26
Sep 25

Salud mental al volante

 

¿Quién no vio el incidente del piloto que embistió a un motociclista en la zona 9?  Hay muchos estrés y crispación allá afuera de modo que se hace muy necesario ponerles atención a la salud mental y a los buenos modales.

Haz clic en la foto para ver el vídeo en @vichoguate.

Tanto los encierros forzados del 2020 como el agravamiento del tráfico en la ciudad de Guatemala están teniendo efectos en el comportamiento de las personas en la calle. Los primeros representaron un desafío masivo para la salud mental de millones de personas en todo el mundo. Los encierros forzados generaron un estrés prolongado y disruptivo en la vida diaria, y en muchas personas afectaron aspectos emocionales como aumento de ansiedad, tristeza profunda y hasta depresión; sensación de soledad y aislamiento; estrés y miedo prolongado; y pérdida de control y frustración. Los jóvenes fueron los más afectados.

Cinco años después, los encierros forzados siguen teniendo efectos en mucha gente debido a la interacción de factores psicológicos, sociales y neurobiológicos que dejaron huellas duraderas. Los encierros no fueron un evento aislado, sino una experiencia disruptiva que alteró estructuras fundamentales de la vida diaria, generando consecuencias a largo plazo: traumas acumulados y estrés crónico; alteración de patrones sociales y emocionales; impactos en el desarrollo de niños y adolescentes; efectos socioeconómicos persistentes; refuerzo de patrones cognitivos negativos; y descuido de la salud mental.

¿Y el transito?

A todo aquello súmale las dificultades del tránsito, causadas en parte porque durante los encierros la Municipalidad de Guatemala y el gobierno asesinaron al transporte colectivo urbano e incentivaron la multiplicación acelerada de motos y automóviles en las calles. Esas dificultades se han profundizado y agravado en las últimas tres o cuatro semanas. El miércoles pasado tardé dos horas y media para ir desde mi casa, en la Villa de Guadalupe, en la zona 10, al antiguo convento de Santo Domingo en la zona 1. ¡Dos horas y media! Es lo que hace diez años hacía entre la ciudad de Guatemala y Panajachel, sin correr en la carretera. No puedo ni imaginar cómo es esa experiencia para quienes pasan por ella a diario, y menos para los que lo hacen en transporte colectivo en vez de ir en sus carros cómodos.

Dicho lo anterior, es un hecho que el tráfico es una realidad que, una vez en él, no podemos controlar ni evitar. En esas condiciones, ¿sobre qué sí tenemos control? Sobre nuestra actitud en esa situación. Sobre la forma maleducada, o educada con la que nos conducimos en el tráfico.

El jueves vi dos situaciones que ilustran lo que quiero compartir: la primera es la de los conductores que bloquean cruceros. Mucho del tráfico complicado se debe a esos personajes que, por avanzar tres metros, se dejan ir cuando tienen semáforo en verde sin tomar en cuenta que la fila no está avanzando y que hay muchas posibilidades de que bloqueen el crucero. Esto se puede prever con bastante facilidad si uno está en el aquí y el ahora, alerta como debe ser. Es el caso del perro del hortelano, que ni come ni deja comer, y que, de forma irracional, hace más complicada una situación que ya es difícil.

El carro blanco se dejó ir sobre la 20 calle y bloqueó la salida de la 14 avenida de la zona 10.

La segunda es la de los conductores que quieren cambiar de carril, o atravesar carriles, escondidos detrás de los vidrios polarizados de sus automóviles, sin tener la educación de pedir paso —por favor— como si sus padres no les hubieran enseñado reglas básicas de cortesía. Solo presionan y se dejan ir, y causan tensiones innecesarias. A ellos no es raro que se les sumen los conductores que, ¡por nada del mundo!, van a dejar que se les atraviesen y metan. Y por avanzar tres metros, bloquean al que está tratando de cambiar de carril o atravesar una vía. Es por este tipo de gente, por ejemplo, que Facundo Cabral dijo que hay que ser feliz en este mundo porque los que son infelices se la pasan jodiendo a los demás.

Si el que se atraviesa bajara la ventanilla y el que puede dar paso bajara la suya también, la relación tensa no sería entre dos máquinas. Sería una situación entre dos seres humanos que —en una circunstancia desagradable y muy temporal— tienen la oportunidad de comportarse de forma civilizada y cordial, en vez de competir por ver quién es el más cabrón.

El carro gris trataba de cruzar tres carriles y el carro negro le bloqueó el paso. Ninguno bajó su ventanilla.

Una ética mayor

Como escribió Henry Hazlitt, los modales son una ética menor; pero en otro sentido son una ética mayor porque son la ética de la vida diaria. Desde esa perspectiva, la moralidad cotidiana debería preocuparnos más que la moralidad en tiempos de crisis porque, como explicó Ayn Rand, por su naturaleza, las emergencias son temporales, y si perduraran, la vida humana se extinguiría.

En un mundo donde el tráfico y el estrés son inevitables, los buenos modales y el cuidado de nuestra salud mental son las herramientas que nos permiten no solo sobrevivir, sino vivir con dignidad y respeto mutuo. Cambiemos nuestra actitud, recuperemos la cortesía y construyamos un entorno más humano, ¡aunque sea desde el volante!


26
Sep 25

Aguas, mercado, solución real I

 

Como sin agua no somos nada, sigo enganchado con el tema de la legislación de aguas, en buena parte porque el Centro de Análisis de las Decisiones Públicas organizó un evento productivo sobre este asunto, donde conversamos sobre el Código de Aguas de 1981, de Chile. Honradamente, creo el asunto debería picarte la curiosidad también.

Lago de Amatitlán, interpretado por Grok en el estilo de Claude Monet.

En la línea de mis cuatro artículos titulados Agua a salvo, publicados en julio y agosto pasados, y desde la perspectiva del libro Fundamentos praxeológicos del derecho, de Ricardo Rojas, el origen de aquel código chileno puede entenderse como un modo de formalizar derechos de propiedad que emergen de la acción humana individual, alineados con los principios de la Escuela Austríaca, donde los derechos no son otorgados por el gobierno, sino que surgen de interacciones voluntarias para resolver la escasez. La praxeología argumenta que los derechos derivan de la acción intencional de individuos para apropiarse de recursos escasos, lo que evita el caos de los bienes comunes. En el contexto chileno, esto se refleja en la transición de un sistema centralizado y conflictivo, anterior a 1981, a uno basado en el mercado, impulsado por la necesidad de resolver problemas prácticos como la escasez crónica en las zonas áridas del norte, las sequías frecuentes en el centro, los conflictos entre usuarios agrícolas, mineros y urbanos, y una alta centralización en el otorgamiento de agua que desincentivaba inversiones en infraestructura hidráulica, además de la ausencia de seguridad jurídica que generaba incertidumbre para el desarrollo agrícola y energético.

La legislación chilena apostó por un mercado que asignaría el agua eficientemente según su valor económico, con mínima intervención estatal. Desvinculó el agua de la tierra y creó derechos independientes y transferibles. Esto resuena con la experiencia del Property and Environment Research Center, que documenta cómo, en las cuencas del río Colorado en el Oeste de EE. UU., mercados de agua emergieron orgánicamente a partir de conflictos por escasez. Esto permitió transacciones voluntarias que incentivaron la conservación y la reasignación eficiente, y se evitó la tragedia de los comunes propia de sistemas sin propiedad clara.

Los elementos clave de esa legislación son: la propiedad y naturaleza del agua, los derechos de aprovechamiento, la asignación de derechos, la seguridad jurídica, la no intervención, el libre mercado, la infraestructura y las organizaciones de usuarios. Si me acompañas, me gustaría abordar estos cinco elementos la próxima semana en una segunda columna.

El texto original del Código de Aguas de 1981, basado en el mercado, fue modificado por problemas técnicos, de gestión y fallas institucionales, pero también por marcadas intenciones ideológicas. En una tercera columna, me gustaría explorar estos temas. ¿Te apuntas?

¡El agua es vida, y un mercado libre puede salvarla! Formalizar derechos de propiedad no solo resuelve conflictos, sino que fomenta la innovación y la conservación. Sigamos conversando sobre cómo el mercado puede ser la clave para un recurso tan vital.

Columna publicada en República.

Aguas, mercado, solución real II 

Aguas, merado, solución real y III 


25
Sep 25

Adiós a Claudia Cardinale

 

Claudia Cardinale fue Angélica Sedará junto a Alain Delon como Tancredi Falconeri en El Gatopardo de Visconti, 1963. De verdad, hay que ver esa película y compararla con la miniserie de 2025. Ambas están basadas en la novela homónima de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. No solo porque son fascinantes meditaciones sobre las tradiciones y la familia en tiempos de convulsión y cambios, sino para apreciar las formas de dirección y las interpretaciones de los actores.

Claudia Cardinale. Autor desconocido, dominio público, via Wikimedia Commons.

Claudia Cardinale es una Angélica Sedará soberbia en la versión de 1963. Encarnó a Angélica con una presencia magnética. Su belleza deslumbrante y su elegancia natural contrastan con su origen plebeyo, lo que la hace irresistible para Tancredi y un trofeo para la sociedad aristocrática. Su entrada en la escena del baile, con un vestido espectacular, es inolvidable. La actriz materializó perfectamente la ascensión de la burguesía en una sociedad siciliana tradicionalmente dominada por la aristocrática. Su actuación supo reflejar la alianza estratégica entre la vieja nobleza y la nueva clase acomodada y vulgar. Esta unión refleja el famoso lema de la novela: Todo debe cambiar para que todo siga igual. Para sobrevivir, la nobleza debe adaptarse y mezclarse con la burguesía emergente.

¿Vas a creer que no vi la versión de 1963 hasta que hace poco vi la serie de 2025? Me gustó mucho ver la serie antes que la peli; pero si lo haces al revés, está bien. Ambas tienen lo suyo y son un regalo placentero para los sentidos.

Si te gustan las historias que exploran los claroscuros de la condición humana, El Gatopardo te va a atrapar. No es solo una obra sobre Sicilia o el siglo XIX, sino una reflexión atemporal sobre cómo enfrentamos el cambio sin perder nuestra esencia. ¡Dale una oportunidad y déjate llevar por su encanto!

Adio, Claudia Cardinale.


24
Sep 25

Adiós a Robert Redford

 

Para mí, Robert Redford es The Sundance Kid, de la peli Butch Cassidy and The Sundance Kid, de 1964; Johnny Hooker, en The Sting, la peli de 1973; y -¡Por supuesto!- Jay Gatsby, de El Gran Gatsby. También es el genial director de Ordinary People, de 1980.

Patricia Blair y Robert Redford en The Virginian. Foto de NBC Television, Public domain, via Wikimedia Commons.

La primera la vi en televisión en algún momento de los años 70. La segunda la ví pocos años más tarde con mi abuela, Frances, y mi madre en Cine Moderno, sala que se encontraba en la Sexta avenida de la zona 5, a inmediaciones del Parque de San Pedrito.  El Gran Gatsby no la ví hasta el 2020 durante los encierros forzados.  Y que hubiera película de Ordinary People fue una maravilla porque esa novela la leí en algún momento después del terremoto de 1976. Estaba entre los libros que mi padre tenía en su cabecera en esa temporada, y me conmovió mucho.

En 1977 Redford escribió un libro de denuncia sobre la expansión estadounidense hacia el oeste, The Outlaw Trail. De este tema se habla poco y creo que es importante en dos contextos: la moralina con la que los liberals abordan temas como el indigenismo y el racismo especialmente más allá del Río Grande, al ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio; y los contrastes y comparaciones de la colonización del oeste con la expansión de la corona hispánica en este lado del océano Atlántico.

Robert Redford falleció el 16 de septiembre del 2025. Adiós, Robert Redford.


22
Sep 25

Conocí a Sophia

Conocí a Sophia, la robot humanoide más avanzada creada por Hanson Robotics. ¿Sabes qué es lo más impresionante, además de sus capacidades? ¡Su expresividad! Su rostro y manos transmiten emociones: puede sonreír, fruncir el ceño o parecer confundida. Para un niño como yo, que creció con el Robot de Perdidos en el espacio y Robotina de Los Supersónicos, Sophia es como su nieta. Es un sueño hecho realidad que personifica —nunca mejor dicho— las expectativas positivas de la inteligencia artificial y la robótica en filosofía, ciencia y tecnologia. Sophia hasta hace bromas… aunque su sentido del humor es…digamos…un poco robótico.

Sophia conversa con David Hanson en la UFM.

Sophia conversa con David Hanson en la UFM,

Mi curiosidad se alborota. Exagero un poco, pero me muero por ver qué hacen los niños con acceso a la tecnología que hace posible a Sophia. Y más aún, me muero por saber con qué tipo de filosofía y ética se aprovechará —o desperdiciará— esta innovación. Sophia es ciudadana de Arabia Saudita; pero, ¿de verdad un robot con IA debe tener ciudadanía?  Si hay quienes creen que los animales tienen derechos, ¿puede un robot tenerlos? Mis respuestas cortas a las dos preguntas es No; pero, ¿qué piensas?

Algunos críticos dicen que Sophia es más un truco publicitario que una IA revolucionaria, porque sus conversaciones a veces parecen como de un guión. Sin embargo, seguramente es una herramienta que puede ayudar en áreas como la investigación, la educación y hasta la asistencia médica. Por ejemplo, podría interactuar con pacientes, o enseñarles a niños. Y también es una plataforma para explorar cómo los humanos interactúan con robots. De hecho, David Hanson contó que hay versiones baratas para usos educativos básicos. 

Conocí a Sophia en su visita a la Universidad Francisco Marroquín el 5 de septiembre de 2025, gracias a la Volcano Innovation Summit y al Banco Industrial. Ese día Hanson conversó con ella, y los asistentes nos tomamos una foto con la robot, pero aún no la he conseguido. Lo que sí tengo claro es que Sophia no es solo un avance tecnológico: es un desafío a nuestras ideas sobre lo humano, lo ético y lo posible. ¿Y si el futuro ya no es ciencia ficción, sino una conversación cara a cara con una máquina que sonríe?


21
Sep 25

¿Descentralización, o botín?

 

A mucha legislación, los políticos y burócratas suelen ponerles nombres chulos para el mercadeo y para ocultar los daños que causan; por ejemplo, la legislación de salario mínimo no se llama Ley para encarecer el empleo para jóvenes sin experiencia. De igual modo, la Ley de fortalecimiento financiero y continuidad de proyectos de consejos de desarrollo urbano y rural no se llama Ley para darles a los alcaldes y a los Codedes plata para gastar con propósitos electorales y para hacer alcaldadas.

Grok hizo lo que pudo para ilustrar esta columna; pero se entiende.

Supuestamente, esta legislación fortalecería a los alcaldes y a los Codedes al permitir el uso de recursos no ejecutados de un ejercicio fiscal al siguiente, y evitaría que fondos asignados se pierdan por burocracia o falta de ejecución oportuna. Pero eso es atacar los síntomas evidentes, y no el problema de fondo. Y ya sabes lo que escribió P. J. O’Rourke: Darle dinero y poder al gobierno es como darle whisky y las llaves del carro a unos adolescentes; frase que se hace más cierta cuando el dinero va a parar a niveles administrativos que actúan y contratan arbitrariamente, sin mecanismos efectivos de auditoría ni transparencia. ¿Qué alcalde no hace alcaldadas?

La legislación en cuestión viola el principio básico y fundamental de anualidad presupuestaria, que exige cerrar el ejercicio fiscal al 31 de diciembre y devolver saldos no ejecutados al tesoro, sin arrastres automáticos. Crea fondos paralelos sin control del Congreso, lo que podría fomentar corrupción, reactivar redes ilícitas en contrataciones públicas y debilitar la fiscalización. Fija un plazo de 5 días para resoluciones técnicas que, francamente, es irreal y potencialmente inconstitucional, ya que podría llevar a aprobaciones apresuradas, sin evaluaciones adecuadas, y a riesgos de abusos. Ya con las llaves del carro en la mano y la botella de whisky en el asiento del vehículo, ¿qué discusiones técnicas previas va a haber en municipalidades y Codedes? ¿Qué controles anti-corrupción van a ser reales?

Eso sin contar que, en las municipalidades —sobre todo en las que hay cacicazgos poderosos e inescrupulosos—, no es extraño que las obras sean asignadas con propósitos electoreros y a dedo. En redes sociales circula un meme que dice: Soñé que me lanzaba a la alcaldía de mi pueblo y ganaba y me empezaban a quemar porque mandé a poner una estatua mía en el parque, metí a todos mis amigos a cargos públicos y desviaba fondos para traer a Bad Bunny y a bandas sinaloenses con entradas gratis pa’ las ferias. Ese meme ilustra bastante bien la realidad de muchísimos municipios. Sin una cultura política y cívica entre los electores y tributarios, la descentralización —que debería ser una forma de división del poder básica en un estado de derecho— solo es una forma más dispersa para repartir el botín.

El presidente Arévalo tiene la oportunidad de balancear su gestión. Puede optar por proteger a los tributarios y evitar que el dinero que les es quitado vaya a parar al servicio de los alcaldes del meme y a los de P. J. O’Rourke, y a los Codedes, donde la competencia de intereses se ceba con los impuestos. O puede ceder a las presiones de la Asociación Nacional de Municipalidades y de los comités.

El problema de fondo no es si hay o no dinero, ¡que lo hay! El problema es que los tributarios no están conscientes de que ellos son los que pagan la mala administración, el desperdicio y la corrupción. ¿Por qué? Porque el dinero que les quitan de los impuestos no sale de sus bolsillos de forma evidente; las transferencias les llegan con los impuestos ya descontados.

Tal vez es hora de que los tributarios despertemos, exijamos transparencia y recordemos que cada centavo mal gastado es un robo a nuestras billeteras. La descentralización no debe ser una puerta abierta al despilfarro, sino un paso hacia un verdadero estado de derecho.

Columna publicada en República.


17
Sep 25

¡Llegué a los 64 años!

¡Pum! Hoy celebro mi cumpleaños 64 con la misma cara de ¿y esto cuándo pasó? que pongo cada vez que me toca soplar las velas. En Carpe Diem, siempre he dicho que la vida es para disfrutarla, y un cumpleaños es la excusa perfecta para hacer una pausa, festejar la vida, y, de paso, burlarme de lo rápido que pasa el tiempo.

Mi primera foto en septiembre de 1961.

Ser periodista guatemalteco con ideas objetivistas es como ser el único que lleva caites a una fiesta de traje. No encajas, ¡pero se siente rico! Cumplir años me recuerda que la vida es un relajo organizado: un día estás conversando filosofía en un café de La Antigua, y al siguiente estás peleando con el Wi-Fi para subir un post. Pero, ¿sabes qué? Cada tropiezo es una historia más para el blog. ¡Todo sea por la anécdota!

Este año, mientras miro el volcán de Agua desde mi ventana (porque, obvio, en Guatemala todo se ve mejor con un volcán de fondo), me río de mis propios dramas. ¿Que si el pastel engorda? ¡Que engorde! ¿Que si el cabello se pone más gris? ¡Eso es sabiduría acumulada! Un cumpleaños es para celebrar que sigo aquí, escribiendo, haciéndome preguntas y, sobre todo, viviendo con ganas y todo enamorado.  Es para agradecer. Es para desearles larga vida y prosperidad a las personas que amo, a las que les tengo cariño y a las que me importan.

En Carpe Diem, siempre he creído que la libertad es hacer lo que te da la gana, siempre que no le hagas daño a nadie. Por eso, mi plan para este año es simple: más café, más vino, más sonrisas y menos estrés por lo que no puedo controlar. ¿La factura tal? Ya la pagaré. ¿El tráfico? Ya encontraré una nueva playlist de rancheras para soportarlo. La vida es demasiado corta para tomársela tan en serio.

Según esta publicación de Facebook, y de acuerdo con ese letrero de 1961, en el año en que nací no había ni 400 mil habitantes en la ciudad de Guatemala.

A ustedes, lectores, les debo un gracias del tamaño de un tamal navideño. Son ustedes los que hacen que este blog siga vivo, con sus comentarios en X y en Facebook. Cada mensaje es un recordatorio de que no estoy solo en esta aventura de vivir a mi manera como cuando esquiaba: mal pero contento, con un pie adentro de la estela y otro afuera.

Este cumpleaños no voy a pedir deseos profundos. Mi deseo es seguir siendo ese bicho raro que escribe lo que piensa, que se ríe de sus propias muladas y que no le tiene miedo a equivocarse. Porque, como dijo Sabina: Si la vida se deja, le meto mano.

Así que, ¿qué tal si celebramos juntos? Levanten su taza de café, su chela, o su atol de elote, y brindemos por un año más de en busca de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es pacíficio, de ideas libres y de momentos que nos hagan decir ¡valió la pena!. Gracias por leer, por compartir y por ser parte de este Carpe Diem. ¡Que vengan más años, más alegría y más aventuras!

Y para celebrar te comparto una Playlist que hice y llamé Vida. ¡Por supuesto que uno no puede estar de acuerdo con todas las letras, de todas las canciones! Pero todas ellas tienen versos y hasta estrofas que representan distintas etapas de estos 64 años dichosos.

¡L´chaim, y a seguirle dando con ganas a la vida!


15
Sep 25

En peligro tradición querida

 

La fiesta de las antorchas, que en la ciudad de Guatemala arranca desde el monumento a los Próceres de la Independencia  y se extiende por todo el país, ya no es un espacio seguro para bebés, niños ni ancianos. Durante décadas, esta fue una celebración familiar, pero desde hace unos tres años, cafres la han transformado en algo muy diferente.

Muchas familias participan de forma sana en la fiesta de las antorchas.

¿Qué hacen los cafres?

Estos individuos lanzan bolsas plásticas con agua entre ellos, a quienes portan antorchas o a cualquiera que se cruce en su camino. Esta práctica, ya de por sí agresiva e invasiva, ha escalado en algunas localidades a niveles peligrosos: bolsas con hielo, pedazos de cemento e incluso meados.

La mayor parte de la gente celebra en paz.

Desde mi adolescencia soy fan de esta fiesta. Cuando viajaba por carretera con mis padres o tíos, ver grupos con antorchas rumbo a sus pueblos era emocionante. Más tarde, descubrí la fiesta del Obelisco y comprendí su alcance. Familias enteras llegaban a recoger el fuego: abuelos, bebés en carruajes, niños, todos en un ambiente de paz y alegría. Personas que quizás no saben la diferencia entre Independencia y Desvinculación; pero si entienden el valor de compartir momentos, crear recuerdos, vincularse a tradiciones y disfrutar de alegrías colectivas.

Los jóvenes se divierten.

Una fiesta para todos

Grupos de escuelas, barrios, iglesias, empresas, oficinas estatales, colegios y organizaciones voluntarias participaban. La idea era simple: llegar corriendo, encender la antorcha y regresar al lugar de origen. Era un fluir constante de personas de todas las edades y condiciones en una gran fiesta popular y callejera. Incluso había quienes llegaban en sillas de ruedas o muletas, porque fiesta es fiesta.

Antorchas van y antorchas vienen.

A veces, algunos grupos eran ruidosos, pero siempre dentro de lo razonable para una celebración de este tipo. Los jóvenes en bicicletas, metiéndose voluntariamente a la fuente del Obelisco, eran parte de la fiesta, sin faltarle el respeto a nadie.

Se celebra entre amigos, con la familia, como sea.

¿Qué cambió?

Durante la administración de los Colom-Torres, se instalaron grupos musicales en la plaza de los Próceres, incentivando a la gente a quedarse en lugar de recoger el fuego y partir. Esto marcó un cambio. Al principio, tomar una o dos chelas era normal, pero ahora hay bares completos en la plaza.

Pintarse la cara y el pelo es parte de la tradición.

En una ocasión, esa administración regaló tamales, y la plaza quedó cubierta de hojas, marcando la primera vez que la basura se hizo notar, provocada por el populismo y la mala educación. Otras administraciones continuaron con la música y luces, práctica ahora impulsada por TV Azteca. La plaza dejó de ser un lugar de paso para convertirse en un espacio donde muchos llegan a tomar y quedarse horas, creando un ambiente distinto al de la fiesta original. No es raro ver a gente buitreando en los jardines.

Este año varios niños llevaron antorchas de papel para seguridad. Las vuvuzelas también son parte de la tradición.

¿Qué empeoró?

Hace unos tres años, alguien decidió que lanzar bolsas con agua a los corredores era divertido. Esto derivó en guerras de bolsas y en ataques arbitrarios. No importa si llevas un bebé, o a tu abuelita: una bolsa lanzada con fuerza puede caer sobre cualquiera.

El cochinero de las bolsas de agua estaba siendo limpiado por trabajadores de Tu Muni.

Esta práctica no solo es agresiva, sino que deja calles, jardines y carreteras llenas de basura plástica. La fiesta de las antorchas y la tiradera de bolsas son fenómenos distintos, con motivaciones y calidades humanas opuestas. La primera era una celebración de cordialidad y comunión; la segunda, un acto de cafres que no respetan al prójimo ni al entorno.

Paralelo a la fiesta de las antorchas, en la zona 1 desfilan bandas escolares.

Un espíritu que se desvanece

Aún se siente algo de ese espíritu cuando, en medio del tráfico, alguien te da paso con una sonrisa o cuando se escucha el Ta, ta. Ta, ta, ta de las bocinas y vuvuzelas. Este año, vi niños con antorchas de papel, una forma segura y bonita de incluirlos en la fiesta. Pero ese encanto está siendo opacado.

Sin las bolsas de agua lo que hay es alegría y chapinidad.

La agresividad ha escalado. Este año hubo necesidad de que el pelotón anti-motines de la Policía Nacional Civil interviniera en el Obelisco porque la agresividad de los de las bolsas se fue de las manos. En San Luis las Carretas, Pastores, dos jóvenes fueron heridos por el lanzamiento de hielo. En Quiché fueron destruidos los vidrios de varias camionetas. Hordas de motoristas, que son temerarios todos los días en el tráfico, hicieron lo suyo en los recorridos de las antorchas.  No recuerdo donde, a una dama le lanzaron una bolsa con hielo y la golpearon. Leí que en algunas localidades hubo enfrentamientos violentos a causa de este asunto. En Teculután a una chica le dieron un bolsazo en la cara.

Esta niña imitaba a las batonistas en la Sexta Avenira.

Tengo la impresión, de que lo que ocurrió el 14 con las bolsas fue algo deliberado en parte porque escaló muy rápido y en parte por el tipo de bolsas y la cantidad de las mismas que había en el Obelisco; y porque ciertamente hay grupos que se oponen a la celebración de la Independencia porque creen que no hay nada que celebrar. Seres tristes que no disfrutan de las celebraciones populares porque no sirven a sus intereses ideológicos. Son el tipo de gente que no atiende razones y que actúan desde el sentir, y no desde el pensar, sin respeto por los demás, ni por el ambiente que ensucian.  Por cierto, mis respetos para los trabajadores municipales que hoy limpiaron todo el cochinero de las bolsas. ¿Cómo será en otras poblaciones y en las carreteras?

La cara de admiración que llevaba este niño me conmovió en la Sexta Avenida durante el desfile de bandas. Así es como se pasan las buenas tradiciones de generación en generación.

Un llamado a la acción

La fiesta de las antorchas merece ser rescatada. Es una tradición alegre, inocente y unificadora que ha hermanado a guatemaltecos de todas las edades durante décadas. Pero debemos actuar: Primero al separar esta celebración de la tiradera de bolsas; no es lo mismo la fiesta de las antorchas que el desmadre de las bolsas; y luego, tratar esta tiradera como un ataque que viola el principio de no agresión, principio clave que no sólo facilita la convivencia; sino que fomenta la cooperación social pacífica.

Si te interesa esta tradición hoy estuve en Libertópolis hablando al respecto. Checa el minuto 1:05:23.

Así y peor amanecieron muchas calles de la ciudad de Guatemala. Foto por Raúl Contreras.

Que no te extrañe que las autoridades no tengan autoridad para controlar a los cafres…y a lo mejor uno no quiere que las autoridades se metan porque, desde el poder, no vaya ser que prive el criterio de que hay que prohibir las antorchas. Es hora de que la gente de bien, las familias, los vecinos, se unan para devolverle a esta fiesta su esencia. Que vuelva a ser un espacio donde abuelos, niños y jóvenes celebremos juntos el orgullo de ser guatemaltecos, sin miedo ni basura. ¡Rescatemos la fiesta de las antorchas!

@luisficarpediem

La cara de admiración, del niño, hizo de esta primera toma mi favorita de las fiestas de hoy #antorchas #bandas #desfiles #independencia #chapinesenusa

♬ Mi Guatemala – Armando Colocho Música


12
Sep 25

Gen Z cambia política en Nepal

Por primera vez en el mundo, un país eligió a su primer ministro interino por medio de una votación en Discord, después de que la Generación Z derrocara al régimen comunista de Nepal por prohibir las redes sociales y por su inmensa corrupción. Una mujer, Sushila Karki, fue electa para ser la jefa de gobierno. 

Haz clic en la imagen para visitar Discord.

Discord es una plataforma gratuita de comunicación por voz, video y texto para crear y unirse a comunidades llamadas servidores, organizadas en torno a intereses específicos. Inicialmente diseñada para gamers, ofrece una amplia variedad de grupos para reuniones virtuales, y les permite a los usuarios comunicarse mediante mensajes privados, chats grupales, pantalla compartida y llamadas de voz y video. Discord está disponible para computadoras, dispositivos móviles y navegadores web, e incluye funciones como bots, que añaden herramientas automatizadas y divertidas funcionalidades a los servidores.

Ciertamente esto es notable, y posiblemente es un paso en la dirección de explorar opciones distintas al sistema corrompido de elegir diputados y fingir que nos representan. La tecnología permite sistemas casi perfectos para votar una ley, o mucho mejores que los que se usan hoy en día, mediante el Congreso.

Por supuesto que este sistema no ofrece muchas garantías de que mejores personas serán electas; en parte porque los candidatos son lo que da la melcocha, como decía un viejo diputado en los años 90. Es decir que vienen de dentro de la sociedad que elige y si los principios compartidos por la mayoría de la sociedad son más democráticos que republicanos y si la mayoría de individuos no entienden el valor de los derechos individuales, de la igualdad de todos ante la ley y del principio de no agresión, la tecnología no puede remediar eso.

Dicho lo anterior, toda solución pacífica y voluntaria a una crisis es bienvenida y pasa a formar parte del largo proceso hayekiano de prueba y error mediante el cual aprendemos. La experiencia de Nepal nos invita a reflexionar: ¿y si la tecnología nos permite reimaginar la república? Es hora de cuestionar los sistemas tradicionales y atrevernos a experimentar con nuevas formas de participación que respeten la libertad individual y promuevan una mejor representación.


12
Sep 25

¿Ves el elefante en la sala?

He aquí una buena parte del elefante en la sala y me pregunto quiénes de ustedes lo están viendo.

La irracionalidad es el elefante en la sala. La ilustración es de Grok.

El 10 de septiembre pasado, Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA y comentarista conservador, fue prácticamente ejecutado por un francotirador. Calificado como asesinato político, este acto dejó banderas a media asta y mucha consternación, aún entre quienes no somos conservadores.

Este crimen -que algunos celebran desde el espectro político socialista- es un ataque bárbaro a la razón y a la libertad de expresión, pilares de una sociedad libre. Mediante el debate pacífico, Kirk encaraba al colectivismo progresista que infecta la cultura moderna. Asesinarlo refleja el irracionalismo de quienes, incapaces de argumentar, recurren a la violencia. Este asesinato evidencia cómo el tribalismo emocional y el rechazo a la razón erosionan la civilización. Una sociedad sana resolvería conflictos ideológicos mediante debates racionales, no balas, y este crimen hace urgente reforzar la protección de derechos individuales frente al caos colectivista.

El 22 de agosto de 2025, Iryna Zarutska, refugiada ucraniana de 23 años que escapó de la guerra, fue apuñalada mortalmente en un tren en Charlotte, Carolina del Norte, por DeCarlos Brown Jr., un criminal reincidente con esquizofrenia. Brown, con antecedentes violentos, actuó en un ataque captado en video. Los medios tradicionales ignoraron el caso, y no nos hubiéramos enterado de no ser por X.

Este crimen es un fallo estatal en proteger el derecho a la vida. Zarutska, víctima inocente que huyó de los efectos de la invasión rusa a Ucrania, murió por políticas suaves con los delincuentes, que priorizan el altruismo sobre la justicia racional. El gobierno, cuya única función moral es usar fuerza contra iniciadores de violencia, falló al liberar repetidamente a Brown, sacrificando a Zarutska a manos de un parásito. Un sistema judicial justo debe deducir responsabilidades proporcionalmente, sin ceder a sentimentalismos colectivistas, como el color de la piel. Este caso, que ha avivado debates sobre políticas en ciudades demócratas, exige reformas para priorizar derechos individuales sobre ideologías racistas e irracionales.

En relación con este caso, la jueza Teresa Stokes liberó al asesino de Zarutska en enero de 2025 con solo una promesa de comparecer para rehabilitación, contribuyendo al posterior asesinato. Aunque Stokes asistió a una escuela de derecho de bajo prestigio, no es abogada licenciada ni ha pasado el examen de la barra, habiendo cumplido solo requisitos mínimos estatales para ser jueza.

Esto es un caso claro de colapso meritocrático: la judicatura debe basarse en competencia racional, no en estándares laxos, criterios étnicos o conexiones políticas. Stokes, con conflictos de interés en negocios de salud mental, encarna el irracionalismo estatal que prioriza el altruismo sobre la objetividad. En un sistema judicial justo, los jueces deben ser seleccionados por logros racionales, no por cuotas colectivistas. Este caso, que ha generado llamados republicanos a su remoción, expone la necesidad de restaurar la razón en el sistema judicial estadounidense.

En otro orden de noticias, el 9 de septiembre de 2025, protestas juveniles por corrupción y represión derrocaron al gobierno comunista de Nepal, y dejaron el Parlamento y otros edificios estatales y privados incendiados y 19 muertes.

El comunismo —un sistema colectivista que viola los derechos individuales y la razón— siempre lleva a la tiranía y la miseria. Esta caída es una victoria, pues refleja el rechazo racional al totalitarismo. Los jóvenes, exigiendo libertad económica y de expresión, muestran la supremacía de la mente sobre el misticismo marxista; pero, sin un compromiso con el capitalismo y los derechos individuales, Nepal podría caer en otro ciclo colectivista. Preocupan los niveles de violencia en Katmandú e inquieta quiénes pescarán en aquel río revuelto.

Estos casos ilustran cómo la irracionalidad, el altruismo y el estatismo engendran violencia e injusticia. Solo un sistema basado en razón, egoísmo racional y derechos individuales puede proteger la vida y la libertad.

Columna publicada en República.