Fertilidad y fin de las noches largas

En el trópico no se nota mucho; pero en el hemisferio norte, ¿por qué no iban a ser grandes cosas la celebración del fin de las noches largas de invierno, la del retorno de la luz, y la de la fertilidad?  ¿Por qué no iban a ser objeto de fiesta desde que el mundo es mundo?

Los colores de esta fiesta antiquísima son los del amanecer y de la vida tibia, suave y agradable propia de la primavera, cuando hay luz y vida..  Mi abuela, Frances, solía estrenar ropa en esta fiesta y los colores que usaba eran los propios de la temporada.

Los colores  son importantes porque los de la pascua milenaria contrastan grandemente con los de la semana santa que son el negro y el morado.  El negro es el color de la muerte, de lo oscuro, del vacío, de la soledad, de la noche, del mal y la tristeza.  El morado (violeta, o púrpura) es el color del poder, y de la magia y de la fe (frente a la racionalidad); es el color del confesionario (de la culpa) y de algunos ritos funerarios.

Cuando yo era niño, el conejo (inequívocamente relacionado con la fertilidad) llegaba a la playa, a Panajachel, a la casa -o donde quiera que estuviéramos-  porque mis padres acarreaban huevos de chocolate, o de almendras.    Sin que los chicos nos diéramos cuenta, mis padres y tíos escondían los huevos en el jardín y en el momento oportuno nos decían que el conejo había pasado y que saliéramos a buscar los huevos. Cuando los mayores crecimos, se nos enviaba a alguna habitación lejos del jardín y -aunque ya sabíamos que eran mis padres y tíos los que escondían los huevos, y que no había tal conejo- igual disfrutábamos de salir a buscar y encontrar los dulces.

Aquella tradición es de origen germánico y precede al cristianismo; pero también las culturas mesoamericanas tienen conejos benefactores involucrados en sus leyendas.   En la luna llena, donde otras culturas ven la cara de un hombre (o la de Jakie Gleason), los pueblos de mesoamérica (como los chinos) ven un conejo. Sal hoy en la noche y ve el conejo en la Luna. ¿Y cómo fue a parar ese animalito allá?

Según un mito de Chiconamel, del norte de Veracruz, cierto dios ocasionó un diluvio universal; y un hombre y su familia se salvaron contra la voluntad divina porque se escondieron en un cajón, siguiendo el consejo que les dio un conejo.  El dios que había ocasionado el diluvio se enteró de los sobrevivientes cuando estos encendieron fuego para asar pescados; y entonces el conejo fue castigado y por salvar a los hombres fue condenado a alumbrarlos y fue transformado en la Luna.  Esto lo leí en Imágenes de la mitología maya, por Oswaldo Chincihlla.

Gozo mucho esta fiesta porque es alegre y colorida. Desde tiempos muy antiguos, el conejo era un símbolo de la fertilidad asociado con la diosa fenicia Astarté, a quien además estaba dedicado el mes de abril.  En recuerdo de aquella diosa, a la festividad de pascua se la denomina Easter, en algunos paísesEsto es porque también era la festividad de la primavera para honrar a la diosa teutónica de la luz, a quien se conocía en el mundo anglosajón como Easter.  Para el siglo VIII los anglosajones ya habían tomado dicho nombre para la fiesta que los cristianos celebran en la actualidad.

¿Quién tiene el monopolio de las tradiciones?

Por cierto, mi seguidor de Twitter, Manuel Girón, cree que yo debería referirme a la Semana Santa cuando comento sobre las tradiciones de esta temporada.  De igual opinión es mi seguidor de Facebook Carlos Llarena.

Sin embargo, aunque la Semana Santa tuvo un papel relevante en mi formación cultural, ya no la tiene qua festividad religiosa. Eso sí, como miembro de mi familia y como guatemalteco, no soy ajeno a sus riquísimas expresiones tradicionales y culturales -sobre todo las gastronómicas, que son mi área de mayor interés-.

No veo razón alguna por la cual aquellos que no compartimos el contenido cristiano de estas fiestas, no podamos disfrutar de sus contenidos mucho más antiguos y universales.  Y creo que es importante que aquellas personas que no comparten el contenido cristiano de estas fiestas, encuentren referentes para celebrar y disfrutar de las fiestas en paz, sin ser señalados, o corregidos como si hubiera algo así como un monopolio de las fiestas, o de los valores, o de las virtudes.

¿Cómo fue que dijo Benito Juárez? Ah, entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. Que unos celebren la Semana Santa, mientras otros celebramos el equinoccio de primavera, para mí no hay tos.  Que quienes celebran la primera publiquen y difundan sus referentes, en paz; y que nosotros podamos publicar y difundir los nuestros, en paz.  ¿Por qué no?

Gracias por seguirme, Manuel y Carlos, yo no me incomodo porque celebren la Semana Santa; y, por favor, no se incomoden porque yo celebre el equinoccio de primavera, o el solsticio de invierno, o lo que sea. Lehaim!

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