Cuando uno entra al sitio web que la administración Arévalo le dedica a celebrar la Revolución de 1944, el primer personaje que ve en una fila es Jacobo Árbenz, de quien el mismísimo Juan José Arévalo, en su Carta política al pueblo de Guatemala con motivo de haber aceptado la candidatura y otros escritos, dijo que, en su gobierno, la policía fue obligada a practicar torturas repugnantes y a cometer crímenes contra la vida de los adversarios políticos.
(Pausa para dimensionar esta afirmación.)
En el cementerio de La Antigua hay un monumento con la lista de estudiantes y obreros que fueron sacados de sus casas, torturados, mutilados y ejecutados de forma extrajudicial por la policía de La Primavera. Al empresario de turismo, Jerry Cattousse, lo desnudaron, torturaron y le metieron un tiro en la pierna en el tristemente célebre Primer Cuerpo de la Policía Nacional, y Flavio Cristóbal Castellanos se lanzó de una ventana antes de seguir soportando las torturas a las que fue sometido.
(No sigo con ejemplos porque supongo que ya captaste.)
¿Cuál es el logro insignia de la Primavera y la Revolución? ¡El Instituto Guatemalteco de Seguridad Social! Mismo que nació al mismo tiempo que organizaciones similares en Centroamérica y en otras partes de Hispanoamérica. ¿Por qué? Porque el IGSS, como las otras organizaciones parecidas, fue creado por orden superior desde Washington D. C., por la administración Roosevelt.
(No fue una conquista revolucionaria, sino una directriz para el subcontinente.)
¡Ojo! No estoy diciendo que no había que cambiar el ancien régime, ni que no fuera necesaria una modernización institucional de Guatemala. Lo que trato de hacer es ponerle un poco de perspectiva y un brochazo de realidad a la historia rosa y a la propaganda semillera alrededor de lo que ocurrió entre 1944 y 1954.
(Para que no te den atol con el dedo.)
Si haces un arbolito de relaciones, como un árbol genealógico, vas a ver que muchos de los personajes exaltados por la propaganda de 2024 están relacionados con las organizaciones que integraron la URNG y con grupos afines anteriores, o posteriores a ella. Eso no es raro, porque en el documento que cité, de Juan José Arévalo, el expresidente dice que el arbencismo desvió la Revolución cuando intervino el sindicalismo, cuando inició la represión de los partidos de oposición, cuando los líderes comunistas fueron invitados a compartir el despacho presidencial y a tutelar los otros partidos oficiales, y cuando el Presidente se encerró durante meses para entretenerse con amigos palaciegos.
(Nada como oír estas cosas from the horse’s mouth, como diría mi abuela.)
La Primavera se atribuye méritos que no le corresponden, mediante la práctica de gaslighting. Esto es engañar o controlar a alguien para hacerle creer que sus recuerdos o creencias acerca de algo están mal. No es por defender a Federico Ponce, pero, ¿a que no sabías que durante su presidencia efímera se les permitió a los estudiantes de la universidad estatal elegir a los decanos de sus facultades? ¿A que nadie te contó que Ponce estableció institutos nacionales para varones en Jalapa y Cobán? En su tiempo fue relanzada la Asociación de Mujeres Intelectuales de Guatemala.
(Ponce es indefendible, pero los chapines no vivían en las cavernas antes de la Revolución.)
Lo que quiero decir es que, si la virtud de la honestidad es la de no falsear la realidad, quien quiera conocer bien y de verdad la Revolución y su Primavera debe hacer un esfuerzo intelectual que vaya más allá de ver vallas y cantar música de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.
Esta columna fue posible gracias a Un sueño de primavera, de Ramiro Ordóñez Jonama, y a Genocidio sobre Guatemala. Libros que seguramente querrás leer ahora.
Columna publicada en República.