Es impresionantemente hermoso el horizonte de la ciudad de Guatemala durante la quemadera de fuegos artificiales en la Nochebuena. Anoche los juegos pirotécnicos no pararon; pero a las 0:00 horas el despliegue de luces fue monumental. Todo el valle de la Ciudad se engalanó con luces anoche, desde que oscureció; pero lo que se ve a la media noche supera toda expectativa.
Cuando yo era niño no habían fuegos complejos como los que hay ahora. Había ametralladoras que uno despenicaba y cuyos cohetillos quemaba de uno en uno. Y también los silbadores, que como no eran de plástico, no ocasionaban mayores daños mayores. Había saltapericos que eran divertidos; pero que, como la mara no le atina, había gente que se los comía creyendo que eran confites. A mí me gustaban las estrellitas, los volcancitos y unos pequeños que uno somataba contra el piso y tronaban. Y cuando la cosas se ponía seria se lanzaban unas varas y unas luces que es imposible comparar con las de ahora.
La abundancia de fuegos artificiales es posterior a las primeras Luces Campero, que ocurrieron hace 20 años; y supongo que para las nuevas generaciones, la Navidad es impensable sin tanta extravagancia luminosa que es un espectáculo hermoso y muy alegre.