21
Abr 17

Historia única vrs. libertad de expresión

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Es imposible hablar del pensamiento único, sin hablar de poder, dijo la escritora nigeriana Chimanda Adichie, en una célebre TED Conference.  Las historias están definidas por el principio de poder; cómo son contadas, quién las cuenta, cuándo son contadas, cuántas historias son contadas, depende realmente del poder.  El poder no es sólo la capacidad de contar la historia de otra persona, sino el de convertirla en la historia definitiva de esas personas, añade.

Las historias importan. Muchas historias importan.  Las historias han sido usadas para despojar y para difamar; pero también pueden ser usadas para empoderar y humanizar.  Las historias pueden romper el espíritu de la gente; pero también pueden reparar la dignidad rota.  Cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos cuenta de que nunca hay sólo una historia recuperamos el paraíso, dijo Chimamanda Adichie.

La historia única produce estereotipos, y el problema con los estereotipos no es que sean verdaderos, sino que son incompletos; hacen que una historia sea la única historia, dice la señora Adiche.

De todo esto me acordé ahora que la libertad de expresión está bajo ataque en Guatemala con el propósito de que prevalezcan las visiones, los valores y las perspectivas de quienes ejercen el poder y de quienes influyen en él.  Milton Friedman explicó que una marea de opinión, una vez que fluye fuertemente, tiende a barrer sobre todos los obstáculos todas las opiniones contrarias y los que controlan e influyen en el control de la educación y las comunicaciones, entre nosotros, lo han entendido bien.

Ya lo dije antes; pero lo repito: si un diputado –cualquiera que sea– no puede opinar libremente sobre temas propios de la cosa pública como el uso de los recursos de los tributarios (aunque la Constitución lo ampare expresamente), ¿cuánto tiempo va a pasar antes de que nadie pueda opinar contra la marea de opinión y contra la historia única que conviene a quienes ejercen el poder, o influyen en él? Si la mordaza tiene éxito en el caso de un diputado, un periodista o un individuo cualquiera, ¿a cuántos más va alcanzar la mordaza en cuánto tiempo?

Columna publicada en elPeriódico.


17
Abr 17

¿Quién cuida a Balam?

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La biosfera maya y el patrimonio histórico son víctimas de la guerra perdida contra las drogas y de los invasores. Incendios atribuidos a narcoganaderos y a rozas sin control están arrasando con la selva en Petén.

Aquellos que sostienen que los políticos y los burócratas son los mejores guardianes de la naturaleza y del património histórico deberían meditar sobre lo que está ocurriendo porque no es un fenómeno nuevo.  Ya desde hace 13 años se advertía que el parque nacional de la laguna del Tigre es una tierra sin ley, paraíso de narcos, madereros e invasores que -con conocimiento y quién sabe si al amparo de los funcionarios del gobierno- hacen lo que quieren en la biosfera maya.  Yo visité Perú-Waká ca. 1999 y ya desde entonces aquellos eran temas de preocupación.

Pero claro, si los políticos y funcionarios no pueden con la educación estatal, la salud estatal, ni con las carreteras estatales, para mencionar tres, ¿por qué iba a ser diferente con la naturaleza a cargo de ellos?

Aquí en Guatemala todo urge y el cuidado de la naturaleza también es prioridad.  ¿Quien cuida a balam, a kuk, y a mo? Está claro que los políticos y burócratas, no. Es tiempo de buscar opciones y de dejar de hacer lo mismo con la esperanza de tener resultados distintos.

No se vale decir que los políticos y funcionarios cuidan bien de la naturaleza en otras latitudes y que lo que ocurre aquí en Guatemala es sólo porque el estado está cooptado, por ejemplo.  En los Estados Unidos, que es un país desarrollado y con instituciones enraízadas, la efectividad del cuidado estatal de la naturaleza es muy cuestionada como puedes ver en este enlace.


16
Abr 17

En celebración de la fertilidad

Con el equinoccio de primavera se celebra el regreso de la luz -luego de los meses de oscuridad en el invierno- y se celebra la fertilidad.  De ahí los colores alegres de esta fiesta, y los conejos.

Son los colores del amanecer y de la vida tibia, suave y agradable propia de la primavera, donde la hay..  Nosotros en el trópico no tenemos inviernos largos y oscuros; pero una fiesta es una fiesta.  Mi abuela, Frances, solía estrenar  algo de ropa en esta fiesta y los colores que usaba eran los propios de la festividad.

Los colores  son importantes porque los de la pascua milenaria contrastan grandemente con los de la semana santa que son el negro y el morado.  El negro es el color de la muerte, de lo oscuro, del vacío, de la soledad, de la noche, del mal y la tristeza.  El morado (violeta, o púrpura) es el color del poder, y de la magia y de la fe (frente a la racionalidad); es el color del confesionario (de la culpa) y de algunos ritos funerarios.

Cuando yo era niño, el conejo llegaba a la playa, a Panajachel, a la casa -o donde quiera que estuviéramos-  porque mis padres acarreaban huevos de chocolate, o de almendras.    Sin que los chicos nos diéramos cuenta, mis padres  y tíos escondían los huevos en el jardín y en el momento oportuno nos decían que el conejo había pasado y que saliéramos a buscar los huevos. Cuando los mayores crecimos, se nos enviaba a alguna habitación lejos del jardín y -aunque ya sabíamos que eran mis padres y tíos los que escondían los huevos, y que no había tal conejo- igual disfrutábamos de salir a buscar y encontrar los dulces.

Aquella tradición es de origen germánico y precede al cristianismo; pero también las culturas mesoamericanas tienen conejos benefactores involucrados en sus leyendas.   En la luna llena, donde otras culturas ven la cara de un hombre (o la de Jakie Geason), los pueblos de mesoamérica (como los chinos) ven un conejo.  ¿Y cómo fue a parar ahí?

Según un mito de Chiconamel, del norte de Veracruz, cierto dios ocasionó un diluvio universal; y un hombre y su familia se salvaron contra la voluntad divina porque se escondieron en un cajón, siguiendo el consejo que les dio un conejo.  El dios que había ocasionado el diluvio se enteró de los sobrevivientes cuando estos encendieron fuego para asar pescados; y entonces el conejo fue castigado y por salvar a los hombres fue condenado a alumbrarlos y fue transformado en la Luna.  Esto lo leí en Imágenes de la mitología maya, por Oswaldo Chincihlla.

Me gusta mucho esta fiesta porque es alegre y colorida. Desde tiempos muy antiguos, el conejo era un símbolo de la fertilidad asociado con la diosa fenicia Astarté, a quien además estaba dedicado el mes de abril.  En recuerdo de aquella diosa, a la festividad de pascua se la denomina Easter, en algunos paísesEsto es porque también era la festividad de la primavera para honrar a la diosa teutónica de la luz, a quien se conocía en el mundo anglosajón como Easter.  Para el siglo VIII los anglosajones ya habían tomado dicho nombre para la fiesta que los cristianos celebran ahora.


15
Abr 17

El bacalao es el rey de la fiesta

Espero el bacalao con tanta ilusión como espero el fiambre de noviembre y los tamales de diciembre. Desde niño me gozaba mucho la textura y el sabor característicos de este pescado preparado hábilmente por mis abuelas y luego por mi madre. Cada receta con su carácter propio, pero enraizada profundamente en una tradición larga.

Me gusta comerlo caliente, al tiempo y frío.  Acompañado por arroz  (y este año lo acompañamos con aguacate y fue buenísima idea).  Me gusta acompañarlo con un buen carmenere, con un buen shiraz, o con cerveza.  Y si es de boca, en la noche, con un buen whisky. Es una delicia remojar pan francés, de horno de leña, en esa salsa intensa.

En casa nos gusta que el de hoy sea un almuerzo ceremonioso, que subraye el carácter festivo de la  ocasión en la que se comparten los alimentos, las risas y los buenos recuerdos.

Como dijeron Les Luthiers: Alabado sea el lenguado, y el bacalao alabao.

Actualización: Consulté con los lectores de @luisficarpediem con respecto a si les gusta el bacalao; y de los 35 que contestaron, 23 dijeron que si les gusta, y mucho; en tanto que 12 dijeron que no.


15
Abr 17

Nuestra alfombra, la más “fresh”

Desde hace cinco años un grupo de amigos y yo tenemos la tradición de preparar alfombras frente a la casa de doña Yoli.  Es un encuentro generacional, una celebración de la vida entre amigos y familia, y una continuidad de las tradiciones chapinas.

Los que siguen de cerca este espacio saben que no estoy de acuerdo con la filosofía prevaleciente en ésta temporada; pero afortunadamente coincide con el equinoccio de primavera y con la fiesta de la fertilidad, lo cual me da la oportunidad de celebrar como debe ser: con buen bacalao y buen vino, en compañía de personas a las que valoro mucho.

Como el año pasado, en esta ocasión hicimos dos alfombras, una de aserrín y otra de pino. El diseño de la primera fue audaz y muy distinto a las que hemos hecho en años anteriores. Daba mucha alegría ver cuando la gente se detenía a hacer comentarios y se tomaba fotos con ella.  Una familia se detuvo a ver y la pequeña niña que iba con ellos pidió que si la dejábamos ayudar con la alfombra.  ¡Por supuesto que le dijimos que sí y gozamos mucho su entusiasmo!  Una vez más, cuatro generaciones participamos en la elaboración de las alfombras. Además de cuatro generaciones hubo cuatro nacionalidades involucradas.

Doña Yoli preparó su delicioso bacalao a la vizcaína; acompañado por un arroz impecable, moyetes exquisitos y bien calados, y el tradicional encurtido de remolachas, zanahorias, arvejas y ejotes.  Ese es el almuerzo chapín para ese día.  Así era en la casa de mi bisabuela, en las de mis abuelas, en las de mis padres y así será hoy en mi casa.  Sólo que aquí, en vez de encurtido, comemos aguacates porque somos fans de los aguacates.

¿Por qué es que practico algunas tradiciones -aunque no esté de acuerdo con la filosofía de muchas de ellas-? Pues me gusta el encuentro entre generaciones; el establecimiento y fortalecimiento de vínculos culturales, históricos, familiares, y amistosos. Las tradiciones nos dan la oportunidad de enriquecernos afectiva y culturalmente. Nos sirven para aprender acerca de costumbres y prácticas que no sólo son inmemoriales (en muchos casos), sino que se han adaptado, o han permanecido prácticamente inmutables.  Por eso es que la nuestra  debe ser la alfombra elaborada por el mayor número de ateos y agnósticos por metro cuadrado, en todo el país.

Para los lectores distraídos será raro que porque uno es individualista no rechace las prácticas culturales colectivas.  Sin embargo, no hay nada en el individualismo metodológico que apunte en esa dirección; y ciertamente no hay nada en el individualismo -como principio según el cual los hombres poseemos derechos individuales que no les pueden ser arrebatados por ningún otro hombre, ni tampoco por cualquier número, grupo o conjunto de hombres- que apunte hacia aquella creencia.

Las tradiciones enriquecen la evolución social.  Son parte del largo proceso de prueba y error por medio de cual crece y prospera una sociedad.  Las tradiciones dan un sentido de pertenencia: a este grupo de amigos, a estas familias, o a esta tribu…y luego a la sociedad.

De verdad les agradezco a mi bisabuela, a mis abuelas, a mis padres, a mis amigos y a todos los que no sólo me enseñaron a disfrutar de las tradiciones y de la alegría de celebrarlas en compañía de quienes uno ama; sino que me permiten ser parte de ellas. ¡Mi vida es muchos más rica gracias a las experiencias, y a quienes me acompañan en el camino de vivirlas!

Como en otros años, comparto el siguiente relato que expresa muy bien mis propios sentimientos frente a las alfombras; y porque la familia de la autora vivía en la Quinta Avenida de la zona 1, a unas cuadras donde vivía mi tatarabuela, Gilberta y su familia, sobre la misma avenida en la que hicimos la alfombra de ayer:

En Alfombras de aserrín,  Amelia Lau Carling relata que La semana antes del domingo de Pascua…los vecinos crean alfombras de aserrín teñido, de flores y de frutas sobre el camino de muchas procesiones.  Año tras año las hacen con nuevos diseños.  Año tras año las procesiones marchan sobre ellas, destruyendo sus dibujos al pasar.  De niña en Guatemala, mi hogar era el de una familia china que se aferraba a sus costumbres.   Pero la semana santa era una temporada como ninguna otra hasta para una familia china tan tradicional como la nuestra.  Con los vecinos nos juntábamos en las aceras para admirar las alfombras antes de que los cortejos caminaran sobre ellas.  Viendo las procesiones, yo sentía que la historia que narraban ocurría ahí mismo.  Y la belleza de los breves tapices creados con tanto primor se ha quedado grabada en mi corazón.

Al describir el proceso, Amelia cuenta que Primero puso una capa de aserrín natural y la regó con agua.  En seguida sus ayudantes dibujaron sobre ella las figuras de aserrín coloreado.  Se encaramaban sobre  tablas para alcanzar los lugares que debían adornar sin estropear lo que ya habían hecho.  Con un colador y unos esténciles de cartón, pasaban finas lloviznas de colores.  Cuidadosamente medían los diseños, siguiendo las instrucciones…luego otro ayudante pasaba por toda la alfombra con una regadera muy fina de agua, “pish, pish”, para que el aserrín quedara bien plano.  Ay, que linda era.  ¡Parecía una alfombra de verdad!

Si, es cierto que uno termina bien cansado; pero es ese cansancio que enorgullece luego de haber hecho algo alegre, algo hermoso, algo que enriquece y algo que te deja lleno de buenos recuerdos y de cariño hasta el punto de que con un buen baño y una buena noche de descanso ya estás listo para hacerlo mejor…el año entrante.

Actualización: les pregunté a los lectores de @luisficarpediem si alguna vez habían hecho alfombra y de los 17 que respondieron, 11 dijeron que sí y les gusta; en tanto que 6 dijeron que no han hecho.

La tercera foto es por María Dolores Arias y la cuarta es por José Eduardo Valdizán.


14
Abr 17

Tradicional y delicioso dulce de garbanzos

El dulce de garbanzos con su color dorado y su sabor intenso a canela mezclada con el sabor característico de los garbanzos es bocatto di cardinale.

Lo preparamos una vez al año durante la festividad del equinoccio de primavera y de la fertilidad; y es un postre chapín de la temporada.  Tengo la impresión de que las nuevas generaciones lo conocen poco y la de que se pierden de algo delicioso.

Es muy diferente a la miel de garbanzos que preparamos de acuerdo con la tradición de la costa sur.  Principalmente porque se hace con azúcar, en vez de con panela; y porque no lleva frutas.

En mi familia era la tradición de mi tía abuela La Mamita, tradición que recogió mi tío Rony para que luego pasara a mi madre y a mí.


13
Abr 17

La exquisita miel de garbanzos

¡Vale la pena esperar todo un año para disfrutar de la miel de garbanzos!, sobre todo cuando es la que hacen en casa: con panela canche y trocitos de mango, papaya y plátano al estilo de la costa sur.

La costumbre es remojar en ella el pan (también de la costa) y acompañarla con un vaso de leche bien fría, bien fría.

No solo es un plato delicioso, sino que su aroma es como un sortilegio y no digamos su textura y sus colores. Con la luz apropiada -que fallé en capturar con mi foto- pareciera que la luz sale de dentro de las frutas.


12
Abr 17

Este año hay chocolate

Una novedad, en las festividades de esta temporada, en mi casa, es que nos enviaron chocolate de la costa sur.  Este chocolate no es comercial y es elaborado de forma familiar, artesanalmente.  La gente lo hace con orgullo y con cariño.

Me gusta imaginar que si a los mayas -en Tikal, o en el reino Kan- les hubiera gustado el chocolate dulce, este es el que hubieran elegido.  Cuando uno prueba este chocolate, no le es difícil imaginar por qué es que el cacao fascinaba a las culturas precolombinas y luego conquistó el paladar de los europeos.

Michael D. Coe, en La verdadera historia del chocolate nos cuenta que entre los nicarao un conejo valía unas diez de esas almendras [de cacao], ocho chicozapotes (las frutas del árbol del chicle) valían cuatro almendras, un esclavo más o menos cien y los servicios de una prostituta ocho o diez, según lo acuerden.

A mí me gusta el chocolate espeso y a la chapina, es decir, con agua y no con leche.  Me gusta remojar pan francés en él; pero también me encanta remojar el pan de la temporada que también nos mandan de la costa. Este año, Shalvy nos mandó pan, chocolate y plátanos.

¡Feliz equinoccio de primavera, o fiesta de la fertilidad!…y mejor si es con buen chocolate.

Actualización: pregunté en @luisficarpediem que cuál es su chocolate chapín favorito, y 22 personas contestaron.  De ellas 12 prefieren el de Xelajú, 8 favorecen el de Mixco y sólo 1 votó por el de la costa sur.  Vale decir que en tiempos de los mayas clásicos, el chocolate de Soconusco y de la costa sur guatemalteca eran muy valorados. Just sayin.

La segunda ilustración es  Neptuno recibe el chocolate de América; por Antonio Colmenero de Ledesma, Marco Aurelio Severino (1580-1656), Johann Georg Volckamer, (1616-1693). [Dominio público], Wikimedia commons.


11
Abr 17

Pésaj, una celebración de la libertad y agradecimiento

Anoche tuve la dicha de acompañar a mis amigos Jeannette y Moises en la celebración del pésaj con su familia. Esa festividad milenaria conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto.

El seder de pésaj es una cena ritual en la que cada elemento y cada movimiento tienen significados específicos, todos relacionados  -entre otros- con dos valores que aprecio grandemente: la libertad y el agradecimiento.

Durante una parte del rito Moi preguntó: ¿Por qué es esta noche distinta a todas las demás noches? Y una de las cuatro respuestas fue: En otras noches comemos ya sea sentados, o recostados; esta noche nos recostamos. Esto es en recuerdo de que los esclavos comían en bancas, o sin ellas, sin posibilidad de recostarse en sillas cómodas como hacemos ahora. Y creo que, en efecto, es valioso recordar que la libertad no siempre ha sido la condición prevaleciente en la humanidad, y que nunca está de más recordar que la esclavitud es lo opuesto a la libertad, y que en la esclavitud no se respetan los proyectos de vida de las personas individuales.

En cuanto al agradecimiento, el texto que me llamó la atención fue una canto llamado Dayenú, que está relacionado con los favores y regalos recibidos por el pueblo hebreo. A mí me gusta, de cuando en cuando, pensar en todas las personas que han influido positivamente en mi vida, no sólo materialmente, sino intelectualmente y afectivamente. Algunos han estado a mi lado durante 55 años, en tanto que otras han tenido un paso fugaz, aunque dejaran huella duradera.  Creo, también, que el agradecimiento es un valor al que no siempre le ponemos la atención suficiente; sobre todo cuando se trata de favores y regalos que en apariencia son sencillos.

Luego de la parte ritual y pedagógica de esta celebración la costumbre es compartir una comida espléndida que disfruté muchísimo; no sólo por los platillos en si mismos, sino por la encantadora compañía alrededor de la mesa.  Me gocé el jaroset, que es una pasta de dátiles y nueces; el maror, hecho con rábanos y remolacha; la sopa de bolas de matzá; geftite fish, okra, el pescado con salsa de alcaparras, las ensaladas de garbanzos y de lentejas, el mousse de chocolate, las galletas de mazapán, el arroz con leche perfumado con agua de azahares, entre otros platillos magníficos.

El séder de anoche fue memorable. ¡Jag sameaj!


10
Abr 17

Pan, fiesta y unos versos

En casa no se siente la fiesta hasta que abrimos la caja de pan que viene de la costa; pero la expectativa empieza el día antes, cuando Shalvy nos avisa que el pan está entrando al horno, sigue horas después cuando nos cuenta que la encomienda viene en camino y se acerca a su clímax cuando la vamos a recoger a la terminal de los buses.

El pan para esta fiesta no es cualquier pan.

Responde a la tradición costeña de preparar en casa y compartir aquel alimento primordial. Dicha tradición no sólo tiene que ver con el hecho de que hasta pasadita la mitad del siglo XX todavía ocurría que las panaderías comerciales cerraban con ocasión de la temporada; sino con la costumbre humana y hermosa de compartir cuando hay abundancia.

Shalvy hace el pan que nos envía con huevos y leche caseras y lo hornea en tahona de leña casi exactamente como lo hacía la abuelita de su abuelita, que es de donde viene su receta.

Este pan tiene el sabor, el aroma, la textura y el color de siglos y siglos de civilización y de costumbres. A mí me gusta comerlo remojado en leche, o remojado en chocolate. Pero antes de llevármelo a la boca le dedico unos segundos a apreciar su color y su textura, y otros a apreciar su aroma que es el aroma de lo que es fiel a sí mismo.

El pan que comemos durante la celebración del equinoccio de primavera, durante la fiesta de la fertilidad, nos conecta con quién sabe cuántos siglos de tradiciones…y este año me hizo recordar estos versos de Omar Khayaám:

Here with a Loaf of Bread beneath the Bough,
A Flask of Wine, a Book of Verse – and Thou
Beside me singing in the Wilderness –
And Wilderness is Paradise enow.

La ilustración de aquí arriba es por Edmond Dulac, de mi Rubáiyat of Omar Khayaám.

Actualización: Hice una consulta entre los seguidores de @luisficarpediem con respecto a quiénes conocen el pan dulce de la costa sur y resulta que de 24 que participaron, sólo 8 lo conocen.