Para mí, el pavo es un vehículo para que haya relleno.
Dicho lo anterior, en casa celebramos la Nochebuena con una cena íntima. Este año no organizamos el tradicional open house porque nos dimos un pequeño descanso; tampoco pusimos el pinabete que tanto nos gusta… y, la verdad sea dicha, sí lo extrañamos. Eso sí, no nos han faltado los aromas de pinabete y manzanilla. ¿Qué sería un solsticio de invierno chapín sin aquellas fragancias? Sobre todo en las mañanas.
Cenamos pavo. Quienes visitan este espacio saben que mi receta favorita para el pavo —especialmente el de esta fiesta— es la que preparaban mi madre, mi abuela Frances y mi bisabuela Adela. ¿Por qué? Porque es el que me recuerda mi infancia. A decir verdad, La Abui y Mami tenían otras recetas de rellenos: de manzanas y de ostras, por ejemplo; pero el único que me transporta en el tiempo y el espacio es el de pan, vino blanco, mantequilla, cebollas, apio, castañas, champiñones y menudos de pavo, sazonado con sal, pimienta y salvia.
No me preguntes por cantidades porque lo hago al ojo; pero te cuento que este año le puse mantequilla y cebolla extra, y el relleno salió particularmente bueno. Si has visitado este espacio antes, seguramente recuerdas que para mí el pavo es sólo el vehículo para que haya relleno; así como para Raúl, el pavo es el vehículo para que haya huesos (alas y piernas) para dejar totalmente limpios. En el espíritu de descanso este año no preparamos ensalada Waldorf y, aunque estuvo bien tener menos trabajo antes de la cena, también me hizo falta.
El mincemeat pie era el favorito de mi padre.
Raúl preparó el ponche porque es una de sus especialidades. Es fascinante cómo pica cuidadosamente las frutas y la preparación previa de las manzanillas y las ciruelas, de tal manera que aportan todos sus sabores y aromas a la bebida. A mí me encanta el ponche frío con un toque de ron.
Gracias a nuestra amiga Rachel, que nos trae los frascos de mincemeat pie filling, preparamos ese que era el pay favorito de mi padre. No te creas que porque usamos un relleno enfrascado el pay tiene menos mérito. Es que, por un lado, en casa rebajamos el sabor intenso del relleno mediante el uso de cubitos de manzanas. Para el gusto chapín y el gusto no acostumbrado, el mincemeat pie puede ser demasiado especiado, y las manzanas lo hacen más grato. Por otro lado, la masa de pay que hacemos en casa tiene una textura particular que es francamente maravillosa.
En casa, la cena de Nochebuena se sirve temprano; así que para las 10:00 p. m. ya habíamos terminado no sólo de cenar sino de picar panettone aquí, torta de Totoniciapán allá y turrón acullá. Así que me fui a recostar un rato y no me desperté hasta las 11:30 p. m., justo a tiempo para salir al balcón y disfrutar del espectáculo de fuegos artificiales que se despliega en toda la ciudad de Guatemala. No sin antes dar y recibir los abrazos correspondientes a la Navidad.
El de los abrazos y el de los fuegos artificiales suelen ser momentos para la reflexión. Con mi madre en el balcón, me di cuenta de que toda la magia de esta fiesta —y los buenos recuerdos que siempre tengo de ella— se deben al amor y la dedicación que ponían mis padres para que la Nochebuena fuera una fiesta especial. Fueron ellos quienes, en las buenas y en las malas, siempre consiguieron que los niños tuviéramos navidades felices.
Tamales colorado y negro para el desayuno, mincemeat pie, ponche y café.
Con mi madre, mi hermana y mis sobrinos en la cena de la Nochebuena, Raúl es quien ahora se asegura de que todo diciembre tenga la magia de una fiesta. Los sabores, aromas, texturas, colores, luces, regalos, música y espíritu navideño se encuentran para que todos cultivemos y construyamos recuerdos; y para que todos tengamos la oportunidad de agradecer que podemos estar juntos, comer juntos, brindar juntos y reír juntos, sin olvidar a quienes nos precedieron.
Hoy amanecimos al mediodía con hambre. En casa es tradición que desayunemos un tamal colorado y uno negro, pero creo que este año será el último que haga eso. El desayuno también incluyó mincemeat pie, panettone, torta de Totonicapán, café y ponche. ¡Ya te imaginas! Después de semejante desayuno, lo que procedió fue una siesta de los burros que no duró mucho porque había que limpiar la casa y prepararnos para abrir los regalos.
Hace dos o tres años dispusimos que es más divertido abrir los regalos el 25 después de las 6:00 p. m., y francamente me encanta hacerlo así. ¿Qué hubo de cena? Huesos para que Raúl los comiera a gusto; y sandwich de carne oscura del pavo, relleno y gravy para mi. El otro día le comenté a un colega que para mí lo más importante del pavo es el relleno; y él me contó que para sus hijos, lo más importante son los sandwichs de pavo al día siguiente. ¿Ves?
En fin… ¡Felices pascuas! para ti y tu familia.