Lo pasé por alto; pero mi cuate Ricardo, que acaba de volver de su Argentina natal, me llamó la atención sobre esto:
-Armadas con machetes, palos y armas de fuego, unas 1500 personas quemaron el edificio de la municipalidad y del juzgado de Jocotán, Chiquimula.
-La turba saqueó el ayuntamiento.
-El grupo intentó linchar al alcalde.
-Los revoltosos destruyeron el parque de la localidad.
-La canalla quemó una biblioteca infantil que recién había sido inaugurada.
-También quemaron un hotel cercano a la Municipalidad.
-Los atacantes la emprendieron contra la Policía.
-Los vándalos retuvieron a los miembros de la corporación municipal.
-Se le impidió el acceso a la Prensa; y
-Un grupo de ellos podría haberse dirigido a los tanques de agua de la Municipalidad, para envenerarlos.
Ricardo no sólo está escandalizado por la barbarie; sino que me expresó mucha consternación cuando le conté que cosas así -sin contar los linchamientos- ocurren con alguna regularidad. Ricardo dice que es muy alarmante que una sociedad permita que ocurran cosas así impunemente; y cree que, como sociedad, nos estamos acostumbrando peligrosamente a este tipo de situaciones. Y yo le creo. Estoy de acuerdo con él.
¿Cuál fue el motivo de tanto alboroto?, se preguntará el lector. Pues resulta que los pobladores se oponen a la supuesta construcción de una hidroeléctrica en el lugar. Vea, usted, a dónde están llegando las manipulaciones de la dirigencia popular que se opone a las hidroeléctricas.
Ahora bien, es espeluznante que esto haya ocurrido en Jocotán; porque este municipio, junto a Camotán, se hizo tristemente célebre hace algún tiempo por la sequía y la hambruna que prevalecen en aquellas tierras miserables, donde el empleo, las oportunidades de bienestar y los servicios públicos son casi inexistentes. Uno diría que una dirigencia popular responsable estaría más interesada en hacer el área más atractiva para la generación de empleos, que en mantener a la gente al margen del desarrollo económico y en convertirla en carne de cañon, o en masas de destructores feroces.