Estimada Carol: gracias por dedicarme tu columna del viernes pasado.
Es muy apropiado que hayas usado el tema de Disneylandia para tus comentarios porque aquella es la tierra de las ilusiones; y sí…yo escribo con la ilusión –en el sentido de entusiasmo y alegría– de acabar con el sistema de abusos de poder que los fabricantes de miseria ejercen sobre la mayoría de nosotros en este país. Sospecho, Carol, que perseguimos lo mismo, por distintos medios.
Veo que entrecomillaste la frase dirigencia popular en la columna que me dedicaste; eso es bien importante porque más adelante, en tus comentarios, dices que podríamos haber evolucionado para crear una economía diferente. Pero no podemos culpar a los campesinos si esto no sucedió. Menos aún a los liderazgos sociales que surgen tan débilmente debido a la represión.
Coincidimos en que debemos evolucionar hacia una economía diferente y en que no podemos culpar a los campesinos de que esto no haya sucedido. Pero difiero contigo en lo de que no podemos culpar a la dirigencia. ¡Al contrario!, esa dirigencia, precisamente por ser la élite, porque dirige y porque liderea tiene responsabilidad (o al menos, corresponsabilidad) con eso de que en Guatemala continúe vigente el sistema de privilegios, de mercantilismo, de reglamentos y de expoliación que tú y yo rechazamos. No espero que todavía estés de acuerdo con que aquella dirigencia tiene responsabilidad; pero, ¿estamos de acuerdo en que rechazamos el sistema que acabo de describir?
No es justo que me acuses de no conocer la historia; porque conozco muy bien todo eso de la Revolución del 71 y de los despojos de los que fueron víctimas muchísimas personas en favor de los amigos y la clientela del dictador Justo Rufino Barrios. Conozco el origen de la economía de plantación; pero si así fue, y así es…¿tiene que seguir siendo? La historia estudia la acción humana y nos puede ensañar mucho del pasado para entender el presente y mejorar nuestro futuro; pero no determina nuestro futuro. ¡Podemos cambiar ¡ y de eso se trata Los compas y la miseria; mi columna que motivó tus comentarios.
¡Evolucionemos a una economía diferente! Una que cree riqueza, en vez de una que la destruya, o que evite su crecimiento. Una en la que la gente no tenga que depender de la caridad para sobrevivir; y una en la que la gente no tenga que depender de la expoliación legal para sobrevivir. ¿Qué tal una economía en la que la gente pueda tener un buen empleo y un buen salario para pagar su casa, el supermercado, la educación de sus hijos, sus servicios de salud y su vestimenta, sólo para mencionar unas cuantas necesidades básicas? ¿Qué tal un sistema en el que la gente emprendedora como miles y miles de chapines que se dedican al comercio, a la agricultura, a hacer pasteles y jaleas, coser vestidos, arreglar computadoras, o a diseñar software pudieran hacer crecer sus negocios, mejorar sus niveles de vidas y ofrecer oportunidades de empleo? Tu hablas de sobrevivencia; pero, ¿qué tal una economía para vivir, en vez de una para sobrevivir?
Ta vez no estemos de acuerdo en esto; pero…de verdad, creo que la dirigencia popular (porque es élite y porque es dirigencia) está moralmente obligada a averiguar qué clase de economía puede alejar a la gente de la caridad y de los favores políticos, y acercarla a un sistema en el que pueda mejorar su nivel de vida sin necesidad de violencia y sin necesidad de acudir a la expoliación legal. Y si esa dirigencia no lo hace, creo que es moralmente responsable de los resultados de su decisión de no hacerlo, así como de las consecuencias que tienen sus ideas.
Las ideas, Carol, tienen consecuencias; por eso es que a mí me interesan las causas de la riqueza; no las de la pobreza. De hecho la pobreza es la condición natural de los seres humanos. La pobreza no tiene causas. Por favor, toma nota de que esto no significa que no existan los fabricantes de miseria a los que me referí arriba y que tanto a ti como a mí nos ofenden. Lo que digo es que todos nacemos desnuditos, para parafrasear a Alvaro de Laiglesia. Los países ricos, las sociedades ricas, las personas ricas lo son porque dejaron de ser pobres. Lo deseable es que esa riqueza sea creada (en vez de que sea saqueada). ¿Qué tal si trabajamos por una economía que castigue el saqueo y premie la creación de riqueza?
Dices que Guatemala no es un país pobre; pero sospecho que lo que quieres decir es que Guatemala es un país con mucho potencial para la riqueza de su gente. Guatemala es un país de pobres porque la mayoría de su gente no puede satisfacer sus necesidades económicas (salud, educación, vivienda, vestido, y demás) por sí misma. Tu dices que nunca has alucinado con las sociedades ricas; pero yo sí. Yo si alucino, sueño, fantaseo y me ilusiono con que la gente, en Guatemala, pueda vivir como vive la gente en las sociedades ricas. Digamos, que sólo para que miles de niños no se mueran de enfermedades gastrointestinales y de enfermedades bronconeumonales evitables, antes de los tres años de edad. Digamos, que para que la mayoría de la gente pueda vivir con la dignidad que da el saber que el trabajo de uno le permite satisfacer sus necesidades básicas y hasta darse lujos y placeres (cada quién de acuerdo con sus valoraciones personales, claro).
¿Te has preguntado por qué es que Hong Kong es más rico que Guatemala? Sin duda no es por su tamaño, ni por sus recursos naturales, ni por su localización geográfica, ni por su composición social. ¿Por qué es que China, para sacar a millones y millones de chinos de la pobreza se está alejando del socialismo, en vez de profundizar en él? ¿Por qué es que Corea del Norte es distinta a Corea del Sur? Esas son las preguntas que la dirigencia popular está obligada a hacerse y a responderse con honradez intelectual. El sistema que impide la creación de más riqueza, no es culpa de los campesinos, sino de su dirigencia.
Dices que te cuesta entender por qué es que ser minero de datos o desarrollador de Apps es mejor que ser campesino y poseedor de una valiosa cultura agrícola; pero es sólo porque el dilema está mal planteado. Es como cuando los economistas clásicos no le hallaban solución a aquello de que por qué es que los diamantes son más valiosos que los panes, siendo que los panes sirven para aliviar el hambre y los diamantes son sólo piedras. Los clásicos no se daban cuenta de que el dilema no es entre todos los diamantes y todos los panes, en todos los tiempos y lugares y para todas las personas. El dilema real es estos diamantes y estos panes, en este momento, aquí y para esta persona (o estas personas). Un pan es más valioso en el desierto, para una persona que no ha comido nada en cinco días, que para ti y para mí, aquí y ahora. Si yo te ofreciera un pan a cambio de tus mejores aretes, ¿qué posibilidades hay de que aceptaras el trato que te ofrezco? Pero si anduvieras perdida en Petén, con hambre y sed, ¿qué posibilidades hay de que me dieras tus aretes a cambio de una botella de agua, o de una tortilla con sal?
La cultura agrícola es muy valiosa; pero también lo es la cultura tecnológica. Ni un campesino, ni un desarrollador de Apps son más, o menos valiosos qua personas humanas; pero sus conocimientos, habilidades y talentos sí son más, o menos valiosos en determinados contextos de tiempo y espacio. ¿Has visto cómo viven un campesino (sin privilegios) y un desarrollador de software (sin privilegios)? En la mayoría de los casos, el primero tiene un mejor nivel de vida que el segundo. A menos que el campesino se convierta en un latifundista, o en alguna forma de empresario, la vida de campesino es muy dura. Dura en un sentido objetivo, tan sólo porque la actividad campesina depende muchísimo de la naturaleza y de factores externos. Las sociedades campesinas, Carol, son más pobres que las que no lo son (a menos que los campesinos gocen de subsidios, y otros privilegios). La gente emigra de sociedades campesinas como América Latina y Africa, a sociedades que no son campesinas. Los países en los que la gente tiene niveles de vida dignos ¡han dejado de ser campesinos! De eso se trata el llamado que hice en Los compas y la miseria.
Llámame como quieras y acúsame de vivir de ilusiones; pero honradamente, sí estoy convencido de que podemos tener un mejor futuro, si abandonamos la mala economía.
Saludos.