09
Feb 10

Comentarios sobre ley de cine

Tres lectores comentaron mis entradas sobre la Ley de la Industria Cinematográfica y Audiovisual que, según yo, es un caso ejemplar que ilustra por qué es que Federico Bastiat dijo que El estado es la gran ficción por medio de la cual todo el mundo trata de vivir a expensas de todo el mundo.

Las entradas son:

1. Los gorrones tendrán que doblar la cerviz; y

2. Más gorrones al ataque.

El destacado Giacomo Buonafina, cuyo trabajo en teatro y cine respeto, dice que en ningún momento se piensa utlilizar “su” dinero para hacer cine, de hecho el arte en Guatemala se ha hecho en los últimos 20 años de iniciativa privada, de la iniciativa de los artistas y productores guatemaltecos por hacer arte y no esperar que nadie nos regale ni un solo centavo… Creo que antes de hacer semejantes comentarios que solo demuestran ignorancia y falta de interés por comprender la verdadera situación, solo levantan la mano para criticar sin saber de que están hablando.

Cuando Buonafina dice su dinero, creo que se refiere a mi dinero -y por extensión al de los tributarios- porque en la entrada que origina su respuesta lo que argumento es que los promotores de la ley y sus beneficiarios lo que quieren es que se destine dinero de los impuestos para pagar su afición al cine. Buonafina dice que soy ignorante y que ellos no piden que se les regale nada; pero lo cierto es que la ley en cuestión, en su artículo 16, dice que el Instituto Nacional del Audiovisual y la Cinematografía tendrá una asignación del Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado. Y usted ya sabe, ¡por supuesto!, que esa plata sale del bolsillo de los tributarios.

Usted sabe que el estado tomaría su dinero y mi dinero, y lo redistribuiría políticamente para que los cineastas tengan un Instituto que se ocupe, entre otras cosas, de incentivar y promover la producción, distribución, exhibición, preservación, y difusión de las obras de quienes resulten privilegiados con el patrocinio del Instituto, y con el dinero de los tributarios destinado al Instituto. El Instituto también promovería el desarrollo de infraestructura para que los cineastas puedan hacer cine; y estimularía la calidad y la diversidad del cine que hagan los cineastas. Vea el artículo 5 de la ley en cuestión y verá todo lo que el Instituto haría por los cineastas. Vea el artículo 20 y verá que el Fondo del Audiovisual y de la Cinematografía contaría con 0.025% del Presupuesto del Estado (¿Millones de Q?) para contribuir con la producción, difusión, distribución y comercialización del cine que hagan los cineastas.

Lo haría con dinero de los tributarios; y ese dinero no se usará para centros de salud, ni para escuelas, ni para policías, ni para tribunales. Se usaría para que los cineastas puedan hacer cine. No me crea a mí, ni le crea a Buonafina, por favor lea el proyecto de ley. Buonafina dice que el dinero de los tributarios no sería usado para hacer cine; pero la ley dice otra cosa. Buonafina dice que no piden que les regalen dinero; pero la ley facultaría al estado para que tome el dinero de los contribuyentes y para que luego se lo redistribuya a los cineastas.

Buonafina dice que lo que queremos más bien es llegar a un acuerdo donde todas las partes involucradas estén contentas y que podamos proteger y regular una industria que genera muchos empleos ya en estos momentos y que cada día son más. ¿Se dará cuenta de que no hay acuerdo posible; porque una vez sea apoyada la ley, los tributarios serán expoliados sin más? ¿Se dará cuenta de que con esa ley, a los tributarios no les quedará más opción que pagar la afición de los cineastas? ¿Se dará cuenta de que proteger una industria en particular es crear un privilegio? ¿De veras cree que el estado debería proteger industrias? ¿Qué piensan los cineastas acerca de la protección de industrias, que es lo mismo que proteger los intereses de los industriales y propietarios de esas industrias’

Buonafina dice más y sale con lo de los empleos, pero ese es el mismo argumento que usan otros industriales protegidos, y ya nadie se traga ese cuento. Al final, la protección a la industria del cine, es el aseguramiento de las ganancias para los industriales del cine, sin riesgo, sin mayor esfuerzo y a costa de los tributarios.

El lector, Alberto Jiménez, también comentó una de las entradas sobre la Ley de la Industria Cinematográfica y Audiovisual. Jiménez asegura que no se trata de una ley de producción sino de fomento de la industria cinematográfica; pero eso no es cierto. Si Jimenez lee la ley va a darse cuenta de que con claridad dice que el Idecine se ocupará de incentivar y promover la producción, distribución, exhibición, preservación, y difusión del cine que hagan los beneficiados por la ley. Y a ver, ¿qué parte de incentivar, promover y producir, no se lee claro? La ley dice que el Facine servirá para otorgar contribuciones para la producción de obras audiovisuales y cinematográficas guatemaltecas. ¿A quién quiere engañar Jiménez? Y por último, ¿qué sentido tendría fomentar el cine chapín si no se produce cine chapín?

Jiménez se queja de que me opongo a que los tributarios (que él llama contribuyentes) aporten para que los cineastas chapines puedan dedicarse a lo que les gusta. Y yo reitero que sí. Yo no me opondría si eso que el llama aportaciones fueran pacíficas y voluntarias; pero lo que sí me molesta es que sean forzadas. Me molesta que los cineastas usen a sus agentes y a la fuerza que les da la ley, para extraer aportaciones de parte de los tributarios.

Jiménez asegura que descalifico el trabajo de los profesionales; pero busco y busco en mis textos originales y no encuentro nada como descalificaciones contra el trabajo de los cineastas chapines. Lo que sí digo es que los promotores de esta ley son gorrones porque, como dice el amansaburros, gorrones son los que comen, viven o se divierten a costa ajena. Cuando yo estaba en secundaria, por ejemplo, había compañeros que fumaban Alas y Delta (dos marcas populares de cigarrillos, en aquella época); y el humor chapín interpretaba que fumaban Alas costillas de otros; o Delta-baco de otros. Es evidente que eran gorrones.

Y no sigo con Jiménez porque sus argumentos son muy superficiales y falaces.

Finalmente alguien que firma como Teatristas chapines dice que nuestra industria cinematográfica se ha hecho sin recursos; y aquí hay dos falacias muy evidentes.

Primera: no hay tal cosa como nuestra industria cinematográfica, así como no hay nada como nuestra industria azucarera. La industria azucarera es de los dueños de los ingenios y yo nunca, nunca, nunca, he recibido dividendos de ingenio alguno. Si yo fuera accionista de algún ingenio podría decir nuestro ingenio y nuestra industria; pero no hay tales. Yo nunca, nunca, nunca he recibido dinero alguno por película alguna, ni premio alguno por película alguna. Si yo tuviera acciones de alguna productora de cine podría decir, con propiedad, que tengo parte en nuestra industria del cine; pero no hay tales. La industria cinematográfica, pues, es de los que hacen cine; y es un argumento falaz suponer que porque los cineastas chapines son guatemaltecos, lo que hacen es nuestro. No ganamos, ni perdemos un partido de fútbol; quienes lo ganan, o lo pierden -propiamente- son los de la selección.

Aunque estas formas colectivistas de expresarse están justificadas en el discurso metafórico y como instrumentos para ahorrar palabras, hay que tener precaución de no utilizarlas cuando se tenga la intención de explicar algo que sucede en el mundo.

Segunda: el cine chapín si se ha hecho con recursos; porque si no, no se haría. Lo que pasa es que, en muchos casos, esos recursos han sido privados, voluntarios, obtenidos de forma pacífica y, seguramente, con dificultad. Sospecho que esta última parte es la que ha movido a los cineastas a buscar opciones, y que la más fácil ha sido la de acudir a la falacia de que la industria es nuestra y a la falacia de que se hace por los empleos que genera; y que con eso se han fabricado una moral blindspot que les permite recibir dinero ajeno, tomado por la fuerza, y usarlo para objetivos que algunos de los legítimos dueños de aquellos recursos no elegirían si tuvieran la libertad de elegir.

Lo siento, muchachos, pero esta ley no está bien. Es perversa y debe ser rechazada por los tributarios y por todos los que se opongan a la multiplicación de privilegios.


08
Feb 10

La verdadera naturaleza del contrabando

Eso que engañosamente se llama contrabando, no es más que el comercio voluntario y pacífico…luego de que el estado le impone aranceles con dos propósitos inmorales: el proteccionismo, y la redistribución política de la riqueza. Por eso es muy desatinado buscar la salud de las finanzas públicas por medio de un endurecimiento de las leyes y de la aplicación de estas para perseguir eso que llaman contrabando.

El comercio internacional no es más que el comercio entre personas (individuales, o jurídicas), y no no hay diferencia alguna entre dos personas comerciando entre la zona 1 y la zona 2 de la ciudad de Guatemala, o entre el municipio de Guatemala y el de Amatitlán, o entre el departamento de Escuintla y el de Santa Rosa. Tampoco la hay entre dos personas comerciando entre Guatemala y México, o Guatemala y cualquier país del mundo.

La diferencia -aparente- es artificial porque se basa en las fronteras, que son demarcaciones políticas. El comercio entre personas de Guatemala y México está regulado, controlado, prohibido, permitido y gravado, como no lo está el intercambio entre personas de San Marcos y de Petén, porque hay políticos que así lo disponen. Nada más. Si no fuera porque los políticos establecen regulaciones y gravámenes sobre el comercio entre personas de diferentes localizaciones políticas, el llamado contrabando no sería nada más, ni nada menos, que comercio o intercambio voluntario y pacífico. Como el que hay entre las personas de El Progreso y Quiché.

El contrabando, pues, no es un delito intrínsecamente inmoral o delicta mala in se, como se dice en la doctrina del Derecho. Es un delito sólo porque está prohibido por la ley positiva o delicta mala quia prohibita. El asesinato y el robo son delitos intrínsecamente inmorales porque violan derechos ajenos como el derecho a la vida y el derecho de propiedad; pero eso no ocurre con el contrabando qua intercambio.

El delito de contrabando existe, de forma artificial porque los políticos han dispuesto que las personas no pueden intercambiar bienes, a través de las fronteras, sin entregarle una porción de sus expectativas de ganancias a aquellos que controlan las fronteras. De hecho, el delito de contrabando tiene su origen en el despojo y en la expoliación que los que controlan las fronteras ejercen contra la propiedad de quienes intercambian pacífica y voluntariamente a través de ellas. Y encima los políticos disponen que, si las víctimas de la expoliación tratan de evitar ser despojados, incurren en delito.

Este es un caso típico en el que la legislación, en vez de proteger la vida, la propiedad y la libertad de las personas sirve para violar aquellos derechos y para convertir a los ciudadanos en súbditos. Por eso es que los aranceles son inmorales; y por eso es que es desatinado buscar la salud fiscal por medio de leyes más duras contra el intercambio voluntario y pacífico a través de las fronteras.


08
Feb 10

Los gorrones tendrán que doblar la cerviz

El grupo de interés que promueve que los tributarios paguen su afición a la producción cinematográfica -con la idea falaz de que la industria del cine es muy importante y que por lo tanto el estado debería financiarla- es el mismo grupo que está atrayendo la regulación y la intervención estatal en la actividad fílmica que, hasta ahora, ha sido independiente del poder gubernamental.

La ley que les otorgaría el privilegio de vivir a costillas de otros, a los cineastas, es la misma normativa que los obligaría a registrar sus obras, antes de empezarlas. Es la misma ley que -¡a petición de los que serán afectados!- le abre la puerta a la censura y a la intervención arbitraria de los políticos en al industria cinematográfica.
Pero eso tiene su lógica, aunque sea en un sentido torcido. Si los cineastas van a recibir dinero ajeno tomado por la fuerza, gracias a la generosidad de los políticos; pues tendrán que aceptar la intervención política en sus actividades. De una forma perversa es un quid pro quo que tiene sentido.
¡Por supuesto que a mí me repugna la idea de censura!, como me causa repulsión la idea de que las películas que un cineasta vaya a producir tengan que ser inscritas en algún tipo de registro estatal; pero, como el que paga pide las canciones, si los cineastas van a vivir del dinero de los impuestos asignado políticamente, deberían resignarse a que tendrán que atenerse a lo que les exija el que parte y reparte.
Por eso creo que es muy mala idea esto de la Ley de la Industria Cinematográfica y Audiovisual. Primero porque perpetúa el sistema de privilegios en el cual unos viven a costillas de otros; y en segundo lugar porque abre la puerta para la intervención estatal en una industria que, hasta ahora ha sido independiente, y le abre la puerta para que el estado niñera ejercite sus facultades de censura.

19
Ene 10

Sindicatos, indígenas y campesinos anti privilegios

El Movimiento Sindical, Indígena y Campesino Guatemalteco anda con la idea de mejorar la recaudación de impuestos; y para ello propuso, muy atinadamente que sean eliminadas todas las exenciones, exoneraciones, incentivos fiscales y privilegios de que gozan determinados sectores. ¡Ojalá y el movimiento sostuviera esta propuesta genial! ¡Ni un solo privilegio fiscal, para ninguno! ¡Nadie debería poder vivir a costillas de otros por medio del prespuesto del estado, ni por medio del uso de la fuerza para tomar recursos ajenos!


Sería fabuloso que el Movimiento apoyara una norma que, por ejemplo, dijera que en ningún caso el Legislativo emitirá Ley o decretos arbitrarios o discriminatorios, en los que explícita o implícitamente se concedan prerrogativas, privilegios o beneficios que no puedan disfrutar todas las personas que tengan la oportunidad de hacerlo.


El Movimiento, sin embargo, tiene otra propuesta menos afortunada; porque según su dirigencia, al elevarles los impuestos a las bebidas alcoholicas se inrementaría la recaudación y se desalentaría el exceso en el consumo de alcohol.

Lo que sucederá, sin embargo, es que si se le alzan los impuestos al guaro legal, el contrabando del mismo será más rentable, y la recaudación bajará. Eso ya lo sabía Pepe Batres y lo expresa muy bien en su célebre poema Las falsas apariencias.

Hubo simpre y habrá contrabandistas
que al gobierno defrauden sus caudales,
a pesar de los guardas, de los vistas,
los administradores, los fiscales;
inútilmente los economistas
con su ciencia y sus fórmulas legales
el medio de evitarlo van buscando:
¡Mientras más leyes hay, más contrabando!
Y yo de sopetón, sin que se entienda
que en materias que ignoro me entrometo,
a la dificultad hallo la enmienda;
y la quiero callar con el objeto
de colocarme al frente de la hacienda:
cuando la obtenga se sabrá el secreto,
que, en reserva, sin tropas y sin balas
consiste en suprimir las alcabalas.

Sucederá, también, que los trabajadores, los indígenas y los campesinos más pobres -que no pueda pagar los altos precios del guaro encarecido por los impuestos- comprará licor de menor calidad. Y seguramente habrá gente que ponga en riesgo su salud, ya de por sí precaria, al ingerir alcoholes de dudosa procedencia. El costo de esa farsa que se conoce como salud pública crecerá, y el valor de la recaudación disminuirá más en vez de crecer.


04
Ene 10

Más gorrones al ataque

Ya lo dijo Federico Bastiat: El estado es la gran ficción por medio de la cual todo el mundo trata de vivir a expensas de todo el mundo. Esta es la historia, pues, de un grupo de personas que pretende hacer fama y fortuna en el negocio del cine; y -para ello- quiere que otros (o sea, usted) inviertan por la fuerza en sus planes y proyectos sin que, en momento alguno, usted tenga la oportunidad de decir si quiere hacerlo, o en qué condiciones quiere hacerlo. Es la historia de unos que quieren que usted les financie su negocio o su hobby, aunque no comparta con ellos sus principios y sus valores (por buenos, o malos que sean). Es la historia de unos que no dudan en usar su influencia política para que, por medio de la fuerza de la ley, el dinero que usted usaría para perseguir sus propios fines de usted, sea políticamente reasignado para que sirva a sus propios fines de ellos.

Esta es la historia de un grupo de interés que ha propuesto crear un instituto nacional de cinematografía, cuya ley ya tiene dictamen favorable en el Congreso de la República, y por medio del cual, los promotores tendrían acceso a 0.025% del presupuesto del estado. Ya vienen con la historia de que como otros lo hacen, nosotros deberíamos hacerlo también; y con la historia de la necesidad chauvinista de un cine nacional.
Allá usted si se los cree; pero lo cierto es lo siguiente: ellos quieren dedicarse a algo, y como no pueden conseguir financiamiento de forma pacífica y voluntaria han acudido a los políticos para que, usando la fuerza que les da la ley, vayan y les saquen plata a los tributarios.
Por cierto que otros grupos de artistas también quieren apoyo presupuestario para sus actividades.

30
Dic 09

Salario mínimo e igualdad para todos y las maquilas

En cuanto a pagar el salario mínimo se refiere, las maquilas deben ser tratadas exactamente igual que todas las demás industrias, porque:

1. Si el salario mínimo es bueno, se priva a los trabajadores de aquel sector -arbitraria y políticamente- de tan grande beneficio.
2. Si el salario mínimo es malo, se crea -arbitraria y políticamente- un privilegio para los empresarios y trabajadores de aquel sector.

13
Nov 09

Las tarifas de los parqueos

Hoy leo que cierto lector de diarios quiere que los diputados impulsen una ley en la que hagan responsables a los dueños de los parqueos por daños y perjuicios y los obliguen a contratar un seguro de daños.

El vehículo de quien propone semejante cosa fue objeto de vandalismo en un estacionamiento; y cuando se quejó dice que fue tratado de forma grosera. Si a mí me pasara algo así, yo me pondría como ochenta mil jicaques; pero luego reflexionaría:
1. En los estacionamientos generalmente hay letreros que explican que el establecimiento no se hace responsable por daños a los vehículos y que los propietarios los dejan ahí por su cuenta y riesgo. De modo que queda claro que a cambio de cualquiera que sea la suma que me cobren en el estacionamiento, lo que me ofrecen es un espacio para dejar mi carro; y no me ofrecen seguridad.
2. En esas condiciones, está claro que yo tengo que elegir entre dejar ahí mi auto, o dejarlo en la calle y evaluar dos cosas, si quiero seguir dando vueltas en busca de un espacio, o si quiero jugármela y dejar mi auto en la calle para no pagar la tarifa del estacionamiento.
3. Si los dueños de estacionamientos ofrecieran seguridad, seguramente sus costos se elevarían y habría que ver si podrían, o querrían, prestar ese servicio adicional al mismo precio que prestan el de espacio.
4. Lo mismo ocurriría si pagaran algún tipo de seguro. Eso incidiría en sus costos.
5. Quizás debería haber dos tipos de estacionamiento: unos que sólo ofrezcan espacio, como los que hay ahora; y otros que, por el precio correcto, ofrezcan otros servicios como seguridad, seguro, limpieza y qué se yo qué más podrían querer los clientes y qué más estarían dispuestos a pagar.
A mi juicio está claro, y siempre lo ha estado, que los estacionamientos no cobran por seguridad, sino que cobran por espacio. Es muy peligroso que haya quienes demanden que los diputados hagan leyes para obligar a otros a ofrecer bienes y servicios que no están dispuestos a ofrecer, a cambio de tarifas que no están dispuestos a aceptar.
Yo prefiero vivir en una sociedad en la que se respete las libertades de producir, consumir, intercambiar y de servir, sin coerción, ni privilegios.
El comentario del lector lo vi en ayer en Siglo Veintiuno, pero el sitio Web de ese diario no permite enlaces directos.

29
Sep 09

Gorrones al ataque

Hoy leo que hay artistas guatemaltecos que reclaman apoyo en “marketing” y que creen que las empresas privadas y el gobierno deberían darles respaldo. Hay quienes creen que las empresas deben utilizar más la imagen de los artistas nacionales. Hay unos que creen que debería haber políticas públicas que no sólo apoyen sino que obliguen a los canales, a las radios y a todos los medios a promover a los artistas locales. Esta información está en Siglo Veintiuno de hoy, pero no encontré el enlace en su sitio Web.

Ya lo dijo Federico Bastiat, que el estado es una ficción por medio de la cual todo el mundo trata de vivir a expensas del resto. Eso es lo que hacen los artistas que creen que tienen derecho a reclamar el apoyo de otros, que creen que pueden usar el poder de la ley para obtener respaldo, y que creen que pueden usar la fuerza para obligar a otros a hacer lo que no harían si no fueran forzados a hacerlo.

28
Sep 09

La burocracia rapaz,en Salud

Una larga lista de privilegios acumula para sí la burocracia rapaz en el Ministerio de Salud. Un reportaje de hoy muestra cómo el sindicato de Salud se beneficia con el dinero que toma de los tributarios.


07
Sep 09

Rigoberta Menchú tiene razón, otra vez

La juventud se está acercando más a la posibilidad de construir un país más incluyente; dijo Rigoberta Menchú en una entrevista.

Estoy de acuerdo con esta observación de la señora Menchú, porque cada vez conozco más jóvenes a los que les repugna la idea de los privilegios. Cada vez conozco más jóvenes que entienden la importancia de la igualdad de todos ante la ley; sin que la condición social, el sexo, la étnia, la nacionalidad, o la relgión, por ejemplo, sean motivos para exclusiones o tratos diferenciados por parte de la ley.
Si el lector está contra los privilegios y contra las exclusiones que estos generan, seguramente estará de acuerdo con una norma que le prohiba al Organismo Legislativo emitir leyes o decretos arbitrarios o discriminatorios en los que explícita o implícitamente se concedan prerrogativas, privilegios o beneficios que no puedan disfrutar todas las personas que tengan la oportunidad de hacerlo.
Si es así, el lector tiene un motivo para interesarse en ProReforma.