04
Jun 24

Impuestos y coacción

En X circula la idea de que las distorsiones en las preferencias de los usuarios -motivadas por alzas en los precios, a causa de impuestos- no son coacción per se.  ¡Y claro que si son coacción! 

Para comenzar fácil los impuestos o tributos son impuestos; e imponer quiere decir obligar; y obligar es sinónimo de forzar. Los impuestos no los pagas voluntariamente; y tributos como el que pesa sobre los rendimientos del capital (o Impuesto Sobre la Renta) no los pagas, sino que te los quitan (te los retienen) antes de que recibas tu transferencia.  Ni siquiera puedes rehusarte a pagarlos porque nunca pasan por tus manos.  Cuando vas al supermercado no hay forma de decir: Por favor no me cobre IVA.  Los recaudadores usan drones para mantener controladas tus propiedades y forzarte a pagar el IUSI que ellos demandan. 

¿Cómo te fuerzan -los recaudadores- para hacer efectiva la imposición y el pago de impuestos? Te amenazan con que si no entregas tu propiedad (la parte que ellos reclaman), te causarán un daño.  ¿Qué daño? Te meterán preso.  Si no cumples con sus exigencias irás preso…enchachadopie con jeta porque no les pagaste.

Es como cuando un grupo delincuencial amenaza al tendero con que si no le paga le hará daño al negocio, a su familia, o al tendero. En esencia, la extorsión consiste en amenazar a una persona para obligarla a actuar de determinada manera y, así, obtener dinero . Si ves las similitudes, ¿verdad? 

La coacción puede ser legal, o arbitraria y consiste en usar la fuerza, o la amenaza del uso de la fuerza para conseguir que alguien haga algo, o deje de hacer algo.  En este caso la amenaza de cárcel es lo que consigue que las personas paguen los impuestos que -sin la amenaza- podrían elegir no pagar. La coacción puede ser legal si se hace conforme a la legislación aunque viole derechos individuales (que son la vida, la libertad y la propiedad de las personas); pero, ¿es legítima? No.  Si una norma viola derechos individuales no es legítima; aunque sea consecuencia de la voluntad de la mayoría (o de quienes alegan representar a la mayoría y aunque haya sido promulgada de acuerdo con el proceso de formación de legislación. De ninguna manera es aceptable la creencia de que la voluntad de la mayoría puede legitimar una norma que viola los derechos de una minoría. ¿Y cuál es la minoría más pequeña? La minoría de uno.  No hay minoría más pequeña que la de un individuo.  Existe una división importante entre lo que es legal y lo que es legítimo.  Lo legítimo lleva una carga moral de fondo; en tanto que a la legalidad sólo le concierne la formalidad superficial.

Entonces, ¿por qué podemos meter presos a asesinos, ladrones, secuestradores, y otros criminales de forma legítima? Porque, parafraseando a John Locke, cuando un criminal decide violar los derechos a la vida, la propiedad y a libertad de otras personas se pone en guerra contra los integrantes del orden social y renuncia a la plenitud del goce de sus propios derechos. No en su totalidad, claro (porque el orden social depende del respeto a los derechos individuales), pero ya no es igual a las personas que respetan la cooperación social pacífica. 

La ilustración de Hagar, The Horrible, Dik Browne la tomé de Facebook.

El tributario, a quien el gobierno decide quitarle su libertad y su propiedad, no se ha puesto en guerra con nadie. Tu…no te has puesto en guerra con nadie.  Sólo eres víctima de quienes pueden amenazarte con causarte el daño de la cárcel y otros daños colaterales, sólo porque alegan representar la voluntad de la mayoría y han cumplido con ciertas formalidades hechas a a medida.

Para estas alturas debería verse claro que si involucras impuestos en una relación eso es coacción. 

La distorsión de las preferencias

Hay grupos de personas a las que no les gusta tu forma de vida.  Por ejemplo: no les gusta lo que comes, o lo que bebes.

Como no se atreven a forzarte directamente para que no comas y no bebas lo que ellos consideran que no debes comer, ni beber; pues te lo pueden encarecer artificialmente mediante la imposición de un tributo. Entonces por ejemplo, a los productos que tienen grasas, azúcares, u otros componentes que aquellas personas estiman que tu no debes ingerir le ponen un impuesto con la idea de que, por caro, no lo puedas consumir por lo menos con la frecuencia que sueles consumirlo.

La ilustración de Hagar, The Horrible, por Dik Browne, la tomé de Facebook.

Como la mayoría de nosotros vivimos con un presupuesto limitado, la decisión de encarecer -mediante impuestos- algunos productos que consumimos nos hace  actuar de una forma en la que no actuaríamos en ausencia de tributos (de ahí la distorsión).  Parece una decisión voluntaria eso de que renuncies a comer,o beber productos que han sido encarecidos; pero no lo es. ¿Por qué? Porque la opción no responde a una decisión de mercado (como cuando no compras lorocos porque están caros). Sino que responde a una decisión política y ya sabes, la política es la ciencia del poder, es decir, de la capacidad de hacer que otras personas actúen como quieren los que ejercen el poder, ya sea mediante persuasión para influir, o mediante la fuerza, para obligar. ¿Qué instrumentos usan los grupos que quieren dirigir tu vida? La legislación que impone tributos. Descartada la persuasión, el instrumento es el castigo económico (la expoliación) si consumes lo que el grupo con poder no quiere que consumas. De ahí que es bueno que el impuesto fuera eliminado de aquella iniciativa. 

A los pipoldermos que controlan el estado niñera les gustan aquellos impuestos porque, ¿a qué político colectivista no le gusta gravar para gastar? Pero hay un efecto más perverso que la expoliación; y ese es el de la infantilización de los individuos. La coacción -disfrazada de información- destinada a modificar las preferencias de las personas, para que no consuman ciertos alimentos (y consuman otros) irrespeta la dignidad de las víctimas y las convierte en niños que llegan a creer, de verdad, que no deberían tener la responsabilidad las decisiones que toman en sus vidas porque esa responsabilidad ya la asumieron los políticos y burócratas…que luego te informarán que tienes que alimentarte con insectos.


07
May 23

Libertad y responsabilidad, reflexiones de Juan Ramón Rallo

 

El día que recibió el grado de doctor honoris causa en la Universidad Francisco Marroquín, Juan Ramón Rallo se echó uno de los mejores discursos de graduación que he oído. Eso fue el 6 de mayo de 2023.

Luisfi y Juan Ramón Rallo en el Jardín Manuel F. Ayau.

Juan Ramón es brillante y es una lástima que nunca he conversado con él.

La libertad va inexorablemente unida a la responsabilidad o, en un sentido más amplio, a la justicia: un individuo tiene el derecho a que sus planes de acción no sean anulados violentamente por terceros, porque esos terceros tienen el deber, la obligación y la responsabilidad de no anular violentamente los planes de acción de ese primer individuo (y viceversa). O, dicho de otro modo: la libertad solo existe, solo cobra sentido, dentro de un orden jurídico que define normativamente esas esferas morales dentro de las que cada individuo sí puede ser soberano, porque cada uno de los individuos está obligado a respetar la esfera de autonomía moral de los demás, dijo en su alocución.


26
Jul 22

Bergoglio abusa de sus facultades

 

Jorge Bergoglio se reunió con sobrevivientes de una antigua escuela residencial para indígenas en Canadá, para pedir perdón por el papel que tuvo la organización que dirige en la violencia infligida a miles de menores de pueblos autóctonos.

La foto la tomé de Facebook,

El dirigente católico dijo: Pido perdón, en particular, por la forma en que muchos miembros de la Iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron, sobre todo a través de su indiferencia, en los proyectos de destrucción cultural y de asimilación forzosa promovidos por los gobiernos de la época, que culminaron en la sistema de escuelas residenciales.

Pero…¿puede Bergoglio hacer algo así éticamente?  Digo, porque la responsabilidad consiste en hacernos cargo de las consecuencias de nuestras decisiones y de nuestras acciones…personales e individuales, concretas.  Sólo puedes pedir perdón por tus decisiones y acciones, no por las de otros…y menos si son de hace décadas, o siglos. Quién perdona se comprende profundamente a sí mismo y a sus semejantes, permitiéndole entender la razón de por qué perdona. De ahí que el perdón deba ser personal e individual, concreto.  No puede ser un acto colectivista y abstracto.  No puedes pedir perdón por algo que no hiciste, y no puedes perdonar a alguien que no te hizo nada.  No tiene sentido alguno pedir perdón por algo que hicieron otros cuando no estabas en posición de tener algo que ver con esos actos.

Bergoglio tendría que saber y entender aquello porque la responsabilidad estrictamente personal de los actos es una de las rescatables aportaciones éticas del cristianismo. Opuesta, incluso, a la responsabilidad colectivista aniquiladora del Viejo Testamento en el que todos los bebés son pasados por las armas, o en el que dos ciudades son destruidas por fuego y azufre.  Sin distinguir individuos.  Sólo masas.

Bergoglio no sólo no está obligado a pedir perdón por decisiones y actos ajenos; sino que no tiene derecho a hacerlo.  Es vacía la pretensión de Bergoglio, y la de otros políticos. de buscar redención por actos que ocurrieron hace décadas y siglos, aunque diga que siente tristeza, indignación y vergüenza…porque no son suyas de sentir, ni suyas de expresar.

Es cierto que muchos miembros de la organización que ahora dirige Bergoglio cometieron abusos y hasta crímenes, como lo que algunos religiosos de su persuasión cometieron en Canadá, o el caso de Las hermanas de la Magdalena, por citar un caso entre ¿Cientos? ¿Miles? Pero…los responsables de aquellos actos fueron personas específicas, concretas e individuales, sobre todo individuales. No cabe criar culpa, ni atribuir responsabilidad a la Iglesia que no son sólo Bergoglio y sus cardenales, sino que son todos los católicos como tu, tu y tu, algunos de los que están leyendo estas líneas.


15
Jul 22

La propiedad y las emergencias

 

En semanas anteriores comenté que cuando el estatismo abandona a las personas, la gente tiene derecho a ayudarse a sí misma, sobre todo en circunstancias de emergencia.  Pero advertí que hay que tomar en cuenta que las emociones son los resultados automáticos de nuestros juicios de valor integrados por nuestro inconsciente y que maduramos cuando podemos controlar la mayoría de nuestras emociones…sin perjuicio de lo dicho en la primera parte de este párrafo.

Aquello, te recuerdo, es en el contexto de los arbolitos cortados en la carretera interamericana el 19 de junio pasado cuando la gente fue dejada a su suerte por los pipoldermos, a merced de un derrumbe y del tráfico bloqueado.

El derrumbe en cuestión. Foto por RepúblicaGT.

Faltó comentar el tema de la propiedad porque aquellos arbolitos son mantenidos de forma privada.  Tu propiedad es un derecho que deriva de la propiedad de ti mismo, es el fruto de tu trabajo, tiempo, energía y talentos, es la parte de la naturaleza que conviertes en algo de valor.  Como derecho, la propiedad de aquel fruto es la implementación del derecho a la vida porque te permite actuar para sustentar la tuya, sin que -pudiendo ser independiente- tengas que depender de otros para tu sustento.  Los acuerdos morales que hacen posible la cooperación social pacífica demandan que la propiedad sea respetada y protegida siempre.

Dicho lo anterior, en una emergencia, como la del derrumbe que da pie a estas meditaciones, el evento no elegido, ni esperado y limitado en el tiempo crea condiciones anormales en las que la meta principal es combatir el desastre, huir del peligro y restaurar las condiciones normales.  Te recomiendo La ética de las emergencias, por Ayn Rand.  Cabe superar el mal transe y ayudar a resolver la emergencia, en el entendido de que las emergencias son temporales y en el entendido de que el respeto a los derechos y la cooperación pacífica son valores permanentes, en tanto que los desastres son marginales e incidentales.

Y en el entendido de que somos responsables de nuestros actos, aún en emergencias. [Para el tema de la responsabilidad te recomiendo el capítulo 5 de Los fundamentos de la libertad, de Friedrich A. Hayek.]

¿Qué opinas?

Columna publicada en elPeriódico.

Artículos relacionados;


08
Jul 22

Emociones y responsabilidad

 

¿Te acuerdas de que la semana pasada comenté acerca de que tenemos derecho a ayudarnos a nosotros mismos cuando los pipoldermos nos fallan y nos causan daños y perjuicios?

Quedamos pendientes de comentar acerca del rol de las emociones y acerca del de la propiedad.  Así que, si me acompañas, exploremos las emociones en circunstancias como la del párrafo anterior.

La ilustración la tomé de Facebook.

Las emociones son los resultados automáticos de nuestros juicios de valor integrados por nuestro inconsciente. Las emociones son estimaciones de lo que promueve nuestros valores, o los amenaza; de lo que está a favor, o en contra de nuestros valores.  Digamos que procesamos nuestras emociones con base en nuestros modelos mentales, y que estos se forman a partir de nuestros sistemas de creencias, biografía personal y experiencias vividas.  Y ese procesamiento puede ser pensado, o no.

Decimos que hemos madurado cuando podemos controlar la mayor parte de nuestras emociones en la mayor parte de circunstancias; y podemos decir que actuamos de forma irracional cuando las emociones suelen controlarnos.  Cuando somos incapaces de serenarnos y pensar.

Me detengo aquí para un paréntesis:  Los seres humanos no solemos ser los mismos cuando actuamos individual y aisladamente que cuando actuamos en grupo.  En grupo podemos perder filtros e incluso la prudencia porque en “en mara” la responsabilidad se diluye y encontramos cobijo en el grupo.

Para ir cerrando, y estas no son más que notas exploratorias, los seres humanos -en grupo- podemos actuar de formas en que no actuaríamos solos, e incluso podemos entregarnos a sentimientos que no dejaríamos aflorar como individuos.  Pero, ya sea solos, o “en mara” debemos hacernos responsables de nuestros actos como individuos.

La responsabilidad individual es la clave porque el rol de la responsabilidad es invitarnos a pensar si estamos, o no, dispuestos a enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones y de nuestras acciones.  ¿Qué opinas?

Columna publicada en elPeriódico.


22
Abr 21

“Frankenstein” y Adam Smith

¿Por qué habría que leer Frankenstein, de Mary Shelley y capítulos selectos de La teoría de los sentimientos morales, de Adam Smith uno al lado de los otros? Pues porque participé en el club de lectura virtual titulado Rights and Responsibilities in “Frankenstein” and “The Theory of Moral Sentiments.

El coloquio fue organizado por el Liberty Fund y Adam Smith Works y hábilmente dirigido por Caroline Breashers.

En el mismo participaron personas de distintas partes del mundo y de distintas edades, todas ellas con algo valioso que aportar sobre los temas de las lecturas. ¡Me encanta este tipo de encuentros porque uno descubre mucho sobre las lecturas y a lo largo de las conversaciones!

Hablamos sobre temas como si The Theory…es una obra trágica, u optimista.  Sobre la relación entre justicia y beneficencia. ¿Es lo mismo ser padre, que creador? Hablamos sobre la responsabilidad y sobre si Victor Frankenstein es un esquizofrénico y la criatura es, o no un alter ego. ¿Cuál es la diferencia entre llamar criatura, o monstruo a la obra de Frankenstein? Hacer promesas, ¿es moral, o inmoral? ¿Por qué es que, a veces, las personas se sienten culpables a la hora de castigar a los responsables de crímenes?

Leímos Frankenstein, o el moderno Prometeo completa, claro; y de The Theory…leímos Of the Order in which Individuals are recommended by Nature to our care and attention; Of the beauty which the appearance of Utility bestows upon the productions of art, and the extensive influence of this species of Beauty; Of Sympathy, Of the Pleasure of mutual Sympathy, Of the Principle of Self-approbation and of Self-disapprobation, Of the love of Praise, and of that of Praise-worthiness; and of the dread of Blame, and of that of Blame-worthiness, y Of Justice and Beneficence.

Caroline Breashers, por cierto, tiene una conferencia estupenda al respecto y si te interesan aquellos temas, seguramente querrás verla.

 


09
Dic 20

La irresponsabilidad y la pandemia

Hoy he visto fotos de gente bailando en la plaza de una población, durante la celebración navideña organizada por la municipalidad del lugar.

La foto es de Soy 502.

He aquí 4 detalles que me llamaron la atención:

  1. La fiesta fue organizada por el gobierno local.
  2. Los asistentes no usan mascarilla, ni guardan distancia prudente alguna.
  3. Hay participantes de todas las edades.
  4. La fiesta fue organizada por el gobierno local.

¿En cuántas poblaciones del país ocurren cosas así? Y lo pregunto, no para promover que las autoridades locales (o nacionales) abusen de su poder e impongan restricciones arbitrarias; sino para subrayar la importancia que tiene la responsabilidad individual en condiciones de pandemia.

Puedo entender la necesidad que tiene la gente de celebrar y de compartir las fiestas; pero, ¿tiene que ser de forma tan irresponsable?  Y si bien podría atribuirle la irresponsabilidad a la ignorancia y a la inepcia de las masas, ¿hubo alguien en la corporación municipal que advirtiera que era mala idea organizar un chumúl comunitario?

¿Alguien nos contará si dentro de dos, o tres semanas, hay enfermos de covid-19 en aquella población? ¿Nos dejarán con la duda?

Las personas que participan en actividades multitudinarias de forma imprudente (y vota), ¿de quién creen que es la tarea de proveer y de pagar sus cuidados si llegaran a enfermarse? Temo…y ojalá me equivocara, que muchos creen que es del gobierno…o sea, de los tributarios. Estimo que mucha gente cree que puede actuar de forma irresponsable, y luego exigir que los tributarios se hagan cargo de las consecuencias. ¿La gente se expondría de aquella forma, si tuviera que enfrentar las consecuencias de sus actos?

Los políticos y burócratas que organizaron la fiesta, ¿actuaron de forma distinta a los patojos que organizaron y participaron en la fiesta de la mueblería en junio pasado? ¿Cuál es la diferencia entre una fiesta privada y una organizada desde el estado?

Repito que no estoy a favor de los encierros forzados, ni de las restricciones arbitrarias.  Repito que es responsabilidad individual actuar con prudencia, lavarse las manos, usar mascarilla, evitar reuniones multitudinarias.  Estoy convencido de que muchas personas actúan de forma irresponsable porque han sido infantilizadas en el sentido de que creen que son otros los que tienen que pagar por las consecuencias de sus actos.


27
Jul 20

Es el tiempo para la responsabilidad

Luego de cuatro meses de asfixiar las posibilidades de ganarse la vida, de los guatemaltecos; y luego de cuatro meses encierros, prohibiciones y otros experimentos la vida empieza a retornar y es el tiempo para la responsabilidad y la prudencia.

La hora dorada en la ciudad de Guatemala.

Durante los cuatro meses pasados mucha riqueza fue destruida y aunque nunca va a ser repuesta, estoy seguro de que muchos chapines van a hacer todo lo posible por volver a empezar como empezaron luego del terremoto devastador de 1976 y como han empezado luego de otras desgracias.  Todo es que no los estorben.

Eso sí, dado que hay mucho que desconocemos sobre el SARS-coV-2 y el covid-19 y dada la desinformación abundante con respecto al virus y a la enfermedad que ocasiona, la vuelta a la vida normal debe ser con responsabilidad y prudencia.

Está claro que las autoridades en el poder no nos han devuelto la libertad, sino que han ampliado los permisos y de forma discriminatoria; y no vaya a ser que nos acostumbremos a vivir por permiso, en vez de vivir por derecho.  Aún así, aplica la idea hayekiana de que la libertad no sólo significa que el individuo tiene la oportunidad y responsabilidad de la elección, sino también tiene que soportar las consecuencias de sus acciones y recibir alabanzas, o censuras por ellas. La libertad y la responsabilidad son inseparables. Y aplica también el concepto objetivista de prudencia o sensatez, que tiene sus raíces en Aristóteles para quien es la virtud de delibera y juzgar correctamente sobre lo que es bueno y ventajoso para uno mismo, en lo que conduce a la buena vida.

No es el momento para desmanes como el de ir a quemar la municipalidad, organizar fiestas, o irse a zampar a apretazones y multitudes.  Pero tampoco es el momento para descuidar los detalles pequeños, de cortesía, o de sentido común como lavarse las manos con frecuencia y usar mascarilla en público.  Es el momento para actuar con responsabilidad y prudencia.

Porque estamos viviendo un fenómeno sin precedentes en la memoria de muchísima gente, seguramente va a haber actos irresponsables e imprudentes; y porque la naturaleza en realidad no es nuestra amiga (que no es lo mismo que decir que el universo no es benevolente) lo más seguro es que luego de este periodo de permisos laxos haya un repunte de contagios y de muertos.  Y eso va a despertar la ansiedad de los que tienen miedo y la  codicia de quienes medran en la quiebra, la pobreza y la falta de libertad. Y entonces será el momento para actuar con racionalidad y evitar el cortoplacismo.

Va ha haber muchas frustraciones porque las medidas supuestamente sanitarias que son condiciones y requisitos para empezar de nuevo ciertas actividades no sólo no son financieramente propicias, sino que son prácticamente imposibles.  Tomando en cuenta que no hay tal cosa como one size fits all, ¿cuál es el aforo mínimo necesario para que valga la pena operar un comedor, o una camioneta? Si antes del covid-19 había colas largas para abordar buses urbanos y extraurbanos, ¿de cuánto van a ser ahora las colas en metros y en tiempo? ¿Cuál es el máximo para que valga la pena?

Es tiempo para ser flexibles, creativos y emprendedores.

Hay que rechazar, sin embargo, el concepto de nueva normalidad porque tiene una carga colectivista, ingenieril, racionalista y constructivista demasiado pesada y tóxica.  No falta quienes quieren diseñar y legislar una nueva realidad de acuerdo con sus fiebres, sin tomar en cuenta las valoraciones personales de los individuos, las configuraciones particulares de los mercados y de los grupos humanos, ni el debido respeto a los proyectos de vida de las personas.  Condiciones para las cuales es preciso que los derechos individuales prevalezcan sobre los intereses colectivos, y no al revés, como ocurre en la actualidad, especialmente en el contexto del estado de calamidad, del toque de queda y de las restricciones.

Volveremos a la normalidad cada quien a su ritmo y cada quien en la medida de sus posibilidades y la normalidad será lo que sea normal, siempre y cuando no haya quienes quieran forzarla a su gusto y conveniencia.  Pero para ello hay que hacer a un lado la ansiedad anticipatoria, la estigmatización y el miedo irracional que nada tienen que ver con la responsabilidad y la prudencia.

En fin, l´haim.


13
Nov 18

¿Al servicio de qué intereses está la conflictividad?

En un comunicado publicado hoy, la municipalidad indígena de Sololá, la junta directiva de los 48 Cantones de Totonicapán, la autoridad indígena Ixil, la alcaldía indígena de San Pedro Jocopilas, el Consejo Espiritual Maya Coataneco y el Consejo Maya Akateco, hicieron fuertes revelaciones.

Los firmantes constataron que los actos violentos ocurridos el 11 y 12 de octubre en Ixaquisis, San Mateo Ixtatán, se dieron en el marco de una convocatoria oficial del llamado gobierno ancestral plurinacional q´anjob´al, chuj, akateco y popti mediante invitaciones oficiales.

Esa es la ocasión en la que Antonio Juan Pascual, trabajador de la hidroeléctrica Energía y Renovación, S. A. en San Mateo, Ixtatán, fue hallado muerto el viernes 12 por la mañana, luego de que durante la madrugada un grupo armado atacó las instalaciones del proyecto Ixquisis. Durante el ataque fueron quemadas por o menos 30 máquinas, diez polimas y una trituradora. La caravana de solidaridad que causó los destrozos incluia hombres fuertemente armados y con las caras cubiertas con pasamontañas.

El comunicado fue publicado en elPeriódico, de hoy, página 7.

El documento de las autoridades indígenas legítimas pide que sus pueblos sean respetados y que no se usurpe su representación; y, además, hace una observación de mucha importancia; los firmantes consideran que el país necesita puentes de entendimiento y no de confrontación permanente; que necesita soluciones y no promoción de conflictos; que necesita de un sincero respeto de la ley y de la aplicación de la justicia, en lugar del rechazo al Estado, al Estado de Derecho y a sus istituciones como condiciones para prolongar más tiempo la impunidad.

Al final los firmantes celebran el diálogo y la negociación cuyos objetivo es ponerle fin al conflicto que ha cobrado vidas humanas; y el contenido completo del documento vale la pena leerlo porque hay bastante más para entender el fenómeno.

Ahora que las autoridades indígenas genuinas y responsales se han separado expresamente de los grupos violentos y usurpadores de la representatividad indígena, ¿no te da curiosidad? ¿Al servicio de qué intereses está la conflictividad?


02
Nov 18

Un trofeo de karate y el mérito

Era un niño como de siete, u ocho años.  Entro a la fiesta en casa de mi hermano con su karategui, o algo así, y con un trofeo en su mano.  Cuando se acercó a saludar, le dije: ¡Ganaste un trofeo!, y el patojito, con cara de fastidio me contestó: Nos dieron a todos.

A su corta edad, ese chiquillo sabe que un trofeo tiene valor si uno se lo ha ganado; y que carece de valor si todos los participantes reciben uno independientemente de los resultados de su desempeño.

Hace poco leí que, durante los Juegos Olímpicos de la Juventud, en Buenos Aires, no hubo medallero oficial, no por error, sino porque la idea era celebrar por igual el esfuerzo de todos los atletas.  Me recordó una escena de Los increíbles en la que Dash le dice a su madre: Papá dice que somos especiales; y Helen le contesta: Todo el mundo es especial, Dash.  Y Dash murmura: Esa es sólo otra forma de decir que nadie lo es.

Es cierto que el verdadero valor de ganar una competencia no está en derrotar a otros, sino en superarse a uno mismo; pero, ¿qué clase de sociedad estamos construyendo cuando se recompensan los méritos de igual forma que los resultados? La respuesta nos la da Friedrich A. Hayek.

Una sociedad en la que se estatuyese la posición de los individuos en correspondencia con las ideas humanas de mérito sería el polo más diametralmente contrario a la sociedad libre.  Sería una sociedad en la que se recompensaría a los hombres por las obligaciones cumplidas en vez de por el éxito; una sociedad en la que cada movimiento individual vendría guiado por lo que otras gentes pensasen, y en la que cada persona se vería relevada de la responsabilidad y del riesgo de la decisión. En una sociedad así destruiríamos los incentivos que permiten a los hombres decidir por sí mismos lo que deben hacer.  Y añade que el determinante de nuestra responsabilidad es la ventaja deducida de lo que otros nos ofrecen, no su mérito al proporcionárnoslo. Al contrario, en una sociedad libre esperamos ser recompensados por lo que valen nuestras acciones y no por nuestro mérito subjetivo.

Columna publicada en elPeriódico. Foto por Hautbois [Dominio púbico], por medio de Wikimedia Commons.