03
Oct 22

Atol del TSE con el dedo

 

En buen chapín, dar atol con el dedo significa engañar a alguien; también quiere decir darle probaditas de algo para mantenerlo tranquilo.  Te dan atol con el dedo cuando te cuentean, o te entretienen para que distraerte de lo importante.

Sospecho que eso es lo que pasa con la noticia de que el Tribunal Supremo Electoral ya no le comprará software para celebrar elecciones en línea a una empresa vinculada a un exfuncionario de la Administración actual y gravemente cuestionada por manipular comicios en África, Asia y América del sur. Pero…¡Ojo al Cristo, que es de plata!  El fondo del asunto no es el de repetir licitaciones, ni de cambiar de proveedor.  Eso es atol con el dedo.

Venta tradicional de atol.

El tema importante, aquí, es que las votaciones-que en otros países han sido manipuladas cuando son electrónicas- no deben ser en línea en Guatemala.  Los comicios deben ser en papel y con crayones. Los votos deben ser contados en las mesas, a la vista de los miembros de las juntas electorales y a la de los fiscales de los partidos.  Cada uno de los tres miembros de cada una de las juntas electorales debe llevarse su acta firmada por los otros miembros, y cada fiscal se lleva anotadas las cifras de los resultados.

El sistema puede ser lento, por prudente, pero es razonablemente lento y, sobre todo, es altamente confiable. La transmisión de datos puede ser electrónica y debe ser segura; pero el conteo físico y la verificación física de la identidad de los electores, deben ser transparentes como sólo lo puede ser si son a la vista de todos y en papel.

Los chapines necesitamos elecciones limpias, no veloces.  Los chapines necesitamos elecciones transparentes, no rápidas.  Los chapines necesitamos elecciones confiables, no a la carrera.  El valor a proteger, con este tema, es el respeto indudable a la voluntad de los electores, no la prontitud de resultados dudosos.

¿Qué opinas?


27
Sep 22

Luisfi como guía de turistas

 

Una de mis actividades favoritas es la de enseñarles la ciudad de Guatemala y La Antigua Guatemala a visitantes extranjeros.

Me encanta ser guía de turistas, y quizá viene un poco en la sangre porque mi familia ha estado vinculada al turismo, o porque mi familia ha estado relacionada con la historia de ambas ciudades, además me encanta la historia; lo cierto es que me da mucha alegría -y me siento algo orgulloso- cuando los visitantes quedan contentos después de que les muestro ambas urbes. A pesar de los agujeros, las inundaciones, el tráfico y otros males. Y a pesar de las tragedias humanas.

Foto por Lucy Chávez.

Tengo la dicha de poder mostrárselas a profesores extranjeros, a estudiantes chapines y extranjeros y a otras personas.  Me gusta darles una perspectiva histórica y anecdótica, pero no saturarlos.  La gente no quiere saber fechas, ni detalles nimios y lo que de verdad disfruta son historias y anécdotas.

Cuando era niño me encantaba conversar con turistas, en Panajachel; y en mi adolescencia, cuando me capeaba del colegio en las tardes, no era raro que me fuera al parque central de la ciudad de Guatemala y buscara turistas para pasearlos por el Palacio Nacional, la Catedral y la Biblioteca Nacional.  Muchas veces me gané un helado, o veinticinco centavos.

Si te interesa el tema, te invito a leer Me está encantando Guatemala.

Suelo llevar a los visitantes a Museo del Ejército y el Centro Cultural Miguel Angel Asturias; a caminar por la Sexta avenida y conocer el Pasaje Rubio y la Plaza de la Constitución; al Mercado Central y a comer donde doña Mela; y al Mapa en Relieve.  A veces a Cayalá.  Al museo Popol Vuh y a la Universidad Francisco Marroquín, obvio. He tenido solicitudes de ver la pobreza y pasamos a ver La Limonada, desde arriba; de visitar el basurero de la zona 3; y de visitar un supermercado.  En La Antigua me gusta visitar Capuchinas y  la Casa Popenoe.

¿Por qué te cuento esto? Porque muchos visitantes pasan por alto la ciudad de Guatemala y se van del aeropuerto a La Antigua, a Panajachel, o a Tikal, por ejemplo.  Pero la capital tiene bastante que ofrecer


26
Sep 22

En Quiché y Xela en busca de beatos y máscaras III

 

¡Amanecimos en Xela! y es el cuarto y último día de  road trip en busca de beatos y máscaras.

Luego de desayunar nos dividimos, Rachel y Lissa se dirigieron al arzobispado para entrevistarse con Mario Alberto Molina, titular de la arquidiósesis de Los Altos; y Raúl y yo nos fuimos a explorar mercados.

Primero visitamos el que está al lado del parque Centroamérica y fue una visita deprimente. El mercado no vale la pena. Aquí es donde tengo que comentar que encontré la ciudad de Quetzaltenango muy sucia en general.  Es una lástima porque tiene una arquitectura preciosa e histórica; porque sus calles son encantadoras y porque su gente es hospitalaria y muy agradable.  Urge un movimiento para regresarle su dignidad a esa bellísima urbe.

Luego agarramos para la Terminal y eso sí fue bueno.  Para comenzar -y lamentablemente- resulta que aquel mercado está justo al lado del templo de Minerva, lo cual no me esperaba y desluce bastante aquel monumento.

Los templos de Minerva fueron construidos en tiempos de don Manuel Estrada Cabrera para celebrar a la juventud estudiosa.

Pero primero el mercado.  ¡Es enorme y vibrante! Me sorprendió muchísimo -pero no es raro debido a las distancias- que estuviera lleno de productos mexicanos a precios muy convenientes.  Es admirable el orden espontáneo que funciona para el tráfico en las calles de la Terminal altense.  La gente nos atendió muy bien.

El templo de Minerva, de Quetzaltenango, es uno de los pocos que quedan en el país.

Luego caminamos al templo de Minerva que, aunque estaba adornado para Xelafer, se ve que está en el abandono.  Crece mucha flora entre sus columnas y bases, hay un rincón que es evidente que sirve de cagadero para mendigos y otros personajes, se cae el cielo falso ¿setentero? y su dignidad está amenazada.

El templo de Minerva es un monumento histórico.

En busca de un Uber encontramos un kiosko japonés y un monumento a Israel.

El kiosko japonés es chulo.

Cuando volvimos al parque Centroamérica, Rachel y Lissa ya habían concluido su encuentro y, como el hambre es canijo fuimos a comer a Bavaria que siempre es muy recomendable.

Acto seguido volvimos al hotel para cargar el carro porque ya habíamos dejado todo empacado y emprendimos el retorno a la ciudad de Guatemala.  Muchos derrumbes e inundaciones en la carretera Panamericana.

Como este hay derrumbes abundantes en las carreteras.

Pero lo bueno es que compramos deliciosas remolachas y cebollas junto a la carretera. También fue bueno que pasamos a por hogazas de pan a la deli de Paulino´s en Tecpán.

Y así concluyó nuestra excursión a Quiché y Quetzaltenango. Y ya estamos listos para el próximo roadtrip.

Si quieres leer la primera y la segunda parte de esta aventura:


25
Sep 22

Familia que celebra la hora del cóctel unida…

 

Familia que celebra la hora del cóctel unida, permanece unida.  Aquello se me ocurrió mientras, en casa, tomábamos un Licor 43 al atardecer.

El Licor 43 siempre me da algo de nostalgia porque era uno de los que había en casa de mis padres, y como a los niños se nos permitía un plus, o algo parecido de cuando en cuando, nos lo servían con hielo, o con leche.  Era delicioso el toque de 43 en la leche.

También me cae en gracia porque un día andaba yo por el aeropuerto de la ciudad de Panamá cuando pasé a una tienda de licores duty free en busca de Licor 43 porque en ese tiempo no estaba de moda, ni se conseguía en Guatemala. Me acerqué al dependiente y le pregunté: ¿Tiene 43? y me contestó . Acto seguido fue a la trastienda y trajo una botella.  El ver la botella el hombre que estaba a mi lado, en el mostrador se rió con ganas y me dijo: Pensé que estaban apostando y que usted le había apostado al número 43.

Ahora el Licor 43 está de moda para hacer carajillos y me alegro porque siempre me trae recuerdos gratos. ¿Qué otros licores parecidos me traen recuerdos gratos?

  • Apry, de Marie Brizard
  • Calisay, que no se si todavía se consigue
  • Pastis, de Pernod Ricard

23
Sep 22

No, al voto electrónico

 

La primera vez que participé en un centro de votaciones, a cargo de un grupo de mesas electorales, fue en las elecciones generales de 1982.  Ahí vi la importancia que tenían el conteo físico de los votos y las actas repartidas entre los tres miembros de las juntas electorales y los representantes de los partidos.  También vi la importancia de que los miembros de las juntas fueran personas como tú y yo.

Participé, también, durante la elección de diputados para la Asamblea Nacional Constituyente, en 1984; y para los primeros comicios generales bajo la nueva Constitución, en 1985.  El conteo físico de votos, a la vista de los fiscales y los miembros de las juntas electorales; así como la verificación física de que el DPI corresponda al votante y la de que este se halle efectivamente en el padrón son garantías confiables de que va a ser respetada la voluntad de los electores.  Al cotejar las actas físicas de por lo menos tres personas por mesa es imposible hacer fraude.

Eso no ocurre donde la identificación del elector y la expresión de su voluntad electoral son registradas en línea, mediante un software sobre el que sólo sus fabricantes (y quien sabe quién más) tiene el control.  ¡Imagínate, por ejemplo, que los votos de una elección chapina los controlara un software chino, por decir algo!  ¿Quién tendría el control sobre los resultados de esos comicios?

Pregunto, primero, porque recuerdo una frase de Lenin: No importa quién vota, sino quién cuenta los votos.

Pregunto, segundo, porque el martes, en dos reuniones diferentes, con personas diferentes, escuché que hay planes del Tribunal Supremo Electoral en la dirección de que los sufragios sean electrónicos, en las próximas elecciones. ¿Es eso cierto? ¡Que peligroso!

Yo digo que en vista de lo que ha ocurrido en elecciones venezolanas, y en los mismísimos Estados Unidos de América, por ejemplo, es mala idea abandonar -en Guatemala- el sistema que nos ha provisto de elecciones limpias en ocasiones anteriores.  La verdad es que no necesitamos resultados veloces y electrónicos, sino resultados confiables, transparentes y que respeten la voluntad de los electores.

¿Qué piensas?

Columna publicada en elPeriódico.


20
Sep 22

¿Quiéres acceso a Archivos Históricos de Guatemala?

 

Esto es genial si te encanta la historia, como a mi. ¿Conoces los Archivos Históricos de Guatemala? Es un sitio de acceso abierto al público en línea, en el cual puedes consultar y explorar diferentes documentos históricos digitalizados.

Haz clic en la ilustración para ir a los archivos y para pedir documentos.

Cuando yo era adolescente hice algún uso del Archivo General de Centroamérica y, aunque el personal siempre me atendió bien, la verdad es que los procedimientos eran complejos y daba algo de pena pedir y pedir documentos.  Y a veces no estaba lo que uno buscaba y, bueno, había que ir al edificio y con mi alergia el polvo y la humedad, era un fastidio. Aquellos inconvenientes desaparecen con los AHGUA.

El portal:

  • Conserva y difunde los archivos históricos digitalizados.
  • Facilita el acceso libre a archivos, colecciones y documentación histórica de Guatemala.
  • Unifica, en un sitio, diversas colecciones de interés histórico para investigadores y curiosos.

En los AHGUA se ofrecen documentación del Archivo General de Centroamérica y del Archivo Popenoe de Antigua Guatemala. Para solicitar documentación del AGCA, te pedimos que sea utilizada la clasificación Joaquín Pardo y que indiques la signatura, el legajo y el expediente del documento solicitado.

El Archivo Popenoe no tiene, por el momento, un catálogo cerrado, de modo que para obtener documentos es necesario describir con detalles el documento de que se trate.

Puedes solicitar archivos aquí

Los AHGUA es un proyecto de la Universidad Francisco Marroquín por cierto.


19
Sep 22

En Quiché y Xela en busca de beatos y máscaras II

 

En nuestro road trip en busca de beatos y máscaras, el domingo 4 de septiembre, al medio día, agarramos camino desde Santa Cruz del Quiché hacia Quetzaltentango, por la carretera que pasa por Totonicapán.

La parte vieja, cercana a Santa Cruz está generalmente en buen estado, con un par de puentes dañados.  Es bello el camino porque el paisaje y los bosques son hermosos; pero, ¡Que vuelterío!  No hay ganchos como en el camino a Chichicastenango, pero que de vueltas y vueltas.

Camino entre Santa Cruz del Quiché y Xelajú, que pasa por Totonicapán.

Como íbamos cortos de tiempo, porque queríamos visitar esa tarde la Morería de Mexicanos, en Xela, pasamos por Totonicapán sin detenernos. A Raúl y a mi nos gusta muchísimo el pan de Toto y cada vez que yo veía una panadería me moría de ganas de detenerme y comprar un par de panes.

Raúl cuidando “la venta” a nuestra llegada a Quetzaltenango.

Es cierto que habíamos desayunado muy bien en Santa Cruz; pero a mi ya me dolían los huesos del hambre cuando llegamos a Xela.  Pasamos ubicando la morería, sólo para saber exactamente dónde estaba y nos dirigimos al hotel. Desempacamos y ahí comimos de lo que llevábamos. Queso Brie, babaganoush y hummus fue lo que alivió mis angustias alimenticias.

Lissa, Rachel, Raúl y yo paseamos por el parque Centroamérica y visitamos la Casa N´oj (que era la casa de mi tatarabuela, Joaquina). Ahí había una reunión de gitanos y vimos a uno de ellos haciendo un show de fuego en el parque.  Luego tomamos un taxi para ir a la Morería de Mexicanos, de don Norberto Sac Coyoy.

Casa N´oj, en Quetzaltenango.

En un despliegue de generosidad y cortesía quetzalteca, don Norberto y de su esposa, doña María Angelina, nos recibieron en su casa y nuestro anfitrión compartió con nosotros mucho de lo que sabe de bailes, máscaras y tradiciones relacionadas.

Máscaras para el baile de Mexicanos, de don Norberto Sac Coyoy.

No es poca cosa, porque su padre Rosalío y su abuelo José Luis también se dedicaban a la morería.  Nos mostró sus máscaras de mexicanos y una joya de máscara que hizo su abuelo.  Sacó, para nosotros, variedad de trajes y nos permitió jugar y ponernos algunos.

Norberto Sac Coyoy en la Morería de Mexicanos.

Nos contó la historia del baile de Mexicanos en la cual Penacho se enamoró de la Margarita y contrató a Pascualillo para que matara al patrón (el esposo de la Margarita) con una serpiente. También recordamos la historia del Ajis (que ya conocía por doña Mercedes Melecio, de Joyabaj). Este era un sacerdote adivino, maya, que vivía en el volcán Santa María (junto a Xelajú) y advirtió sobre la llegada de los españoles.

“Yours truly” con la máscara de El Ajis.

Don Norberto en Quetzaltenango; así como doña Mercedes; y don Esteban Suruy en San Juan Sacatepéquez son tesoros vivientes de las tradiciones chapinas.

Concluida la encantadora visita, en vez de volver al centro de Xela en taxi decidimos caminar y fue una buena decisión.

Rachel, Luisfi y Lissa por las calles de Xela. Foto por Raúl.

Pasear por las calles de aquella ciudad, a la luz de la Luna de Xelajú tiene su magia, y era domingo y no lo parecía, ¡qué vida hay en las calles!

Luna de Xelajú.

Ya con hambre (de nuevo) decidimos tomar un taxi para ir a cenar a Tertulianos…que estaba cerrado.  Entonces optamos por comer en La Stampa Bistro y que rico y agradable estuvo.  Ahí conocimos a La Canche, una perrita callejera que duerme en el local pero no abandona su vida en las calles.

Así termino el día y a dormir porque el lunes sería importante para las investigaciones de Rachel sobre mártires y beatos.

En Quiché y Xela en busca de beatos y máscaras I

En Quiché y Xela en busca de beatos y máscaras III


17
Sep 22

¡He llegado a los 61 años!

 

Mi primer cumpleaños fue una fiesta de adultos, je je. ¿Será por eso que tan pronto como pude evitarlo dejé de celebrarlo con piñatas y niños? Como sea, siempre me gusta que sea celebrado.

Nota la disposición de los cubiertos y la profusión de botellas, atrás. Todavía uso esos cubiertos en casa para ocasiones.

La siguiente foto es de mi cumpleaños número cuatro y creo que estaba disfrutando del momento.

Cuando estaba en kinder, me celebraron el cumpleaños en el colegio.  La piñata y la comida se hacía durante el recreo en el patio y participaban todos los del colegio.  En primer año de primaria recuerdo que pedí ir a almorzar a La Antigua, y cuando volví del colegio, al medio día, mis padres, hermano, tíos y abuela agarramos camino rumbo al Hotel Antigua donde comimos y pasamos la tarde.

En segundo y tercer año de primaria volvimos a la mala práctica de celebrarlo en el colegio.  En vez de salir al recreo y en el aula, se montaba la celebración con los de la clase y todo pasaba sin pena, ni gloria.

En cuarto y quinto grado pedí un pastel de bandera de Guatemala y uno de astronautas respectivamente, que elaboró mi tía Patty.  En sexto grado pedí una fiesta danzante, ja ja ja, que fue un fracaso total y mis amigos pararon bailando con mis tías, mi madre y unas amigas de ellas.

Durante la secundaria dispusimos que lo mejor era celebrar en familia y salir a cenar a algún restaurante y eso nos gustaba mucho, especialmente a mí.  El Pettit Suisse, en la Reforma, y el Charles en la Sexta avenida de la zona 9 eran nuestros favoritos por mucho; pero luego también íbamos al restaurante del hotel Conquistador donde solían atender muy bien a mi padre y nos daban mucha importancia a los niños.

En la universidad dispuse celebrar mi cumpleaños en casa, con amigos, familia y cenas.  Mi temática favorita eran las Margaritas´ Nite, la buena comida y la mejor compañía. Hubo una excepción, la noche en que mi padre accedió a que lo celebrara con amigos en el restaurante Del Toro´s…y uno de mis cuates rompió la botella antes de que fuera abierta.

Te comparto, por cierto, la receta de Margaritas de mi abuela, Frances:

  • Hielo
  • Dos partes de tequila blanco
  • Una parte de Cointreau
  • Una parte de jugo de limón
  • Una parte de jarabe de azúcar
    …y frapé.

Más recientemente mis temáticas favoritas fueron la fiesta de Independencia, cuando cumplí 40; la fiesta de curas y putas, cuando cumplí 45; la del torito que no se pudo encender por la lluvia, cuando cumplí 50 y la de tiaras y condecoraciones cuando fueron 55.  ¿Sabes cuál quiero que sea la próxima? La de marimba y alfombra de pino.

Hoy cumplo 61 primaveras (contra algunos pronósticos) y lo hago feliz y agradecido.  Rodeado de quienes amo, admiro y respeto.  Dichoso de compartir el camino con ellos. Cada vez que hoy levante mi copa y diga L`chaim será para dar gracias a quienes han enriquecido mi vida con su paciencia, su cariño, su amor y su alegría.


16
Sep 22

Crecer sin hambre y florecer sin hambre

 

Quienes visitan mi blog, Carpe Diem, en luisfi61.com saben que me encanta viajar por Guatemala en automóvil. Recorrer carreteras y caminos. Pueblear, como se dice.  En esos viajes -principalmente por el occidente y algo del norte, sin excluir la costa sur- siempre he encontrado (con contadísimas excepciones) gente generosa, con buen sentido del humor y cariñosa.  He encontrado mercados vibrantes y todo tipo de actividades productivas.  Pero hay un fenómeno que siempre empaña la mayoría de las visitas: la pobreza y dos de sus hijas bastardas la desnutrición y la ignorancia.

Parte el alma ver niños (y adultos) que evidentemente no han alcanzado todo su potencial de desarrollo humano a causa de la mala alimentación.  Claro que el hambre y la desnutrición son problemas económicos que se solucionan con buenas políticas económicas y acabando con las leyes malas que impiden el crecimiento económico; eso de que “la mejor política social es un buen empleo” es una verdad como un piano. Pero muchísimas personas están desnutridas y crecen desnutridas mientras lees estas líneas.

¿Sabes que a pesar de muchísimos esfuerzos privados y estatales los índices de desnutrición no bajan en Guatemala?  Esto es porque, a pesar de las buenas intenciones de la mayoría de aquellos programas, les ha faltado eficacia y eficiencia.  Les ha faltado una visión 100% empresarial.

De ahí que celebro que la corporación Castillo Hermanos haya anunciado su programa Guatemaltecos por la nutrición que, con una inversión de US$ 15 millones enfrentará la lacra de la desnutrición mediante una aproximación creativa y empresarial.  El programa incluye la instalación de campamentos Nutrimóviles, que contarán con clínicas de atención nutricional, laboratorios, equipamiento y servicios básicos para las poblaciones, primero en Quiché y Huehuetenango como planes piloto.

¿Sabes que? De verdad deseo que este programa tenga éxito. Deseo que en unos años, miles de niños guatemaltecos puedan florecer sin haber pasado hambre.

Columna publicada en elPeriódico.


15
Sep 22

¡Potluck chino de independencia!

 

Desde hace varios años, en casa es tradicional celebrar este día con un potluck chino de Independencia.  Nos juntamos varios amigos y comemos comida china para el almuerzo, antes de ir a la ceremonia de arriada de la bandera.

Esta fue la primera ronda del potluck chino de Independencia en 2022.

En casa, con algunos amigos, nos encanta celebrar el 15 de septiembre, Día de la desvinculación de la monarquía hispánica. El pretexto común para la fiesta es el de celebrar a la patria; y no deja de ser conmovedor aquel patriotismo cándido que pasa de generación en generación, porque tu patria es donde está enterrado tu mux.  Sospecho, sin embargo, que en el fondo lo que celebramos en estos días es la vida, o la maravillosa posibilidad de celebrar.  El hecho de que uno pueda hacerlo con quien uno elige y el hecho de que uno se puede divertir y pasarla bien.  Se vive plenamente cuando se disfruta la vida. Sobre todo después de la experiencia amarga de los encierros y prohibiciones del 2020.

¿Qué es un potluck y por qué es chino el nuestro?

En la costa sur es tradicional que, luego del desfile del 15 de septiembre la gente vaya a almorzar a algún restaurante chino.  De modo que en mi casa y con algunos amigos, tenemos la costumbre de juntarnos en este día para almorzar y cada quién trae un plato chino distinto en un orden espontáneo, su plato favorito, de su restaurante favorito.  La idea es comer distintos platillos y celebrar antes de irnos a la plaza de la Constitución para la ceremonia de arriar la bandera y para ver las bandas escolares. Un potluck, por cierto, es lo que en buen chapín llamamos fiesta de traje.