Los pipoldermos se están luciendo. Para una Administración que fue electa porque la gente esperaba de ella que redujera la delincuencia y la impunidad, resultados como estos son ominosos y altamente vergonzosos. Y ni se hable de la corrupción. Los altos costos que genera el crimen organizado y la violencia, la corrupción y la burocracia en las entidades gubernamentales son factores que hicieron que Guatemala retrocediera tres puestos en el Informe de Competitividad Global 2013-2014, elaborado por el Foro Económico Mundial. En 2012 ocupó la casilla 83 y ahora se ubica en el puesto 86 de 148 naciones evaluadas.
La inseguridad, la impunidad y la corrupción -elementos íntimamente relacionados con las funciones más básicas e ineludibles del sector público- pesan tanto que hicieron que los logros en otros rubros fueran insuficientes para que Guatemala no se deslizara cuesta abajo en el índice.
A todo aquello sumale la puñalada fiscal que hizo lo suyo para arrastrara Guatemala tres puestos más abajo de lo que estaba en la medición anterior.