22
Jul 24

Máscaras y morerías IV, Ciudad Vieja y final

 

Este road trip empezó con un encuentro con Óscar Cruz y termina con una visita extraordinaria a su bodega en Ciudad Vieja. Óscar es un pilar importante de las tradiciones mascareras y de bailes en aquella población de Sacatepéquez que es célebre, entre otras cosas por sus celebraciones el 7 y 8 de diciembre. Ciudad Vieja es famosa por su convite, sus loas y sus danzas tradicionales. 

Máscaras para la danza-drama de los Veinticuatro Diablos, elaboradas por Oscar Cruz.

Lissa, Rachel, Raúl y yo agarramos camino para allá luego un desayuno sabroso y nos encontramos con Óscar que, por supuesto, no sólo sabe muchísimo sobre aquellas tradiciones, sino que, desde muy joven aprendió el arte de hacer máscaras nada menos que con Guadalupe Sinay, de San Antonio Aguas Calientes. Sus máscaras son admirables.

Yo he visitado Ciudad Vieja para la noche del 7 de diciembre en dos ocasiones con el objetivo de ver la danza de los Veinticuatro Diablos, baile del que había oído mucho.  La primera vez fue con Raúl, mi mamá y el Ale; y la segunda vez con Mario, Marta Yolanda Mayra y Raúl. La primera vez fue en 2014; y la segunda en 2019.  En esta última también vimos la danza del Apocalípsis; y la Del tirador, de los niños; o de animalitos.

El Diablo del Mercado es el que induce a los comerciantes a alterar las balanzas.

Lo que no sabíamos es que las danzas del 7 de diciembre, que ocurren a todo lo largo y lo ancho de aquella población son sólo ensayos para las presentaciones que tienen lugar al día siguiente, al medio día, en el atrio de la iglesia.  En ese lugar se reúnen todos los grupos de danzantes para sus representaciones.  Eso ha de ser más que espectacular y me encantaría que este año podamos ir a esa fiesta.

Graciously, Oscar nos contó todo lo que sabe del baile de los Veinticuatro Diablos. Para mí el highlight fue cuando hice sonar la quijada de burro que se usa durante aquella danza.  Es una quijada de burro, de verdad y para obtenerla de modo que produzca su sonido característico el burro fallecido es enterrado de pie y es desenterrado quince años después para obtener una mandíbula sonora.

@luisficarpediem

En el baile de los 24 diablos, en Ciudad Vieja, se usa una quijada de burro como intrumento musical. ¡Muchas gracias a Oscar Cruz por un seminario intensivo sobre máscaras y bailes! #24diablos #bailes #instrumentosmusicales #quijadadeburro #tradicion #ciudadvieja #inmaculadaconcepcion #luisfi61 #bailestradicionales #puebleando

♬ Mussorgsky: A Night On The Bare Mountain – (From “Fantasia”) – Wiener Philharmoniker & Valery Gergiev

Nos enteramos de que hay baile de diablas, y de niños diablos. Algunas personas, por ignorancia, piensan que estas danzas de diablos son malvadas; pero en realidad tienen moralejas.  Por ejemplo: la idea general del baile de los Veinticuatro Diablos es que los demonios tientan a una alma; pero esta es redimida.  Los diablos exponen inmoralidades que hay que evitar; por ejemplo, hay un diablo del mercado que es el que induce a quienes alteran las balanzas; hay un diablo hacendista que, ¡Sorpresa! es el que inspira al recaudador de impuestos y va vestido de frac; hay un diablo sirviente que es el que induce a los que les roban a sus patrones, está el diablo que tienta a los tahúres. y así va la cosa.  Hay un diablo que inventa los refranes y no me quedó claro que había de malo en los refranes; y luego pensé que ese es el mío porque me encantan los refranes.

El mismísimo Rey Diablo, personificado por Óscar Cruz, en Ciudad Vieja.

Óscar ya no baila, pero nos mostró las últimas máscaras con las que participó activamente en los bailes y una de ellas es de Napoleon I.  ¿Vas a creer que hay una danza del célebre emperador de los franceses? Este baile es de San Miguel Dueñas, tiene el estilo del baile de Moros y Cristianos y cuenta los avatares de Napoleón Bonaparte luego de haber perdido la batalla de Waterloo. Por supuesto que no resistí la tentación de usar la máscara napoleónica, y una corona imperial. Aquella máscara, por cierto fue elaborada por el mascarero Fermín Ordóñez

La máscara de Napoleon I, no puede resistir usarla.

Ya no soy tan admirador de aquel personaje; pero durante muchos años tuve un retrato suyo en mi cuarto.  Curiosamente, en mis años de universidad, dos de mis amigos -también de nombres Luis- tenían retratos napoleónicos en sus dormitorios….y los tres teníamos cañones. 

Luego de una larga plática llegó la hora del Almuerzo. Óscar tenía un compromiso y Rachel tenía que hacer en La Antigua así que volvimos a la ciudad virreinal; pero primero pasamos a la  Plaza Telares, en la ciudad virreinal. ¡Que impresionante y chulo está ese centro comercial!  Pasamos a Cemaco (buenísima atención al cliente), compramos pescado y papas en La Torre y…lástima que no apunté el nombre; pero compramos una deliciosísima conserva de coco y panela en un kiosko de dulces típicos, muy recomendable. 

Pasamos a dejar las compras a la Casa Hanckel  y nos encaminamos a almorzar a Red Koi.  Este es un restaurante de comida callejera taiwanesa y a mi me encanta.  Además sirven boba tea, una bebida deliciosa que siempre me alegra. Siempre se come delicioso ahí, gracias al chef, César.

Boba Tea, en Red Koi, una delicia taiwanesa.

Después de almorzar agarramos camino a Ciudad Vieja para reencontrarnos con Óscar, que nos contó más sobre las tradiciones mascareras y de danzas en el área.  Una parte muy divertida fue que él se puso la máscara y peluca del rey diablo.  Esta máscara es aterradora y tiene, en su cara una serpiente y un murciélago.  Muy parecida a la que usé el día en que conocí a Óscar. Por supuesto que él sabe muchísimo de danzas, máscaras y morerías porque su amor por estas tradiciones es fundamental para su continuación.  

Cansadísimos volvimos a La Antigua con la idea de resposar un rato y juntarnos para el cóctel y el debriefing. Pero no hubo tales. Raúl y yo caminamos un rato por la ciudad y volvimos para descansar.  A mí me tocaba preparar la cena así que puse a hornear las papas y sazoné el dorado.  Raúl nunca despertó de la siesta.  Lissa y Rachel se me unieron con vino en la cocina y ahí comentamos lo que habíamos visto y aprendido durante el día.

Lo chistoso es que cuando pusimos la mesa Rachel se dio cuenta de que Raúl no bajaría y dijo: ¿Por qué no me dijeron que uno se podía ir a dormir sin cenar? ¡Así estábamos de cansados después de cuatro días de trotes! Cenamos rico, eso sí.

El domingo fue el fin de esta puebleada mascarera y de morerías. Raúl y yo queríamos ver las celebraciones del Día del Ejército y Lissa y Rachel arreglaron una visita a San Miguel Dueñas; y por no haber ido, Raúl y yo nos perdimos de conocer a Chepe Diablo, un personaje de morerías que esperamos conocer en próxima ocasión.

Una vez más quedamos encantados con la riqueza cultural de los guatemaltecos; y es una maravilla compartir raíces con tradiciones que tienen tantos niveles de significados. ¡Ya estoy listo para la próxima puebleada!

Máscaras y morerías I

Máscaras y morerías II, Sumpango

Máscaras y morerías III, San Antonio Aguascalientes


15
Jul 24

Mascaras y morerías III, San Antonio Aguas Calientes

 

Gracious fue nuestra palabra favorita en esta excursión. En inglés se refiere a una actitud caracterizada por la bondad y cierta cortesía cálida y no fingida.  Aunque suele atribuirse a monarcas y aristócratas, también es propia de personas educadas (que no necesariamente instruidas) y con algún grado de orgullo y auto-estima. Graciousness es lo que nos dispensaron nuestros anfitriones en este road trip y ¡Que alegría!

El día comenzó con un buen desayuno en la Casa Hanckel y con la planificación de las visitas; planificación que se redujo a confirmarle a Camila Sinay que la visitaríamos porque ella ofreció engalanarse para las fotos.  Rachel, Raúl y yo llegamos a la casa de Camila en tuk tuk, porque Lissa se nos unió después. Porque las calles son muy estrechas, el carro lo dejamos en el parque de San Antonio Aguas Calientes.  En la casa de Camila nos recibieron su hija -Guadalupe-  y sus nietos en el patio; y luego salió Camila vestida con un bellísimo huipíl tradicional de San Antonio, un chachal hermoso y sus aretes de oro, acompañados por un corte no menos impresionante.  El huipil de San Antonio es famoso por su colorido y sus imágenes de guacamayas; pero, sobre todo, por la calidad del bordado. 

Camila Sinay en el patio de su casa. En la cuarta foto acompañada por su hija, Guadalupe y por Yours Truly.

Camila nos contó sobre la dinastía mascarera de los Sinay que pasa por ella y su esposo, Dolores Pérez; por su padre, Guadalupe, y su abuelo, Juan; luego de que su bisabuelo, Mateo llegara a San Antonio procedente de Villa Nueva.  Con su liderazgo y su patrocinio (muchas veces sencillo, pero siempre entusiasta), Camila promueve la tradición de máscaras y bailes entre los niños y jóvenes de San Antonio.  Hay que aprender a trabajar, Trabaja, trabaja, trabaja, hay que trabajar para tener algo, le decía su padre, Guadalupe; y ella siempre ha trabajado, no sólo para tener algo, sino para colaborar con la fiesta del Dulce Nombre de Jesús y con los niños. 

Camila Sinay, jóven. La foto la tomé de Facebook.

Nos contó que había estudiado para modista profesional, por correspondencia, y que por una necesidad ya no había continuado sus estudios.  De cualquier manera, ella aprendió a tejer y el huipil que lució en esta ocasión es una de sus creaciones.  A los seis años empezó a hacer máscaras, a los ocho años fue enviada a un coro y Camila canta (especialmente canciones religiosas).  Ella cocina y se enorgullece de viajar lejos y de preparar hasta tres mil platillos cuando hay celebraciones con música cara en las aldeas a donde llegan el gobernador y sacerdotes. La dinastía Sinay también está vinculada a los tradicionales y espectaculares Desafíos de moros y cristianos en San Antonio. 

Yours Truly, Camila Sinay y Raúl Contreras en San Antonio Aguas Calientes. Foto por Rachel McCleary.

Uno puede estar horas y horas escuchando las historias y aventuras de Camila, disfrutando de su graciousness y de su facilidad para compartir.  Acordamos una sesión de fotos en el patio y para ella, nuestra anfitriona pidió su tzut. Básicamente un un tzut es una pieza cuadrada de tela que se usa sobre la cabeza, o a modo de capa.  Camila nos contó que ella nunca sale de su casa, y menos si es para ir a misa, sin su tzut.  ¡Y nos mostró el suyo! que es una pieza magistral de brocado característico de San Antonio Aguas Calientes.  Su colorido y detalles de flores y pájaros lo dejan a uno con la boca abierta, y a eso se suma el hecho de que el brocado de San Antonio se ve igual al derecho y al revés, una técnica que hace de esos tejidos algo fascinantemente bello.

Al concluir la sesión de fotos, ¡como nos costó despedirnos de Camila, su hija y sus nietos!  

A la vuelta de su casa vive Victorino, su hermano, también miembro de la dinastía Sinay.  Él estaba ocupado, y accedió a recibirnos más tarde, de modo que, en el carro de Lissa, agarramos camino a donde almorzamos.

Gilberto y Victorino Sinay, en San Antonio Aguas Calientes.

El lugar elegido fue el restaurante Bayit, en San Antonio Aguascalentes.  El lugar es muy agradable y fuimos muy bien recibidos. Yo tuve los ojos más grandes que el estómago y pedí una sopa de frijoles, y spaghetti a la boloñesa y ambos estaban bien ricos; pero la próxima vez pediré uno u otro porque las porciones son generosas.  Lissa, Rachel y Raúl también pidieron sus almuerzos; y , aunque nos fue bien con la comida, lo que yo nunca pediría son los papanachos, 

Visita a Victorino Sinay

En el carro de Lissa, que había llegado un poco más tarde a la casa de Camila, agarramos rumbo a la casa de Victorino Sinay.  Una vez más, gracious fue la forma en que él y su hijo, Gilberto nos recibieron en su casa.  Esta rama de la dinastía Sinay se dedica a la herrería y a la metal-mecánica.  Ya no tienen máscaras, pero Victorino y su hijo recuerdan bien a sus ancestros mascareros y nos compartieron anécdotas familiares relacionadas con las tradiciones de San Antonio.  Tanto Camila, como Victorino tienen en sus casas capillas fascinantes con imágenes talladas y fotografías evocadoras. 

Lissa Hanckel y Rachel McCleary en las calles de San Antonio Aguas Calientes.

Victorino tenía un compromiso así que la visita fue corta; pero le encargó a otro de sus hijos que nos llevara a casa de Lily, la hija de su hermana María Juana, porque Lily sí tenía máscaras y también podía ayudarnos con la investigación de Rachel.  Recuerda que andamos en esto porque Rachel -entre otros intereses académicos y personales- es estudiosa de las máscaras y danzas tradicionales de Guatemala.

Visita a Lily Sinay

Bajo unos torrentes de agua -de esos que caen en el altiplano- llegamos a la casa de Lily que –graciously– nos hizo pasar al corredor de su casa donde nos mostró máscaras de su padre, textiles que ella elabora, y pequeñas esculturas religiosas que hace su hijo Leo, con plasticina.

Lily Sinay y su hijo, Leo. Encaje de bolillo, hecho por Lily. Máscara de coyote para el baile de animalitos.

Lily es polifacética.  Además de tejedora, conoce la técnica de bolillos para hacer encajes y así estuvo de cerca de irse a España una temporada debido a su habilidad.  Lily se dedica a entrenar candidatas a reinas y a candidatos a mister. También entrena a los participan en el baile del sacrificio del venado.  Ella y su esposo son empresarios y ahora, a duras penas se están recuperando de las pérdidas que les dejaron los encierros forzados del 2020 cuando perdieron su negocio de trajes típicos que tenían en Tikal.

Yo quería una de las imágenes que hace Leo, para el altar del Día de los muertos que hacemos en el contexto de la fiesta del fiambre, en casa; pero el chico no la quiso vender.

Lily y Leo, con máscaras y las esculturas del chico.

Luego de una plática llena de anécdotas e historias con Lily, y bajo los guamazos de agua, Lissa nos llevó al pick-up en el Parque Central; y luego de atravesar las correntadas para entrar en él, volvimos a La Antigua. Nos costó mucho volver debido a la lluvia ya que, como colapsó la carretera al Pacífico, todo el tráfico comercial que va del puerto Quetzal a la ciudad de Guatemala y viceversa, pasa por los alrededores de La Antigua, por lo que el paso se hace lento y complicado.

El debriefing fue breve, un par de vinos porque llegaron unos amigos de Lissa, boquiteamos y a dormir.

Máscaras y morerías I

Máscaras y morerías II, Sumpango

Máscaras y morerías IV, Ciudad Vieja 


09
Jul 24

Máscaras y morerías II, Sumpango

 

Sumpango fue el destino de nuestra segunda aventura en busca de máscaras y morerías.  En esa población conocimos a Eduardo Alcor, propietario de la Morería San Agustín. Más tarde visitaríamos a Camila Sinay, mascarera de San Antonio Aguas Calientes.  .

Eduardo Alcor y máscaras de la Morería San Agustín, en Sumpango. 

Partimos hacia aquella población desde La Antigua, luego de haber desayunado chilaquilas con chirmol y frijoles (hechos en casa) y pitayas cosechadas en la Casa Hanckel. Partimos ligeramente inquietos por cómo estaría la carretera debido a las lluvias; pero nos fue re bien.

Lo primero que llama la atención al entrar a Sumpango es que sus calles son empedradas y están limpias Como limpias están una pila hermosa que pasamos y su plaza central. 

Pila de Sumpango.

Por supuesto que Rachel ya conocía a Eduardo con quien ella, Lissa, Raúl y yo quedamos de juntarnos en la Despensa Familiar de la población y de ahí fuimos a la morería que es un lugar fascinante.

Una morería es un negocio donde las personas que organizan y participan en bailes tradicionales alquilan, o compran las máscaras y atuendos necesarios para aquellas presentaciones. En algunas morerías -como en esta de Sumpango-se elaboran aquellas máscaras y trajes.

El trabajo de bordado es delicado y encantador.

El área de recibimiento de la casa exhibe variedad de máscaras: moros y cristianos, animales variados como micos, toritos y más. Eduardo nos mostró una de mico que había sido elaborada por su padre, Simeón. Vimos a sus hijas elaborando uno de los trajes complejos que se usan en las danzas tradicionales y Eduardo nos contó historias y detalles de la vida en las morerías y acerca de cuál es el estado actual de las tradiciones relacionadas con máscaras, trajes y bailes. 

Rachel toma notas y los demás apuntamos para Rachel. Hacemos eso para que no se escape detalle alguno para la investigación y porque luego, durante el debriefing, intercambiamos notas y observaciones. Por supuesto que yo me distraigo con cada cosa brillante que se me atraviesa; pero de cuando en cuando contribuyo con algo.

La guinda del pastel -en el departamento de diversión- fue que Eduardo le permitió a Raúl ponerse un traje elaboradísimo que tenía en su taller.  Sólo la chaqueta debe haber pesado entre 8 y 10 libras.  De un color azul precioso, la pieza estaba decorada con cualquier cantidad de pedrería y espejos. Este tipo de trajes son artesanías admirables y costosas.

Raúl en la Morería San Agustín.

Y yo no pude resistir tomarme una foto con la máscara antigua de mico, ¿cómo iba a ser de otra manera?

Yours Truly con máscara de mico elaborada por Simeón Alcor. Haz clic en la foto para ver más sobre la Morería San Agustín.

La visita a Eduardo y a la Morería San Agustín nos dejó con ganas de conocer más.  Nuestro anfitrión fue muy generoso con su tiempo y sus conocimientos, a pesar de que ya había llegado la hora del almuerzo.  Sus hijas nos permitieron grabarlas y fotografiarlas en plenas labores de bordado.  Como siempre, en estas visitas inolvidables, uno sale muy agradecido y contento. El lado humano de estos road trips es siempre fascinante.

Cuando uno practica el antiguo arte de pueblear siempre tiene que estar preparado para comer donde sea y como sea.  Por eso siempre llevamos algo que nos saque de penas y, en esta ocasión fueron nueces y el deliciosos hummus que preparamos en casa.  Comimos en la carretera porque habíamos quedado en visitar a Camila Sinay en San Antonio Aguas Calientes.

Por cierto que a Sumpango ya habíamos ido antes.  La primera vez con ocasión de su feria titular y en esa ocasión Alejandro, mi sobrino; Raúl y yo nos subimos a una rueda de Chicago y nos pegamos unas mareadas espantosas. La segunda vez fue con ocasión de su convite célebre y la pasamos muy bien viendo los preparativos y conversando con algunos participantes.

Aunque no logramos afinar detalles para el encuentro con Camila, decidimos ir, de todos modos, porque Rachel ya la conocía y estaba segura de que sería otra experiencia inolvidable. ¡Dicho y hecho!

Arrriba a la izquierda, Camila Sinay. La foto está borrosa porque la pillamos en traje de faena. A la derecha, una foto de Camila cuando era jóven (esa foto la tomé de Facebook). Abajo a la izquierda el cuarto donde ella guarda las máscaras.

Camila nos recibió apenada porque no había notado las llamadas que hicimos para anunciarnos. Nos abrió las puertas de su casa y nos contó historias, nos mostró algunas máscaras de madera hechas por su esposo Dolores Pérez, y por su padre, Guadalupe y su abuelo, Juan Sinay.  Camila también es mascarera, pero ella las hace de papel maché.  Suele hacerlas de animales para que las usen los niños en representaciones escolares.  Esa es una de las formas en las que ella contribuye a mantener vivas las tradiciones de bailes y máscaras.  De Camila y de su dinastía de mascareros te cuento mañana porque la del viernes fue la visita oficial.

En el patio de la casa de Camila hay una enredadera de lorocos y ¿como no nos íbamos a apuntar para ayudala a cosechar las flores de es delicadeza característica de la cocina tradicional guatemalteca en esta temporada? 

Las flores de loroco son comestibes y son deliciosas. Haz clic en la foto para ver más sobre esta enredadera en casa de Camila Sinay.

De paso, te cuento que San Antonio Aguas Calientes es un pueblo célebre por sus brocados coloridos que son iguales al derecho y al revés. Mi bisabuela, Adela, usaba vestidos occidentales con detalles de tejidos típicos y recuerdo dos de estos que son iguales en ambos lados.  Uno era de rosas y otro era con un tejido de San Antonio.  Ya anciana, alguien le comentó una vez: ¿Para qué quieres un vestido con un diseño que se ve igual al derecho y al revés si nadie te lo quita para verlo? y ella respondió: Pero lo veo yo. Ya de niño me pareció que la pregunta era una impertinencia, pero la respuesta me pareció genial, Un insight genial de los que ella tenía varios. 

Notamos que San Antonio también es una población bien cuidada, limpia y con mucho encanto, y da gusto ver que está bien cuidada.  Las calles son estrechas de modo que estacionamos en el Parque Central y usamos un tuk tuk para ir a la casa de Camila. Mira que coincidencia, Camilo fue el nombre del conductor que nos llevó y…de verdad…que buen servicio. Debido a las calles estrechas y complejas, la salida de aquella población puede ser algo confusa; pero gracias a don Beto -que se ofreció a guiarnos cuando le preguntamos como salir hacia La Antigua- logramos salir sin contratiempos.

En la sección de lo chistoso, también notamos que allá hay varias carpinterías en las que se elaboran ataúdes; y no pudimos resistir entrar a la Carpintería Lourdes donde los chicos que estaban trabajando nos permitieron grabar.

Fabricación de Ataudes, Carpintería Lourdes en San Antonio Aguas Calientes. Haz clic en la foto para ver el vídeo.

Para hacer la historia corta volvimos a La Antigua tan cansados que no cenaríamos después del cóctel y del debriefing.  Y nos fuimos a dormir temprano. 

Máscaras y morerías, I

Máscaras y morerías, III, San Antonio Aguascalientes

Máscaras y morerías IV, Ciudad Vieja 


06
Jul 24

Máscaras y morerías I

 

Conocimos a gente encantadora con historias fascinantes; y aprendimos mucho acerca de morerías y sobre máscaras para bailes tradicionales de Guatemala. ¿Dónde, cuándo y por qué? 

Salimos a practicar el antiguo arte de pueblear y visitamos  Sumpango, San Antonio Aguas Calientes y Ciudad Vieja para conversar con Eduardo Alcor en la Morería San Agustín; con Camila Sinay, Victorino Sinay y Lily Sianay en Aguas Calientes y con Oscar Cruz, en Ciudad Vieja. ¿Por qué? Porque vino a Guatemala nuestra amiga, Rachel que no sólo es experta en niños mártires; sino que ha investigado y conoce muchisimo sobre bailes tradicionales, morerías y máscaras de Guatemala. Como en otras ocasiones, Lissa, Raúl y yo la acompañamos en esta aventura.

El miércoles 26 recibí a Rachel en el Aeropuerto La Aurora y luego nos dirigimos a la Universidad Francisco Marroquín donde nos encontramos con Oscar Cruz para almorzar y conversar un poco sobre su experiencia como aprendiz del célebre mascarero de San Antonio Aguas Calientes, Guadalupe Sinay.  Esto fue sólo el aperitivo porque luego platicamos más sobre este tema y sobre otros relacionados. 

Todosanteros, en el Aeropuerto La Aurora. Haz clic en la foto para conocer el ambiente de ese espacio.

Después del almuerzo y de la conversación pude probarme las máscaras de el rey diablo, la muerte y el chismoso que son parte de un juego de máscaras elaboradas por Oscar.  Estas máscaras se usan en el baile de los 24 diablos que se presenta en Ciudad Vieja durante la noche del 7de diciembre y al día siguiente en el marco de la fiesta de la Inmaculada Concepción.   

Yours Truly con sendas máscaras de el rey diablo, la muerte y el chismoso, propias del baile de los 24 diablos.

Luego, Rachel y yo fuimos a por Raúl, cargamos el pick-up y nos encaminamos a La Antigua para encontrarnos con Lissa, cuya casa en la ciudad colonial usamos como base para nuestras incursiones a Sumpango, San Antonio Aguas Calientes y Ciudad Vieja. 

¿Qué es una morería, en Guatemala? Es un establecimiento comercial donde las personas que organizan y participan en bailes tradicionales alquilan, o compran las máscaras y atuendos necesarios para aquellas presentaciones. En algunas morerías se elaboran aquellas máscaras y trajes.

Casi listos para el road trip y la aventura.

Ya en La Antigua, después de un poco de relax, de ponernos al día a la hora del cóctel (porque Rachel no había podido venir desde 2022), la cena estuvo a cargo de Raúl y yo: Fettuccini con hongos Portobello; ensalada Rosa Méndez y pay de macadamias.  Para este último usamos macadamias de El Soch, que nos fueron obsequiadas por don Julio y doña Nohemí García cuando estuvimos allá en marzo del 2024.

Pay de macadamias de El Soch. Haz clic en la foto para ver la cena.

Una buena cena y una buena noche de descanso eran muy necesarias para los días intensos que tendríamos a partir del jueves. 

Máscaras y morerías, II

Máscaras y morerías, III, San Antonio Aguascaclientes

Máscaras y morerías IV, Ciudad Vieja


15
Abr 24

Excursión a El Soch, el final

 

El martes fue el día de decirle ¡Hasta pronto! a El Soch y a don Julio, porque, de verdad que Raúl, Lissa y yo queremos regresar.  Luego del desayuno nos dimos el último baño a guacalazos y caminamos hacia la cabaña para cargar el carro. 

Cuando pasamos por el trapiche me acordé que no lo había fotografiado y nos acercamos a la maquinaria y a el bagazo de caña.  Me dispuse a tomar fotos cuando ¡Ay, carajo! sentí un piquete primero y otro después.  Sentí un ardor como de fuego y pensé: Hormigas.  Y cabal dos enormes hormigas rojas me estaban mordiendo, una en un dedo del pie izquierdo y otra más arriba en el pie derecho.  Zapateé contra el piso (más bien chancleteé) para sacudir de las que se estaban encaramando y todavía no habían morido y corrí al arroyo para meter los pies.  Sentí delicioso lo helado del agua y una de las hormigas cayó, pero la otra siguió mordiendo mi dedo que ardía de verdad.  Me agaché y retiré al insecto. Entre risas y maldiciones caminamos a la cabaña donde me unté de Caladryl.

1, 2 y 3. Trapiche en la finca El Recuerdo, en El Soch. 4. La Vuelta del Río, a inmediaciones de Sacapulas. 5. Nuestra mesa tradicional en Santa Cruz. 6. El pick-up empolvado y cargado.

Ese medicamento, que es mano de santo, debe ser infaltable en toda excursión.  En casa lo recuerdo desde que era niño y es una dicha que no sólo todavía exista, sino que ahora viene transparente y no deja marcas rosadas, como cuando lo usaba en los años 60. Me ha ayudado mucho con los piquetes que traje de la selva y que, hasta el viernes pasado, todavía me daban comezón a ratos.

Rumbo a Santa Cruz del Quiché

Pues bueno, cargamos el pick-up, y pasamos a darle un abrazo de despedida y de agradecimiento a don Julio.  ¿Sobra decir que fue un momento emotivo? 

Con nosotros se vino Chito, el ayudante de don Julio a quien le dimos jalón a Uspantán y en esa población legendaria pasamos a despedirnos de doña Mimí y a agradecerle, de nuevo, sus cuidados, sus atenciones y su gratísima compañía en El Soch. 

De ahí la emprendimos hacia Santa Cruz del Quiché porque, aunque nos llevara dos días -y ese era el plan original- por nada del mundo volveríamos por los caminos solitarios, de terracería y polvazón por los que llegamos.  Además teníamos una misión en aquella cabecera departamental: comprar pan de la Panadería Zuly.

1. Santa Cruz del Quiché. 2. Una familia nos encaminó a la panadería. 3. Lissa y Raúl hicieron cola para comprar el pan. 4, 5, 6, 7, 8, y 9. La gente va contenta con su pan.

Pasamos el cruce al triangulo Ixil donde hemos visitado Nebaj y Chajul; pasamos por Sacapulas a comprar sal negra y como ya hacía hambre pasamos -como lo hemos hecho otras veces- a La vuelta del río una playa en el Río Negro.  La idea era comer algo ahí…pero…el hummus que quedaba y habíamos llevado para comer durante la excursión no aguantó hasta ese día y se salió del recipiente en que venía y la hielera llena de hummus y eso nos quitó las ganas de comer.   Por cierto que el hummus me sale delicioso así que perderlo fue una lástima.  Con hambre seguimos el camino hacia Santa Cruz.

Llegamos y en el hotel Casa Antigua El Chalet ya nos tenían reservada la mesa que nos gusta junto a la chimenea.  Siempre elegimos ese hotel porque es chulo, los cuartos son cómodos y se come bien.  Ahí tuve que ir a un Car Wash a lavar la hielera y quitar los restos de hummus que habían manchado todo. Luego de un buen baño con ducha y agua bien caliente almorzamos y nos dirigimos a buscar la Panadería Zuly.

1. Hojas de canak, 2. Tomates de árbol o extranjeros. 3. Helados El Titanic. 4. Sirviendo con pasión, dice la tshirt. 5. ¡Saludos a Rachel! 6. Arco en el parque central.

Disfrutamos un rato del mercado y del parque central y averiguando por donde estaba aquel establecimiento le preguntamos a una familia que andaba de paseo. Viendo que éramos fuereños y que la panadería queda relativamente lejos del parque, la familia se ofreció a encaminarnos.  Yo digo que ese es el espíritu generoso y cariñoso que muchos visitantes aprecian de los chapines.  Me lo han dicho muchos de los visitantes a los que he tenido la dicha de atender en los últimos 20 años. 

¡Pan para Judas!

Gracias a nuestras guías llegamos a la Panadería Zuly donde había cola para entrar. Es que el Martes Santo es el día en el que la gente compra el pan de Semana Santa.  En las calles van y vienen personas, familias, parejas con cajas y canastos de pan. Van para sus casas y algunos viven cerca, y otros lejos.  Lissa nunca había hecho cola para comprar pan y Raúl navegó con maestría la situación.  Mientras yo compraba Coca-Cola y tomaba fotos en la calle, en la panadería atendieron a Lissa y a Raúl con gracia y rapidez.  ¡Y ya teníamos, con nosotros, cazuelejas y bizcochos! Los mismos que nos había recomendado la familia de don Julio, en El Soch. 

Locos de contento, con nuestro cargamento, volvimos al hotel para cenar alguito, tomar un par de tequilas y hacer un debriefing. Pero no encontramos el tequila entre el cargamento del carro, así que nos contentamos con un par de cervezas.

Cansados, contentos y relajados nos fuimos a dormir, no sin que yo pellizcara un pedazo de cazueleja, antes de hacer mis abluciones. 

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, versiones diferentes de Judas. 9. Judith fue la chica que nos encaminó para salir de San ta Cruz.

El miércoles amanecimos recuperados y luego de desayunar fuimos al parque central.  Paseamos por el mercado donde compramos hojas de canak para que Lissa le encargara a su cocinera unos tamalitos envueltos en esa hoja deliciosa.  También compramos tomates de árbol, que en El Soch conocen como tomates extranjeros.  Yo nunca los había probado, pero en casa de Las Tías prepararon un chirmol con esa fruta algo exótica y de verdad que es algo muy sabroso. Luego Lissa nos contó que en su casa prepararon un chirmol bien rico.

Pasamos a la catedral para tomarnos una foto y enviarla a nuestra amiga y compañera de aventuras, Rachel, que nos hizo falta en esta ocasión.

¡De vuelta a Guate!

Volvimos al hotel y luego de una siesta brevérrima agarramos camino en busca de la salida para Zacualpa, Joyabaj y Pachalum.  En las calles de Santa Cruz nos encontramos con una variedad de Judas.  En Guatemala es tradición quemar muñecos que representan a Judas Iscariote el Sábado de Gloria.  A Judas se le quema en un lugar publico, luego de leer su testamento que suele ser un documento chistoso que hace burla de vecinos y autoridades del lugar.  Mientras llega el sábado, Judas es exhibido en diferentes circunstancias de acuerdo con las costumbres locales.  No se cómo es en Quiché, pero en la costa sur, es tradicional bailar con Judas para pedir pan y dinero.  ¡Pan para Judas! es la consigna allá.

En fin…para mantener la tradición de perdernos no podíamos salir bien de Santa Cruz… y Judith, una chica en moto, a quien le preguntamos direcciones, se ofreció a guiarnos y encaminarnos a Zacualpa.  Otra vez esa generosidad chapina que mencioné antes. 

Para ir haciendo la historia corta arribamos a Pachalum con la idea de llegar a San Juan Sacatepequez y de ahí a Guatemala, antes de que oscureciera.  Pero entre Pachalum y San Juan el camino es de terracería…y otra vez polvazón.  Es sin embargo, un camino bonito y muy limpio, impresionantemente limpio porque la gente lo cuida; y pasa por un puente sobre el río Motagua y pasa por campos donde abundan los árboles de tamarindo.

1. No tires basura, te estamos viendo. 2. Camino de terracería, de nuevo.

Para esas horas, ya teníamos hambre otra vez, de modo que nos detuvimos en el restaurante Chuaxán en el kilómetro 42.2 entre San Juan y Mixco Viejo.  Atendidos por Rudy tuvimos una buenísima experiencia, no solo por el ambiente, sino por la comida que estuvo deliciosa.  ¡Aaaaah!, como deseaba una siesta en ese momento, pero había que seguir para entrar a Guatemala antes de que oscureciera. 

@luisficarpediem

Caminos polvorientos llenos de aventuras, anécdotas y buenos recuerdos. El Soch, Quiché #roadrrip #elsoch #quiche #guatemala #camino #aventura #luisfi61

♬ เสียงต้นฉบับ – John (Songs Station) – John (Songs Station)

Pero no todo es fácil, justo antes de entrar a San Juan Sacatepéquez nos enviaron de vuelta porque ya había salido la procesión y era imposible pasar por las calles.  De modo que agarramos para San Raymundo y de ahí Ciudad Quetzal, San José las Rosas y la Calzada San Juan. La carretera, por cierto, tiene su encanto y no la habíamos usado antes. ¿Te acuerdas del anuncio de televisión de la lotificación San José las Rosas? El jingle decía: Yooo tambeeién voy a viviiir en San José las Rooosas.

Llegamos a casa de Lissa y descargamos parte del carro.  La aventura había llegado a su fin. Luego a casa, a descargar el pick-up, a desempacar maletas, hieleras y cajas. Un baño laaaargo y delicioso, y llenos de recuerdos entrañables, listos para la próxima aventura..colorín colorado, este cuento se ha acabado


10
Abr 24

Excursión a El Soch, cuarto día

 

El lunes amanecí con nostalgia porque este sería nuestro último día completo en El Soch, en la finca El Recuerdo y en compañía de nuestros estupendos anfitriones.  Pero amanecí con hambre y con la curiosidad de qué había pasado con la perica y el gavilán.

Luego del lavado de cara y dientes, listos para lo que nos trajera el día nos encaminamos hacia el rancho; y ahí la novedad es que doña Mimí y Julio Jr. estaban desgranando elotes de la finca para preparar atol de elotes.  ¿Sabes qué pasó con la perica? Pues se salvó, ¡Todo el orbe cante! y volvió a la casa de Las tías Chita, Norma y Tita.  Así que tutti contenti, a desayunar. Y luego de comer rico el consabido baño a guacalazos.

Ese día, don Julio en compañía de Chito, nos llevaron hacia la parte de la finca donde hay cardamomo, macadamias y milpa. Lissa, Raúl y yo subimos el cerro y subimos el cerro.  Don Julio nos explicó los altos y bajos del cultivo de aquellos productos.  Ya te conté que me gustan mucho las macadamias y que me recuerdan las fiestas de aniversarios de bodas, de mis padres, cuando era niño.  También me gusta el cardamomo porque mi padre compraba café y cardamomo para una compañía japonesa.  Aquel producto me encantó desde la primera vez que mi padre llevó unas semillas a la casa.  Yo las comía solas y hacía café con cardamomo y galletas de cardamomo.  ¿Te acuerdas de que en los 80 había unos chi

cles de cardamomo? La marca era Romy.  

1. Don Julio, Raúl y Lissa en el cerro donde están las siembras. 2. Raúl cruza el puente rumbo a la cabaña. 3. Semillas aromáticas de cardamomo. 4. La planta del cardamomo. 5. Árbol de macadamias 6. Frutos de macadamias. 7. Vista desde el cerro. 8. Otra vista desde el cerro. 9. Heliconia y elote de El Soch.

Cuando subimos el cerro de las siembras vimos una cotuza.  Yo nunca había visto una y aunque la ví por pocos segundos me encantó el color rojizo de su pelambre.  Adivina de qué me acordé cuando comentamos el avistamiento de aquel animalito.  Me acordé de que al cardenal Mario Casariego lo apodaban Sor Cotuzo.  

Cuando llegó al medio día bajamos a la cabaña donde Raúl y yo tomamos la siesta de ley mientras Lissa disfrutaba de la cascada y de su agua fría.  Por cierto que, en la mañana cuando subimos al cerro, don Julio les había dado permiso a unos niños para bañarse en la catarata y se veía que disfrutaban como Lissa del agua clara y helada.

Niños disfrutan en la catarata frente a nuestra cabaña en El Soch.

Ya descansados fuimos a comer la pierna horneada, la caponata y unos quequitos de bananos que Raúl y yo llevamos preparada, mismas que, ¿cómo iba a ser de otra forma?. compartimos con don Juliio, doña Mimí, Julio Jr. y Chito. ¡Y atol de elote que hizo doña Mimí! ¿Qué es lo que corresponde luego de almorzar y a causa del efecto florifundia? Una siesta breve para agarrar fuerzas e ir a explorar la parte de El Soch que queda junto a la casa de Las tías.

Cuando bajó alguito el sol emprendimos camino a la parte alta de El recuerdo, pero no por el camino principal como el día anterior, sino cruzando las siembras de don Julio.  La casa estaba en silencio y escuchamos a la perica aliviados. Allá arriba sólo estábamos don Julio, Julio Jr., Lissa, Raúl y yo.

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Sitio arquelógico El Soch #elsoch #sitioarqueologicoelsoch #arqueologia #maya #aventura #archaeology #roadtrip #adventure #luisfi61 #quiche #chicaman

♬ Johnny Quest – Telly Addicts

Luego caminamos hacia los basamentos de El Soch que se hallan en esa parte.  Son diferentes a los que hay en la parte baja.  Estos son más piramidales.  La casa de Las tías se halla exactamente junto a la escalinata principal de uno de los basamentos.  Hay otros basamentos atrás y restos de un campo de juego de pelota, y ¡Sorpresa! Un monolito precioso, con una cara chula que me recordó al dios gordo que se halla en el Museo Popol Vuh. Este no debe ser confundido con los barrigones de La Democracia; ni con los cabezas gigantes de los Olmecas.  Si consigo más Info sobre el dios gordo, te cuento.

1. Siempre es un buen momento para melcocha de doña Mimí. 2. Niños en la catarata. 3. Piedra con inscripciones junto a la catarata. 4. Estructura de El Soch junto a la casa de Las tías. 5. Cráneo en la selva. 6. Campo de juego de pelota. 7. Basamento con escalinata. 8. Otra vista del basamento con escalinata. 9. El supuesto dios gordo.

Si la visita a esta parte del sitio arqueológico fue fascinante en sí misma, la guinda del pastel es que don Julio y Raúl vieron pasar un quetzal entre el bosque.  Yo no lo vi, ni he visto uno en persona; pero sabes que estaba ahí y que ellos lo habían visto me llenó de alegría.  Este era nuestro último atardecer en El Soch y la vida nos había regalado un quetzal.  Cuando uno mura un quetzal es algo mágico, es estremecedor, dijo Raúl

Especulé que es el dios gordo porque se parece a uno que hay en el Museo Popol Vuh.

Cuando se puso el sol nos dispusimos a bajar, pasamos a refrescarnos a la cabaña, pre empacamos tantito y al rato agarramos camino para el rancho. ¿A qué? ¡A cenar y a escuchar historias de don Julio!

En esas estábamos cuando la Luna se dejó ver entre los árboles.  Una Luna casi llena que sería nuestra última en El Soch.   Y en ese momento, en la paz de la noche en la selva y a la luz brillante de Ixbalanqué sentí una gratitud profunda por todo lo que habíamos vivido desde el viernes, en la mejor compañía posible. 

Nuestra última Luna en El Soch.

Luego caminamos a la cabaña, abluciones y a dormir porque al día siguiente haríamos viaje.

Continuará.


08
Abr 24

Excursión a El Soch, el mejor día

 

Nuestro tercer día en El Soch fue el más intenso y el mejor; no sólo por los paseos, sino en el plano emocional.  Ese día paseamos por el bosque, vimos numerosos arroyos y nacimientos de agua, cedros gigantescos y centenarios, llegó la familia de don Julio y doña Nohemí y visitamos a las hermanas de don Julio.

1 y 2. Es hora de recoger frambuesas. 3. Raúl pasa frente al trapiche rumbo a la cabaña luego de bañarse a guacalazos. 4, 5 y 6. Vistas de la selva y de las montañas. 7. Lissa junto a la catarata que estába frente a nuestar cabaña.

La mañana comenzó con la búsqueda de frambuesas a la vera del camino, siguió con el desayuno y la sobremesa en casa de nuestros anfitriones y luego con el baño a guacalazos. Ya comidos y aseados saludamos a buena parte de la familia García Urizar, hijos, nietos y bisnietos que estaba llegando al rancho.  Y luego…la aventura, o el trabajo…porque en el campo el trabajo nunca cesa.

Don Julio nos llevó a pasear por otra parte de la selva junto a su rancho y por otras estructuras del sitio arqueológico.  Vimos arroyos y manantiales abundantes, uno de esos manantiales salía de debajo de un árbol y ahí tomé agua en un vaso hecho con una hoja. vimos cedros enormes y centenarios y Pablo, el hijo de Chepa (la señora que llegó a ayudar a dona Mimí) nos bajó unas limas.  ¡Qué delicia es comer limas junto a un manantial! Raúl ya me había contado de esa experiencia de cuando creció en una finca en la costa sur; y no fue hasta ahora que pude vivirla. 

1. Hongos en la selva. 2. Dos exploradores. 3, 4 y 5. Cedros gigantescos y centenarios. 6, 7, 8 y 9. Pablo se encaramó para bajar limas.

Acompañamos a don Julio, y a su asistente Chito, a vender pacayas al mercado de la aldea de San José El Soch.  Un pequeño mercado situado junto a una ceiba y frente a la iglesia de la localidad.  Raúl y Lissa bajaron caminando de la finca hacia la población (y agarraron el camino equivocado, rumbo a la mera Zona Reyna) y adivinen quien bajó en carro…y llegó directo.  ¡Nada como el viento fresco en la ventanilla cuando uno va bajo el sol picante de por allá!

Concluido el negocio la emprendimos de vuelta a la finca.  Lissa y Raúl subieron caminando y adivinen quién subió en carro…y agarró por el camino hacia la Zona Reyna por despistado. Vaya que me di cuenta rápido cuando vi que la aldea se iba quedando abajo y que la cuesta era más empinada y menos boscosa que cuando iba bajando.  Para hacer la historia corta, volví por donde había subido, sólo para enterarme que el resto del equipo había notado mi desvío y ya iba a ir tras de mí.

Ese día Lissa se bañó en la catarata; algo que a mí me hubiera encantado hacer pero la dificultad de llegar hasta el mejor punto para bañarse me disuadió.  Y nada se diga del agua helada.

1. Rumbo a San José El Soch para vender pacayas. 2, 3 y 4. El camino a San José El Soch desde el sitio arqueológico. 5 y 6. Venta de pacayas en el meercado. 7. Vista del mercado de San José El Soch. 8. Lissa y Raúl en la “plaza” de San José El Soch. 9. La ceiba de San José El Soch.

Al llegar se hizo presente el efecto florifundia y a dormir una siesta brevísima porque, para almorzar nos esperaba la familia y un delicioso pollo en recado que habían preparado doña Mimí y su hermana con ayuda de nueras e hija.  Rápidamente la familia nos integró a este encuentro, hablamos de la vida en el campo, del sitio arqueológico, de nuestros quehaceres cotidianos, de panes de semana santa, de quesos caseros, de tradiciones, de recuerdos.

Durante la conversación nos recomendaron (y comimos) cazuelejas y biizcochos de la Panadería Zuly, en Santa Cruz del Quiché (que visitaríamos en nuestro viaje de regreso a Guatemala)…y casi le dimos mate a la melcocha de doña Mimí.  

¿Adivinas qué hicimos después? Regresar a la cabaña y echar otra siesta.

A eso de las cuatro, o cinco la familia pasó por la cabaña y nosotros ya estábamos listos para salir a explorar…pero lo que se venía era mucho, pero mucho mejor que sólo explorar.

Entre anécdotas y bromas subimos hacia la parte de la finca donde viven las hermanas de don Julio: las tías Tita, Chita y Norma, y donde también nos esperaba Marlin, prima de don Julio.  En esa parte de la propiedad estaba la casa original de la finca y ahí están enterrados el papá de don Julio, que fue asesinado durante la guerra, y su mamá. En silencio les presenté mis respetos.

Entramos al casco de la finca por un jardín bien cuidado y detrás de los árboles oímos a las tías y prima de don Julio cantando en la capilla de la propiedad.  No resistí la tentación de grabar el momento y te lo comparto porque transmite muy bien la paz y la belleza del lugar. Ahí van Raúl y Silvana, nuera de don Julio y doña MImí.

 

Las tías y Marilin los recibieron con cariño, con esa forma de dar la bienvenida que tiene la gente sincera y a la que, de verdad, le da alegría recibir visitas.  Otra vez, la familia y las tías nos integraron con generosidad.

La sencillez y la belleza del lugar se combinan de forma natural.  La casa da al jardín, pero también a un valle enorme en forma de V que luego sería el escenario para algo maravilloso. Junto a la casa hay…plantas a las que yo les digo helechos jurásicos y de uno de ellos cuelgan nidos de oropéndolas, aves que, junto a los zanates y otras aves vuelan sobre la propiedad y trinan para complementar perfectamente el ambiente. Junto a la casa, sobre un basamento del sitio arqueólogico, vimos una enorme macoya de Lycaste virginales. La variedad albina de esta orquídea es la Monja Blanca, flor nacional de Guatemala.

Lissa dijo que es como entrar a la escena de The Sound of Music, y tiene razón. The hills are alive...

1. La perica antes de ser perseguida por “El Barón Rojo”. 2. Chunto que vi con cara de mole. 3. Las omnipresentes flofifundias o floripondios. 4 y 5. La planta que yo digo que es un helecho del período jurásico, cargada con nidos de oropéndolas. 6. Macoya de Lycaste virginalis. 7. ¡Todos animando a la perica! ¡Vuelve ala casa, perica! 8. La Luna llena frente a nosotros. 9. La cena va a estar lista.

Todo aquello no quiere decir que no hubiera un momento de tensión extrema. En el jardín y en total libertad vimos a una perica nativa (y le tomé foto porque me cayó en gracia).  No se a qué hora la perica alzo el vuelo sólo para ser divisada por un gavilán que se dio a la cacería.  En un momento, en el suelo habíamos un grupo angustiado por la perica; y se oían gritos de ¡Vuela, perica, vuela! ¡Ven hacia acá perica! ¡Perica, perica! ¡Entra ala casa, perica! En mi imaginación y en el aire la escena se veía como una de aquellas películas de batalla aérea durante la Primera Guerra Mundial. El gavilán era el Barón Rojo y la perica era un aviador británico tratando de escapar.  En un momento la perica se metió al bosque y detrás el gavilán…y ya no supimos de ellos.

El pesar por la perica desaparecida, que posiblemente había sido atrapada por el depredador no impidió que las tías nos invitara a cenar.  Comimos deliciosos huevos revueltos fritos en manteca de cerdo, acompañados por frilojlitos colados, escabeche con pacayas, tortillas hechas en casa y café de ahí mismo.  Todo aquello preparado en el poyo que las tías mismas habían construido en su oportunidad.

Comiendo estábamos cuando alguien nos llamó al jardín.  Ahí, sobre el vértice de la V del valle estaba la Luna casi llena.  Roja, rojísima ascendiendo frente a nosotros.  Fue imposible no sobrecogerse por la belleza y la intensidad del momento.  Atrás, el murmullo en el comedor, al frente la Luna casi plena, el aroma de las flores en el aire y…de repente…sonaron las notas de Noche de Luna entre ruinas, cortesía de Julio Jr. Fue de esos momentos que uno no quiere que terminen nunca. No sólo por el encanto del lugar, sino por el calor humano de esta reunión familiar con tres shutes.

Luego de conversar y descansar…descansar de comer…emprendimos el regreso a la cabaña, no sin encargar, por favor, que nos contaran si la perica había sobrevivido a la persecución del gavilán.

La Luna desde El Recuerdo.

Esa noche, antes de dormir, fue que se me ocurrió que don Julio es el John Dutton chapín (salvando las distancias y tomando en consideración el contexto) por su amor y compromiso con la familia, la naturaleza y el patrimonio cultural.  Hay ahí y en él una conexión generacional íntima con El Soch y su historia.

¿Sobra decir que al volver a la cabaña dormimos como tiernos?


02
Abr 24

Excursión a El Soch, segundo día

 

¡Amanecimos en El Soch!…y amanecer allá es un deleite por sí mismo. Luego de una noche reparadora emergimos pasadas las 8:00 a. m. que es tardísimo para la vida de campo; pero muy bueno para tres viajeros aventureros.

Vista de el basamento principal frente al rancho de don Julio y doña Nohemí, en El Soch.

Dimos un paseo por las inmediaciones de la catarata, nos habituamos a los sonidos de las caídas de agua y de la selva y Raúl recogió frambuesas que creían a la vera del camino.  

1. Tierra de arroyos y cascadas. 2. Tierra de florifundias. 3. Raúl cosechó frambuesas. 4. Tierra de pacayas. 5. Tierra de macadamias. 6. Tierra de flora exuberante.

Por supuesto que despertamos con hambre y con ganas de visitar el sitio arqueológico, y adentrarnos en la selva.  Luego de disfrutar un desayuno de doña Mimí y luego de la larga sobremesa, nos bañamos Lissa, Raúl y yo a guacalazos con agua entibiada gracias al fuego del poyo.

Luego, don Julio -con toda la paciencia del mundo- nos condujo a los basamentos y al campo de juego de pelota que está a un paso de perico, frente a su rancho. El sitio arqueológico es lo que nos había llevado a aquellas tierras misteriosas y encantadoras y ¡al fin estábamos ahí!

Vista de las estructuras que están a inmediaciones del rancho de don Julio y doña Nohemí.

Gracias a que don Julio y doña Mimí han protegido ese asentamiento maya, al aproximarse a las estructuras uno siente como si fuera un explorador del siglo XIX que descubre una ciudad antigua en la jungla vírgen.  Las piedras silenciosas contrastan con la algarabía de la selva.  La humedad y el frescor envuelven el ambiente. Lissa, Raúl y yo tuvimos la certeza de estar en un lugar especial, no solo por la parte de su historia que se remonta al período clásico temprano, sino por su historia reciente que invita a meditar sobre el valor del patrimonio histórico, el valor de la naturaleza y el valor de la familia en un contexto de guerra como la que vivió Guatemala en los años 80.

La historia de El Soch, pues, está íntimamente ligada a la de Guatemala y junto a las plataformas del complejo escuchamos ias historias fascinantes y conmovedoras que nos compartió don Julio y que son materia para otra entrada en Carpe Diem, un día de estos. En cuanto a la historia prehispánica del sitio, Melvin Guzmán, de la Universidad del Valle de Guatemala escribió la tesis titulada Sitio arqueológico El Soch, El Quiché, Guatemala: análisis del posicionamiento estratégico del sitio para el control de un área geográfica.

Vista lateral del basamento principal en El Soch.

Nuestro segundo día en El Soch incluyó no sólo un paseo por las estructuras cercanas al rancho de don Julio y doña Nohemí, sino que nos adentramos en la selva entre la vegetación propia del lugar y las pacayas que son uno de los productos que se cultivan en la finca.  Allá también hay macadamias, cardamomo y caña.  En la finca corren arroyos y hay nacimientos de agua encantadores. ¿Sabes? Como esos que se ven en las películas y son descritos en la poesía. El rumor del agua, el canto de las aves y el paso del viento hacen de esas caminatas experiencias para todos los sentidos. 

Tengo un gusto particular por las macadamias porque cuando mis hermanos y yo éramos niños, mi papá nos encargaba que organizáramos la celebración del aniversario de bodas de él y mi madre.  El nos dejaba cava y algunos tentempiés y, cuando él y mi madre volvían (de quién sabe dónde) ¡Sorpresa! los niños habíamos puesto la mesa y los esperábamos para celebrar.  Cada año, las veces que hicimos esa fiesta, había macadamias incluidas y en aquel tiempo, en los años 70 sólo las había importadas de Hawaii y a nosotros nos parecían unas de las cosas más deliciosas que comíamos.

El segundo día en El Soch tuvo la particularidad de que cayó neblina y fue fresco y húmedo en contraste con el día anterior en la carretera y cuando nos aproximamos a Chicamán.

El sábado fue un dia de niebla y llovizna suave, que invitaron a bajar revoluciones.

Fue chistoso que al hacer inventario de mi ropa para el viaje me di cuenta de que me faltaría una camisa, así que ese sábado aproveché para lavar la camisa del día anterior.  

El efecto florifundia hizo de las suyas y dormimos en la tarde para despertar sólo a tiempo para hacer un debriefing en el porche de la cabaña; y para caminar en la tranquilidad de la tarde/noche y luego dirigirnos al rancho para conversar y cenar. ¿Qué hubo de cena? Lasaña de carne y berenjenas que llevó Lissa y estuvo deliciosa. ¿Y de postre? Moyetes de Tres Genaraciones.

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Arroyos y cascadas en El Soch #elsoch #chicaman #arroyos #cataratas #quiché #roadtrip #turismo #selva #luisfi61 #sitioarqueologicoelsoch

♬ sonido original – Canciones con letra bonita✨

¿Sobra decir que volvimos a dormir como tiernos?


01
Abr 24

Excursión a El Soch, primer día

¿Cuál era nuestro destino? El Soch, un sitio arqueológico localizado en una finca privada El Recuerdo, en el municipio de Chicamán, Quiché.  ¿Por qué? Porque nos encanta pueblear, nos encantan los sitios arqueológicos y porque nos encanta la selva.  Lo que no sabíamos es que este viaje iba a ser diez veces maravilloso no sólo por el sitio y porque se halla en la frontera con la legendaria Zona Reyna, sino que lo iba a ser en el plano humano.  

Cataratas frente a nuestra cabaña en El Soch.

El viernes 22 de marzo a las 5:30, Raúl y yo pasamos a por nuestra amiga, Lissa en cuya casa terminamos de cargar el carro.  A las 6:00 íbamos con rumbo a Pachalum, Quiché porque, de acuerdo con Via Michelin hay una ruta entre esa población y Chicamán pasando por Cubulco.  Lo cual era muy conveniente porque nos ahorraba bastante tiempo y kilómetros y porque no conocíamos Cubulco.

1. El carro cargado. 2. El camino a Pachalum es tierra de palos de pito. 3. David, de la panadería Mireya nos muestra el pan antes de ser horneado. 4. Panela en Pachalum. 5. Uno podría hacer fotos y fotos de la arquitectura vernácula de remesas. 6. La naturaleza en la carretera.

 

Todo bien…llegamos a Pachalum donde un policía municipal de tránsito nos facilitó muchísimo estacionarnos y desayunar.  Comimos en la Panadería Mireya, donde David, el panadero nos mostró cómo hacen el pan y nos trató de conseguir información sobre Cubulco.  Lo único que yo sabía es que es es tierra de zompopos de mayo y de palo volador.  Lo primero lo se por mi cuata, Dulce y lo segundo porque cuando en 2019 viajamos a Joyabaj, en la moreria de doña Mercedes Melecio conocimos a unos caballeros de Cubulco que iban a devolver trajes que habían rentado para su festividad patronal.

Luego de visitar el mercado de Pachalum, donde compramos frijoles blancos y delicioso pinol para preparar pollo, en casa, nos despedimos de esa población y agarramos camino a Cubulco.

Esa población está en la sierra de Chuacús, en Alta Verapaz, y allá hace mucho calor.  Visitamos la iglesia que tiene mucho encanto y donde fuimos recibidos muy bien por los trabajadores que la están restaurando.  Paseamos por lo que fuera el convento y comimos alguito en el parque de la población.  Y nos dispusimos a preguntar que por dónde se va a Chicamán.

…y ahí se complicó la cosa.

Un vecino cubulense nos dio la mala noticia.  Resulta que el puente que cruza el río Negro, entre Cubulco y Chicamán está destruido y no hay paso.  Resulta que tendríamos que volver a Pachalum y agarrar rumbo a Santa Cruz del Quiché vía Joyabaj. Eso no sólo significaba desandar el camino, sino que seguramente no llegaríamos a Chicamán ese viernes.  

A esas alturas pensé que es una tradición de nuestras excursiones perdernos, o agarrar por caminos difíciles.

En fin, el buen vecino y su esposa exploraron Google Maps en su teléfono y nos encontraron otra ruta: De Cubulco a Uspantán pasando por Yerbabuena y Canillá y eso era buena noticia.  La mala noticia es que es por caminos de terracería.  Con los sentidos de aventura y del humor que nos acompañan en nuestros viajes nos dispusimos a continuar.

Entre polvareda y polvareda subimos y bajamos cumbres, pasamos por parajes preciosos, algunas veces con árboles frondosos y otras veces como desiertos llenos de cactus enormes como saguaros.  En tramos largos no se veían casas, ni un alma.  Algunas veces nos topábamos con semovientes.  Pasamos por Chinillá y Xepatzac (de lo cual nos enteramos por anuncios que prohiben la caza); y pasamos por la aldea Ojo de Agua. Vimos una siembra de pitayas y nos dispusimos a bajar rumbo al puente que -en esta locación- nos permitiría cruzar el río Negro, rumbo a Uspantán.

¡Y llegamos a río! Pero…es un puente que está medio despedazado.  Le faltan sus bordes protectores y le faltan pedazos. Se ve que el río no ha sido gentil con él. Pero vemos, desde arriba, que pasan autos por él.  Decidimos que hay que pasarlo, sí, o sí porque la opción sería regresar.  Como a mi me gustan este tipo de retos le pedí el timón a Raúl, puse el auto en posición frente al puente, les dije a Lissa y a Raúl ¡Agárrense! y nos dejamos ir.  Lissa dijo: ¡No parés!…y cruzamos el puente. Buen adrenalinazo luego del sopor que traíamos al bajar de la cumbre por caminos casi desiertos. Continué al volante porque Raúl había conducido diez horas, porque ya eran las 16:00.  

1. La naturaleza en la carretera. 2. Nomenclaturas entre las ventas. 3. ¡Cuidado con las reses! 4. Hubo que hacer una pit stop. 5. Tierra de saguaros. 6. Kilometros y kilómetros de soledad, calor y polvo. 7 ¡Al fin signos de vida humana. 7. Llegamos al puente…pero estaba dañado…y lo pasamos. 9. Y seguimos por carreteras de terracería, sin ver autos, ni casas, ni gente.

 

A diez días de distancia, el desvío y el puente en cuestión ahora son anécdotas y aventuras que enriquecieron la excursión que, si no fuera por las conversaciones y la buena compañía, hubiera sido más que pesada y tensa.

Desde el río Negro comenzamos a subir rumbo a Uspantán a donde llegamos a las 17:26.  Esto es importante porque tenemos la regla de no conducir de noche así que tomamos la decisión ejecutiva de continuar hacia Chicamán y El Soch con la esperanza de llegar a las 18:00 justo al empezar a oscurecer. Y a la aldea El Soch llegamos a las 18:05. 

Ahí buscamos el camino para el sitio arqueológico a donde llegamos empolvados como shecas. Ahí dormiríamos en una cabaña que nos tenía preparada don Julio García; y cenaríamos con él y su esposa, doña Nohemí para empezar nuestra visita de cuatro días. ¿Te acuerdas que dije que esta excursión iba a ser diez veces maravillosa en el plano humano. Esto fue por don Julio y doña Mimí y su familia.

1. Una siembra de pitayas. 2. Ya vamos llegando. 3. ¡Al fin Uspantán! 4. Ya casi, ya llegamos a la aldea El Soch. 5. Don Julio nos esperaba en la cabaña. 6. Cenamos y conversamos tan rico. 7. De postre: la melcocha hecha por doña Mimí. 8. Vista desde nuestra cabaña. 9. Nuestra cabaña, de noche.

Don Julio -lo averiguaríamos luego durante las largas conversaciones que tuvimos durante cuatro días- es un héroe de la protección del patrimonio cultural, y del patrimonio natural.  Los héroes actúan para proteger la vida y lo hacen con gran habilidad. Los héroes son posibles; y porque hacen posible la vida humana, merecen ser protegidos.  Hace años, mi amigo Andrew Bernstein explicó que aunque los  héroes cometan errores y tengan flaquezas, y la cultura enferma en la que vivimos se enfoque en aquellas flaquezas y errores, las personas racionales debemos dimensionar esos errores y flaquezas y estilizar la grandeza en los héroes.  Andy. recordó que los artistas románticos siempre estilizan; y un héroe, explicó, es un individuo de elevada estatura moral y habilidades superiores que -de forma audaz- persigue valores en condiciones de dificultades extremas.  Don Juliio y doña Mimí, al proteger El Soch y sus alrededores, encajan en la descripción de Andy…con el añadido de que tienen corazonotes así de grandes.  Todo esto lo iríamos descubriendo durante el tiempo que nos permitieron compartir su mesa y gozar de su conversación y de conocer ese lugar encantador en el que nos encontramos.

Pues llegamos a la cabaña, don Julio nos ayudó a descargar y notamos que frente a la cabaña encantadoramente sencilla…sencilla, había cataratas que nos arrullarían cada noche.  A ello se le sumaban la selva, numerosos pacayales y…quién sabe cuántos arbustos de florifundias o floripondios. Blancas, rosadas y amarillas, esas flores son célebres por sus propiedades somníferas y recordé que mi madre contaba que, cuando era niña, mi tío Rony le había puesto unas bajo su almohada a modo de broma.  

Una vez acomodadas nuestras cosas en la cabaña -en la que no hay agua corriente, ni energía eléctrica, pero sí camas cómodas- fuimos a conocer a doña Mimí que, generosamente, nos preparó la cena.  Huevos, frijoles y plátanos…y queso preparado por sus cuñadas que viven en la finca vecina y a quienes tendríamos la dicha de conocer al día siguiente. ¿Y el postre? Melcocha preparada por doña Mimí con panela producida en el trapiche de la finca, con las cañas cultivadas ahí mismo.  Por cierto que mientras escribo estas líneas estoy chupando caña de El Soch.

Casi indescriptiblemente cansados caminamos a la cabaña, hicimos nuestras abluciones, nos dimos las buenas noches y experimentamos lo que dimos por llamar El efecto florifundia. Dormimos como tiernos y luego te cuento como fue nuestro primer día completo en aquel paraíso remoto, legendario y fascinante.


05
Ene 24

Guate, turismo y retos: ¿Cómo conquistar al viajero del siglo XXI?

 

Durante la primera mitad del siglo XX mi abuelo, Luis, tuvo una agencia de viajes llamada Maya Trails.  En los años 40, 50 y 60 mi bisabuela, Adela, fue propietaria de un hotel en Panajachel llamado Casa Contenta; ese fue un lugar legendario en el que se alojaron artistas como Karl Eskelund y su familia, James Michener, Gore Vidal, Anya Seton, Helen Williams y Albert y Marguerite Idell, por mencionar algunos. De los años 70 al siglo XXI tía abuela, Adelita, fue propietaria del no menos célebre Cacique Inn, también en Panajachel.

Cuando yo era niño y adolescente disfrutaba muchísimo de conversar e interactuar con turistas en aquella población del lago de Atitlán. Cuando me capeaba del colegio –ca. 1974- solía ir al Parque Central a buscar turistas para mostrarles el Palacio Nacional y la Catedral.  Actualmente tengo la dicha de mostrarles la ciudad de Guatemala y otros sitios turísticos a personajes que visitan el país.

El mapa fue hecho por Delfino Sánchez Latour e impreso por la Litografía Byron Zadik. Haz clic en la imagen para leer algo sobre este mapa.

¿Por qué te cuento esto? Porque me encanta el tema del turismo y porque leí que el número de turistas que se recibe en Guatemala recuperó los niveles de antes de los encierros forzados del 2020, y que el año pasado vinieron 2.5 millones de turistas. Para que tengas una perspectiva, en el mismo período Costa Rica recibió 2.4 millones de visitantes. ¡Me encanta ver, en redes sociales, que en el país se ha multiplicado la oferta de destinos y posibilidades turísticas no tradicionales!  ¡Hay mucha gente haciendo maravillas para ofrecer destinos y experiencias novedosas!

Aquella comparación llama la atención porque a Guatemala le falta mucho para desarrollar su potencial turístico enriquecido por sus paisajes naturales variadísimos, por su historia virreinal y precolombina fascinante; y por lo querendones que somos los chapines.  Pero claro, aquello no basta si no es desarrollado conscientemente.  

He leído que uno puede tardarse tres horas en llegar a La Antigua.  ¡Sólo salir de la ciudad de Guatemala puede consumir 60 minutos!  ¿Sabes que a principios de este siglo uno tardaba 45 minutos en llegar a La Antigua incluida la salida de la capital?  Uno podía ir a cenar a La Antigua y volver sin despeinarse, cualquier día.

Hace unas semanas fui a visitar Takalik Abaj, un sitio maya/olmeca precioso. Recién nombrado Patrimonio de la Humanidad.  Donde nos atendieron como saben atender los chapines. Pero…aunque la distancia es de solo 200 kilómetros desde la ciudad de Guatemala, ¿sabes cuánto tardamos en llegar, y en volver? ¡Siete horas para llegar y ocho para regresar!  ¡Así no se puede!  Estamos hablando de un promedio de 25 kilómetros por hora.  ¿Qué turista aguanta eso sin quejarse?

Es cierto que los chapines somos querendones y que los visitantes valoran nuestra hospitalidad natural; pero, la verdad sea dicha, falta mucha profesionalización en el sector turismo.  Hay mucho Sí, pero… y muy poco Sí, y… En general no hay un enfoque en soluciones, aún en poblaciones bastante acostumbradas a recibir visitantes. Una de mis anécdotas favoritas, que es un poco irrelevante, pero muy ilustrativa, es que un día almorzaba con una extranjera en un restaurante de una población importante del occidente del país.  Ella le pidió pimienta al mesero y, ¿qué contestó el muchacho? “¿Cómo para qué?”  En serio…¿no bastaba con traer el pimentero?

Si se habla de turismo hay que mencionar el tema de seguridad ciudadana y la mala fama que tiene Guatemala en ese aspecto. 

A mí y a un visitante nos asaltaron una vez en el atrio de la Catedral a las 8:30 de la mañana.  A mi cuate lo tiraron al suelo y no pudieron quitarle más que el estuche de sus anteojos; y a mí no lograron quitarme el teléfono, ni la cámara; pero…¿qué necesidad? A otro cuate, en otra ocasión, le robaron su teléfono durante una feria patronal.  Esto no es nada raro en cualquier destino turístico del mundo; pero la mala reputación de Guatemala en cuanto a seguridad para los turistas es consecuencia de la inseguridad que vivimos todos, todo el tiempo.  Es la realidad de miles y miles de chapines.

¡Que maravilla que ha subido el número de turistas que visitan Guatemala! Guate y los chapines de verdad son una experiencia intensa en múltiples niveles y para todos los gustos y necesidades. Las riquezas natural, histórica y cultural de este país son ventajas competitivas casi ilimitadas.  ¿Qué hace falta para que el turismo desarrolle todo su potencial? Ciertamente que la Administración cumpla con sus funciones mínimas; ciertamente que la Administración no estorbe; y ciertamente un empresariado que siga innovando.

Columna publicada en República.