10
May 24

En este Día de la madre

Alguien escribió que si las madres dominaran el mundo, no habría guerras.  Pero yo digo que esa idea sólo cabe en la cabeza de alguien que no ha visto a una madre hacer lo que sea necesario para proteger a sus hijos y proveerlos.

No ha visto a una madre guepardo perseguir y matar a una gacela (madre, o no) para darles de comer a sus cachorros hambrientos en el Serengueti.

Tampoco conoce la historia K´abel, reina de Perú-Waká, que llevaba el título de Kalomt´e (o Kalomte), que significa guerrero supremo.  Seguro que no leyó acerca de Boadicea, la heroína británica que les dio palo a los romanos por donde pudo; y cuyo nombre le da título a una pieza encantadora de Enya. Seguramente nunca oyó hablar de la emperatriz china, Wu, que pasó su vida involucrada en guerras con Corea y expandió su imperio grandemente.  Puede que haya pasado de noche sus clases de historia, en Tercer grado de Primaria, cuando uno se entera de que Isabel de Castilla concluyó la reconquista de España y expulsó a los moros de Granada. Ni que decir de Catalina Sforza que, con ocho meses de embarazo, le arrebató Castel Saint Angelo a César Borgia.

Estoy seguro de que, si buscas, vas a encontrar más madres guerreras en todas las culturas. 

A donde voy es que, ¿quién que conozca a su madre, no tiene la certeza de que, en tiempos difíciles haría la guerra no sólo para defender a sus hijos frente a agresiones, sino para proveerlos de modo que no sufrieran privaciones, y para ampliar sus márgenes de seguridad? 

En occidente y en el siglo XXI, nos es difícil pensar en aquellos términos porque desde la revolución industrial la hemos tenido relativamente fácil (con excepción de las dos guerras mundiales).  Con la revolución industrial, la familia pasó de ser una unidad de producción muy enfocada en sobrevivir, a ser una de consumo; y cuando la producción se movió de la casa a la fábrica surgió nuestro concepto moderno de maternidad. En la medida en que el capitalismo hizo más abundantes y baratos la ropa, los alimentos y otros bienes, en esa medida evolucionó el concepto de madre para pasar de la madre guerrera que literalmente tenía que pelear para protegerse y proveerse a sí misma y a los suyos (con, o sin otro adulto a su lado), a la madre más enfocada en dispensar cuidados, mimos, educación, consejos, cariño y amor. (con, o sin otro adulto a su lado).

Por supuesto que estoy pintando con brocha gorda; pero, ¿cachas la idea? No hay nada como el amor de una madre y la velocidad de un jet.

Por mi parte, le agradezco a Nora que me haya protegido y defendido (muchísimas veces de mí mismo) siempre que hubo necesidad.  Le agradezco que -aún en los tiempos difíciles- nunca hayan faltado el pan en la mesa (ni una botella de cava), acompañado por su mirada de ternura y fortaleza, por su mano suave y firme, y por sus buenos consejos. Le agradezco su paciencia.  Y sobre todo le agradezco que nunca se haya sacrificado por mí.  Porque el sacrificio es muy feo, es entregar algo de mucho valor a cambio de algo de poco, o ningún valor…y que oso hubiera sido eso para mí. Gracias, Nora, por tu apoyo incondicional, por tu amor y tu cariño.

Columna publicada en República.


10
May 22

A Nora en el Día de las madres

 

Un día pasé por su casa y estaba feliz porque ayudaba a uno de mis sobrinos con su álbum del Mundial. Si hubieras visto las chispas que salían de sus ojos cuando contó que ya solo les faltaban 26 estampas, sabrías por qué es que es imposible no sentir admiración y cariño por esta octogenaria que sabe cómo apasionarse como niña.

La admiro porque ha llevado la adversidad con dignidad; porque cuando faltó mi padre no se intimidó y porque si lo hizo, sus hijos no nos enteramos. La admiro porque sabe ser la voz de la razón, en medio de la confusión; porque sabe conservar la serenidad, en medio del caos; y porque siempre tiene palabra de consuelo para cuando hacen más falta.

La admiro porque es generosa, paciente, comprensiva y alegre. Aunque fracasó miserablemente en enseñarme a bailar, nunca se desanimó en esa empresa. Y aunque ella baila fabuloso, nunca se avergonzó de que su primogénito tuviera dos pies derechos.

Sin duda que Nora tiene un manual de cómo ser madre… y lo aplica en su versión de cómo ser abuela. Sus nietos la adoran y sé por qué. Porque contagia alegría, porque no pierde la cabeza y porque sabe lo que es la justa medida.

Que sea divertida, generosa y paciente, no quiere decir que no sepa cuándo apretar el tornillo. Una mirada suya solía ser suficiente para evitar travesuras y conductas infantiles. Y si la mirada no bastaba, pues ahí iba un pellizco seguido de la sentenciosa frase: Te-es-tás-lu-cien-do.

¡Nadie! hace mejor fiambre, mejor lasaña, mejores pays, ni mejores galletas que ella. Se goza igual, una tortilla con sal, que cualquiera de las comidas que he mencionado antes; y tiene un green thumb increíble para los culantrillos.

Estuvo a mi lado estuvo cuando me dieron varicela, hepatitis y malaria; estuvo de mi lado cuando perdí un año en el colegio y cuando perdí mi primer empleo; estuvo cuando perdí a mi padre y cuando me le escapé a la parca. Ha sabido estar en las buenas, y se las arregla para estar en las malas. Sabe cuándo hay que abrir una botella de vino, y sabe cuándo es mejor que haya silencio. Nora se ve menuda, pero siempre ha sabido cuidar a sus cachorros.  Todavía es como el conejito de Duracel…pero en cámara lenta.  Sólo…no te dejes engañar. por las apariencias.

A quien se le acerque, con cariño, siempre ha sabido ofrecerle un hogar feliz y un rincón a su lado; y aunque a veces no todo ha salido bien, lo cierto es que donde ella está, siempre hay lugar para la alegría, para la luz, para las cosas algo locas, para los aromas y sabores olímpicos y para la generosidad.

A Nora, y a todas las madres: ¡Feliz Día de la madre!


02
Oct 21

Pay de ruibarbo, recuerdos y rescate

 

Solemnemente declaro que en casa somos los dioses vivientes del pay de ruibarbo que, cuando yo era niño, no estaba en mi lista de favoritos; pero ahora lo hemos rescatado y ¡Ya!, ya está en mi lista de preferidos.

De cuando en cuando mi abuela, Frances, hacia rhubarb pie con esa maestría que tenía para los pays.  Quizás porque era algo ácido y porque su color no es atractivo nunca estuvo entre mis preferidos, yo me lo comía porque era sabroso, pero nunca se me hubiera ocurrido pedirlo.  A Nora, mi madre, no le gustaba, tampoco, de modo que ella no lo incorporó a su menú de pays; y voy a decir que tenía unos 38 años de no comerlo.  Pero andaba con antojo y desde hace ratos quería hacerlo.

Esta semana, Raúl llegó con un manojo de ruibarbos frescos y aromáticos, de modo que, anoche, Nora y yo hicimos el pay; pero primero, no hallamos la receta de La Abui y Nora no se acordaba exactamente de cómo se hacía el pay; segundo, busqué rectas en Google y las que encontré no se parecían a la de La Abui; tercero, Nora sugirió que exploráramos el Joy of Cooking y siendo que nos dio la impresión de que esa receta era la que usaba La Abui, pues Raúl sugirió que la interpretáramos.   Cambiamos ligeramente algunas proporciones (que hicimos a ojo de buen cubero) y salió delicioso el pay.  Justo de ácido y de dulce, justo de consistencia, justo de sabor y aroma.

La nota chistosa es que cuando yo era niño era…¿cómo se dice?…algo bravo…rascado; y no recuerdo si mi abuelita Juanita, o mi bisabuela, Mami, me daban polvo de ruibarbo; remedo que suelen tomar las personas enojonas.  Y ahora que publiqué mi desayuno en Facebook, don Manuel Figueroa, propietario de una farmacia en Jalapa, comentó: Esa si no me la sabía, el ruibarbo lo vendo en la Farmacia FAS para los de carácter bravo, espero no sea al caso. Pues vea, don Manuel, todavía me enojo cuando me incomodan, ja ja ja, pero no fue por eso que hicimos el pay en casa.

¡Estoy contento porque hemos rescatado el pay de ruibarbo para el menú de la casa!


24
May 21

La Jefa ha sido vacunada

 

Hoy en la mañana, Nora recibió la primera dosis de la vacuna de Astra Zeneca contra el coronavirus de tipo 2 causante el SARS-CoV-2 o Covid-19.

Fue registrada en su oportunidad y hoy llegamos a la explanada de Cardales (Cayalá) pasadas las 7:30 a. m.  Fuimos recibidos muy amablemente por miembros del ejército y por policías municipales que nos orientaron para ponernos en fila.  No había más de 10 vehículos adelante del nuestro.

A las 8:00, en punto fue abierta la puerta de acceso al centro de vacunación…y el encargado le echó flores a Nora. Es cierto que ya no me dicen ¡Adiós cuñado!, como en los años 70; pero mi madre tiene su gracia.

Luego hicimos fila hasta las 8:40 porque sospecho que no estaban listos para atender.   A esa hora se abrió la puerta 4 del puesto de verificación de registro y ahí una chica -muy agradable- le entregó a mi madre el formulario correspondiente luego de verificar el registro y su DPI.  En dos minutos estábamos bajo el toldo número 4 donde había dos miembros del ejército con las vacunas.  Con primor, la chica del equipo pinchó a Nora y acto seguido nos dirigió a donde un muchacho atento le extendió su constancia de vacunación y para las 8:55 ya íbamos para afuera.

Fue un proceso eficiente y relativamente rápido.  Agradable porque la gente que atiende le pone feeling a su trabajo.

Yo me vacunaré…pero, francamente, más por paz mental que por confianza en estas vacunas. Hay algo muy sketchy en todo lo que tiene que ver con esta plandemia y sus vacunas.


21
Mar 20

Los 80 de Nora

No es casualidad que el cumpleaños de Nora, mi madre, coincida con el inicio de la primavera; por eso no me extraña la forma admirable en que está llevando el aislamiento para jugarle la vuelta al coronavirus.  Hoy es su cumpleaños 80 y lo que iba a ser una celebración de fin de semana en La Antigua, con sus hijos y sus nietos (a los que adora y la adoran) terminó en el encuentro en una App.

Esta es una de mis fotos favoritas de Nora; cuando tenía unos 19 años y era novia de mi padre.

Ah, la modernidad.

De cualquier manera, Nora (La Mamaish) es una especie de puente entre las tradiciones y ahora nos apañamos con una App porque es lo que hay.  No de una forma fatalista, sino realista.  Es posible que nada de lo humano le sea ajeno y de ahi su prudencia, su buen juicio, su generosidad  y su capacidad de amar y cuidar a los suyos y a quienes se acercan a ella con cariño.

Ochenta años no es poca cosa.  Nació poco antes del bombardeo de Pearl Harbor y recuerda cuando mataron a Francisco Javier Arana. Vivió dos que tres golpes de estado y un terremoto en el que murieron poco mas de 24,000 personas.  Con mi padre, Luis, crió una familia que yo no cambiaría por ninguna otra, aunque a veces parezcamos la familia Adams.

Pues..así le cantamos “¡Feliz cumpleaños! a mi madre hoy en la mañana.

¿Sabes que disfruto mucho de ella?

Que siempre tiene buen ánimo para salir, para cocinar, para ir de fiesta y para ser ella misma.  Es como todo terreno y parece el conejito de Duracell aunque luego caiga en la cama rendida y tenga que sobarse las piernas con alcohol del que da risa.

Que siempre tiene un buen consejo basado en la realidad y en la prudencia.  Que no pierde la cabeza.  Que sabe ser contrafuerte.

Que sabe amar, perdonar, amar y perdonar.

¿Sabes de qué me arrepiento?

De las veces que fui arrogante con ella y de no haber confiado más en ella, sobre todo cuando era adolescente.

En fin…¡Feliz cumpleaños, Nora! Y si no celebramos en La Antigua, pronto, celebraremos el año entrante.  L´chaim.


13
May 18

Pispisigaña, juguemos la araña…

¿Recuerdas el juego de niños que decía: Pispisigaña, juguemos la araña./ ¿Con quién la jugamos?/ Con la mano cortada…Ayer me acordé de eso y le pedí a mi madre que me recordara el texto. Hac clic en la foto para ver el vídeo.

Imagen de previsualización de YouTube

 

El texto completo va:

Pispisigaña, juguemos la araña.

¿Con quién la jugamos?

Con la mano cortada

¿Quién la cortó?

El rey y la reina.

¿Dónde están el rey y la reina?

Están comiendo huevo

¿Dónde están los huevos?

Se los comió el padre.

¿Dónde está el padre?

Está diciendo misa

Kikiriki, kikiriki

Quien quiera comer pan con miel

Que vaya a la puerta de san Miguel

Busqué en la Web y encontré que el juego tiene otros nombres: Pizpizigaña, Pispis y gaña, Pispirigaña y Pispirigallo para mencionar unos.  Igualmente el texto cambia entre poco y bastante.

Ya picados, con mi madre nos acordamos de otros juegos similares de niños.  Estos versos los decía mi madre cuando nos cortaba las uñas a mí y a mis hermanos.  Cada verso en cada dedo comenzando por el meñique y terminando por el pulgar en cada mano.

Este fue al mercado.

Este compró un huevo.

Este le echó sal.

Este lo puso a asar.

Y este picarote, se lo comió.

Al concluir el último verso, uno tenía que morder el dedo pulgar y siempre causaba mucha risa.

De aquellos versos pasamos a unos que aprendimos en Costa Rica y eran para un juego de cosquillas  Mi madre empezaba por la mano de alguno de los niños e iba avanzando poco a poco y al ritmo de los versos.  Primero la mano, luego el antebrazo y así en dirección de la axila para terminar haciendo las cosquillas.

Ahi anda un negrito

Vendiendo maní.

A todos les dió,

Menos a miiiiiii.

Y terminaba uno retorciéndose de la risa y pidiendo más.

En el mismo espíritu y con el mismo propósito eran estos otros versos:

Cuando vayas al mercado

No compres carne aquí,

Ni aquí,

Ni aquí,

Ni aquí,

Sóoooolo por aquiiiiiiií.

Con el último verso llegaba a la axila y ¡cosquillas! La ventaja de este sobre el anterior era que a fuerza de Ni aquí y Ni aquí el momento de las cosquillas podía ser diferido y la ansiedad anticipatoria hacía más divertidas la espera y el final.

Ayer nos reímos mucho recordando este tipo de juegos.


10
May 18

A Nora y a las madres en su día

Un día pasé por su casa y estaba feliz porque ayudaba a uno de mis sobrinos con su álbum del Mundial. Si hubieras visto las chispas que salían de sus ojos cuando contó que ya solo les faltaban 26 estampas, sabrías por qué es que es imposible no sentir admiración y cariño por esta septuagenaria que sabe cómo apasionarse como niña.

La admiro porque ha llevado la adversidad con dignidad; porque cuando faltó mi padre no se intimidó y porque si lo hizo, sus hijos no nos enteramos. La admiro porque sabe ser la voz de la razón, en medio de la confusión; porque sabe conservar la serenidad, en medio del caos; y porque siempre tiene palabra de consuelo para cuando hacen más falta.

La admiro porque es generosa, paciente, comprensiva y alegre. Aunque fracasó miserablemente en enseñarme a bailar, nunca se desanimó en esa empresa. Y aunque ella baila fabuloso, nunca se avergonzó de que su primogénito tuviera dos pies derechos.

Sin duda que Nora tiene un manual de cómo ser madre… y lo aplica en su versión de cómo ser abuela. Sus nietos la adoran y sé por qué. Porque contagia alegría, porque no pierde la cabeza y porque sabe lo que es la justa medida.

Que sea divertida, generosa y paciente, no quiere decir que no sepa cuándo apretar el tornillo. Una mirada suya solía ser suficiente para evitar travesuras y conductas infantiles. Y si la mirada no bastaba, pues ahí iba un pellizco seguido de la sentenciosa frase: Te-es-tás-lu-cien-do.

¡Nadie! hace mejor fiambre, mejor lasagna, mejores pies, ni mejores galletas que ella. Se goza igual, una tortilla con sal, que cualquiera de las comidas que he mencionado antes; y tiene un green thumb increíble para los culantrillos.

A mi lado estuvo cuando me dieron varicela, hepatitis y malaria; estuvo de mi lado cuando perdí un año en el colegio y cuando perdí mi primer empleo; estuvo cuando perdí a mi padre y cuando me le escapé a la parca. Ha sabido estar en las buenas, y se las arregla para estar en las malas. Sabe cuándo hay que abrir una botella de vino, y sabe cuándo es mejor que haya silencio. Nora se ve menuda, pero siempre ha sabido cuidar a sus cachorros.

A quien se le acerque, con cariño, siempre ha sabido ofrecerle un hogar feliz y un rincón a su lado; y aunque a veces no todo ha salido bien, lo cierto es que donde ella está, siempre hay lugar para la alegría, para la luz, para las cosas algo locas, para los aromas y sabores olímpicos y para la generosidad.

A Nora, y a todas las madres: ¡Feliz Día de la madre!


15
May 16

Pay de limón, spaghetti a la boloñesa y una peli

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El pay de limón es uno de mis favoritos; y ahora que hay limones amarillos en el supermercado decidí hacerlo con esos que son otra liga.  Es un clásico del repertorio de los pays que hace mi mamá y de los que hacía mi abuela, Frances.

Este era un mi pendiente porque hace como siete años hice uno y el relleno no cuajó bien. Este me salió casi perfecto y lo único que tengo que mejorarle es la capa de turrón que en vez de sólo dorada, se endureció.   Esto es porque le puse mucha azúcar y el horno no estaba tan caliente como para dorarlo rápido.  El próximo saldrá perfecto.

El pay de limón se me antojó, no sólo porque vi los limones amarillos sino porque vi la película Toast.  Ear Peli que te recomiendo está en Netflix; es un viaje nostálgico y culinario a la Inglaterra de los años 60 y en ella el pay de limón y el spaghetti a la boloñesa tienen papeles importantes.  De modo que, hace unos días también preparé aquel spaghetti que siempre disfruto con alegría.  Al dente, acompañado con queso parmesano reggiano, aguacates, panes con ajo y cerveza, ¿cómo no van a ser fuente de dicha?

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31
Ago 14

Delicioso “el otro” pay de pollo

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Ese es el otro pay de pollo que hacían mi bisabuela, Adela; mi abuela, Frances; y hace mi madre, Nora.  Es muy distinto al que hice el 4 de agosto pasado y es más tradicional. Este lleva crema de hongos, trocitos de zanahoria y de chile pimiento.

Mientras lo hacía recordé la mesa esmaltada en la que Frances hacía la pasta del pay.  Me di cuenta de que uso el estribo de Nora y el bolillo de mi abuelita, Juanita.  Ahora que he estado haciendo pays recordé que es cierto que muchos de los momentos más felices de mi infancia los pasé en la cocina estorbando y aprendiendo.  De mi padre, Luis, aprendí a limpiar calamares y que hay que descartar las almejas que no se abren, por ejemplo.  ¿Por qué es que esas cosas me hacían feliz? Creo que no sólo es porque me daban nuevos conocimientos y habilidades; sino porque creaban y estrechaban vínculos no sólo con las personas que amo (y amaba), sino entre generaciones y a lo largo y ancho de la historia de mi familia. Muchos de los pays que hacía Adela, son recetas de su madre, Minnie.  Mis abuelos no cocinaban…bueno….tampoco.   Una vez oí que mi abuelo, Jorge, era muy hábil para darles vuelta a los panqueques mediante el procedimiento de lanzarlos al aire con la sarten; y oí que mi abuelo, Luis, hacía sus propios huevos tibios para el desayuno.

Tal vez soy algo exagerado en estas cosas; pero cuando hago estas recetas me conecto con el mundo del que vienen.


24
Ago 14

¡Rico salió el pay Barbara Fritchie!

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El pay Barbara Fritchie es otro de mis favoritos.  Otro clásico de mi bisabuela, Adela; de mi abuela, Frances; y de mi madre Nora, este pay también era un postre tradicional en los hoteles Casa Contenta (de mi bisabuela) y Cacique Inn (de mi tía abuela Adelita), en Panajachel.  Fue en este último que lo probé por primera vez allá  a finales de los años 70.  Me gusta comerlo bien frío, recién salido del refrigerador.  La receta que usamos en casa es la del enlace; pero mi bisabuela no le ponía nuez moscada.

Cuenta la Historia que Barbara Fritchie vivió en Frederick, Maryland y que cuando las tropas confederadas pasaron por su casa ella salió a amenazarlos con su bastón y ondeando una bandera de la Unión.  Hay un poema de John Greenleaf Whittier que se refiere a aquella dama y a su legendario enfrentamiento con las tropas del general confederado Stonewall Jackson: Shoot, if you must, this old gray head. But spare your country`s flag, she said.

¿Cómo no supe esta historia cuando viví en Maryland? Me hubiera gustado mucho ir a la casa de Barbara y celebrar su pay.