Las dictaduras del viejo cuño censuraban a lo bruto; o había una oficina oscura por en algún edificio del régimen por la cual tenían que pasar todos los materiales sujetos a inspección; o en los lugares donde pudieran surgir esos materiales -medios de comunicación masivos, por ejemplo- se instalaba un equipo de censores.
En la historia reciente de Guatemala, y cuando yo trabajaba en Aquí el Mundo (un noticiario de televisión), mis compañeros me contaban que durante el régimen de Efraín Ríos Montt la censura operaba de tal manera que las noticias pasaban por el censor segundos antes de que estuvieran programadas para ser transmitidas; de modo que si al censor se le ocurría que una noticia no podía ser transmitida, había una pausa incómoda. La censura no sólo es una violación a la libertad de expresión; sino que suele ser ejercida con lujo de fuerza y de forma abusadora…sólo porque se lo puede hacer de esa forma. Hace pocos años y durante el golpe de estado que protaginizó Jorge Serrano, ese régimen torpe intentó actos de censura que muchos enfrentaron valientemente y otros aceptaron ovejunamente.
La censura puede ser un instrumento útil para una dictadura, o para un régimen que pretende elevar sus niveles de control político sobre la población casi a los de una dictadura. Pero tiene desventajas: La primera es tecnológica porque no es lo mismo imponer censura en 3 diarios impresos, 3 canales de televisión y 16 noticiarios de radio (las cifras son sólo para ilustrar) que tratar de callar todos los blogs, Facebook, Twitter y docenas y docenas de otros medios de comunicación. En los años 90, recuerdo que en Burma el régimen militar castigaba con 8 años de prisión a quien tuviera un fax. Recientemente, en Egipto el régimen no puedo detener las comunicaciones por medio de redes sociales y teléfonos que facilitaron su derrumbe. La segunda es que la censura generalmente tiene mala prensa (cuando la prensa no es cómplice, claro). La censura y las mordazas que la hacen posible, generalmente son denunciadas y rechazadas en todo el mundo civilizado y por eso es que los regímenes autoritarios y los que pretenden ser totalitarios ya no censuran pelado. China y Rusia pueden censurar a lo bruto, pero sólo porque sus regímenes son extremadamente inescrupulosos.
Recientemente, en Ecuador, el régimen diseñó una ley que les permite a los políticos controlar el contenido de las noticias y de los comentarios por medio de la regulación nacionalista de los contenidos y de la propiedad de los medios masivos. Allá, el régimen de Rafael Correa utiliza la legislación (que no la ley) para protegerse de la crítica, de la denuncia, de la oposición y de la actividad contralora por parte de la prensa, de los tributarios y de los electores. En consecuencia, las leyes, que deberían proteger a la gente contra los abusos de quienes ejercen el poder, se convierten en normas que impiden el ejercicio sano de la ciudadanía y provee de blindaje a los actos abusivos de quienes controlan las armas, los tribunales y las regulaciones. Regímenes como los de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, usan las mismas técnicas amordazantes de forma legal.
¿Qué, entonces, es una mordaza? La organización Un mundo sin mordaza considera que es mordaza todo instrumento, medida o regulación que se utilice:
Consideramos mordaza todo instrumento, medida o regulación que se utilice:
- Para frenar, limitar, coartar, censurar o condicionar la libre creación , expresión y difusión de ideas, opiniones o sentimientos y el libre ejercicio de actividades culturales en el sentido más amplio, que incluye la investigación, la ciencias, las artes, los cultos, los credos y todas las prácticas de búsqueda de la verdad, la belleza, la justicia y la felicidad conforme al dictado de la libre subjetividad de individuos y grupos.
- Para criminalizar la protesta o para impedir la objeción, la crítica, el disenso, la discrepancia y la diferencia.
- Para forzar a la pertenencia, a la asociación o al ejercicio de conductas, prácticas y actividades contrarias al libre criterio subjetivo del individuo o del grupo.
- Para convertir a la educación en una herramienta de indoctrinamiento. Para forzar a la adhesión a ideologías, credos o dictámenes de personas, instituciones u organizaciones.
- Para limitar el derecho al trabajo, a la propiedad privada, a la libre empresa, al comercio, al salario, al juego, a la vida, a la libre asociación y al libre desempeño de cualquier actividad lícita de expresión, comunicación o comercio de ideas.
Dada la inaceptabilidad de la censura en estos tiempos de democracia, los regímenes que quieren hacer uso de instrumentos amordazantes deben hacerlo mediante el uso de las facultades que se atribuyen como consecuencia de haber sido electos por mayoría; y al amparo de leyes que consiguen por medio de sus aplanadoras parlamentarias, y de tribunales sumisos. Así es fácil de disfrazar la censura con velos y velos de regulaciones y fallos serviles que, aunque legales (en el sentido más ofensivamante positivista del término), nunca pueden ser legítimos…ni remotamente aceptables.
La libertad de expresión es un derecho incuestionable en una sociedad sana y civilizada; y como tal no puede estar sujeta a las necesidades políticas, ni a las exigencias del poder. Ya sabes: los derechos individuales deben prevalecer sobre los interes colectivos y sobre los intereses individuales.
Estas meditaciones vienen al caso en el contexto de los procedimientos express contra Giovanni Fratti por opiniones vertidas en la radio en el contexto del caso de Rodrigo Rosenberg. Los pipoldermos tardaron en animarse a imitar a sus colegas de América del Sur y están haciendo sus pinitos en el arte maligno de censurar mediante expedientes democráticos y guizachadas. Los Colom lo intentaron con el tuitero @jeanfer; Rafael El machete Espada lo intentó con Marta Yolanda Díaz-Durán y ahora los pipoldermos de turno lo intentan con el caso de Fratti; con un caveat, eso sí: No lo intentan directamente, sino por interpósita persona. Así son menos evidentes la intimidación y la censura; intimidación y censura que no sólo van dirigidas al personaje que es víctima directa del ataque, sino contra cualquiera otro que vaya a tener la osadía de exprersar opinión alguna que incomode a los pipoldermos, o a su clientela.
Si esta intentona por judicializar las opiniones tiene éxito, los pipoldermos tendrán en sus manos una herramienta poderosa y efectiva de censura y de control poblacional. No te engañes pensando que las víctimas sólo seran los periodistas. Toda persona tiene opiniones (informadas, o no). Tu libertad de expresión está en peligro.
Si funciona el acoso judicial contra las opiniones, todos aquellos que expresen opiniones contrarias a los intereses de los pipoldermos podrían enfrentar denuncias judiciales que, aunque espurias e ilegítimas, tendrían costos para las víctimas. Costos monetarios, psicológicos, sociales y, en casos extremos, hasta penales.
La judicialización de opiniones es una arma muy peligrosa de intimidación política; sobre todo si es de carácter penal. En una sociedad sana, si se qusiera proteger la honra de las personas contra acusaciones o sindicaciones falsas, por ejemplo, lo más atinado sería optar por la vía civil. Además, para más protección de los derechos individuales y de la labor contralora que los ciudadanos deberían ejercer sobre los mandatarios, estos y sus funcionarios no deberían de poder evadir la crítica mediante procedimientos judiciales. Total, la libertad y la responsabilidad son dos caras de la misma moneda.
Con el caso en cuestión, la sociedad guatemalteca esta en uno de esos momentos críticos que demandan acción y responsabilidad de parte de la ciudadanía. Y la bifurcación es la siguiente: ¿Le abrimos la puerta a la censura legalista y enmascarada, o se la cerramos con fuerza y en defensa de la libertad? ¿Defendemos la república, o le ponemos la alfombra de bienvenida al autoritarismo y a la dictadura? ¿Actuamos como seres humanos, o como ovejas?
Tu…¿qué decides?