En 2022 se cumple el aniversario 50 del fin del Experimento Tuskeegee sobre sífilis llevado a cabo en Alabama -entre 1932 y 1972- por el Servicio de Salud Pública (CDC por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos de América. ¿Por qué es de interés para los chapines aquí y ahora?
A los participantes nunca se les informó de que serían contagiados deliberadamente con aquella terrible enfermedad y sólo fueron sacrificados. De los 399 sujetos sometidos a aquella tortura, sólo 74 sobrevivieron; 28 murieron de sífilis, 100 de complicaciones relacionadas, 40 esposas fueron contagiadas y 19 bebés nacieron con sífilis congénita. OK, pero…¿qué tiene que ver eso con Guate?
Pues es que experimentos similares fueron hechos aquí entre 1946 y 1948 patrocinados por el gobierno de los EE. UU. con conocimiento de las autoridades guatemaltecas de salud que firmaron un acuerdo con la Oficina Sanitaria Panamericana (Ahora Organización Panamericana de la Salud). Unas 1,500 personas entre soldados, presos, prostitutas, huérfanos y pacientes psiquiátricos fueron inoculados con sífilis y gonorrea. Eran los tiempos del presidente Demócrata Harry S. Truman, y del socialista espiritual Juan José Arévalo, en Guatemala.
Durante el primer gobienro de la revolucion el ministro de la Defensa era Jacobo Arbenz, El soldado del pueblo y presidente del segundo gobierno de La Primavera Chapina. Sabemos que los ministros de Sanidad Pública, en aquellos años fueron Julio Bianchi, Guillermo Morán y Bernardo Aldana ; y que los titulares de la cartera de Gobernación furon Adolfo Almengor, Francisco Villagrán, Marcial Méndez y Francisco Carrillo, según lo relata Juan José Arévalo en su libro Despacho Presidencial. ¿Quiénes de ellos estaban al tanto? ¿Quiénes aprobaron? ¿Quiénes callaron? ¿Lo sabía el doctor Juan Funes, que era el jefe de la División de Control de Enfermedades Venéreas? ¿Lo sabía el embajador Edwin Kyle?
Tal vez sí porque algunos resultados fueron presentados en el ii Congreso Centroamericano de Venereología, en abril de 1948 y publicados en la revista Salubridad y Asistencia, del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, Tomo II, N°. 4-7.
¿Cómo se hacían los experimentos? Los responsables de aquellas atrocidades querían probar una exposición normal y al principio usaron prostitutas infectadas para diseminar la enfermedad entre los soldados y presos. Estadísticas del momento señalan que una prostituta podía tener sexo con 8 soldados en 71 minutos por lo que, en teoría, el contagio sería enorme. Aún así era difícil introducir la infección con métodos naturales y recurrieron a la inoculación directa en el Hospital Psiquiátrico Nacional, donde los pacientes no se opondrían. Allí los científicos hacían heridas en los penes de las víctimas para aumentar las probabilidades de infección e inyectaron sífilis directamente en el líquido cefalorraquídeo, según una publicación de Actas Dermo-Sifilográficas. En Guate no se conoce el número de víctimas.
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Columna publicada en elPeriódico.