Pan, fiesta y unos versos

En casa no se siente la fiesta hasta que abrimos la caja de pan que viene de la costa; pero la expectativa empieza el día antes, cuando Shalvy nos avisa que el pan está entrando al horno, sigue horas después cuando nos cuenta que la encomienda viene en camino y se acerca a su clímax cuando la vamos a recoger a la terminal de los buses.

El pan para esta fiesta no es cualquier pan.

Responde a la tradición costeña de preparar en casa y compartir aquel alimento primordial. Dicha tradición no sólo tiene que ver con el hecho de que hasta pasadita la mitad del siglo XX todavía ocurría que las panaderías comerciales cerraban con ocasión de la temporada; sino con la costumbre humana y hermosa de compartir cuando hay abundancia.

Shalvy hace el pan que nos envía con huevos y leche caseras y lo hornea en tahona de leña casi exactamente como lo hacía la abuelita de su abuelita, que es de donde viene su receta.

Este pan tiene el sabor, el aroma, la textura y el color de siglos y siglos de civilización y de costumbres. A mí me gusta comerlo remojado en leche, o remojado en chocolate. Pero antes de llevármelo a la boca le dedico unos segundos a apreciar su color y su textura, y otros a apreciar su aroma que es el aroma de lo que es fiel a sí mismo.

El pan que comemos durante la celebración del equinoccio de primavera, durante la fiesta de la fertilidad, nos conecta con quién sabe cuántos siglos de tradiciones…y este año me hizo recordar estos versos de Omar Khayaám:

Here with a Loaf of Bread beneath the Bough,
A Flask of Wine, a Book of Verse – and Thou
Beside me singing in the Wilderness –
And Wilderness is Paradise enow.

La ilustración de aquí arriba es por Edmond Dulac, de mi Rubáiyat of Omar Khayaám.

Actualización: Hice una consulta entre los seguidores de @luisficarpediem con respecto a quiénes conocen el pan dulce de la costa sur y resulta que de 24 que participaron, sólo 8 lo conocen.

 

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