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La llamada ley de la juventud es una pieza de legislación específica y concreta, que crea privilegios y asignaciones presupuestarias a grupos de interés que se atribuyen la representación de los jóvenes. Las normativas de este tipo minan la igualdad de todos ante la ley, que debería ser un principio republicano fundamental. ¡Sólo por eso! aquella legislación debería ser rechazada de plano, no sólo en el Congreso, sino por todos aquellos que entienden el valor de la erradicación de los privilegios.
Pero ahí está que no…y los únicos que han expresado su rechazo a aquellas normativas son los cachurecos, y por las razones equivocadas. Los que se toman en serio aquella escena de Como agua para chocolate en la que Pedro reza: No es por vicio, ni por fornicio, sino para hacer un hijo para tu servicio.
La beatada estima que los niños no deberían recibir información y educación de carácter sexual, científica y biológica si no es por medio de la familia; y definitivamente no por parte del estado. Y estiman que la información y educación sexual debería estar acompañada por consideraciones de orden espiritual…sus consideraciones de orden espiritual, para ser claros.
En principio yo estaría de acuerdo con el párrafo anterior porque que el estado (o sea los políticos y sus funcionarios) no deberían involucrarse en la educación. Punto. No debería existir la educación estatal. Punto. Pero existe; y si existe, la información objetiva sobre el sexo no debería ser excluida de los programas, como no debería ser excluida, por decir algo, la teoría de la evolución (aunque eso ofenda a los creacionistas).
Me inquieta, sin embargo, aquella postura que se opone a la distribución de información objetiva sobre el sexo por organizaciones más allá de la familia; y esto es porque en este país hay muchísima desintegración familiar, muchísima paternidad irresponsable y muchísima desinformación acerca del sexo. La mayoría de familias no son cuadros de Norman Rockwell. Sólo echa cuenta de que en 2014, el Observatorio de Salud Reproductiva estimó que hubo 71,000 embarazos de niñas y jóvenes. ¿Cuántos abortos se evitarían si los involucrados hubieran tenido información objetiva acerca del sexo? Y voy a apostar a que la mayoría de jóvenes obtienen, de parte de sus pares, cualquiera información de orden sexual que tengan.
Es cierto, claro, que el sexo tiene una dimensión más allá de lo puramente científico; pero eso es otro par de zapatos. Así como las escuelas estatales no debería forzar religión alguna en sus usuarios, tampoco deberían forzar ideas sobre el sexo. En una sociedad donde la desintegración familiar es elevada, ¿quién debería discutir ese tema con los niños y jóvenes, in loco parentis? Descontando que los niños y jóvenes van a discutir el tema entre ellos (bien informados, o no), no queda más que admitir que otras instancias podrían ser fuentes de información mejor calificadas; y en tanto que esas instancias no tengan un monopolio, o una posición preponderante por medio de la legislación, mientras más y más diversas sean, quizás es mejor. Pueden ser organizaciones privadas voluntarias de servicio, o lo que sea..hasta iglesias si no hay de otra; pero ninguna debería excluir a las otras mediante el uso de la fuerza de la ley.
Con respecto al sexo, Ayn Rand escribió que este es una capacidad física; pero su ejercicio está determinado por la mente del hombre -por su elección de valores celebrada consciente, o inconscientemente. Para un hombre racional, el sexo es una expresión de su autoestima, una celebración de sí mismo y de la existencia. Para el hombre que carece de autoestima, el sexo es un intento de fingir y adquirir su ilusión momentánea.
El amor romántico, en el pleno sentido del término, es una emoción posible sólo para el hombre (o mujer) de inquebrantable autoestima: es su respuesta a sus propios valores más altos, identificados en la persona de otro; -es una respuesta integrada de su mente y su cuerpo, del amor y el deseo sexual. Tal hombre (o mujer) es incapaz de experimentar un deseo sexual separado de los valores espirituales.
Alguien debería compartir estas ideas con niños y jóvenes, y descubrir con ellos su significado; pero nadie debería tener el monopolio de discutir el tema. Y es un error de ignorancia suponer que -en una sociedad con un elevado número de familias desintegradas y un elevado número de niños y jóvenes creciendo al margen de cualquier forma familiar- para esos niños y jóvenes sea fácil encontrar respuestas de calidad a sus inquietudes.
La ilustración la tomé de Facebook.