y panqueques —en compañía de doña Nohemí y don Julio—, es fácil que la sobremesa se alargue. Total… ahí se disfruta de los sonidos y los aromas del entorno. Además, nos encontramos con doña Chepa, la señora que llegó a ayudar el año pasado. Parte de la gracia de la visita a aquel lugar es el reencuentro, que se pondrá mejor al anochecer.

Otra novedad de este año fue que había un cascanueces especial para abrir las macadamias que se producen allá; de modo que ahora no tuvimos que usar piedras para gozar de aquellas nueces que son bocatto di cardinale

Cascanueces para macadamias.

Como corresponde, cerca del mediodía pasamos a saludar a los ahaw de El Soch, porque uno de los monumentos principales, así como uno de los campos de juego de pelota, está junto a la casa. Guiados por don Julio, procedimos a escalar y a internarnos en la selva.

Estructura principal del grupo A en El Soch.

El sitio arqueológico El Soch, por si no sabes, es una ciudad maya, del Clásico Temprano, ubicada en Chicamán, Quiché.  Por su posicionamiento fue una ciudad estratégica para el control territorial. 

Caminar por la selva y disfrutar de sus sonidos, aromas, colores, sabores y texturas siempre es agradable.

El sendero es un paseo muy agradable porque tiene variedad de encantos y no es particularmente demandante. Uno pasa por estructuras de la ciudad antigua, por cedros de 400 años de edad, por manantiales de agua milenaria y de las profundidades de la tierra, y por variedad de hongos y flores. Siempre escuchando las historias y aventuras de don Julio. Siempre haciéndonos y haciéndole preguntas. Siempre maravillándonos por la naturaleza y por los cuidados que le da  don Julio. ¿Recuerdas que el año pasado dije que él -salvando las distancias- me evoca a John Dutton (de Yellowstone) por su amor a la tierra y al legado que guarda?

Este es mi manantial favorito porque sale de entre un árbol. Me encanta beber el agua de ahí.

Al volver a la casa, luego de haber tomado un baño sabroso, caminamos hacia la cabaña para descansar, las florifundias hicieron lo suyo y nos preparamos para la noche.

Luisfi en la selva de El Soch.

Otra sorpresa para ese día fue que las tías Chita y Tita nos invitaron a cenar. El año pasado las visitamos por la tarde y la pasamos tan bien que, de verdad, nos dio mucho gusto aceptar su generosidad de nuevo. Así que, justo cuando se puso el sol, agarramos camino hacia su casa encantadora, ubicada en medio de un jardín y con vistas al valle por donde sale la luna a nuestros pies.

Al anochecer caminamos a la casa de las tías Chita y Tita.

La Luna sale abajo, en el gran cañon que vigilaban los ahaw de El Soch.

Allí nos esperaban la alegría y el cariño de esas damas extraordinarias que personifican la hospitalidad y las virtudes de quienes saben trabajar el campo. Lissa, Raúl y yo subimos acompañados por doña Nohemí, don Julio y Julio hijo. A Lissa algo la picó en el pie durante el paseo por la selva, de modo que, rápida y efectivamente, fue atendida por las tías. Y, para entonces, ya el poyo estaba echando punta con la cena que nos habían preparado: frijoles parados, huevos revueltos, tortillas y chirmol de tomates de árbol, frutos que allá llaman tomates extranjeros. Ese chirmol es una delicia y eleva a la décima potencia lo rico de una cena como aquella. Y… ¿sabes qué? También hubo picado de hierba santa María, una hierba que en consistencia recuerda al apio, pero que tiene un sabor anisado muy agradable. El año pasado no la probamos, pero ahora fue un descubrimiento maravilloso.

Comer la cena que preparan las tías Chita y Tita, en su compañía tiene muchos niveles de cautivador.

Además, llevábamos lasaña que venía de la casa de Lissa, de modo que dijo la tía Chita, comimos comida del campo, y añadió la tía Tita, y comida de la ciudad.

Como si eso no fuera suficiente, durante la sobremesa nos reímos mucho a costa de historias sobre la vida en el campo y sus vicisitudes, y sobre anécdotas familiares. Bromas que hemos hecho nuestras gracias a esa capacidad que tiene la familia para integrarnos a los visitantes. Gracious es la palabra con la que —el año pasado— describí la actitud con la que uno se siente acogido en medio de la selva, a la luz de las estrellas y de la luna, y al calor del poyo en aquella casa de cuento.

@luisficarpediem

Que rico es volver a dinde uno es feliz. El Soch. #elsoch #arqueologia #selva #chicaman #chapinesenusa #turismo #alegria #exploracion

♬ sonido original – Luis Figueroa

Cuando el frío y la humedad se acentuaron fue el momento de iniciar el retorno a la cabaña, así que bajamos contentos y agradecidos por un día memorable y por la dicha de una velada entrañable.

¿Sobra decir que el frío y las florifundias sacaron su tarea? Pues dormimos como tiernos. Eso sí, yo no me quité los calcetines y me puse un henley para protegerme mejor del frío bien envuerlto en la sleeping bag.

@luisficarpediem

Cenamos rico con cariño, buenas historias y la mejor compañía #elsoch #chapinesenusa #luisfi61 #campo #alimentos #cocina #alegria

♬ El Carretero – Buena Vista Social Club

En El Soch, cada instante es un regalo que combina naturaleza, hospitalidad y recuerdos entrañables. ¡Gozar de eso, así, sin duda es carpe diem en su máxima expresión!

2/4, continuará.

Aventura en El Soch, I


04
May 25

Aventura en El Soch, I

 

Has oído el dicho que dice nunca las segundas partes fueron buenas. Este refrán se usa para advertir que una continuación de una obra, una relación o una situación nunca es tan buena como la original. En el cine, se usa para expresar descontento con las secuelas, por ejemplo. Pero ya sabes, muchísimos refranes se contradicen entre sí. Como el que dice que el pájaro madrugador se come al gusano y el que dice que no por mucho madrugar amanece más temprano. Pues bien… el refrán que reza: la segunda es la vencida, contradice al que da inicio a estas meditaciones sobre la segunda Semana Santa en el sitio arqueológico El Soch.

Los chorros, los manantiales y la selva nos esperan en El Soch.

Los que siguieron esta andanza el año pasado entenderán por qué la experiencia del 2024 sería difícil de superar, sobre todo si gustas del turismo cultural, de aventura y de acampar. ¿Qué te parece? Un sitio arqueológico maya casi virgen; la selva en la frontera con la Zona Reina, en Chicamán, Quiché; una cabaña sin energía eléctrica y sin agua corriente; cedros de 400 años de edad, manantiales preciosos de agua incomparable, cataratas y pájaros diversos. Y a eso… como si fuera poco… añádele la compañía de personas generosas, cariñosas y extraordinarias, con vidas de película.

Por eso fue que, habiendo tantos lugares que conocer en Guatemala, este año decidimos volver a El Soch suponiendo que nunca las segundas partes fueron buenas, solo para confirmar que las segundas partes pueden superar a las primeras porque la diferencia la hacen las personas y, si las personas son encantadoras, las experiencias también. 

En fin… te cuento.

El viernes 11 de abril, Raúl y yo salimos de casa a las 6:00 a. m. para recoger a Lissa y agarrar camino por la carretera Panamericana rumbo a Tecpán. A lo largo de esa ruta, uno nota la falta total de mantenimiento en los arriates invadidos por malezas y con las bardas retorcidas. The Three Amigos on another road trip!

Maleza y bardas inservibles se ven a lo largo de la carretera Panamericana.

De acuerdo con la tradición, desayunamos rico en Kape Paulino’s y pasamos a El Pedregal, en Xetzac, para comprar hogazas de pan integral. De ahí continuamos en busca del puente Chimaché sobre el río Motagua en dirección a Quiché. A pesar de que la ruta no está hecha para tráfico pesado y de que hay bastante, esa vía ahorra por lo menos una hora de camino comparada con la antigua carretera que pasa por Chichicastenango y Santa Cruz del Quiché.

El trafico pesado es dos veces desagradable en carreteras que no están hechas para eso.

Parte de la gracia en esa carretera son las MacMansions que abundan a diestra y siniestra. Algunas terminadas y otras en suspenso o abandonadas. Ese tipo de construcciones contrastan mucho con las encantadoras y vernáculas casas de adobes y tejas, con patio en el centro, que todavía se construyen en Quiché. Desde que empezamos a visitar ese departamento con frecuencia, notamos que las bellas casas tradicionales todavía se construyen donde no prevalece la arquitectura de remesas.

Parte de la gracia, en los road trips es la variedad de macmansions.

Si leíste la crónica del año pasado, recordarás que el viaje nos llevó casi 12 horas porque tuvimos que desviarnos; pero este año íbamos con buen tiempo, así que comíamos sin prisas y tranquilos. En una población, antes de Uspantán, encontramos un grupo de personas que limpiaban la carretera; en otra población, we were mooned by a guy in a bicycle. Almorzamos en el restaurante Don Alejo en Uspantán y ahí tomamos la carretera para la Zona Reina. En La Lagunilla vimos un rezado muy chulo en su sencillez. Un rezado no es más que un tipo de procesión, digamos que menos solemne, pequeña y generalmente con carácter festivo. El que vimos en La Lagunilla era de un Nazareno y por eso no era festivo.

We were mooned.

Rezado tradicional de Semana Santa, en La Lagunilla, Quiché. Haz clic en la foto para ver el Tik Tok.

Llegamos a Chicamán y de ahí empezamos a bajar hacia San José El Soch, la población donde nos recibe una ceiba preciosa antes de que subamos rumbo al sitio arqueológico y hacia la finca El Recuerdo, donde pasaríamos los próximos cuatro días.

El camino al sitio arqueológico El Soch es de terracería pero precioso.

Una ceiba nos da la bienvenida a San José el Soch.

Llegamos con la luz del día y fuimos recibidos por doña Nohemí y don Julio con alegría y cariño, mismos que son correspondidos con creces. Descargamos en su casa la comida y el equipo que se necesita ahí, para luego dirigirnos a la cabaña donde nos alojamos, que queda a unos 150 o 200 metros de la casa. Sin energía eléctrica y sin agua corriente, la cabaña es rústica, pero… muy importante… tiene buenas camas y no hay bichos.

Nuestra querida cabaña frente al río y los chorros de agua fresca.

Luego de desempacar y acomodar el equipo, tomamos un descanso; y, una vez repuestos, nos dirigimos a donde doña Nohemí y don Julio para ponernos al corriente después de 12 meses. Entre la cabaña y la casa hay un río pequeño y un puente que estaba en reparación. A la pequeña casa principal se le está añadiendo un segundo piso —con una vista espectacular de la selva—; también se le está agregando un baño. En esa casa está el poyo donde doña Nohemí hace maravillas y el porche con comedor donde ocurren muchas conversaciones fascinantes. Se nos unió Julio, hijo, y comimos deliciosos frijoles parados, acompañados por huevos revueltos. En la mejor compañía, rodeados por los sonidos de la selva y con la luz tenue de lámparas de batería, nos entregamos al encanto de El Soch. Con una diferencia notable con respecto al año pasado. En 2024, el clima fue principalmente cálido y húmedo, como en la selva. Pero este año había frío… el frío que hay en las montañas húmedas…

@luisficarpediem

Viaje a El Soch #luisfi61 #quiche #elsoch #chicaman #uspantan #sitioarqueologico #selva #carretera #alegria

♬ sonido original – Jesús Manuel – Jesús Manuel

Luego de la cena y de ponernos al día, cruzamos el río (por el puente en reparación) acompañados por don Julio. Tras despedirnos y hacer dos o tres bromas, Lissa, Raúl y yo subimos al porche de la cabaña para abrir la puerta y entrar. Esa puerta, por cierto, se cierra y no teníamos llave. Para evitar que se cerrara del todo, puse un cartón, y Lissa puso una cuerda con la que se podría abrir en caso de que la puerta se cerrara.

Pero llegamos, y el cartón estaba en el suelo;  y al primer intento no se pudo abrir la puerta. Y pues… como don Julio se había ido un par de minutos antes, lo que se me ocurrió fue gritar, en medio de la noche y de la selva: ¡Don Julio! A los dos segundos, Lissa y Raúl lograron abrir. Entonces grité: ¡No pasa nada, buenas noches! En menos de un minuto, apareció Julio, hijo, alarmado porque nos había oído gritar. Así que, apenados (y yo bein azareado), le contamos lo que había pasado.

La vida a la luz de veladoras en El Soch. En la cabaña dormimos como tiernos.

Concluido ese asunto, dormimos delicioso… bien envueltos en las sleeping bags e incluso tuve que dormir con calcetines, cosa que no suele agradarme. En la madrugada, tuve que cubrirme la cabeza porque el frío era intenso. Con todo y todo, en El Soch se duerme como tierno porque, claro, el viaje había sido largo; pero también porque allá abundan las florifundias y, aunque este año no había tantas como en 2024, su efecto se dejó sentir, ya que fue poner las cabezas en las almohadas y caer en brazos de Morfeo… en 3, 2, 1. Ni siquiera me desperté a orinar, por fortuna, dado el frío.

Así fue el primer día en aquella experiencia. En El Soch, las personas y la naturaleza se unen para que la visita sea inolvidable, demostrando que las segundas partes, cuando las vives con la mente y el corazón activos no son decepcionantes. ¿Que experiencias inolvidables nos esperan?

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Aventura El Soch, II


19
Abr 25

Sabores de El Soch: ¡Felicidad!

 

El descubrimiento de un nuevo plato hace más por la felicidad de la humanidad que el descubrimiento de una nueva estrella, dijo el célebre Jean Anthelme Brillat-Savarin, que fue jurista, político y crítico gastronómico en tiempos de la Revolución Francesa. Tiempos fascinantes para ser crítico gastronómico, por cierto.

De él son otras dos frases que me gustan mucho: Dime lo que comes y te diré quién eres; y Si el hombre se contentase únicamente con agua, nunca hubiera podido decirse que uno de los privilegios humanos es beber sin tener sed. Las tres frases vienen al caso en esta temporada de conmemoraciones a la chapina y de celebración del equinoccio de primavera, porque esta semana tuvimos la dicha de visitar el sitio arqueológico El Soch (en Chicamán, Quiché), donde, de la mano de personas generosas y encantadoras —gracious es la palabra en inglés—, descubrimos nuevos platos, comimos como se debe comer y bebimos la mejor agua. ¿Y cómo se debe comer? Pues despacio, con alegría, y combinando sabores, aromas, texturas y colores en la mejor compañía posible.

Las fotos no le hacen justicia a la comida; pero se entiende. Frijoles parados y huevos revueltos, chirmol de tomates de árbol y. huevos revueltos, ensalada de Santa María, chirmol de coche, pacaya, mojarras y panal con miel.

¿Por dónde empiezo? ¿Conoces la hierba Santa María? No es la manzanilla, sino que tiene tallos que recuerdan al apio y un aroma y sabor anisado; pero tampoco es hinojo. Allá nos la prepararon picada, como prepararías una ensalada, y se usa para acompañar pescado, por ejemplo. Las mojarras que se comen en el sitio arqueológico son alimentadas con Santa María, con hojas de malanga y de caschamote, de modo que tienen un sabor delicado y delicioso, además de que hacen un caldo exquisito.

El año pasado lo probamos, pero este año lo apreciamos con mayor conocimiento: el tomate de árbol (Solanum betaceum), que allá en Quiché conocen como tomate extranjero. Haz de cuenta que ves una granadilla, pero con el interior muy parecido al tomate ciruelo que ya conoces. En El Soch lo comimos en chirmol picante; y en casa tenemos porque un amigo nos trajo de San Marcos. El año pasado estaba escaso en el mercado de Quiché, pero este año había abundancia de ese fruto delicioso. Es tan rico cenar tortillas, huevos y frijoles parados acompañados por chirmol de tomate de árbol entre anécdotas, risas y los sonidos propios de la selva.

Hablando de frutos, y para refrescar la sed, bebimos refresco de naranjilla (Solanum quitoense), un fruto cuyo jugo recuerda a las naranjas que conocemos, pero que tiene un toque con mucho carácter. Ahora que escribo estas líneas, noto que tanto el tomate de árbol como la naranjilla son del género Solanum y son originarias de los Andes y la Amazonía. No es extraño, entonces, que se den muy bien en áreas como la frontera de la legendaria Zona Reina, donde se encuentra aquel sitio arqueológico que, desde el periodo clásico temprano, tuvo una ubicación estratégica para el control territorial en las tierras altas del norte.

¡Brillat-Savarin tenía tanta, tanta razón! ¿Cuál fue la joya de la corona durante nuestra experiencia culinaria de este año en el equinoccio de primavera? Aparte del caldo y la mojarra ya mencionados, el chirmol de coche. También preparado por manos amorosas, entendí que la carne de cerdo se fríe y cuece en su propia manteca, que se va apartando. En esa manteca se fríen cebollas y miltomates majados hasta formar una salsa o chirmol con la que se cubre y suaviza la carne.

 ¿Qué te digo? Cenamos chirmol de coche acompañado por agua de manantial, esa agua que tiene una densidad ligera y casi imperceptiblemente mayor a la que estamos acostumbrados en los centros urbanos, y que, además, tiene un lejano toque mineral que no solo alivia la sed, sino que da alegría.

Por estas experiencias, quedamos profundamente agradecidos con don Julio y doña Mimi, con las tías Chita, Tita y Norma, y con la prima Marlin. Quedamos agradecidos con la vida, porque somos lo que comemos. Y así, entre sabores y risas, celebramos la vida en El Soch, donde cada bocado es un canto a la felicidad y a la conexión con nuestra tierra.

Columna publicada en República.

Actualización: olvidé mecionar que, en la tierra de las pacayas comimos pacayas asadas y descubrimos que se come el palmito de pacaya; también comimos miel recién extraída de un panal de abejas. 


17
Ene 25

Explora Tikal con ojos de niño

 

Los tres eventos que me fascinaron con los antiguos mayas fueron una visita que hice a Iximché, cuando estaba en cuarto grado de primaria; la visita que hice -con mi padre- al Museo Nacional de Arqueología y Etnología uno, o dos años antes; y mi primera visita a Tikal cuando estaba en segundo año de Básicos. Aquellas experiencias despertaron en mí un asombro que sigue vigente.

Haz clic en la foto para comprar Las aventuras de Yaxun B´alam.

Por eso me encanta haber leído Las aventuras de Yaxun B’alam en las tierras mayas, por Sylvia Valiente; obra ilustrada por Lila Ramírez. Este libro está pensado para niños, pero también es una bonita forma de iniciarse en la exploración de la cultura maya del período clásico, tenga uno la edad que tenga.

Primero porque tiene historias bien contadas, ¿y quién puede resistirse a historias bien contadas? Segundo porque las ilustraciones y las actividades manuales que trae la obra, cuando no son educativas, son relajantes. Tercero porque de verdad dan ganas de acompañar a Yaxun en sus aventuras. Cuarto porque tiene contenido multimedia.

Cuando eres niño y Yaxún B’alam te lleva por El Baúl y Kaminaljuyú -para luego dirigirse a Quiriguá y adentrarse en la selva rumbo a Yaxhá, Tikal, San Bartolo y El Mirador- te da la oportunidad de explorar un mundo que no conoces. Yaxún te anima a leer más y a ampliar conocimientos para descubrir lo fascinante de los mayas que vivieron en aquellas ciudades.

Lo importante de estas meditaciones es que cuando uno es niño las ventanas para maravillarse están todas abiertas; y cuando uno es niño puede maravillarse con casi todo: deportes, música, personas, libros, lugares, cuadros, comidas y culturas.

Luego de aquella mi primera visita a Iximché, recuerdo que fui a Panajachel como tantas veces y compré unas piecesitas de barro supuestamente mayas en una tienda de antigüedades con dinero que me había dado mi bisabuela, Mami. Cuando se las mostré a ella, me dijo que no gastara mi dinero en esas cosas porque seguramente eran falsas. Acto seguido sacó de su armario una cabeza de barro y me la obsequió después de decirme: Esta tal vez es de verdad. Desde entonces atesoro esa pieza.

Mi mamá y mi hermana disfrutaron el libro porque, si bien es una obra introductoria, no es una obra humilde. Con talento y con la ayuda de Yaxún B’alam e Iki (el búho), el lector con algo de espíritu de niño encuentra motivos para interesarse en el cacao y en el jade; así como en la numeración, en la asombrosa escritura maya y en los calendarios. ¡Adivina quién le dio voz a Ik y quién es el de la cerbatana en el vídeo de abajoi!

Si mi primer contacto con la cultura maya fuera Las aventuras de Yaxun B’alam, a cualquier edad me moriría de ganas de visitar Tikal, o por lo menos de ir a hacer un picnic en Iximché, o en Chuwa Nim Abaj e imaginar que soy un viajero en el tiempo. Eso sí… inmune a la captura para el sacrificio.

@luisficarpediem

Este libro, de Sylvia Valiente, está pensado para niños, pero también es una bonita forma de iniciarse en la exploración de la cultura maya del período clásico, tenga uno la edad que tenga #mayas #libro #arqueologia #historia #luisfi61 #yaxunbalam #sylviavaliente #literatura

♬ Keyboard_typing sound(894890) – keiichiro Akamine

El niño que hay en mí siempre se ha embobado un poco con la cabeza que me dio Mami y, como a veces ese chiquillo me hace jugarretas, ahora me gusta pensar que Yaxún B’alam se la obsequió a mi bisabuela. Y me dan más ganas de leer sobre las novedades y los descubrimientos más recientes en sitios arqueológicos enigmáticos.

Columna publicada en República.


13
Ene 25

Encantadora visita al Munae

 

Si no has ido al Museo Nacional de Arqueología y Etnología te recomiendo que lo visites.  Me alegra mucho que ese espacio haya sido rescatado con buen gusto y, aunque su remodelación fue algo controversial, me quedo con que si es un lugar a donde uno puede llevar visitantes, y donde uno puede pasar un buen rato, o dos, o tres, o cuatro.

Es para visitarlo varias veces por la riqueza de sus colecciones.  Esta vez fui enfocado en estelas y lítica; pero uno puede dar paseos enfocado en cerámica, figurillas, estilos de cerámica, y otros ángulos.  Y a mí, siempre que voy, me gusta pasar saludando a las piezas de los murales de San Bartolo.

También hay piezas ineludibles que recuerdo desde siempre, como el Trono I, de Piedras Negras; el collar de jaguares de oro, de Iximché; y otras. Ahora hay una exhibición temporal llamada Sonidos del pasado, que es sobre instrumentos musicales; y en otra sala, las figurillas están desplegadas de forma que uno sí puede apreciarlas bien.

Ese museo lo visité por primera vez con mi padre cuando yo estaba en los primeros años de la Primaria y me encantó. Durante décadas se fue deteriorando  lastimosamente pero siempre tuvo encanto. La última vez que lo ví, antes de mi visita de diciembre pasado, había un par de salas remodeladas y ya.  Pero ahora sí es un museo hecho y derecho.

Por supuesto que por su tamaño y por la gran cantidad y calidad de piezas que exhibe es un lugar que hay que hay que visitar de forma planeada.  No es como para ir y ver qué hay, sino que hay que saber qué buscar.  Es como cuando fuí al Metropolitan Museum of Art, en Nueva York -salvando las distancias- que fui en busca de momias egipcias y del hipopótamo William

En la parte de etnología, el Museo tiene un espacio dedicado a mi cuate, San Simón.  De cualquier manera, no importa qué edad tengas, si eres curioso y si quieres hacer algo bueno con tu tiempo valioso, de verdad te recomiendo que visites el Munae.  

El edificio del Munae que es pareja del que ocupa el Museo Nacional de Arte Moderno, por cierto, es obra del arquitecto Manuel Moreno Barahona que también es autor de las pasarelas que hay en el área que ocupaba la feria de Noviembre en tiempos de don Jorge Ubico. A don Manuel también se le deben el Edificio del Congreso y el del Correo

@luisficarpediem

Visita al Museo Nacional de Arqueología y Etnología en la ciudad de Guatemala #museo #arqueologia #maya #maximon #sansimon #etnologia #luisfi61 #historia #mayas #guatemaltecosporelmundo

♬ Jerusalema (feat. Nomcebo Zikode) – Master KG

 


10
Abr 24

Excursión a El Soch, cuarto día

 

El lunes amanecí con nostalgia porque este sería nuestro último día completo en El Soch, en la finca El Recuerdo y en compañía de nuestros estupendos anfitriones.  Pero amanecí con hambre y con la curiosidad de qué había pasado con la perica y el gavilán.

Luego del lavado de cara y dientes, listos para lo que nos trajera el día nos encaminamos hacia el rancho; y ahí la novedad es que doña Mimí y Julio Jr. estaban desgranando elotes de la finca para preparar atol de elotes.  ¿Sabes qué pasó con la perica? Pues se salvó, ¡Todo el orbe cante! y volvió a la casa de Las tías Chita, Norma y Tita.  Así que tutti contenti, a desayunar. Y luego de comer rico el consabido baño a guacalazos.

Ese día, don Julio en compañía de Chito, nos llevaron hacia la parte de la finca donde hay cardamomo, macadamias y milpa. Lissa, Raúl y yo subimos el cerro y subimos el cerro.  Don Julio nos explicó los altos y bajos del cultivo de aquellos productos.  Ya te conté que me gustan mucho las macadamias y que me recuerdan las fiestas de aniversarios de bodas, de mis padres, cuando era niño.  También me gusta el cardamomo porque mi padre compraba café y cardamomo para una compañía japonesa.  Aquel producto me encantó desde la primera vez que mi padre llevó unas semillas a la casa.  Yo las comía solas y hacía café con cardamomo y galletas de cardamomo.  ¿Te acuerdas de que en los 80 había unos chi

cles de cardamomo? La marca era Romy.  

1. Don Julio, Raúl y Lissa en el cerro donde están las siembras. 2. Raúl cruza el puente rumbo a la cabaña. 3. Semillas aromáticas de cardamomo. 4. La planta del cardamomo. 5. Árbol de macadamias 6. Frutos de macadamias. 7. Vista desde el cerro. 8. Otra vista desde el cerro. 9. Heliconia y elote de El Soch.

Cuando subimos el cerro de las siembras vimos una cotuza.  Yo nunca había visto una y aunque la ví por pocos segundos me encantó el color rojizo de su pelambre.  Adivina de qué me acordé cuando comentamos el avistamiento de aquel animalito.  Me acordé de que al cardenal Mario Casariego lo apodaban Sor Cotuzo.  

Cuando llegó al medio día bajamos a la cabaña donde Raúl y yo tomamos la siesta de ley mientras Lissa disfrutaba de la cascada y de su agua fría.  Por cierto que, en la mañana cuando subimos al cerro, don Julio les había dado permiso a unos niños para bañarse en la catarata y se veía que disfrutaban como Lissa del agua clara y helada.

Niños disfrutan en la catarata frente a nuestra cabaña en El Soch.

Ya descansados fuimos a comer la pierna horneada, la caponata y unos quequitos de bananos que Raúl y yo llevamos preparada, mismas que, ¿cómo iba a ser de otra forma?. compartimos con don Juliio, doña Mimí, Julio Jr. y Chito. ¡Y atol de elote que hizo doña Mimí! ¿Qué es lo que corresponde luego de almorzar y a causa del efecto florifundia? Una siesta breve para agarrar fuerzas e ir a explorar la parte de El Soch que queda junto a la casa de Las tías.

Cuando bajó alguito el sol emprendimos camino a la parte alta de El recuerdo, pero no por el camino principal como el día anterior, sino cruzando las siembras de don Julio.  La casa estaba en silencio y escuchamos a la perica aliviados. Allá arriba sólo estábamos don Julio, Julio Jr., Lissa, Raúl y yo.

@luisficarpediem

Sitio arquelógico El Soch #elsoch #sitioarqueologicoelsoch #arqueologia #maya #aventura #archaeology #roadtrip #adventure #luisfi61 #quiche #chicaman

♬ Johnny Quest – Telly Addicts

Luego caminamos hacia los basamentos de El Soch que se hallan en esa parte.  Son diferentes a los que hay en la parte baja.  Estos son más piramidales.  La casa de Las tías se halla exactamente junto a la escalinata principal de uno de los basamentos.  Hay otros basamentos atrás y restos de un campo de juego de pelota, y ¡Sorpresa! Un monolito precioso, con una cara chula que me recordó al dios gordo que se halla en el Museo Popol Vuh. Este no debe ser confundido con los barrigones de La Democracia; ni con los cabezas gigantes de los Olmecas.  Si consigo más Info sobre el dios gordo, te cuento.

1. Siempre es un buen momento para melcocha de doña Mimí. 2. Niños en la catarata. 3. Piedra con inscripciones junto a la catarata. 4. Estructura de El Soch junto a la casa de Las tías. 5. Cráneo en la selva. 6. Campo de juego de pelota. 7. Basamento con escalinata. 8. Otra vista del basamento con escalinata. 9. El supuesto dios gordo.

Si la visita a esta parte del sitio arqueológico fue fascinante en sí misma, la guinda del pastel es que don Julio y Raúl vieron pasar un quetzal entre el bosque.  Yo no lo vi, ni he visto uno en persona; pero sabes que estaba ahí y que ellos lo habían visto me llenó de alegría.  Este era nuestro último atardecer en El Soch y la vida nos había regalado un quetzal.  Cuando uno mura un quetzal es algo mágico, es estremecedor, dijo Raúl

Especulé que es el dios gordo porque se parece a uno que hay en el Museo Popol Vuh.

Cuando se puso el sol nos dispusimos a bajar, pasamos a refrescarnos a la cabaña, pre empacamos tantito y al rato agarramos camino para el rancho. ¿A qué? ¡A cenar y a escuchar historias de don Julio!

En esas estábamos cuando la Luna se dejó ver entre los árboles.  Una Luna casi llena que sería nuestra última en El Soch.   Y en ese momento, en la paz de la noche en la selva y a la luz brillante de Ixbalanqué sentí una gratitud profunda por todo lo que habíamos vivido desde el viernes, en la mejor compañía posible. 

Nuestra última Luna en El Soch.

Luego caminamos a la cabaña, abluciones y a dormir porque al día siguiente haríamos viaje.

Continuará.


02
Abr 24

Excursión a El Soch, segundo día

 

¡Amanecimos en El Soch!…y amanecer allá es un deleite por sí mismo. Luego de una noche reparadora emergimos pasadas las 8:00 a. m. que es tardísimo para la vida de campo; pero muy bueno para tres viajeros aventureros.

Vista de el basamento principal frente al rancho de don Julio y doña Nohemí, en El Soch.

Dimos un paseo por las inmediaciones de la catarata, nos habituamos a los sonidos de las caídas de agua y de la selva y Raúl recogió frambuesas que creían a la vera del camino.  

1. Tierra de arroyos y cascadas. 2. Tierra de florifundias. 3. Raúl cosechó frambuesas. 4. Tierra de pacayas. 5. Tierra de macadamias. 6. Tierra de flora exuberante.

Por supuesto que despertamos con hambre y con ganas de visitar el sitio arqueológico, y adentrarnos en la selva.  Luego de disfrutar un desayuno de doña Mimí y luego de la larga sobremesa, nos bañamos Lissa, Raúl y yo a guacalazos con agua entibiada gracias al fuego del poyo.

Luego, don Julio -con toda la paciencia del mundo- nos condujo a los basamentos y al campo de juego de pelota que está a un paso de perico, frente a su rancho. El sitio arqueológico es lo que nos había llevado a aquellas tierras misteriosas y encantadoras y ¡al fin estábamos ahí!

Vista de las estructuras que están a inmediaciones del rancho de don Julio y doña Nohemí.

Gracias a que don Julio y doña Mimí han protegido ese asentamiento maya, al aproximarse a las estructuras uno siente como si fuera un explorador del siglo XIX que descubre una ciudad antigua en la jungla vírgen.  Las piedras silenciosas contrastan con la algarabía de la selva.  La humedad y el frescor envuelven el ambiente. Lissa, Raúl y yo tuvimos la certeza de estar en un lugar especial, no solo por la parte de su historia que se remonta al período clásico temprano, sino por su historia reciente que invita a meditar sobre el valor del patrimonio histórico, el valor de la naturaleza y el valor de la familia en un contexto de guerra como la que vivió Guatemala en los años 80.

La historia de El Soch, pues, está íntimamente ligada a la de Guatemala y junto a las plataformas del complejo escuchamos ias historias fascinantes y conmovedoras que nos compartió don Julio y que son materia para otra entrada en Carpe Diem, un día de estos. En cuanto a la historia prehispánica del sitio, Melvin Guzmán, de la Universidad del Valle de Guatemala escribió la tesis titulada Sitio arqueológico El Soch, El Quiché, Guatemala: análisis del posicionamiento estratégico del sitio para el control de un área geográfica.

Vista lateral del basamento principal en El Soch.

Nuestro segundo día en El Soch incluyó no sólo un paseo por las estructuras cercanas al rancho de don Julio y doña Nohemí, sino que nos adentramos en la selva entre la vegetación propia del lugar y las pacayas que son uno de los productos que se cultivan en la finca.  Allá también hay macadamias, cardamomo y caña.  En la finca corren arroyos y hay nacimientos de agua encantadores. ¿Sabes? Como esos que se ven en las películas y son descritos en la poesía. El rumor del agua, el canto de las aves y el paso del viento hacen de esas caminatas experiencias para todos los sentidos. 

Tengo un gusto particular por las macadamias porque cuando mis hermanos y yo éramos niños, mi papá nos encargaba que organizáramos la celebración del aniversario de bodas de él y mi madre.  El nos dejaba cava y algunos tentempiés y, cuando él y mi madre volvían (de quién sabe dónde) ¡Sorpresa! los niños habíamos puesto la mesa y los esperábamos para celebrar.  Cada año, las veces que hicimos esa fiesta, había macadamias incluidas y en aquel tiempo, en los años 70 sólo las había importadas de Hawaii y a nosotros nos parecían unas de las cosas más deliciosas que comíamos.

El segundo día en El Soch tuvo la particularidad de que cayó neblina y fue fresco y húmedo en contraste con el día anterior en la carretera y cuando nos aproximamos a Chicamán.

El sábado fue un dia de niebla y llovizna suave, que invitaron a bajar revoluciones.

Fue chistoso que al hacer inventario de mi ropa para el viaje me di cuenta de que me faltaría una camisa, así que ese sábado aproveché para lavar la camisa del día anterior.  

El efecto florifundia hizo de las suyas y dormimos en la tarde para despertar sólo a tiempo para hacer un debriefing en el porche de la cabaña; y para caminar en la tranquilidad de la tarde/noche y luego dirigirnos al rancho para conversar y cenar. ¿Qué hubo de cena? Lasaña de carne y berenjenas que llevó Lissa y estuvo deliciosa. ¿Y de postre? Moyetes de Tres Genaraciones.

@luisficarpediem

Arroyos y cascadas en El Soch #elsoch #chicaman #arroyos #cataratas #quiché #roadtrip #turismo #selva #luisfi61 #sitioarqueologicoelsoch

♬ sonido original – Canciones con letra bonita✨

¿Sobra decir que volvimos a dormir como tiernos?


01
Abr 24

Excursión a El Soch, primer día

¿Cuál era nuestro destino? El Soch, un sitio arqueológico localizado en una finca privada El Recuerdo, en el municipio de Chicamán, Quiché.  ¿Por qué? Porque nos encanta pueblear, nos encantan los sitios arqueológicos y porque nos encanta la selva.  Lo que no sabíamos es que este viaje iba a ser diez veces maravilloso no sólo por el sitio y porque se halla en la frontera con la legendaria Zona Reyna, sino que lo iba a ser en el plano humano.  

Cataratas frente a nuestra cabaña en El Soch.

El viernes 22 de marzo a las 5:30, Raúl y yo pasamos a por nuestra amiga, Lissa en cuya casa terminamos de cargar el carro.  A las 6:00 íbamos con rumbo a Pachalum, Quiché porque, de acuerdo con Via Michelin hay una ruta entre esa población y Chicamán pasando por Cubulco.  Lo cual era muy conveniente porque nos ahorraba bastante tiempo y kilómetros y porque no conocíamos Cubulco.

1. El carro cargado. 2. El camino a Pachalum es tierra de palos de pito. 3. David, de la panadería Mireya nos muestra el pan antes de ser horneado. 4. Panela en Pachalum. 5. Uno podría hacer fotos y fotos de la arquitectura vernácula de remesas. 6. La naturaleza en la carretera.

 

Todo bien…llegamos a Pachalum donde un policía municipal de tránsito nos facilitó muchísimo estacionarnos y desayunar.  Comimos en la Panadería Mireya, donde David, el panadero nos mostró cómo hacen el pan y nos trató de conseguir información sobre Cubulco.  Lo único que yo sabía es que es es tierra de zompopos de mayo y de palo volador.  Lo primero lo se por mi cuata, Dulce y lo segundo porque cuando en 2019 viajamos a Joyabaj, en la moreria de doña Mercedes Melecio conocimos a unos caballeros de Cubulco que iban a devolver trajes que habían rentado para su festividad patronal.

Luego de visitar el mercado de Pachalum, donde compramos frijoles blancos y delicioso pinol para preparar pollo, en casa, nos despedimos de esa población y agarramos camino a Cubulco.

Esa población está en la sierra de Chuacús, en Alta Verapaz, y allá hace mucho calor.  Visitamos la iglesia que tiene mucho encanto y donde fuimos recibidos muy bien por los trabajadores que la están restaurando.  Paseamos por lo que fuera el convento y comimos alguito en el parque de la población.  Y nos dispusimos a preguntar que por dónde se va a Chicamán.

…y ahí se complicó la cosa.

Un vecino cubulense nos dio la mala noticia.  Resulta que el puente que cruza el río Negro, entre Cubulco y Chicamán está destruido y no hay paso.  Resulta que tendríamos que volver a Pachalum y agarrar rumbo a Santa Cruz del Quiché vía Joyabaj. Eso no sólo significaba desandar el camino, sino que seguramente no llegaríamos a Chicamán ese viernes.  

A esas alturas pensé que es una tradición de nuestras excursiones perdernos, o agarrar por caminos difíciles.

En fin, el buen vecino y su esposa exploraron Google Maps en su teléfono y nos encontraron otra ruta: De Cubulco a Uspantán pasando por Yerbabuena y Canillá y eso era buena noticia.  La mala noticia es que es por caminos de terracería.  Con los sentidos de aventura y del humor que nos acompañan en nuestros viajes nos dispusimos a continuar.

Entre polvareda y polvareda subimos y bajamos cumbres, pasamos por parajes preciosos, algunas veces con árboles frondosos y otras veces como desiertos llenos de cactus enormes como saguaros.  En tramos largos no se veían casas, ni un alma.  Algunas veces nos topábamos con semovientes.  Pasamos por Chinillá y Xepatzac (de lo cual nos enteramos por anuncios que prohiben la caza); y pasamos por la aldea Ojo de Agua. Vimos una siembra de pitayas y nos dispusimos a bajar rumbo al puente que -en esta locación- nos permitiría cruzar el río Negro, rumbo a Uspantán.

¡Y llegamos a río! Pero…es un puente que está medio despedazado.  Le faltan sus bordes protectores y le faltan pedazos. Se ve que el río no ha sido gentil con él. Pero vemos, desde arriba, que pasan autos por él.  Decidimos que hay que pasarlo, sí, o sí porque la opción sería regresar.  Como a mi me gustan este tipo de retos le pedí el timón a Raúl, puse el auto en posición frente al puente, les dije a Lissa y a Raúl ¡Agárrense! y nos dejamos ir.  Lissa dijo: ¡No parés!…y cruzamos el puente. Buen adrenalinazo luego del sopor que traíamos al bajar de la cumbre por caminos casi desiertos. Continué al volante porque Raúl había conducido diez horas, porque ya eran las 16:00.  

1. La naturaleza en la carretera. 2. Nomenclaturas entre las ventas. 3. ¡Cuidado con las reses! 4. Hubo que hacer una pit stop. 5. Tierra de saguaros. 6. Kilometros y kilómetros de soledad, calor y polvo. 7 ¡Al fin signos de vida humana. 7. Llegamos al puente…pero estaba dañado…y lo pasamos. 9. Y seguimos por carreteras de terracería, sin ver autos, ni casas, ni gente.

 

A diez días de distancia, el desvío y el puente en cuestión ahora son anécdotas y aventuras que enriquecieron la excursión que, si no fuera por las conversaciones y la buena compañía, hubiera sido más que pesada y tensa.

Desde el río Negro comenzamos a subir rumbo a Uspantán a donde llegamos a las 17:26.  Esto es importante porque tenemos la regla de no conducir de noche así que tomamos la decisión ejecutiva de continuar hacia Chicamán y El Soch con la esperanza de llegar a las 18:00 justo al empezar a oscurecer. Y a la aldea El Soch llegamos a las 18:05. 

Ahí buscamos el camino para el sitio arqueológico a donde llegamos empolvados como shecas. Ahí dormiríamos en una cabaña que nos tenía preparada don Julio García; y cenaríamos con él y su esposa, doña Nohemí para empezar nuestra visita de cuatro días. ¿Te acuerdas que dije que esta excursión iba a ser diez veces maravillosa en el plano humano. Esto fue por don Julio y doña Mimí y su familia.

1. Una siembra de pitayas. 2. Ya vamos llegando. 3. ¡Al fin Uspantán! 4. Ya casi, ya llegamos a la aldea El Soch. 5. Don Julio nos esperaba en la cabaña. 6. Cenamos y conversamos tan rico. 7. De postre: la melcocha hecha por doña Mimí. 8. Vista desde nuestra cabaña. 9. Nuestra cabaña, de noche.

Don Julio -lo averiguaríamos luego durante las largas conversaciones que tuvimos durante cuatro días- es un héroe de la protección del patrimonio cultural, y del patrimonio natural.  Los héroes actúan para proteger la vida y lo hacen con gran habilidad. Los héroes son posibles; y porque hacen posible la vida humana, merecen ser protegidos.  Hace años, mi amigo Andrew Bernstein explicó que aunque los  héroes cometan errores y tengan flaquezas, y la cultura enferma en la que vivimos se enfoque en aquellas flaquezas y errores, las personas racionales debemos dimensionar esos errores y flaquezas y estilizar la grandeza en los héroes.  Andy. recordó que los artistas románticos siempre estilizan; y un héroe, explicó, es un individuo de elevada estatura moral y habilidades superiores que -de forma audaz- persigue valores en condiciones de dificultades extremas.  Don Juliio y doña Mimí, al proteger El Soch y sus alrededores, encajan en la descripción de Andy…con el añadido de que tienen corazonotes así de grandes.  Todo esto lo iríamos descubriendo durante el tiempo que nos permitieron compartir su mesa y gozar de su conversación y de conocer ese lugar encantador en el que nos encontramos.

Pues llegamos a la cabaña, don Julio nos ayudó a descargar y notamos que frente a la cabaña encantadoramente sencilla…sencilla, había cataratas que nos arrullarían cada noche.  A ello se le sumaban la selva, numerosos pacayales y…quién sabe cuántos arbustos de florifundias o floripondios. Blancas, rosadas y amarillas, esas flores son célebres por sus propiedades somníferas y recordé que mi madre contaba que, cuando era niña, mi tío Rony le había puesto unas bajo su almohada a modo de broma.  

Una vez acomodadas nuestras cosas en la cabaña -en la que no hay agua corriente, ni energía eléctrica, pero sí camas cómodas- fuimos a conocer a doña Mimí que, generosamente, nos preparó la cena.  Huevos, frijoles y plátanos…y queso preparado por sus cuñadas que viven en la finca vecina y a quienes tendríamos la dicha de conocer al día siguiente. ¿Y el postre? Melcocha preparada por doña Mimí con panela producida en el trapiche de la finca, con las cañas cultivadas ahí mismo.  Por cierto que mientras escribo estas líneas estoy chupando caña de El Soch.

Casi indescriptiblemente cansados caminamos a la cabaña, hicimos nuestras abluciones, nos dimos las buenas noches y experimentamos lo que dimos por llamar El efecto florifundia. Dormimos como tiernos y luego te cuento como fue nuestro primer día completo en aquel paraíso remoto, legendario y fascinante.


19
Dic 23

Viaje en el tiempo para explorar el encanto de Takalik Abaj

Takalik Abaj es un sitio arqueológico encantador y está situado en la costa sur -en medio de esos bosques exuberantes que hay allá-.  Es importante por sus vinculaciones con los olmecas y los mayas; y porque era un centro importante de comercio durante los períodos preclásico y clásico. 

Sapo en Takalik Abaj.

El sitio es grande y la parte visitable tiene plazas y basamentos que le dan mucho carácter.  Takalik Abaj es célebre por la cantidad de estelas y monumentos esculpidos encontrados allá.  En esta visita nos mostraron una hermosa y enorme estela de una piedra llamada gneiss, que no conocíamos.  Cuando está pulida es suave al tacto y recuerda al jade. También nos encontramos con sapo de piedra que es precioso y que yo recordaba muy bien. Lástima que no es permitido, pero me hubiera gustado mucho descalzarme y posar mis pies en una piedra que tiene un par de pies vaciados y que se supone que es un observatorio astronómico.

Plaza y basamentos en Takalik Abaj.

Hablando de animales, ¿qué crees? Vimos a una tortuga escarbando su nido para desovar, junto a un lagarto.  También vimos a un coyote, y no se por qué siempre me divierten los coyotes…tal vez porque parecen tan perros. Entre la flora me encantó ver un árbol de morros y me acordé del jarabe de morros, contra la tos. que nos enviaba mi bisabuela, Mami, cuando éramos niños. Vimos un par de árboles de cacao, el kakaw de los mayas antiguos.  No menos fascinante fue el árbol de pepita de pan del cual yo ya había oído, pero nunca lo había visto.  No debe ser confundido con la fruta de pan que transportaban la Bounty y el capitan Bligh.

Estela y altar de piedra gneiss en Takalik Abaj.

Como muchísimos de estos sitios, Takalik Abaj es un lugar para volver con tiempo y explorar bien en compañía de algún experto. ¡Hay tanto por ver y entender que unas pocas horas no bastan! No es sólo por el sitio en sí, sino por el ambiente costeño, la fauna y la flora.

En el sitio fuimos muy bien atendidos y ovación de pie para las señoras que prepararon el almuerzo, un delicioso pollo en barbacoa con champiñones, acompañado por arroz y escabeche. Con una rosa de jamaica bien hecha, como pocas.

A ese sitio ya habíamos ido a principios de este siglo, con Raúl y el Ale; y yo lo recordaba como un lugar que había que visitar de nuevo.  ¡Y qué razón tenía! Fuimos el sábado 16 de diciembre gracias a Mayra y Rossanna y al Museo Popol Vuh, en buenísima compañía de colaboradores y estudiantes de la Universidad Francisco Marroquín.

@luisficarpediem

Como muchísimos de estos sitios, Takalik Abaj es un lugar para volver con tiempo y explorar bien en compañía de algún experto. ¡Hay tanto por ver y entender que unas pocas horas no bastan! No es sólo por el sitio en sí, sino por el ambiente costeño, la fauna y la flora. En el sitio fuimos muy bien atendidos y ovación de pie para las señoras que prepararon el almuerzo, un delicioso pollo en barbacoa con champiñones, acompañado por arroz y escabeche. Con una rosa de jamaica bien hecha, como pocas #takalikabaj #arqueologia #turismo #maya #olmeca #retalhuleu

♬ Turismo Guatemalteco – Marimba Union Musical

¿Hubo contratiempos?

¡Lo fatal, pero fatal que es el camino!  Primero que cuesta muchísimo, pero muchísimo salir de la ciudad a pesar de que salimos a las 5:00 a. m. Luego uno se va a topar con Villa Nueva donde el paso es lento y costoso a más no poder.  Luego, los accidentes en la carretera van haciendo el tráfico más difícil hasta el punto en que a ratos queda totalmente detenido cuando no va uno a vuelta de rueda. En algún momento encontramos un trailer partido en dos -que obstaculizaba el tráfico- ¿y qué crees? ni en se lugar, ni en los accidentes ves un sólo agente de covial organizando el paso. Debido a aquellas condiciones no es raro encontrar vehículos que se han sobrecalentado, o que se han quedado sin combustible y esos también complican la situación que ya es mala. 

A aquello añádele que la carretera pasa por poblaciones en las que ni los alcaldes, ni los gobernadores dan señas de tener la menor intención de facilitar el tránsito.

Hicimos siete horas para llegar a Takalik Abaj y ocho horas para volver a la ciudad de Guatemala.  ¡Así no se puede! ¿De qué sirven las campañas de turismo si cuando la gente quiere visitar lugares se encuentra con que para viajar 200 kilómetros necesitas entre siete y ocho horas?  

¿Qué alivia las penas en el camino? La buena compañía, eso sí; y el Super 7 de Mazatenango donde no sólo hay el mejor servicio al cliente que he visto en lugares similares, sino que la comida de verdad saca la tarea.

Cacao, en Takalik Abaj, Retalhuleu.

Takalik Abaj es un sitio muy recomendable para visitar; pero…¿de qué sirve eso si para llegar se avanza a 25 kilómetros por hora? De qué sirve que haya sido declarado patrimonio de la humanidad si llegar a él puede ser un fastidio. Takalik Abaj y los miles de lugares fascinantes que hay en la costa sur y en Guatemala se merecen bastante mejor que eso. La gente se merece algo mucho mejor que aquello. 


16
Ago 23

Mi encuentro con los señores de Dos Pilas

 

A pesar de que Dos Pilas ha sido considerada como una de las capitales mayas más militaristas, la evidencia muestra que dicha suposición no es del todo correcta y que la hegemonía de esa ciudad se debió a una política religiosa basada en el culto a las deidades patronas de la región y a su diseño urbano basado en el extenso y complejo sistema de cuevas, diseño que dotó a la ciudad de prestigio y carácter sabrado. Aquellas son parte de las conclusiones de la arqueóloga María Elena Vega, en su obra Los señores de Dos Pilas.

Acabo de leer el libro y si a ti te fascina la historia y te interesa la de los mayas clásicos -como a mi- vas a disfrutarlo mucho.  Tenía años de no enfocarme en este tipo de lectura, a pesar de que suelo aprovechar bastante las conferencias en el Museo Popol Vuh; pero después del VI Seminario Internacional de Epigrafía Maya en Guatemala, quedé picado.

María Elena Vega nos lleva, en su obra, por todo lo largo y lo ancho de la historia de aquella ciudad localizada en el área del Petexbatún, Petén. Es la historia de gobernantes y personas de carne y hueso que va develándose poco a poco entre fragmentos y fragmentos de piedras en medio de la selva. 

Al final, cómo iba a ser de otro modo, Vega concluye en que la historia nos ha enseñado que ningún acontecimiento importante en el proceso histórico de las sociedades es producto de una sola causa y que el devenir de los señores de Dos Pilas fue consecuencia de sus propias acciones.

Cuando atiendo turistas suelen preguntarme que cuál fue el motivo del colapso de los mayas y aquella suele ser mi respuesta: Una combinación de causas entre ideológicas, bélicas, ambientales y otras. 

Ahora tengo una necesidad imperiosa de visitar Dos Pilas, Aguateca, Tamarindito y el área del Petexbatún.