Anoche, la fiesta de inauguración del Árbol Gallo estuvo espectacular. Pero en casa no vamos sólo por la iluminación del Árbol y la de las avenidas Reforma y De Las Américas, no vamos sólo por la música, ni vamos sólo por los fuegos artificiales aunque todo aquello es magnífico, colorido y alegre. Vamos por disfrutar de la gente, de la alegría de las familias y de las caritas maravilladas de los niños.
Las familias se congregan desde temprano y hacen picnic, duermen la siesta y esperan la fiesta.
Este año, aquella inauguración fue doblemente significativa porque, a la tradición se le sumó el hecho de que es el retorno de la fiesta. Luego de los encierros del 2020 y del bajón del 2021, anoche la gente salió a las calles y el espectáculo estuvo a la altura.
La del Árbol Gallo es una fiesta de colores.
A mi me encanta ver a las familias que van desde temprano y se instalan en la grama de la Reforma y Las Américas, que llevan sus mantas y su comida y la pasan bien. Me gustan las ventas de comida y de todo tipo de chalchigüites. ¿Sabes que me dio mucho gusto anoche? Desde hace años hay un viejito que vende bromas. Vende juguetes ingeniosos para hacer bromas y trucos. Pues el hombre sobrevivió a los encierros y ahi andaba ofreciendo sus mercancías.
El viejito de las bromas.
El momento en que se encienden el Árbol Gallo y suena la música es particularmente chulo para ver las caras de los niños. También cuando empiezan los fuegos artificiales. Y cuando digo niños, no me refiero únicamente a los que lo son por su corta edad, sino a aquellos adultos que todavía tenemos la capacidad de maravillarnos frente a lo que es maravilloso. Esta fiesta y otras de la temporada son tan propicias para celebrar la vida; sobre todo ahora que sabemos que nos puede ser arrancada de un plumazo.
A disfrutar entre árboles y luces.
Es una fiesta familiar.
El Festival del Árbol Gallo -de la Cervecería Centroamericana- se celebra desde hace 37 años y sin duda es parte importante del imaginario chapín de las fiestas de fin de año. En unas semanas serán las Luces Campero y el Festival Navideño en la Plaza de la Constitución. Cayalá ya está vestida de fiesta y luces. El Departamento de Artes Escénicas de la Universidad Francisco Marroquín celebró Joy.
Nada impide ir y celebrar la fiesta en la calle y con la gente.
¿Qué más viene ahora? La quema del diablo; la fiesta de Guadalupe en mi barrio y en el centro con sus fascinantes toritos; y la Nochebuena con la alegría de los fuegos artificiales.
La cosa es pasarla bien, con los cuates.
Esta vez vimos el Árbol Gallo desde el bulevar Liberación.
Algo que no he mencionado en otras ocasiones es que al final del espectáculo las familias llenan los restaurantes que están a inmediaciones del Monumento a los Próceres en todas las arterias que convergen en ese espacio. Anoche había colas en casi todos los y habia familas comiendo y disfrutando alegremente.
Júpiter nos acompañó anoche; pero también estaban Marte y Saturno.
Las familias gozan del Festival del Árbol Gallo.
Es tradición que cuando estamos en la fiesta compramos juguetes con luces para darlos a niños a los que intuimos que sus padres no les pueden comprar juguetes y…¿sabes qué? Anoche nos costó encontrar ese tipo de chiquitos. También es tradición que volvamos caminando a casa por la 20 calle, acompañados por las familias que vuelven de igual forma a sus casas. Lo triste es que muchas de esas familias no tienen opción porque no hay transporte colectivo en la noche.
Luces y más luces.
Cada quién disfruta y celebra a su modo.
Es una fiesta para el que quiera celebrarla.
Una sóla cosa empaña la fiesta de verdad: la misma gente que disfruta de la celebración sea la gente inmunda que deja el lugar y sus alrededores hechos un asco: pero date una vuelta en la madrugada del 25 de diciembre por la 18 calle; o date una vuelta por La Antigua en la noche del Viernes Santo y vas a ver exactamente de lo mismo. Date una vuelta por cualquier fiesta de pueblo y ¿qué crees que vas a encontrar? La cultura de la inmundicia por todas partes.
¿Cómo no admirarse del espectáculo?
Se celebra con los amigos, con la familia, con la pareja y con quienes se apunten.
Yours truly en el Festival del Árbol Gallo. Foto por Raúl Contreras.
De todos modos, ¡Que estas fiestas y el espíritu celebratorio chapín viva por siempre!…y desde Carpe Diem les deseo a los lectores felices fiestas junto a sus familias y seres queridos, larga vida y prosperidad.
De vuelta a casa, en familia.