10
Sep 17

Preparados para la fiesta del 15

JiLa presencia de vendedores de banderas, en las calles, es el distintivo característico de la primera quincena de septiembre en Guatemala.  Esto es porque el 15 se celebra la fiesta de Independencia.

Dicha fiesta se celebra con las tradicionales antorchasdesfiles, bandas, y otras expresiones de alegría popular en las que cada año recomiendo participar.  Los que ya las conocemos disfrutamos de ellas y de compartir la alegría de la gente; y quienes aún no las conocen, si tienen una mente activa y espíritu celebratorio, esta fiesta es una ocasión para compartir lo que nos une y lo que podemos disfrutar con otras personas que también tienen enterrado su ombligo en Guatemala.

Este año me ha llamado la atención que, a pesar de que los vendedores de banderas casi en todas partes, pocos automovilistas han puesto una en sus vehículos, a diferencia de lo que ha ocurrido en años anteriores.  Mi hipótesis, sin fundamento científico alguno, es que el deterioro político que ha habido en 2017 está afectando muy negativamente a muchas personas.  Los ambientes de inestabilidad y de enfrentamiento están inhibiendo la identidad de valores que podría unirnos.  La estrategia de Divide y vencerás, sembrada por grupos políticos que viven del conflicto, y le hace creer al guatemalteco promedio que este es un estado fallido, es una semilla que está echando raíces.

Ojalá que me equivoque.  Ojalá que me equivoque.

Este año parezca inapropiado celebrar independencia…y menos libertad. Empero, el espíritu de derrota no es opción.  No con ánimo nacionalista, y menos con espíritu patriotero, espero que el jueves haya muchas antorchas en el Monumento a los Próceres y en calles, barrios, carreteras y poblaciones; y espero que el viernes haya desfiles, bandas y mucha alegría en el Centro de la ciudad de Guatemala y en todas partes, donde se pueda.  Espero que las notas del Himno nacional lleguen a las misiones de las zonas 10 y 14. No por chauvinismo, sino porque, como escribió Luis Cardoza y Aragón: No amamos nuestra patria por grande, o por pequeña; sino porque sencillamente es la nuestra.


20
Ago 17

¡En la Feria de Jocotenango!

Como quien dicen nada, llegó y se está yendo la Feria de Jocotengango o Feria de agosto en la ciudad de Guatemala.  Es la primera de la cadena de festividades que caracterizan al segundo semestre del año.  Luego viene la fiesta de Independencia, el Halloween, el Día de los muertos y el Día del fiambre o Día de todos los santos; la Quema del diablo y la celebración de la navidad, o del solsticio de invierno.

Escucha el podcast aquí.

Cada quien vive esas celebraciones a su modo y de acuerdo con sus particulares valores.

Para mí, la Feria de Jocotenango es de sabores, aromas, texturas y colores.  Es la variedad asombrosa de dulces, unas garnachas con chela (gusto adquirido más recientemente), churros, tacos, atol de elote y elote asado. Este año, sin embargo, descubrí que ya no puedo con el menú completo.

Los que visitan este espacio con regularidad saben que voy a la feria desde que era niño y que luego abandoné la práctica cuando aquella festividad decayó en calidad y seguridad. Hace varios años retomé la costumbre acompañado de un grupo de amigos queridos y siempre la pasamos bien.

Un par de cartones de lotería y los premios del tiro al blanco le agregan emoción a la experiencia.  Pero este año hacía mucho calor y entre las risas, las conversaciones y el antiguo arte de people watching, se me olvidó hacer unos disparos. ¡Es primer año que regreso de la feria sin premios!

Regresé, eso sí, cargado de dulces.  Mis favoritos siempre son la conserva de coco, la pepitoria, los encanelados, las canillitas de leche, los mazapanes, los chilacayotes, los higos y las cocadas.  A mí me encanta comerlos para el desayuno; pero también los disfruto cuando vuelvo a casa, en las tardes, luego de un día productivo.

Mi primer recuerdo de la Feria de Jocotenango es de cuando estaba en primer grado de primaria. Mi padre y mi tío Freddy nos llevaron a mi hermano y a mí; y en el tiro al blanco me gané una botellita de vino que mi mamá usó para sazonar un pollo.

También recuerdo que me dio miedo pasar junto a las carpas en las que eran exhibidas la mujer araña y el niño gusano. ¿Por qué es que ya no hay ese tipo de espectáculos en la feria? ¿La gente dejó de disfrutar de aquella candidez?

En aquella visita a la feria recuerdo que subimos a uno de esos aparatos que dan vueltas y que me bajé totalmente mareado. No volví a sentir nada tan espantoso hasta hace unos unos años, en Sumpango, cuando tuve la mala idea de subirme a la rueda de Chicago.

De la feria me fascinaba cómo cantaban lotería; y en casa mi tía abuela La Mamita imitaba muy bien a los de la Feria: ¡El Sol, cachetes de gringo! ¡El negrito, calzón rayado! ¡La muerte quirina, que andando se orina! Ojalá me acordara de más de esas frases, que no volví a oír hasta el año pasado.

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16
Abr 17

En celebración de la fertilidad

Con el equinoccio de primavera se celebra el regreso de la luz -luego de los meses de oscuridad en el invierno- y se celebra la fertilidad.  De ahí los colores alegres de esta fiesta, y los conejos.

Son los colores del amanecer y de la vida tibia, suave y agradable propia de la primavera, donde la hay..  Nosotros en el trópico no tenemos inviernos largos y oscuros; pero una fiesta es una fiesta.  Mi abuela, Frances, solía estrenar  algo de ropa en esta fiesta y los colores que usaba eran los propios de la festividad.

Los colores  son importantes porque los de la pascua milenaria contrastan grandemente con los de la semana santa que son el negro y el morado.  El negro es el color de la muerte, de lo oscuro, del vacío, de la soledad, de la noche, del mal y la tristeza.  El morado (violeta, o púrpura) es el color del poder, y de la magia y de la fe (frente a la racionalidad); es el color del confesionario (de la culpa) y de algunos ritos funerarios.

Cuando yo era niño, el conejo llegaba a la playa, a Panajachel, a la casa -o donde quiera que estuviéramos-  porque mis padres acarreaban huevos de chocolate, o de almendras.    Sin que los chicos nos diéramos cuenta, mis padres  y tíos escondían los huevos en el jardín y en el momento oportuno nos decían que el conejo había pasado y que saliéramos a buscar los huevos. Cuando los mayores crecimos, se nos enviaba a alguna habitación lejos del jardín y -aunque ya sabíamos que eran mis padres y tíos los que escondían los huevos, y que no había tal conejo- igual disfrutábamos de salir a buscar y encontrar los dulces.

Aquella tradición es de origen germánico y precede al cristianismo; pero también las culturas mesoamericanas tienen conejos benefactores involucrados en sus leyendas.   En la luna llena, donde otras culturas ven la cara de un hombre (o la de Jakie Geason), los pueblos de mesoamérica (como los chinos) ven un conejo.  ¿Y cómo fue a parar ahí?

Según un mito de Chiconamel, del norte de Veracruz, cierto dios ocasionó un diluvio universal; y un hombre y su familia se salvaron contra la voluntad divina porque se escondieron en un cajón, siguiendo el consejo que les dio un conejo.  El dios que había ocasionado el diluvio se enteró de los sobrevivientes cuando estos encendieron fuego para asar pescados; y entonces el conejo fue castigado y por salvar a los hombres fue condenado a alumbrarlos y fue transformado en la Luna.  Esto lo leí en Imágenes de la mitología maya, por Oswaldo Chincihlla.

Me gusta mucho esta fiesta porque es alegre y colorida. Desde tiempos muy antiguos, el conejo era un símbolo de la fertilidad asociado con la diosa fenicia Astarté, a quien además estaba dedicado el mes de abril.  En recuerdo de aquella diosa, a la festividad de pascua se la denomina Easter, en algunos paísesEsto es porque también era la festividad de la primavera para honrar a la diosa teutónica de la luz, a quien se conocía en el mundo anglosajón como Easter.  Para el siglo VIII los anglosajones ya habían tomado dicho nombre para la fiesta que los cristianos celebran ahora.


15
Abr 17

El bacalao es el rey de la fiesta

Espero el bacalao con tanta ilusión como espero el fiambre de noviembre y los tamales de diciembre. Desde niño me gozaba mucho la textura y el sabor característicos de este pescado preparado hábilmente por mis abuelas y luego por mi madre. Cada receta con su carácter propio, pero enraizada profundamente en una tradición larga.

Me gusta comerlo caliente, al tiempo y frío.  Acompañado por arroz  (y este año lo acompañamos con aguacate y fue buenísima idea).  Me gusta acompañarlo con un buen carmenere, con un buen shiraz, o con cerveza.  Y si es de boca, en la noche, con un buen whisky. Es una delicia remojar pan francés, de horno de leña, en esa salsa intensa.

En casa nos gusta que el de hoy sea un almuerzo ceremonioso, que subraye el carácter festivo de la  ocasión en la que se comparten los alimentos, las risas y los buenos recuerdos.

Como dijeron Les Luthiers: Alabado sea el lenguado, y el bacalao alabao.

Actualización: Consulté con los lectores de @luisficarpediem con respecto a si les gusta el bacalao; y de los 35 que contestaron, 23 dijeron que si les gusta, y mucho; en tanto que 12 dijeron que no.


15
Abr 17

Nuestra alfombra, la más “fresh”

Desde hace cinco años un grupo de amigos y yo tenemos la tradición de preparar alfombras frente a la casa de doña Yoli.  Es un encuentro generacional, una celebración de la vida entre amigos y familia, y una continuidad de las tradiciones chapinas.

Los que siguen de cerca este espacio saben que no estoy de acuerdo con la filosofía prevaleciente en ésta temporada; pero afortunadamente coincide con el equinoccio de primavera y con la fiesta de la fertilidad, lo cual me da la oportunidad de celebrar como debe ser: con buen bacalao y buen vino, en compañía de personas a las que valoro mucho.

Como el año pasado, en esta ocasión hicimos dos alfombras, una de aserrín y otra de pino. El diseño de la primera fue audaz y muy distinto a las que hemos hecho en años anteriores. Daba mucha alegría ver cuando la gente se detenía a hacer comentarios y se tomaba fotos con ella.  Una familia se detuvo a ver y la pequeña niña que iba con ellos pidió que si la dejábamos ayudar con la alfombra.  ¡Por supuesto que le dijimos que sí y gozamos mucho su entusiasmo!  Una vez más, cuatro generaciones participamos en la elaboración de las alfombras. Además de cuatro generaciones hubo cuatro nacionalidades involucradas.

Doña Yoli preparó su delicioso bacalao a la vizcaína; acompañado por un arroz impecable, moyetes exquisitos y bien calados, y el tradicional encurtido de remolachas, zanahorias, arvejas y ejotes.  Ese es el almuerzo chapín para ese día.  Así era en la casa de mi bisabuela, en las de mis abuelas, en las de mis padres y así será hoy en mi casa.  Sólo que aquí, en vez de encurtido, comemos aguacates porque somos fans de los aguacates.

¿Por qué es que practico algunas tradiciones -aunque no esté de acuerdo con la filosofía de muchas de ellas-? Pues me gusta el encuentro entre generaciones; el establecimiento y fortalecimiento de vínculos culturales, históricos, familiares, y amistosos. Las tradiciones nos dan la oportunidad de enriquecernos afectiva y culturalmente. Nos sirven para aprender acerca de costumbres y prácticas que no sólo son inmemoriales (en muchos casos), sino que se han adaptado, o han permanecido prácticamente inmutables.  Por eso es que la nuestra  debe ser la alfombra elaborada por el mayor número de ateos y agnósticos por metro cuadrado, en todo el país.

Para los lectores distraídos será raro que porque uno es individualista no rechace las prácticas culturales colectivas.  Sin embargo, no hay nada en el individualismo metodológico que apunte en esa dirección; y ciertamente no hay nada en el individualismo -como principio según el cual los hombres poseemos derechos individuales que no les pueden ser arrebatados por ningún otro hombre, ni tampoco por cualquier número, grupo o conjunto de hombres- que apunte hacia aquella creencia.

Las tradiciones enriquecen la evolución social.  Son parte del largo proceso de prueba y error por medio de cual crece y prospera una sociedad.  Las tradiciones dan un sentido de pertenencia: a este grupo de amigos, a estas familias, o a esta tribu…y luego a la sociedad.

De verdad les agradezco a mi bisabuela, a mis abuelas, a mis padres, a mis amigos y a todos los que no sólo me enseñaron a disfrutar de las tradiciones y de la alegría de celebrarlas en compañía de quienes uno ama; sino que me permiten ser parte de ellas. ¡Mi vida es muchos más rica gracias a las experiencias, y a quienes me acompañan en el camino de vivirlas!

Como en otros años, comparto el siguiente relato que expresa muy bien mis propios sentimientos frente a las alfombras; y porque la familia de la autora vivía en la Quinta Avenida de la zona 1, a unas cuadras donde vivía mi tatarabuela, Gilberta y su familia, sobre la misma avenida en la que hicimos la alfombra de ayer:

En Alfombras de aserrín,  Amelia Lau Carling relata que La semana antes del domingo de Pascua…los vecinos crean alfombras de aserrín teñido, de flores y de frutas sobre el camino de muchas procesiones.  Año tras año las hacen con nuevos diseños.  Año tras año las procesiones marchan sobre ellas, destruyendo sus dibujos al pasar.  De niña en Guatemala, mi hogar era el de una familia china que se aferraba a sus costumbres.   Pero la semana santa era una temporada como ninguna otra hasta para una familia china tan tradicional como la nuestra.  Con los vecinos nos juntábamos en las aceras para admirar las alfombras antes de que los cortejos caminaran sobre ellas.  Viendo las procesiones, yo sentía que la historia que narraban ocurría ahí mismo.  Y la belleza de los breves tapices creados con tanto primor se ha quedado grabada en mi corazón.

Al describir el proceso, Amelia cuenta que Primero puso una capa de aserrín natural y la regó con agua.  En seguida sus ayudantes dibujaron sobre ella las figuras de aserrín coloreado.  Se encaramaban sobre  tablas para alcanzar los lugares que debían adornar sin estropear lo que ya habían hecho.  Con un colador y unos esténciles de cartón, pasaban finas lloviznas de colores.  Cuidadosamente medían los diseños, siguiendo las instrucciones…luego otro ayudante pasaba por toda la alfombra con una regadera muy fina de agua, “pish, pish”, para que el aserrín quedara bien plano.  Ay, que linda era.  ¡Parecía una alfombra de verdad!

Si, es cierto que uno termina bien cansado; pero es ese cansancio que enorgullece luego de haber hecho algo alegre, algo hermoso, algo que enriquece y algo que te deja lleno de buenos recuerdos y de cariño hasta el punto de que con un buen baño y una buena noche de descanso ya estás listo para hacerlo mejor…el año entrante.

Actualización: les pregunté a los lectores de @luisficarpediem si alguna vez habían hecho alfombra y de los 17 que respondieron, 11 dijeron que sí y les gusta; en tanto que 6 dijeron que no han hecho.

La tercera foto es por María Dolores Arias y la cuarta es por José Eduardo Valdizán.


14
Abr 17

Tradicional y delicioso dulce de garbanzos

El dulce de garbanzos con su color dorado y su sabor intenso a canela mezclada con el sabor característico de los garbanzos es bocatto di cardinale.

Lo preparamos una vez al año durante la festividad del equinoccio de primavera y de la fertilidad; y es un postre chapín de la temporada.  Tengo la impresión de que las nuevas generaciones lo conocen poco y la de que se pierden de algo delicioso.

Es muy diferente a la miel de garbanzos que preparamos de acuerdo con la tradición de la costa sur.  Principalmente porque se hace con azúcar, en vez de con panela; y porque no lleva frutas.

En mi familia era la tradición de mi tía abuela La Mamita, tradición que recogió mi tío Rony para que luego pasara a mi madre y a mí.


12
Abr 17

Este año hay chocolate

Una novedad, en las festividades de esta temporada, en mi casa, es que nos enviaron chocolate de la costa sur.  Este chocolate no es comercial y es elaborado de forma familiar, artesanalmente.  La gente lo hace con orgullo y con cariño.

Me gusta imaginar que si a los mayas -en Tikal, o en el reino Kan- les hubiera gustado el chocolate dulce, este es el que hubieran elegido.  Cuando uno prueba este chocolate, no le es difícil imaginar por qué es que el cacao fascinaba a las culturas precolombinas y luego conquistó el paladar de los europeos.

Michael D. Coe, en La verdadera historia del chocolate nos cuenta que entre los nicarao un conejo valía unas diez de esas almendras [de cacao], ocho chicozapotes (las frutas del árbol del chicle) valían cuatro almendras, un esclavo más o menos cien y los servicios de una prostituta ocho o diez, según lo acuerden.

A mí me gusta el chocolate espeso y a la chapina, es decir, con agua y no con leche.  Me gusta remojar pan francés en él; pero también me encanta remojar el pan de la temporada que también nos mandan de la costa. Este año, Shalvy nos mandó pan, chocolate y plátanos.

¡Feliz equinoccio de primavera, o fiesta de la fertilidad!…y mejor si es con buen chocolate.

Actualización: pregunté en @luisficarpediem que cuál es su chocolate chapín favorito, y 22 personas contestaron.  De ellas 12 prefieren el de Xelajú, 8 favorecen el de Mixco y sólo 1 votó por el de la costa sur.  Vale decir que en tiempos de los mayas clásicos, el chocolate de Soconusco y de la costa sur guatemalteca eran muy valorados. Just sayin.

La segunda ilustración es  Neptuno recibe el chocolate de América; por Antonio Colmenero de Ledesma, Marco Aurelio Severino (1580-1656), Johann Georg Volckamer, (1616-1693). [Dominio público], Wikimedia commons.


11
Abr 17

Pésaj, una celebración de la libertad y agradecimiento

Anoche tuve la dicha de acompañar a mis amigos Jeannette y Moises en la celebración del pésaj con su familia. Esa festividad milenaria conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto.

El seder de pésaj es una cena ritual en la que cada elemento y cada movimiento tienen significados específicos, todos relacionados  -entre otros- con dos valores que aprecio grandemente: la libertad y el agradecimiento.

Durante una parte del rito Moi preguntó: ¿Por qué es esta noche distinta a todas las demás noches? Y una de las cuatro respuestas fue: En otras noches comemos ya sea sentados, o recostados; esta noche nos recostamos. Esto es en recuerdo de que los esclavos comían en bancas, o sin ellas, sin posibilidad de recostarse en sillas cómodas como hacemos ahora. Y creo que, en efecto, es valioso recordar que la libertad no siempre ha sido la condición prevaleciente en la humanidad, y que nunca está de más recordar que la esclavitud es lo opuesto a la libertad, y que en la esclavitud no se respetan los proyectos de vida de las personas individuales.

En cuanto al agradecimiento, el texto que me llamó la atención fue una canto llamado Dayenú, que está relacionado con los favores y regalos recibidos por el pueblo hebreo. A mí me gusta, de cuando en cuando, pensar en todas las personas que han influido positivamente en mi vida, no sólo materialmente, sino intelectualmente y afectivamente. Algunos han estado a mi lado durante 55 años, en tanto que otras han tenido un paso fugaz, aunque dejaran huella duradera.  Creo, también, que el agradecimiento es un valor al que no siempre le ponemos la atención suficiente; sobre todo cuando se trata de favores y regalos que en apariencia son sencillos.

Luego de la parte ritual y pedagógica de esta celebración la costumbre es compartir una comida espléndida que disfruté muchísimo; no sólo por los platillos en si mismos, sino por la encantadora compañía alrededor de la mesa.  Me gocé el jaroset, que es una pasta de dátiles y nueces; el maror, hecho con rábanos y remolacha; la sopa de bolas de matzá; geftite fish, okra, el pescado con salsa de alcaparras, las ensaladas de garbanzos y de lentejas, el mousse de chocolate, las galletas de mazapán, el arroz con leche perfumado con agua de azahares, entre otros platillos magníficos.

El séder de anoche fue memorable. ¡Jag sameaj!


10
Abr 17

Pan, fiesta y unos versos

En casa no se siente la fiesta hasta que abrimos la caja de pan que viene de la costa; pero la expectativa empieza el día antes, cuando Shalvy nos avisa que el pan está entrando al horno, sigue horas después cuando nos cuenta que la encomienda viene en camino y se acerca a su clímax cuando la vamos a recoger a la terminal de los buses.

El pan para esta fiesta no es cualquier pan.

Responde a la tradición costeña de preparar en casa y compartir aquel alimento primordial. Dicha tradición no sólo tiene que ver con el hecho de que hasta pasadita la mitad del siglo XX todavía ocurría que las panaderías comerciales cerraban con ocasión de la temporada; sino con la costumbre humana y hermosa de compartir cuando hay abundancia.

Shalvy hace el pan que nos envía con huevos y leche caseras y lo hornea en tahona de leña casi exactamente como lo hacía la abuelita de su abuelita, que es de donde viene su receta.

Este pan tiene el sabor, el aroma, la textura y el color de siglos y siglos de civilización y de costumbres. A mí me gusta comerlo remojado en leche, o remojado en chocolate. Pero antes de llevármelo a la boca le dedico unos segundos a apreciar su color y su textura, y otros a apreciar su aroma que es el aroma de lo que es fiel a sí mismo.

El pan que comemos durante la celebración del equinoccio de primavera, durante la fiesta de la fertilidad, nos conecta con quién sabe cuántos siglos de tradiciones…y este año me hizo recordar estos versos de Omar Khayaám:

Here with a Loaf of Bread beneath the Bough,
A Flask of Wine, a Book of Verse – and Thou
Beside me singing in the Wilderness –
And Wilderness is Paradise enow.

La ilustración de aquí arriba es por Edmond Dulac, de mi Rubáiyat of Omar Khayaám.

Actualización: Hice una consulta entre los seguidores de @luisficarpediem con respecto a quiénes conocen el pan dulce de la costa sur y resulta que de 24 que participaron, sólo 8 lo conocen.

 


07
Abr 17

Mi temporada favorita

Escucha el podcast aquí.

Esta es mi temporada favorita en Guatemala; la de los cenzontles, los matilisguates, las jacarandas y los paloblancos.  La del corozo y la de los jocotes marañones.

Hubo un tiempo en mi vida en el que era impensable no salir “de temporada” en estos días; y con mis padres eso significaba ir a la playa.  Más tarde era irme a Panajachel.  Desde hace unos años, es tiempo para quedarme en casa y disfrutar de las tradiciones culinarias chapinas en compañía de amigos.

Los platillos chapines de estos días están íntimamente relacionados con el ayuno y la abstinencia conventuales; pero “¡a la chapina!”.  Es decir, guardando las apariencias…sin descuidar lo que es importante.  Por ejemplo: el bacalao que sustituye a la carne, no es un pescado humilde y nunca lo fue.  El pescado seco, envuelto en huevo y con verduras, tampoco es lo sencillo que aparenta. Los moyetes, con crema, almendras y un toque de buen ron, nunca fueron un postre que evoque privaciones y renuncias.  Los garbanzos en dulce son una delicadeza digna del más epicúreo de los comensales.  El encurtido bien hecho es riquísimo y quiere talento.  La variedad de empanadas –especialmente las de salmón, que ahora son hechas con atún– son un placer cada una.  Los panes dulces de la costa, con huevos de las gallinas de la casa, leche de la vaca del vecino y queso de doña Fulana, son fiestas en hornos de leña.

En casa de mis padres, era tradición comer fiambre en esta temporada.  Mi madre lo congelaba en noviembre; y en esta temporada, el primer día que llegábamos al mar, día de desempacar y para no cocinar, almorzábamos aquel plato frío.  En mi casa conservamos esa tradición y almorzaremos fiambre mañana sábado, o el próximo lunes. En casa hay un desayuno tradicional el jueves y un almuerzo tradicional el sábado (cuando no vamos donde mi tío Rony).  El viernes gozamos el bacalao de doña Yoli, luego de hacerle su alfombra.

¿Viste? El equinoccio de primavera –esa fiesta de fertilidad que se celebra con conejos y huevos– es una de las más chapinas entre las fiestas.  Mis deseos son que la pases con personas que valoras, alegre, en paz, y con prudencia.

Actualización: Hice una consulta en @luisficarpediem para explorar cuál es el plato favorito de esta temporada entre los lectores y resulta que para 11 personas de las 22 que contestaron, el bacalao es su predilecto.

Columna publicada en elPeriódico.