Las tragedias de Nahualá y Tecpán

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¡¿Cómo evitamos más tragedias como la de Nahualá y la de Tecpán?!  En cuestión de poco más o menos una semana, al menos 19 personas murieron y más de 60 resultaron heridas en accidentes que involucran autobuses del transporte colectivo.  Este tipo de accidentes suelen ocurrir por una combinación de peso excesivo (debido a la sobrecarga de los vehículos) y fallas en los frenos.

¿Cómo evitamos más tragedias de esas?

¡Hay que nacer una ley que regule el transporte colectivo extraurbano!  Ah, no, ya hay una ley. ¡Hay que establecer un ente que registre y controle a ese tipo de transporte! Ah, no, ya hay una dirección general para eso. ¡Que una policía especializada en carreteras los vigile! Ah, no, ya hay una. ¡Que a los pilotos se les exijan licencias profesionales! Ah, no, eso ya se hace. !Hay que estatizar el servicio! Ah, para que funcione tan bien como el Transurbano, o las escuelas estatizadas, o la salud estatizada. ¡Que el Ministerio de Trabajo supervise los sueldos de los pilotos! Ah, como si no se pudiera comprar a los supervisores de la misma manera en que se compra a otros burócratas.

…¿Entonces?

Hay que eliminarles los privilegios a los propietarios de rutas.  Políticos y burócratas, en connivencia con los propietarios de los buses, garantizan que nadie más que los privilegiados puedan prestar servicios de transporte.  Con una clientela cautiva y a salvo por las barreras, los propietarios no tienen incentivo alguno para darle mantenimiento a los buses, mejorar las condiciones de trabajo de los pilotos, ni competir para ganarse a la clientela.  Esta tiene su parte de responsabilidad porque al oponerse a que los precios del transporte sean reales, y al demandar precios políticos, le restan competitividad al transporte; y aquella fijación de precios es la excusa perfecta para que los propietarios justifiquen el mantenimiento de los monopolios.

El estatismo –materializado en el estado benefactor mercantilista- es la causa, no sólo de que este tipo de accidentes ocurran por las razones indicadas arriba; sino que es la causa de que el manto de la impunidad cubra a quienes deberían responder por ellos.

Columna publicada en elPeriódico.

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