09
Feb 15

Capirucho, trompo y yo-yo

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Cuando yo era niño hice un capirucho con carrizo de hilo, un chaye y un trocito de lápiz Mongol 2.  Lo hice con ayuda de mi tía abuela, La Mamita, ¡y lo perdí!  De todas las cosas que he perdido por descuidado, aquel capirucho y una piedra para alisar tusas y hacer cigarrillos, son dos de las que más lamento.  En Guatemala, por cierto, un chaye es un trozo de vidrio.  El caso es que girando y girando el chaye se le daba forma a la parte de abajo del capirucho, con el trozo de lápiz se aseguraba la parte de arriba para el cordel y ya.  Cuando el hilo dejó de venir en carrizos de madera se acabó la posibilidad de hacer aquellos juguetes.

De aquello me acordé gracias a don Walter, de De todo en madera y a su hermosa Caja retro.  Esta pieza de decoración y de nostalgia tiene un capirucho (parecidísimo a los que se hacían de carrizo); un trompo y un yo-yo.  A don Walter y sus juguetes retro los conocí durante la celebración de los 10 años de la radiorevista de opinión Así es la vida.

Nunca fuí muy hábil con estos juguetes; pero admiraba mucho a mis amigos y compañeros que sí los dominaban.  De niño tuve mi yo-yo Duncan y unos que creo que regalaba la Coca-Cola a cambio de una cantidad de corcholatas contramarcadas.  Corcholatas se les llamaba a las tapitas de las botellas porque en vez de plástico venían con corcho. También tuve una variedad de capiruchos; pero nunca tuve un trompo.  En Quinto bachillerato recuerdo que uno de mis maestros perdió su tiempo tratando de enseñarme a hacer girar uno y no fue hasta el año pasado, luego de la Feria de agosto, que logré darle vueltas a uno plástico que compre.   Ahora que tengo uno de verdad, espero tener algo de éxito con la práctica.


17
Dic 14

¡Ve pues, camote morado!

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¡Ah, que dicha!; esta semana cayó -en casa- un pequeño camote morado que disfruté muchísimo como postre.

Cuando yo era niño en casa de mi abuelita Juanita se comía ate de camote morado.  En agosto del año pasado lo volví a probar en un restaurante que frecuentaba; pero antes de eso recuerdo muy bien que la última vez que lo vi y lo comí fue en la casa de mi abuelita a finales de los años 60, o principios de los años 70.  Nunca más volví a ver esas delicias a pesar de que en numerosas ocasiones, a principios del siglo XXI pregunté por esos tubérculos en los mercados Central y La Villa.   Mi madre y mi hermano recordaban muy bien el camote morado -en parte porque cuando era muy chico, mi hermano decía que su color favorito era el morado- ; y dos amigos recordaban vagamente haber visto y comido ate de camote morado; pero incluso algunas vendedoras de frutas y verduras en los mercados ni siquiera habían oído de tal producto.

Según yo el camote morado se había extinguido porque nadie lo cultivaba más.  Dispuse que era una leyenda familiar. Pero ahí está que no.  Y aunque fuera el pedacito de la foto, me alegró mucho. ¡Mira su color y dime si no es hermoso!


19
Nov 14

Me encantan los persimones

 

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¡Hay montones de persimones en los mercados! y me encanta disfrutarlos bien , bien, bien maduros, suculentos.  Lo que más me gusta es su color , su dulzura y su textura, tan distinta a otras frutas.  Me encanta comerlos fríos, aunque al tiempo también son sabrosos.

Los persimones siempre me recuerdan a mi abuela, Frances, en mi adolescencia.  En aquel tiempo no eran comunes, ni conocidos, y ella compartía conmigo los suyos que le llevaba su comadre,  Queta, cosechados del jardín de su suegro don Manuel, en Panajachel.  La Abui, como le decíamos a mi abuela los comía crudos disfrutando de su dulzura y de su textura peculiar; o preparaba un pudding que sacaba las lágrimas de lo delicioso que era.  De repente y me animo a hacer un pudding de persimones ahora que hay tantos y tan buenos.


13
Nov 14

Parque Concordia y terremotos de 1917-18

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Para los terremotos de 1917-18, mi bisabuela Gilberta y su familia pasaron varios días y noches en carpas (polveras o tembloreras, les decía la gente) ubicadas entre los grandes árboles que había en el Parque Concordia (ahora conocido como Parque Enrique Gómez Carrillo y mucho antes conocido como Las victorias).  Luego pasaron un tiempo en la Casa de te, en el Zoológico La aurora y luego no recuerdo donde hasta que pudieron volver a su casa.

Su casa, ubicada en la Quinta avenida y Quince calle de la zona 1 no fue muy dañada; excepto porque parte del consulado de los Estados Unidos de América, que era su vecino de mano izquierda, cayó en la parte de atrás del inmueble.  Todo esto me lo contó mi abuelita Juanita.  La embajada de los Estados Unidos se nos metió en el patio de atrás, decía ella.

Gracias al grupo Fotos antiguas de Guatemala encontré las fotos que ilustran esta entrada. Una es del parque como era en aquellos tiempos, y otra de una polvera.  Nótense el hacinamiento de los muebles y el estilo de estos. ¡Y otra de la Quinta avenida y 15 calle viendo hacia el Sur!  Mi abuela, Juanita, contaba de unos italianos que tomaban bon vino, y de un chino que componía bombillas eléctricas.  Si lo que está a mano izquierda (aunque no se ve) es el Parque Concordia, la casa de mi bisabuela estaba sobre la Quinta, a mano derecha, y sería la penúltima casa de esa cuadra.  Al fondo de la cuadra de la izquierda parece que  todavía no estaba construido el inmueble que luego ocuparía el consulado de los EUA. Esta foto es de Kildare & Valdeavellano.

Los terremotos de 1917 y 1918 se les llaman así porque aunque los sismos comenzaron el 17 de noviembre de 1917, lo sucedieron cuatro mas fuertes y devastadores. El primero fue el del 25 de diciembre de 1917 a las 10 de la noche y el segundo ocurrió el 29 de diciembre de de ese año;  el tercero fue el 3 de enero de 1918 y el ultimo sacudió el 29 de enero de ese año.


02
Nov 14

¿Cuál es el mejor fiambre?

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El mejor fiambre es el que sabe como el de la casa de tus padres, de tus abuelos, o de tus bisabuelos; pero también es el que tiene tu toque personal.  Es el que te recuerda tu niñez, tu adolescencia y tu proceso de maduración, y es el que tiene tu carácter.  El mejor fiambre es el que es acerca de tus raíces y acerca de tus ramas…para usar una metáfora como cualquiera otra.

El fiambre es un plato típico de la cocina guatemalteca.  Es muy complejo y  requiere de todo el buen juicio,  la pasión y la sazón que pueda tener quien lo prepara.  Es un plato para compartir con la familia y los amigos.

Muchas personas creen –y estoy de acuerdo-que la fiesta del fiambre es el Día de gracias chapín.  La del fiambre es una festividad que celebra los frutos del trabajo productivo y la dicha de tener con quienes compartirlos.  El año pasado leí, en Twitter,  que La verdadera soledad es no tener quién te regale un buen plato de fiambre.

En casa comenzamos a preparar el fiambre desde miércoles pasado cuando cocimos y cortamos las carnes y los embutidos:  la cesina, la gallina, el cerdo y el pollo; así como las longanizas y las butifarras.  Seguimos el jueves cuando cocimos las verduras: zanahorias, arvejas, güisquiles, coliflores y repollos.  Ese día mezclamos los caldos y sazonamos el caldillo resultante con vinagre y miel de abejas.  También mezclamos las carnes, los embutidos y las verduras y el caldillo.

El primer sábado de octubre preparamos el encurtido de remolachas y en esos días hemos encargado los embutidos, así como adquirido los adornos enlatados y conservas: espárragos verdes y blancos, chiles morrones, atún, salmón, sardinas en aceite y en tomate, pepinillos ácidos y dulces,  aceitunas verdes rellenas y negras, cebollitas, rábanos, perejil colocho y lechugas.  Más tarde, el día 1 de noviembre agregamos camarones, huevos duros rodajados, chiles chamborotes y dientes de perro a los adornos de los platos.  Ese día también añadimos rodajas de gelatina de cerdo, jamón de sangre, salami, lengua salitrada y otros jamones, así como queso duro y queso de capas, y algo de remolachas.

Como ves, la preparación del fiambre lleva varios días de planificación y de ejecución.  Y ya intuirás que, con tantos y tan variados ingredientes se requiere de un balance muy fino para que todo esto salga bien.  Ya no digamos para que salga magnífico y memorable.

Una vez un cuate extranjero me preguntó que  por qué es que usaba enlatados y conservas en vez de ingredientes frescos.  El sostiene que si se usan salmón y atún frescos, por ejemplo, sería mejor.  Y puede ser…¿por qué no?  Lo que pasa es que parte de la experiencia del fiambre está relacionada con recuerdos, nostalgia y tradición.  El fiambre, en mi casa, tiene que tener no sólo la sazón particular que nos gusta en casa, sino una ìntima e inequívoca relación con los sabores y texturas que recuerdo en casa de mis padres y en casa de mi abuela.  Y allá se usaban enlatados y conservas.

El fiambre de este año nos salió como debe ser…buenísimo como siempre.  Y lo gozamos como debe ser y como siempre, con la familia y amigos.

Este año servimos los platos de fiambre sobre un perraje de Quetzaltenango.


12
Oct 14

Pollo con lorocos para el almuerzo

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El pollo con lorocos es un plato típico del oriente en Guatemala; y los lorocos son las flores de la Fernaldia pandurata.  Y puestos así no suenan tan deliciosos y maravillosos como son.  Los lorocos también se comen en arroz, en tamalitos y en empanadas.  En casa también los hacemos en pizza.

El pollo con lorocos -que fue mi almuerzo del sábado- es uno de mis platillos favoritos de la casa de mis padres.  Cuando yo era niño los lorocos eran muy escasos aún en temporada de lorocos que coincide con la de anacates.  Ahora se los encuentra en abundancia, en los mercados y hasta los ofrecen en las esquinas y en las calles.

Es un plato muy sencillo.  En aceite de oliva y a fuego lento fríes un ajo grande y luego lo remueves.  Ahì sellas las pechugas de pollo sazonadas con sal y pimienta.  Las retiras y frìes suavemente algo de cebolla picada, añades las pechugas y los lorocos limpios.  Tapas la olla y lo dejas cocer a fuego lento.  Justo antes de servir agregas la crema y terminas de sazonar con sal y pimienta. Algunas personas le añaden tomate y aunque es muy sabroso hacerlo yo no lo incluyo porque en casa de mis padres no se preparaba así.  Se sirve acompañado con arroz y a mi me gusta con un Sauvignon blanc.


08
Oct 14

Guatemala a principios del siglo XX

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No querrás dejar de ver este video.  ¿Será de la Cinemateca de la USAC? ¡Es estupendo!  Aunque está identificado como Guatemala de 1930 a 1935, las tomas de la catedral de la ciudad de Guatemala, sin sus campanarios, hacen suponer que hay tomas de años anteriores.  Seguramente de poco después de los terremotos de 1917 y 1918.

De cualquier manera, mi escena favorita es la de las alfareras en el minuto 9:25.  Y otras escenas encantadora son la del policía dirigiendo el tráfico (¿el tráfico?); las de la antigua estación del ferrocarril, la hermosa 18 calle de la zona 1 cuando era hermosa, la 6a. avenida cuando tenía dos vías, y el Mapa en relieve inaugurado en tiempos de don Manuel Estrada Cabrera.


28
Sep 14

Caldo de albóndigas y un viaje en el tiempo

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-Pregúntame si puedo viajar en el tiempo.

-¿Puedes viajar en el tiempo?

-Si…Claro que no puedo viajar en el tiempo literalmente; pero si puedo hacerlo por medio de aromas, sabores, texturas, colores y sonidos. Ayer, por ejemplo, viajé en el tiempo gracias al caldo de albóndigas que preparamos en casa.  Esta es la receta de mi abuelita Juanita y mi tía abuela, La mamita.  La última vez que lo comí en su casa fue antes de 1976 -porque esa casa se cayó para el terremoto- y fue para un almuerzo al que llegamos mi madre y yo.  Ayer vino mi madre a casa, fuimos al mercado, compramos los ingredientes y aprovechando que el día iba a ser lluvioso, frío y gris, dispusimos hacer el caldo de albóndigas.  Y tomar un par de Tom Collins en lo que cocinábamos.

La cosa era lograr la sazón exacta que tenía el caldo que hacían La abuelita Juanita y La mamita.  ¡Y tuvimos éxito!  El caldo salió perfecto.  Tan bueno que me transportó por lo menos 38 años atrás.  Así que viajé en el tiempo.

Siempre he sido sopista.  Más sopista que caldista en el sentido de que me gustan más las sopas y cremas espesas que los caldos; pero me encantan el caldo del cocido, el de gallina, el de pollo y el de albóndigas.  En casa de mis padres sólo se tomaban sopas en la cena; pero en casa de mis abuelas también se tomaban sopas, o caldos, en el almuerzo. En fin, me alegro mucho de haber hecho caldo de albóndigas y de haber recordado con mucho cariño a aquel par de viejitas.

Por cierto…y cambiando de tema, pero no mucho.  ¿Qué tal algo de humor retorcido?  Si conoces un niño que recién haya aprendido a hablar, digamos que no mayor de cuatro años.  Pídele que diga albóndiga…y 9 de cada 10 niños dirán Albón.  Es que los niños cuando uno les pide que digan albóndiga interpretan que uno quiere que digan Albón.  Es decir: Albón, diga.  Pruébalo y me cuentas.


23
Sep 14

Adiós a Gilberto Chacón

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Para el décimo cuarto, o décimo quinto aniversario de la Universidad Francisco Marroquín, Gilberto Chacón Torrebiarte compitió en el rally con sus amigos y compañeros de clase.  ¡Iban de patricios romanos, disfrazados con togas y coronas de laurel!  Y ahora, que Gilito ha fallecido, me parece de lo más apropiado.  Gilberto era un hombre virtuoso en el sentido aristotélico.  Era un patricio en el mejor sentido romano.  Tenía derecho a usar toga y laureles.

Fungió con gravitas, integritas et dignitas como presidente del Organismo Judicial y de la Corte Suprema de Justicia.  Era profesor de Derecho Constitucional en su alma mater y sus estudiantes lo respetaban (lo respetan) y lo admiraban (lo admiran) mucho.  Le tenían (le tienen) cariño. Entre sus colegas, ¿quién no lo vería como ejemplar?  Era un amigo noble.  Fue un amigo noble, bueno y divertido.

Adiós a un hombre sereno y probo, intelectual de verdad estudioso del derecho y jurista respetuoso de la ley, leal y generoso, de esos que tanta falta hacen ahora.

La foto la tomé de Facebook.


10
Sep 14

Adiós a Gustavo Cerati

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Más vale tarde, que nunca.  Así dice el dicho y de eso me aprovecho para decirle adiós al grande Gustavo Cerati, la voz de Soda Stereo y de clásicas canciones ochenteras como Cuando pase el temblor y De música ligera.  Ambas son icónicas de mi época mas, más parrandera.  Ambas y la voz de Cerati me transportan a larguísimas noches de brincar y brincar, a luces y niebla, a vodka tonic y a ron con Coca-Cola, a viejos cuates que se esfumaron hasta del recuerdo y a lo divertido que era regresar a casa cuando ya había pasado el del periódico.

Además, aquí en este espacio, a veces cuando hay temblores y escribo algo de ellos, acompaño la entrada con Cuando pase el temblor.  ¿Sabes? El hermanito de mi amiga Carolina decía que quería fundar una banda que se llamara Horchata Cuadrafónica ya que había una Soda Stereo. ¿Lo habrá hecho?

A una voz como la de Cerati sólo puede extrañársela cuando ya no está.